lunes, 21 de abril de 2025

"La Guerra de Caliban" (2012). James S. A. Corey

Tras el paréntesis para celebrar el hito por las más de trescientas mil visitas al blog (ya van casi trescientas tres mil), retomo mi segundo recorrido en orden cronológico por algunas de las sagas más relevantes disponibles para el lector de ciencia-ficción en español. Seguimos avanzando en la pasada década y nos topamos ya con la saga The Expanse, así conocida incluso en nuestro idioma. La cual constituye la obra de cabecera de los escritores Daniel Abraham y Ty Franck. Quienes, bajo el pseudónimo de James S. A. Corey, fueron añadiendo un título cada año a su exitosa novela "El Despertar del Leviatán" (que ya reseñé en su momento en este mismo blog a causa de su notable componente científica) hasta completar una serie de nada menos que nueve novelas (más otras piezas menores). Lo que demuestra el éxito de una saga que se alejaba un tanto de las tendencias en auge en el género en aquellos años para ofrecernos una space opera de factura clásica pero convenientemente adaptada al estado actual de la ciencia y la literatura. Y si mi balance de la primera entrega fue claramente favorable, el de "La Guerra de Calibán" es incluso mejor, puesto que no sólo entronca perfectamente con ella, sino que la mejora globalmente, al potenciar algunas de sus virtudes y minimizar varios errores de su predecesora.

La mejora más evidente proviene del aumento de personajes (y por tanto, de líneas narrativas asociadas) que nos proponen los autores. Ni que decir tiene que Abraham y Franck mantienen como pilar fundamental la tripulación de la Rocinante, con su capitán James Holden al mando, pero añaden la línea de la subsecretaria de la ONU Avasarala (seguramente el personaje de más calado de esta obra), la de la marine marciana Bobby Drapper, y la del botánico afincado en Ganímedes Praxidixe Meng. Esta multiplicidad de frentes otorga a la saga una intensa vertiente política, un saludable contrapunto marciano a la hora de desarrollar los pasajes de acción, y una mayor preocupación por el aspecto humano de la saga, pues el secuestro de la hija de Prax, Mei, narrado en el prólogo, ejerce de catalizador de toda la historia. Además, los autores consiguen salir airosos del siempre complejo proceso de hacer converger las distintas líneas narrativas. Pero incluso cuando alcanzan ese punto, prosiguen con el enfoque de mantener cada capítulo centrado en uno de esos cuatro personajes, lo que añade amplitud de miras a los hechos narrados, y les proporciona una subjetividad que les permite alcanzar una profundidad mayor que en la primera entrega.

La segunda mejora clara de esta segundan es el mayor desarrollo del elemento científico. Por supuesto, en todo cuanto atañe a la botánica y sus técnicas asociadas, dado que las reflexiones y los símiles que elabora Meng evidencian la preparación realizada por los autores en este ámbito. Pero también respecto a las características y las posibilidades de aprovechamiento de los cuerpos celestes que conforman el Sistema Solar (de Ganímedes a Ío, de la Luna a la artificial estación Tycho), a los efectos de los viajes espaciales sobre las personas, a las consecuencias de la vida en microgravedad... Incluso respecto a lo que los alienígenas parecen estar haciendo con el planeta Venus. Todo ello aumenta la sensación de verosimilitud, siempre necesaria en una obra que transcurre varios siglos en el futuro.

Además de estas virtudes potenciadas, los autores mantienen los aciertos principales con los que había debutado la saga un año antes: entretenimiento por encima de cualquier otra consideración, buenas dosis de acción, capítulos cortos y sin apenas relleno, predominio de los diálogos sobre las descripciones, solvencia a la hora de situar espacial y visualmente al lector, prosa directa y sin florituras, ritmo alto... En cuanto superamos los primeros capítulos la lectura se vuelve adictiva; cuesta detenerla, y la evolución de la trama se antoja en todo momento razonable. A pesar incluso de los tejemanejes políticos en los que se ve inmersa la singular Avasarala, y el juego de segunda intenciones y lecturas alternativas en el que tan bien se desenvuelve, pero que tan complicados son de trasladar de manera que el lector los comprenda y no le resulten aburridos.

