lunes, 30 de noviembre de 2020

En tiempos de guerra (2007). Kathleen Ann Goonan

Con la presente entrada continúo la reseña de muchas de las mejores novelas de ciencia-ficción escritas por mujeres y disponibles para el lector en español. Siguiendo el orden cronológico, hoy es el turno de "En tiempos de guerra", la única novela traducida a nuestro idioma de la estadounidense Kathleen Ann Goonan. Una circunstancia extraña, pues muchas de sus novelas han estado nominadas a los premios más prestigiosos del género, y en el caso de la que nos ocupa hoy de hecho se alzó con los premios John W. Campbell y de la American Library Association. A pesar de lo cual ya adelanto que no me causó una impresión demasiado favorable. Y es que se trata de una novela que al empezar la lectura promete mucho por temática, ambientación y galardones, pero que conforme avanza se va volviendo más y más anodina, a la espera de un salto cualitativo en su vertiente de ciencia-ficción que desgraciadamente nunca llegará.

La Segunda Guerra Mundial se ha convertido en una fuente inagotable de buenas historias. Y en este caso además Goonan parte para su acercamiento a este momento histórico de los relatos escritos por su padre (que participó en la contienda), proporcionando así a la escritora un material valioso tanto para ambientar su historia como para complementar la narración en tercera persona del grueso de la novela. A este punto fuerte de la novela se le añade la atrayente idea de un aparato tecnológicamente novedoso que podría ser capaz de alterar el curso de la Guerra y la historia posterior. Con lo cual cuando la narración arranca tenemos una sugestiva combinación de novela histórica y potencial ucronía. Que además se alzó con premios notables. ¿Qué falla entonces?

Pues a mi modo de ver lo esencial es la sensación de promesas incumplidas que gradualmente se va apoderando del lector. Y es que a pesar de su extensión (a todas luces excesiva), la novela ofrece hasta el más mínimo detalle del periplo de su protagonista Sam Dance desde un poco antes de su alistamiento en el ejército, pero prácticamente nada sobre realidades temporales diferentes. La escritora recorre quizá con audacia no justificada los lugares y momentos claves para el desenlace del conflicto en 1945 (desde Berlín hasta Hiroshima), pero una y otra vez prefiere centrarse en la relación de Dance con su amigo Wink, en sus amoríos o en sus juergas, y apenas se acuerda del desarrollo de los DH2 y DH4, que son los que deberían dotar de originalidad a la narración.

La lectura se vuelve más insustancial si cabe por la reiteración de Goonan a la hora de establecer paralelismos entre los desplazamientos musicales por escalas y tonos del jazz y los desplazamientos entre distintas líneas temporales. No hay nada malo en la evidente pasión de la escritora por el jazz, pero incluso para mí que conozco a muchos de sus intérpretes, resulta fatigoso asistir a tantas actuaciones, escuchas tantos discos, citar tantos nombres... Tampoco ayuda una narración que, pese a relatar un conflicto bélico, no ofrece pasajes de tensión, ni anda sobrada de momentos destacables. Y pese a su estructuración en capítulos cortos, son tantos los que no aportan nada que pasar las páginas va costando cada vez más.

Aparte de no estar desarrollada hasta casi el desenlace, lo que deberia dar razón de ser a la novela (la conexión entre distintas realidades temporales) está mal justificada y peor presentada. Al principio la escritora lo intenta proponiendo un original uso de la teoría cuántica aplicada a la consciencia, luego se atreve incluso a hablar de un artilugio tangible como el magnetrón de cavidad, pero gradualmente va desistiendo de explicar el desarrollo del DH10, que simplemente va evolucionando por sí mismo... hasta acabar por dar lugar a un avión ¡que viaja en el tiempo! Pero si el elemento científico de la novela es pobre, la interacción de realidades temporales es paupérrima: Hadntz aparece y desaparece de las formas más inverosímiles, Wink casi lo mismo, las paradojas temporales no se intentan resolver, y al final cada personaje simplemente va siguiendo la línea temporal que más le conviene a Goonan.

Otros defectos menores son una traducción con muchos errores sintácticos y semánticos, que el único acontecimiento histórico que finalmente se ve afectado por la interaccion de líneas temporales sea el más que manido asesinato de John F. Kennedy, y lo mal que está resuelto el desenlace, con un Dance que a pesar de ser obviamente el más rápido tras el intento de asesinato llega sin embargo tarde a su encuentro con Bette, para además avanzar sin explicación alguna casi diez años adelante en el tiempo mediante un simple viaje por carretera de Dallas a Washington.

