sábado, 19 de noviembre de 2022

"Zig zag" (2006). José Carlos Somoza

Con la presente entrada continúo avanzando en mi recorrido cronológico por los escritores más representativos de la literatura de ciencia-ficción en España, a través de sus obras de referencia. Hoy le ha llegado el turno a José Carlos Somoza, a quien voy a reseñar a través de su novela "Zig zag". Somoza es seguramente uno de los autores de ciencia-ficción más populares y de más éxito de nuestro país. En parte porque no se ha limitado a escribir dentro del género, sino que ha sabido acercarse con acierto a otros géneros de mayor repercusión comercial. Géneros que, lógicamente, se dejan notar cuando escribe ciencia-ficción. Pero en ocasiones, como en la novela que les traigo hoy, su encuadre dentro del género, por la preeminencia del elemento científico, por la cobertura de lo que en el momento de su publicación era el futuro cercano, y por la especulación sobre las implicaciones de lo que en ella se descubre, está fuera de toda duda. Estamos, pues, ante un libro que, a partir de una trama de ciencia-ficción, se desarrolla como un thriller, y que, a pesar de una extensión excesiva y cierta recreación en la violencia, resulta tan amena como convincente desde el punto de vista científico.

Quizás el acierto más llamativo de la novela sea el relativo a la ciencia: fruto de una preparación concienzuda y un asesoramiento multidisciplinar, Somoza nos propone un recorrido científico de altos vuelos. Desde el sugestivo uso que realiza de la teoría de cuerdas para las partículas subatómicas, pasando por el casi inevitable acelerador de partículas, hasta llegar a una plausible recreación del mundillo científico (cursos, disertaciones, proyectos ocultos, envidias...). El elenco de roles expertos en diversas y complementarias materias también le permite al escritor sacar un notable partido de la contemplación de imágenes del pasado. E incluso la combinación de arquetipos como el solitario y sádico Valente, con la poco frecuente mezcla de inteligencia y belleza extremas que caracterizan a su protagonista Elisa Robledo, permite que la novela se aleje del convencionalismo.

Recurrir a un formato de thriller para aprovechar estos sólidos cimientos tal vez no sea la mejor decisión si lo que se desea es primar la carga especulativa de la novela. Pero sí resulta una opción acertada para anteponer el entretenimiento: la obra se lee con mucha fluidez, a menudo cuesta interrumpir la lectura y, a pesar de que a veces desprende un aroma a best-seller que puede restarle repercusión literaria, Somoza demuestra ser un narrador sólido.

Otros aciertos reseñables son la minuciosidad a la hora de localizar espacial y temporalmente la novela (con mención especial para todos los detalles que se proporcionan sobre los distintos lugares de Madrid en los que la sitúa), las ilustraciones que puntualmente enriquecen el texto, la habilidad narrativa para que los diversos saltos hacia delante y hacia atrás en el tiempo no desorienten al lector, y una solvencia como escritor que sitúa la obra a la altura de cualquier producción anglosajona de nivel medio.

Entre los defectos que me impiden considerarla una gran novela, el más obvio es su extensión: mal común de estos tiempos, resulta especialmente obvio durante su primer tercio, demasiadas páginas y detalles sobre supuestos espionajes que se podrían haber resuelto en muchas menos cuartillas. En otro orden de cosas, que se produzcan muertes en una novela así parece inevitable, pero Somoza tiende a recrearse en detalles desagradables, casi obscenos, provocando que la violencia adquiera una relevancia excesiva. Algo parecido sucede con el frecuente empleo de barbarismos, o con las recurrentes referencias sexuales (incluidas las onanistas). Y el continuo recurso de ocultar tácitamente información al lector, de cerrar cada capítulo con una nueva alusión a "lo peor está por llegar", resulta tan evidente como cansino.