Pese a ese comprensible empeño por corregir errores, algunos defectos continúan presentes en esta segunda entrega. El más obvio es el relativo a la trama, que si nos detenemos a analizarla resulta ser casi un calco del de la primera entrega (una joven desaparecida, las consecuentes intrigas y el enfrentamiento entre la Tierra y Marte, el papel como salvador de Holden...). Otro inconveniente bastante molesto en mi opinión es la reiteración innecesaria en el empleo de barbarismos (y no sólo por parte de Avasarala, sino prácticamente de todos los personajes). Por otra parte, lo relativo a la protomolécula alienígena apenas experimenta avance alguno casi hasta el final. Y a pesar de que introducen algunas reflexiones interesantes a lo largo del libro, le sigue faltando un poco de profundidad. Aparte de algún detalle que permita relacionar el texto con el título, pues el tal Calibán no aparece por ninguna parte.

El desenlace coral, con cada uno de los cuatro personajes enfrascado en la resolución de su parte del rompecabezas, es original y está razonablemente bien resuelto (aunque, como cabría suponer, no todas las líneas narrativas alcanzan el mismo clímax de tensión). Y ello contribuye a mejorar la impresión final de una novela que termina con un par de píldoras anticipatorias de esa tercera entrega que los autores ya tenían en mente. Y que reseñaré en mi próxima entrada.

jueves, 3 de abril de 2025

Más de 300.000 páginas vistas

Con la entrada de hoy interrumpo temporalmente mi segundo recorrido por algunas de las sagas de ciencia-ficción más relevantes para el lector en español, porque voy a detenerme en un hito muy importante para mí, y sobre el que quiero reflexionar con ustedes. Y es que este blog ha superado la nada despreciable cifra de trescientas mil visitas.

Cuando hace catorce años comencé la aventura de canalizar una de mis pasiones en el por entonces tan en boga formato "blog", jamás me planteé que algún día podría alcanzar una cifra tan alta. Antes bien, lo comencé sin marcarme meta alguna en cuanto a visitas o seguidores. Simplemente quería seguir hablando de una de mis mayores pasiones, y como por circunstancias personales se había complicado hacerlo cara a cara con algunos de mis mejores amigos, también aficionados, se me ocurrió imaginar a un lector virtual de ciencia-ficción al otro lado de la pantalla. Y el reto consistía en hablarle de temas que pudieran interesarle. Por eso comencé mi singladura con lo que a la larga se ha consolidado como la principal singularidad de este blog: las listas relativas a temáticas concretas dentro del género. Obviamente la primera de ellas surgió de manera natural: una lista de novelas imprescindibles para todo aquel que se quisiera adentrar en el género, según mi humilde criterio. Este enfoque tuvo buena acogida, así que en vez de traerles novelas de manera más o menos deslavazada, en seguida comencé a presentarlas con un hilo conductor. Surgieron así las revisiones de las principales sagas, de las novelas ganadoras de los premios Nébula, o de las principales novelas de mi escritor favorito, Robert Silverberg. Y con el paso de los años, y como resultado de un esfuerzo consciente por traer otras temáticas, listas más complejas de elaborar y de presentar, por el trabajo minucioso de investigación que requieren, pero que se han convertido en algunas de las entradas más populares del blog. Como las de los subgéneros de las ucronías, de las distopías en el siglo XX, o de la ciencia-ficción dura. Y que, me permiteré confesarles, constituyen las entradas de las que más orgulloso me siento, pues creo que si ahora estuviera dando mis primeros y titubeantes pasos dentro de este apasionante género, agradecería especialmente esas listas para poder ahondar en una temática concreta, de manera estructurada y presentada cronológicamente.

Ni que decir tiene que este blog siempre ha carecido de cualquier tipo de promoción. Su apuesta se basaba en la esperanza en que el todopoderoso buscador de Google terminara ofreciendo alguna de mis entradas como resultado de la búsqueda de un autor, una novela, o simplemente una temática relacionada con el género. Lo llamativo fue que, a pesar de esta carencia, poco a poco muchos de ustedes fueron aterrizando en una u otra de sus entradas, y así la magia de entrar en contacto con el aficionado virtual que me había imaginado fue teniendo lugar. Hasta alcanzar esa, para mí al menos, espectacular cifra. Pese al gradual reconocimiento alcanzado, nunca me planteé monetizar el blog, pues afortunadamente la ciencia-ficción no deja de ser una de mis pasiones, no una manera de ganarme la vida. Sí que conforme fueron pasando los años y el mundo virtual fue evolucionando hacia otros formatos, desde las redes sociales hasta las plataformas de streaming, me planteé transcionarlo a alguno de ellos. Pero por serles franco, terminé concluyendo que una reseña en formato texto en el blog iba a resultar mucho más argumentada y más entendible que su eventual equivalente en un formato vídeo, que no domino y que me obligaría a grabar y regrabar ciertas partes para en el fondo estar basándome en el mismo guion escrito. También descarté servirme de la ubica Instagram, porque tampoco terminaba de ver cómo la literatura de ciencia-ficción se podría adaptar a un formato que prima las imágenes. Y otras alternativas como X se quedaban demasiado escuetas para mis revisiones y reflexiones. Aunque seguramente algunos de ustedes sí sepan que, de un tiempo a esta parte, cuando publico una nueva entrada, me hago eco de ella en mi perfil de X.