Y es una pena, porque todo este lastre dificulta apreciar algunos logros de la novela que sin embargo están ahí. Quizá el más llamativo sea la habilidad de Goonan para presentar la cara más amable y desenfadada de la Guerra. En menor medida, la caracterización de Dance y de los distintos lugares en los que va viviendo está razonablemente asegurada. Y se defienden algunas ideas que pueden dar lugar a jugosas reflexiones: el rechazo a cualquier tipo de totalitarismo (desde el nazismo al comunismo), la lucha contra nuestro propio destino, o los párrafos finales del penúltimo capítulo, que dibujan un panorama geopolítico mucho más amable que el que en realidad conocimos.

domingo, 8 de noviembre de 2020

El último hombre mortal (2006). Syne Mitchell

Una nueva entrada prosigo con mi reseña de alguna de las mejores novelas de ciencia-ficción escritas por mujeres. Voy a hablar hoy de "El último hombre mortal", la única novela traducida al español de la estadounidense Syne Mitchell. Una novela trepidante, muy elaborada desde el punto de vista científico, con giros argumentales ingeniosos y mucho material para la reflexión. Es una pena que tanto la novela en sí como su autora sean tan poco conocidas para el lector en español, ojalá esta entrada contribuya en algo a paliar esa situación.

El uso que en siglos venideros la humanidad dará a la nanobiología es una excelente idea de partida para una novela de ciencia-ficción, pero hay que saber desarrollarla sin caer en hipérboles que le resten verosimilitud. Mitchell lo logra plenamente recurriendo a un elenco de personajes arquetípico pero efectivo: Lucius Sterling, el multimillonario que ha logrado la aplicación de la tecnología a la humanidad, con todas las implicaciones sociales que se derivan de la existencia de humanos inmortales; Leonardo Fontesca, el científico huidizo que ha logrado crear la tecnología; Jack Sterling, bisnieto de Lucius y su contrapunto perfecto a causa de su alergia a la nanobiología; y especialmente, Alexa Dubois, una joven de los suburbios del Sur de Estados Unidos reconvertida en guardaespaldas inmortal de Lucius. Estos cuatro personajes principales, junto con la comunidad menonita de Montana, que por su aislamiento histórico proporciona un contrapunto perfecto en multitud de situaciones a tanto avance tecnológico, le permiten a la escritora no sólo sacar un gran partido a su idea, sino ir aumentando el interés de la trama gracias a sus continuos giros argumentales.

El elemento científico de la novela también raya a gran altura. Las explicaciones sobre nanobiología son frecuentes y accesibles, sus consecuencias en los seres humanos "cambiados" y "eternos" relativamente fáciles de comprender, y los desensambladores que actúan como eficaz y al mismo tiempo fatídico antídoto, razonables. Además, la transformación de las ciudades y los medios de transporte entre los siglos XXI y XXIV contribuye al realismo de lo narrado por la autora. Incluso Gaia-Net, la evolución poco menos que inmaterial de nuestra internet actual, está en todo momento bien planteada y resuelta. Quizá únicamente sea excesiva la capacidad de resistencia frente al dolor y la destrucción de los guardaespaldas inmortales Alexa, Hu-Dong o Dyson Rader.

Otro punto fuerte de la novela es su literatura poderosa. Con una prosa efectiva y sin florituras que facilita la comprensión de lo narrado, y un acertado equilibrio entre descripciones y diálogos, Mitchell va introduciendo regularmente ideas y sorpresas que, por una parte, ayudan a mantener la tensión y, por otra, permiten al lector reflexionar sobre múltiples conceptos científicos y morales. Si bien es cierto que Mitchell no elabora en demasía esas especulaciones, simplemente se las ofrece al lector para que sea él quien las desarrolle, lo que puede resultar un tanto arriesgado (más aun considereando que la escritora no suele tomar partido por ninguna opción planteada), pero que en general funciona. A cambio, Mitchell no descuida la vertiente más humana de sus personajes, algo no siempre habitual en una novela con tanto contenido.

No es ésta una obra de grandes defectos. Aparte de esa resistencia fuera de lo normal de los guardaespaldas y de la clara preferencia por las reflexiones implícitas, tal vez sobre un poco de violencia en algunos capítulos y falte algo más de pausa en otros. Otro aspecto cuestionable es que "el malo" al que recurre Mitchell (el venezolano Marcus Valiente) no está del todo elaborado a lo largo de la novela, y parece más una excusa para aumentar el dramatismo en determinados momentos que otra cosa. Y la conversión moral de Alexa justo antes del final puede resultar cuestionable.

A cambio de estos aspectos menores, la escritora nos ofrece un amplio y sugerente recorrido por la Tierra del futuro (desde la isla artifical de Elíseo hasta el complejo orbital de Nuevo Ávalon, pasando por lugares tan dispares como el Tíbet y San Petersburgo), muchos episodios plenos de aventura y acción, y un desenlace en dos partes, primero en Elíseo y después en Montana, que resuelve con habilidad y gran tensión la mayor parte de lo expuesto, con el acierto adicional de que no todo "acaba bien". Y que además deja los suficientes elementos abiertos para una continuación que yo creo podría funcionar muy bien, pero que la autora nunca se ha animado a escribir (a pesar de que incluso en la Wikipedia se habla de "The Deathless series" al referirse a "El último hombre mortal"). Seguiremos esperando.

"El despertar del Leviatán" (2011). James S A Corey

Mi recorrido por los autores y las obras más relevantes del subgénero de la ciencia-ficción dura continúa avanzando con la presente entrad...