El final, aun pecando también de esos mismos defectos (longitud y trucos), sabe centrarse en lo que está experimentando cada personaje, y resulta razonablemente explicativo para la complejidad de lo narrado, lo que favorece la impresión final de lo que podría haber sido una gran novela, pero se queda en una lectura recomendable.

martes, 1 de noviembre de 2022

"Danza de tinieblas" (2005). Eduardo Vaquerizo

Con la presente entrada prosigo la reseña en orden cronológico de obras emblemáticas escritas por los principales autores de ciencia-ficción en España. Cruzamos ya la frontera del siglo XXI para hablarles de uno de los principales escritores que siguen representando el género en nuestros días: el madrileño Eduardo Vaquerizo. Un escritor que alcanzó popularidad y reconocimiento con la novela que hoy les presento: "Danza de tinieblas". Hasta tal punto que con el transcurso de los años esta novela ha derivado en trilogía, gracias a las secuelas "Memoria de tinieblas" (2013) y "Alba de tinieblas" (2018). Y es que "Danza de tinieblas" nos ofrece una ucronía original, con personalidad, bien ambientada, que recrea un Madrid alternativo en la primera mitad del siglo XX muy interesante desde el punto de vista social, pero que en mi opinión adolece de una trama débil, reiterativa y no muy bien presentada.

Sin duda la razón principal del reconocimiento y el éxito de la novela radica en su adaptación a la historia de España de la corriente steampunk que surgió dentro del subgénero de las ucronías a finales de los años ochenta, ambientado fundamentalmente en una Inglaterra victoriana alternativa caracterizada por sus mayores avances tecnológicos. En este caso el punto Jombar del que parte Vaquerizo (la ascensión al trono de Juan de Austria tras la repentina muerte de Felipe II) resulta tan factible como estimulante. Y el devenir histórico de los trescientos cincuenta años posteriores afianza muchas de las características del Siglo de Oro español, a las que el escritor añade unas dosis de modernidad industrial, creando un conjunto reconocible y atractivo.

A lo anterior debemos añadir un protagonista bien caracterizado (Joannes Salamanca), en el que conforme avanzan los capítulos iremos viendo crecer su resistencia a la adversidad, unos personajes secundarios reconocibles y que complementan bien el panorama (Fray Faustino, el Duque de Mier, Rebeca), y unos avances tecnológicos que, aunque basados en el carbón y en la incipiente electricidad, se presentan de forma verosímil como parte de esta historia alternativa.

Otra fortaleza de la novela es el Madrid de 1927, fácilmente reconocible en sus barrios y calles similares a las reales (desde el Paseo de la Castellana hasta Mirasierra), pero adaptado en su realidad a esta sociedad alternativa, llena de desigualdades sociales, sucia, esforzada y abarrotada. Algo a lo que contribuye la presencia en ella de todos los centros de poder (el Rey, los nobles, la Alhama judía, los cuerpos de seguridad...).

El principal problema de la novela es la endeblez de su trama. Una vez puestos en situación tras la función en el Teatrón y el crimen en Lavapiés, y hasta prácticamente la mitad del libro, la intriga se plantea como una fatigosa reiteración de encuentros en lugares sórdidos, en los cuales Joannes y el fraile, aparte de recrearse en el ambiente, no avanzan prácticamente nada en sus pesquisas. La sensación de novela que no avanza, de repeticiones vacuas, es poderosa y decepcionante. Cuando al fin Joannes se convierte en el chivo expiatorio de los asesinatos y empieza a ser perseguido, el libro mejora, pues el ritmo aumenta y la trama se convierte esencialmente en una historia de supervivencia, pero la intriga sigue mal desarrollada, y Vaquerizo no logra crear el clímax final.

A ello tenemos que sumarle algunas situaciones en las que Joannes sale indemne de manera excesivamente forzada, unos personajes cuyo esclarecimiento final resulta decepcionante (el fraile, el Duque), el surgimiento repentino y cercano al final del gremio de relojeros como poder en la sombra de todos los asesinatos, el recurso a unos gólems más míticos y fantásticos que creíbles a la hora de cometer los crímenes, y ciertos detalles como una vestimenta que apenas ha variado en más de tres siglos, o pasajes en los que el transcurrir del día hasta llegar a la noche presenta inesperadas inconsistencias.

El desenlace, más farragoso y violento que clarificador, sin que la naturaleza real de Rebeca constituya ninguna revelación, y con la no muy bien presentada alianza de Joannes con el judío Shlomo como colofon, no resulta satisfactorio. Y resultó ser la razón última por la que hasta el día de hoy no me he animado a leer las dos novelas anteriormente mencionadas: desde mi punto de vista, con el primer libro es suficiente.

"Accelerando" (2011). Charles Stross

Una nueva entrada prosigo con la reseña en orden cronológico de los autores y las novelas más representativas de la ciencia-ficción dura . ...