Así que aquí sigo, escribiendo en blogger como el primer día. Pero eso no significa que ni el blog, ni yo mismo, hayan evolucionado en todo este tiempo. El blog cada vez ha sido referenciado desde más páginas, y ello ha constituido una de las razones principales por las que las entradas escritas en estos últimos años han tendido a ser más subjetivas, menos descriptivas de la obra en cuestión. Y yo por mi lado he dado finalmente el salto de bloguero a escritor a tiempo parcial, animado en parte por los comentarios de algunos de ustedes, fieles seguidores del blog. Por ello a día de hoy son ya tres mis novelas publicadas. Aunque debo reconocerles que casi tan importante para mí como su publicación comercial fue su inclusión en la imprescindible Tercera Fundación, esa base de datos que tanto ha hecho por la literatura de ciencia-ficción para el lector en español a lo largo del último cuarto de siglo.

Reflexionando hace unos días sobre este hito, me planteé lo que muchos se estarán imaginando: ¿seguirá activo el blog para alcanzar otras trescientas mil visitas dentro de muchos años? Pues me gustaría asegurárselo, pero no lo sé. Otros quince años de bloguero significarían nada menos que treinta apareciendo puntualmente por aquí. Y ello no sólo implicaría que para entonces uno ya tendría una edad considerable (tal vez incluso excesiva para conservar cierta lucidez mental), sino también que aún seguiría trayéndoles nuevas temáticas, subgéneros y obras. Un doble reto, pues aunque rico en su variedad, son ya muchas las vertientes del mismo que he ido tratando en todos estos años, no se crean que quedan tantas. Y además, ese ritmo casi perfecto de dos entradas al mes que llevo manteniendo casi desde el principio (las otras dos semanas, por cierto, suelo escribir sendas entradas en mi otro blog, "Pop, rock y más", dedicado a la música contemporánea), está resultando cada vez más complicado de mantener, pues son ya más de trescientas las obras que he reseñado, y ya no dispongo de demasiadas lecturas acumuladas de las que poder tirar para mantener esa cadencia. Sí que espero, por lo menos, mantener la ilusión por contribuir a la difusión y al disfrute de este maravilloso género.

A modo de cierre, voy a refrescar por aquí algunas de esas entradas relativas a temáticas y subgéneros que tanta difusión han logrado:

* El subgénero de las ucronías.
* Las escritoras de ciencia-ficción.
* El subgénero de las distopías en el siglo XX.
* Escritores españoles de ciencia-ficción.
* El subgénero de la ciencia-ficción dura.
* Marte en las novelas de ciencia-ficción.
* Las sagas en la ciencia-ficción.
* Quince títulos personalísimamente favoritos.

Y también mis modestas contribuciones al género como escritor:

* "Nueve años" (2020).
* "Usted podría ser el siguiente" (2021).
* "Peripecias inconcebibles" (2024).

Espero no haberles aburrido con este breve vistazo atrás. Gracias a todos mis seguidores, y a todos mis lectores anónimos, por haber contribuido a alcanzar esta cifra. Seguimos.

viernes, 28 de marzo de 2025

"El Mapa del Cielo" (2012). Félix J. Palma

Con la entrada de hoy prosigo mi recorrido en orden cronológico por alguna de las sagas que aún no habían aparecido en este humilde blog. O no en toda su extensión, como es el caso de la novela que les traigo hoy. Que, además, posee otra particularidad: es una saga escrita por un escritor español. En concreto, se trata de la Trilogía Victoriana del gaditano Félix J. Palma. Una saga de la que ya les había hablado a través de su primera entrega, "El Mapa del Tiempo", cuando realicé mi recorrido por los escritores más representativos de la literatura de ciencia-ficción en España. Pero en la que nunca había seguido profundizando. Y es que, como ya expuse en su momento, su lectura no me acabó de cautivar y, tratándose de una serie de novelas muy extensas, no tenía muy claro si algún día me animaría a proseguir con su lectura. Pero, años más tarde, finalmente le di una oportunidad a su segunda entrega, "El Mapa del Cielo", y por eso se la traigo hoy por aquí. Y es que, aunque comparte varios defectos con su predecesora, se trata de una entrega, en mi opinión, ligeramente superior a ella, que dentro de una trama de ciencia-ficción inserta una historia de amor, y adereza el conjunto incorporando a varios personajes históricos.

Como les anticipaba, uno de los fallos principales del libro es su extensión excesiva. Y eso es algo muy evidente desde el propio comienzo: por mucho que el autor necesite refrescarnos algunos pasajes de "El Mapa del Tiempo" para poder disfrutar de esta segunda entrega, y por mucho que juegue a ser el narrador omnisciente con poder absoluto sobre lo que va a experimentar el lector, la lentitud que lastra el comienzo será aplicable a prácticamente toda la obra. Y lo mismo cabe decir respecto a su morosidad verbal. A lo largo de más de setecientas páginas Palma nos llegará incluso a relatar varias veces los mismos sucesos desde el punto de vista de diferentes personajes. Y lo hará mediante una cantidad ingente de párrafos larguísimos, y por el contrario, mediante muy pocos diálogos. Aunque si el lector pone un poco de su parte y no se deja abrumar por estas dificultades, la lectura termina siendo entretenida. Y mantiene la intriga hasta el final.

Porque la historia de amor que supuestamente dinamiza la novela es en realidad un aspecto complementario de una narración de aventuras en la que Palma recurre a varias de las temáticas más conocidas en la literatura de ciencia-ficción (el primer contacto, la invasión extraterrestre, los universos paralelos, el viaje en el tiempo y sus paradojas...). Un despliegue que para el aficionado al género puede resultar poco llamativo y hasta pesado, pero del que el autor sale airoso de cara al público general gracias a condimentos como cierta ambientación steampunk o el homenaje a tótems de la literatura anglosajona, como Edgar Allan Poe o Herbert George Wells.

La profundización en algunas de las vivencias de ambos escritores (en el caso de Wells, prácticamente recorre su vida de cabo a rabo), y la alteración que realiza de las mismas para adaptarlas a una trama que, poco a poco, irá encajando una sucesión de piezas aparentemente inconexas contribuye, sin duda, a que el público anglosajón se haya interesado por esta novela (su traducción al inglés constituyó un notable éxito de ventas). Pero también hay que reconocer que servirse de personajes y episodios conocidos le facilita el trabajo al escritor, pues una vez documentado al respecto, ya tiene a sus personajes principales creados, y sólo es cuestión de rodearlos de otros ya predefinidos por el argumento para completar su elenco. Aun así, el protagonista real del libro, Wells, se me antojó un tanto estereotipado, rígido en su caracterización. Y la supuesta pareja protagonista, el ricachón Gillian Murray y la bella joven Emma Harlow, encargados de ofrecernos la historia de amor, desempeñan un rol a menudo secundario, y desaparecen cuando aún queda casi una quinta parte de la novela, sin haber influido de manera determinante en la misma.

Siguiendo con los defectos de esta segunda entrega, el "mapa del cielo" que le da título no termina de ser el elemento que vertebre sus tres partes, y el mensaje que Palma intenta ofrecer con él, no termina de entenderse. La prosa del escritor, aunque original, fluida y bien surtida de recursos estilísticos, a veces peca de un afán de lucimiento excesivo, y otras de errores obvios a la hora de emplear nuestro idioma (por ejemplo, hatajo sin "h", "olor" en vez de "loor", "conciencia" en lugar de "consciencia", o la conjugación incorrecta en plural de sujetos que enuncia en singular como "la mayoría" o "nadie"). En otro orden de cosas, el escritor a veces se excede en su juego con el lector, y lo engaña abiertamente en busca de un elemento sorpresa tan exacerbado que en ocasiones se vuelve contra él. Y conforme avanza la lectura, se va imponiendo la sensación de que todo es posible, y que por lo tanto, el autor puede tomarse la licencia de fantasear mucho más allá de lo verosímil.

A cambio, debo reseñar que el elemento científico está razonablemente bien tratado en sus múltiples vertientes, especialmente si lo miramos a través del prisma de los conocimientos tecnológicos y científicos de finales del siglo XIX. Y también que incluso subtramas aparentemente sin hilazón van convergiendo de manera convincente conforme avanza la lectura. El escritor logra a menudo su cometido de generar intensas emociones en el lector (de la ternura al terror, de la intriga a la desesperanza). Y gana puntos cuando nos presenta esa especie de sociedad maquinal, casi distópica, que instauran los marcianos en la Tierra tras su victoria. Hasta culminar su lista de aciertos con esa oda al amor que nos ofrece como conclusión a tanto derroche creativo, a tanto extraterrestre malvado y tanta recreación de la obra de Wells. Aunque el resultado de semejante esfuerzo no me convenció tanto como para decidirme a iniciar la lectura de la tercera y última entrega de la saga, "El Mapa del Caos". ¿Me animaré algún día?

lunes, 24 de febrero de 2025

"Metro 2033" (2005). Dmitry Glukhovsky

La entrada que hoy les traigo es una nueva del recorrido que estoy realizando, en orden cronológico, por algunas de las sagas más relevantes disponibles para el lector en español y que aún no habían aparecido, o no en su totalidad, en este humilde blog. Avanzamos al año 2005, que fue cuando vio la luz en formato libro en su país de origen "Metro 2033", del escritor ruso Dmitry Glukhovsky. No son muy habituales las traducciones de ciencia-ficción rusa a nuestro idioma, así que el mero hecho de que nos terminara llegando demuestra la relevancia de esta novela. Que a lo largo de los años fue extendida con dos secuelas ("Metro 2034", publicada en 2010, y "Metro 2035", publicada en 2015), hasta conformar la "saga Metro", una de las más populares en nuestras librerías en los últimos años. Y es que a su original argumento (la vida en los túneles del metro de Moscú unas décadas después de una devastadora guerra nuclear) se añade la originalidad de una ambientación y un estilo literario poco habituales para el lector occidental. Lo cual da lugar a una obra original, opresiva y sombría, pero también difícil de leer y fantasiosa en exceso.

Sin duda la mayor virtud del libro es su marco escénico: el panorama post-apocalíptico que crea Glukhovsky, aprovechando las particularidades de cada línea y hasta cada estación del metro, es sobrecogedoramente verosímil. A pesar de las dificultades inherentes a los nombres en ruso, y de las inevitables particularidades culturales de aquel país, el lector logrará sin excesivo esfuerzo orientarse en tan tétrico escenario, e incluso comprender la cohabitación de las facciones surgidas tras décadas bajo tierra en condiciones extremas (la Hansa, el Cuarto Reich, la Polis, los Rojos). Un lugar donde reina la ley del más fuerte, y donde sus habitantes han desarrollado una habilidad para la supervivencia, y han encontrado un sentido a tan precaria forma de vida, que se prestan a las más diversas reflexiones.

En este marco el escritor inserta a su protagonista absoluto, el joven Artyom, y lo hace recorrer durante casi tres semanas una estación tras otra en pos de una meta... un tanto endeble. Porque durante los dos primeros tercios de la obra la trama es tan simple como reiterativa: Artyom se irá encontrando suvesivamente con una serie de lobos solitarios y gentes hechas a sí mismas (Hunter, Bourbon, Kan, Melnik...) a los que en su mayor parte dejará atrás tras un breve interacción, sin que de tales encuentros apenas perduren más que unas pocas reflexiones y consejos puntuales. De suerte que, a pesar de su notable extensión, la novela no tiene en la caracterización de sus personajes uno de sus puntos fuertes. En el último tercio la trama sí se vuelve un poco más elaborada, y la misión y sus consecuencias se van volviendo más claras, pero siempre en segundo plano frente a la ambientación.

Por terminar con los puntos fuertes del libro, resaltar que a lo largo de sus páginas abundan las reflexiones. Bien es cierto que muchas se antojan más una crítica a la sociedad rusa de principios de siglo que una especulación sobre los excesos de la humanidad, pero son muchos los personajes que, en ocasiones a costa de interrumpir el ritmo narrativo, disertan sobre las más variadas cuestiones. Por otra parte, la manera en que las estaciones han logrado aprovechar los escasos recursos disponibles (subsistiendo a base de cerdos, ratas, gallinas y setas), la sensación de pesimismo casi continua, los episodios de angustia, los pasajes de misterio o los momentos de terror evidencian que la novela aprovecha con éxito muchos de los elementos post-apocalípticos a su alcance.

Y sin embargo, mi balance final tras concluir la lectura no fue tan positivo como para animarme a continuar con el resto de la saga. Fundamentalmente por dos defectos: uno evidente desde el principio, y otro que se vuelve más acusado conforme avanza la narración. El primero salta a la vista desde las primeras páginas: el estilo literario, que es cuanto menos arcaico, por no decir mejorable: capítulos muy largos, cuyos título y desarrollo no se corresponden con su extensión, y que deberían haberse fraccionado de un modo mucho más ágil; párrafos inacabables, que piden a gritos una reestructuración para una mayor amenidad y una mejor comprensión; descripciones imprecisas, que sólo el imprescindible mapa situado al comienzo del libro ayuda a soslayar; escasez de diálogos, siempre menos abundantes que las descripciones, y a menudo consistententes en discuros antinaturales... Todo muy lejano a los cánones de calidad de cualquier novela occidental de nivel medio. Pero es el segundo defecto el que termina de echar por tierra los logros de la trama: poco a poco el lector va percibiendo que la biocenosis ideada por Glukhovsky parece excesivamente alterada para haber transcurrido tan sólo un par de décadas desde la hecatombe, pero es cuando Artyom sale por fin a la superficie y se enfrenta con... ¡pterodáctilos y simios bibliotecarios! que las concesiones fantasiosas chocan definitivamente contra la pretendida verosimilitud. Aunque para desgracia del lector, antes de concluir la lectura aún se topará con creaciones más descabelladas: los caníbales del mítico Gran Gusano, la "masa barboteante" del Kremlin, o incluso el "hormiguero de los Negros". Creaciones excesivamente fantasiosas para cualquiera que aspirara a considerar a "Metro 2033" una novela rigurosa.

Otros defectos menores afean también el resultado global. Los continuos pasajes de sueño de Artyom, que Glukhovsky intenta sin éxito confundir con situaciones reales, son un recurso literario tan manido como superfluo y hasta tedioso. En otro orden de cosas, chirría la abundancia en las estaciones de determinados recursos, sin duda necesarios para permitir la vida pero improbables en un escenario post-apocalíptico. La escasa habilidad del autor para inferir el necesario dramatismo a los episodios de enfrentamiento y a las huidas es palmaria. Así como las dificultades a la hora de dibujar cada estación para que cobre vida ante los ojos del lector. Por último deob mencionar las notas aclaratorias que se ofrecen al final, de escasa utilidad dado que no se enlazan con el punto de la novela al que se refieren, un detalle que habría tenido fácil solución.

Lógicamente, el desenlace es lo suficientemente abierto para permitir una continuación, por lo que no debemos esperar que sea un cierre redondo a lo narrado. Aun así, tampoco mejora la impresión final: se presenta como momento culmen un episodio del que lector no tenía constancia hasta apenas unas decenas de páginas antes, pero su resolución simple, y sobre todo, su sorpresa en forma de una revelación (las supuestas intenciones humanitarias de los Negros) que no casa en absoluto con la maldad de que habían hecho gala hasta entonces, resultan decepcionantes. En resumidas cuentas, podría haber sido una gran novela, de no haber estado lastrada por todos estos inconvenientes.

viernes, 31 de enero de 2025

"Híbridos" (2003). Robert J. Sawyer

Continúo con la presente entrada la revisión en orden cronológico de algunas de las sagas más relevantes de la literatura de ciencia-ficción disponibles para el lector en español, y que no habían hecho acto de presencia en mi primera revisión hace unos cuantos años. La reseña de hoy me permite concluir la saga el Paralaje Neanderthal, del escritor canadiense Robert J. Sawyer. "Híbridos" fue la novela que cerró esta singular trilogía tan sólo unos meses después de la publicación de la segunda entrega, "Humanos" (2003), la cual reseñé en mi anterior entrada. Al ser escrita inmediatamente a continuación de su predecesora, "Híbridos" se presenta prácticamente como un punto y seguido de aquella, tanto argumental como estilísticamente. Y constituye un cierre notable para una trilogía más amena que trascendente (a pesar de la aparente profundidad de la temática tratada). Que remata con criterio y sentido común los principales temas tratados a lo largo de la misma, sirviéndose para ello de varios giros inesperados. Pero que también se enreda innecesariamente en la cuestión religiosa.

Y es que la novedad de esta tercera entrega, avanzada por su título de manera explícita (la concepción de una hija híbrida por parte de sus dos grandes protagonistas, el neanderthal Ponter y la sapiens Mary) no se centra tanto en las cuestiones genéticas como en el componente religioso. Lo malo es que al ateísmo incuestionado de Ponter Sawyer le contrapone el catolicismo exacerbado de Mary, la cual practica una sumisión inusual (incluso para la época en la que fue escrita) a los dogmas más controvertidos de la Iglesia. Hasta el extremo de que el autor hace fallecer al papa real de aquel entonces para crear a un nuevo pontífice ficticio con la única función de echar para atrás cualquier esperanza de una supuesta apertura de la jerarquía católica. Y por si fuera poco, se recrea en reproducir una aparición mariana en la mente de Mary, recurriendo a un singular experimento científico que confirma una supuesta diferencia genética que "afecta" a los sapiens pero no a los neanderthales. La justificación final a tan controvertida exposición, el colapso del magnético de la Tierra sapiens del que nos venía hablando desde "Humanos", no sólo decepciona por su reiteración hasta en el momento culmen de la novela, sino que echa por tierra lo que por lo demás habría sido un desenlace impecable.

Porque si obviamos los tramos dedicados a las especulaciones y el cuestionamiento religiosos, nos quedará, en mi opinión, la mejor entrega de la trilogía: fluida, equilibrada entre sus dos escenarios, fácil de leer y disfrutable de principio a fin. Y eso que durante los primeros capítulos puede parecer que el escritor le ha "dado a la manivela" y se ha limitado a secuenciar y exponer de manera lógica y ordenada lo que sugerían sus antecesoras. Pero conforme avanza la lectura, Sawyer dará varios giros narrativos inesperados (la aparición de un personaje clave hasta el final, como lo será la neanderthal Bandra, el inesperado lesbianismo de Mary, el traslado del violador Cornelius Ruskin al Grupo Sinergía en Rochester, incluso el diabólico plan de Jock Krieger) que aumentan considerablemente el interés y realzan su creación. Por lo que da aún más rabia la relevancia que confiere al componente religioso: con tantos elementos en juego y tantos ases en la manga era completamente innecesario.

No por conocidas de sus predecesoras dejan de apreciarse aquí otras virtudes de la saga: la ausencia de capítulos de relleno, el cuidado en el trato del elemento científico (las páginas dedicadas a explicar primero y escoger después los rasgos de la hija híbrida son una auténtica delicia), la coherencia que mantiene la sociedad neanderthal conforme seguimos aprendiendo de ella, la acertada interacción de unos personajes que en realidad son muy distantes entre sí, el dinamismo de la narración, una prosa sencilla y solvente incluso a la hora de explicar complejos conceptos tecnológicos, y la habilidad para seguir encontrando cuestiones con las que comparar ambas sociedades.

Del mismo modo, el lector se topa en "Híbridos" con los defectos habituales: frecuentes concesiones "a lo best-seller", adopción final de la postura más digerible para el lector medio de las peliagudas cuestiones morales que se plantean, escaso aprovechamiento del comité de celebridades neanderthales de visita en la Tierra sapiens, un ahínco si cabe aún mayor que en los dos libros anteriores por introducir referencias estrictamente contemporáneas (lo de meter al por aquel entonces Secretario General de la ONU Kofi Anan junto a otros representantes inventados no puede chirriar más), la insistencia en comparar las sociedades canadiense y estadounidense... A los que se añade uno nuevo: los pequeños recortes de un supuesto discurso histórico para la historia de la humanidad que abren cada capítulo, y que al final nada aportan al desenlace.

El cual, por cierto, es frenético e inteligente a partes iguales: exceptuando la sencillez con la que Mary consigue acceder al ordenador de Krieger, y la ya comentada hipérbole mística que afea sus pasajes finales, el resto raya a gran altura: la trama oculta de Krieger, la accidental participación de Ruskin en la misma, el vertiginoso desarrollo de la acción a caballo entre ambos universos, la sorpresa final de los potencialmente infectables por el virus modificado... Hasta el epílogo resulta convincente a la hora de atar cabos. Pero supongo que, frente a todos ellos, el mojigato enfoque religioso constituía un mayor gancho a nivel de ventas. Aun así, un meritorio cierre a una entretenida trilogía, que a pesar de sus innegables virtudes no pasará a la historia.

domingo, 19 de enero de 2025

"Humanos" (2003). Robert J. Sawyer

Prosigo con mi nuevo recorrido en orden cronológico por algunas de las sagas de ciencia-ficción más relevantes disponibles para el lector en español, y por ello voy a dedicar la entrada de hoy a la segunda entrega de la trilogía "El Paralaje Neanderthal", del escritor canadiense Robert J. Sawyer. "Humanos" (2003), la novela que reseñaré a continuación, fue publicada sólo unos meses después de "Homínidos" (2002), la cual reseñé precisamente en mi anterior entrada. No tan premiada como su predecesora, considero que "Humanos" es una digna continuación de "Homínidos", con el mismo nivel de especulaciones, e igual de amena a la vez que respetuosa con el elemento científico, pero sin el factor sorpresa de la primera. Aunque sí mantiene similares defectos.

El corto lapso de tiempo que, como acabo de mencionar, transcurrió desde que Sawyer terminó "Homínidos" hasta que hizo lo propio con "Humanos", se refleja nítidamente en lo que contienen sus páginas: estamos ante una continuación natural, que mantiene los mismos personajes principales y las mismas problemáticas, y se sitúa tan sólo unos días después de su predecesora, hechos que permiten al lector ubicarse inmediatamente. El escritor conserva asimismo el estilo, lo que supone que nos encontramos de nuevo con capítulos cortos y nada divagadores, una prosa directa y fácilmente comprensible, un evidente afán de verosimilitud dada lo increíble de su premisa inicial (los dos universos conectados que permiten a neanderthales y cro-magnones interaccionar gracias a un fallido experimento cuántico), y un ritmo alto. Todo lo cual ayuda a que el lector preserve su interés por cuanto sucede.

Pero, quizás para poner de manifiesto que esta segunda entrega fue concebida de manera independiente a su antecesora, el autor introduce una novedad relevante: las recurrentes conversaciones que mantendrá a lo largo de sus páginas su protagonista neanderthal (Ponter Boddit) con su psicoanalista. Un recurso literario muy similar al que empleó Fredrik Pohl en su multipremiada "Pórtico" (1977), y que le permite a Sawyer tanto crear expectación sobre acontecimientos que narrará posteriormente, como permitir especulaciones alejadas de la ya conocida yuxtaposición neanderthal - sapiens. Por otra parte, ello no impide que el escritor siga estimulando al lector con múltiples reflexiones sobre multitud de cuestiones, desde la renuncia a la privacidad a cambio de una seguridad prácticamente absoluta hasta el papel que la religión (o su ausencia) ha desempeñado a la hora de moldear las sociedades. Además, en "Humanos" Sawyer aprovecha con buen criterio para profundizar más a fondo en la sociedad neanderthal, favoreciendo de paso el enriquecimiento de la trama gracias a algunas de sus diferencias respecto a la sapiens: desde las implicaciones de los matrimonios "a tres bandas" que allí constituyen la norma, hasta la forma como recurre al agudísimo sentido del olfato de los neanderthales en su desenlace.

Sin embargo, globalmente "Humanos" me parece ligeramente inferior a la primera entrega. Entre otras razones, porque pierde el factor sorpresa de aquélla: aquí el escritor se limita casi exclusivamente a explotar sus hallazgos de entonces. Pero también porque se echan de menos las pinceladas sobre el impacto causado por los neanderthales al principio de cada capítulo a los que nos había acostumbrado. O porque, al menos en esta segunda entrega, Sawyer no termina de aprovechar una de las bazas con las que contaba: la jugosa selección de celebridades del universo neanderthal que se trasladan a nuestro mundo para ayudar al progreso en todos los ámbitos. O por detalles como la atención dedicada durante toda la novela a la inversión del campo magnético terrestre, para que finalmente constituya sólo un detalle accesorio del desenlace, y ni siquiera termine de explicar su impacto bien del todo.

"Humanos" comparte otros defectos con su predecesora, en algunos casos incluso más acusados: los continuos "detalles de best-seller" (resaltar el evidente esfuerzo por alinear sus reflexiones con las posturas morales asumibles por el mayor número de potenciales lectores, o el excesivo foco en la relación sentimental y sexual entre Ponter y Mary); la reiteración de referencias "contemporáneas" de los más diversos ámbitos que, veinte años más tarde, ya empiezan a estar obsoletas; los personajes arquetípicos (en esta oportunidad incluso las motivaciones del violador resultan ser un mero cliché de burdo antifeminismo); o la obsesión con comparar recurrentemente a Canadá con Estados Unidos, un aspecto que a los lectores de otros continentes seguramente les interesará muy poco.

Una sucesión de acontecimientos coherentes rematada por un desenlace aseado y de cierto impacto contribuyen a que el lector se muestre abierto a concluir la lectura de la trilogía; entre otras cosas para averiguar cómo el escritor ató los múltiples cabos que, probablemente de forma intencionada, dejó sueltos al final de esta novela más entretenida que trascendente.

"La Guerra de Caliban" (2012). James S. A. Corey

Tras el paréntesis para celebrar el hito por las más de trescientas mil visitas al blog (ya van casi trescientas tres mil), retomo mi segun...

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