tag:blogger.com,1999:blog-73222060610333836582024-03-19T03:23:41.610-07:00Pasión por la ciencia-ficciónUn apasionado de la literatura de ciencia-ficción que escribe en sus escasos ratos libres para compartir su pasión con el resto de aficionados.Francisco Maldonado Martoshttp://www.blogger.com/profile/11647516422803589226noreply@blogger.comBlogger321125tag:blogger.com,1999:blog-7322206061033383658.post-67592816186007557322024-03-17T05:59:00.000-07:002024-03-17T06:00:00.976-07:00"El despertar del Leviatán" (2011). James S A Corey<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjYaKxPcSEg_Zz_aYgS03tMQybyJJ4WdX-L2ICSSqpPvTFwFaneM1SJ-BUEI8yIVP311EsDytmg3HlcGXHc0nujjnb3PllWUJqA3q5lt4q_RV_SWgpkRwtU3aAD5UsTl7xRMlZgykVw_JexoNrv5JF5DJQNCgbTy0YUQ-FedudiegN6TrbxfBe29YuXBnCc/s1116/1174265.77.jpg" style="display: block; padding: 1em 0; text-align: center; clear: left; float: left;"><img alt="" border="0" height="320" data-original-height="1116" data-original-width="740" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjYaKxPcSEg_Zz_aYgS03tMQybyJJ4WdX-L2ICSSqpPvTFwFaneM1SJ-BUEI8yIVP311EsDytmg3HlcGXHc0nujjnb3PllWUJqA3q5lt4q_RV_SWgpkRwtU3aAD5UsTl7xRMlZgykVw_JexoNrv5JF5DJQNCgbTy0YUQ-FedudiegN6TrbxfBe29YuXBnCc/s320/1174265.77.jpg"/></a></div>
Mi recorrido por <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2023/08/el-subgenero-de-la-ciencia-ficcion-dura.html">los autores y las obras más relevantes del subgénero de la ciencia-ficción dura</a> continúa avanzando con la presente entrada. Nos adentramos ya en la segunda década del presente siglo, que fue cuando vio la luz "El despertar del Leviatán", escrito por los autores Daniel Abraham y Ty Franck bajo el pseudónico de James S A Corey. Una novela que, tal vez sin pretenderlo, inició una de las sagas de mayor éxito de crítica y público en lo que llevamos de siglo. En la cual, sin pretenderlo explícitamente, el elemento científico resulta clave. Porque en el fondo lo que sus autores plantearon fue ni más ni menos que una <i>space opera</i> de las que tanto triunfaron durante la Edad de Oro de la ciencia-ficción, pero actualizada a los tiempos modernos sin que por ello perdiera su esencia: respetuosa con la ciencia, plausible tecnológicamente, preocupada por el mundo interior de sus protagonistas y, al mismo tiempo, dinámica y muy entretenida, gracias a su elaborada trama.
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Seguramente la clave para el éxito de esta obra resida en su afán de verosimilitud. Y es que el panorama que plantean Abraham y Franck, en el cual la humanidad del siglo XXIV se ha extendido más allá del Cinturón de Asteroides, se presenta como una realidad atractiva al tiempo que factible considerando el ritmo al que evoluciona actualmente la tecnología. Esa sensación de que le han abierto una ventana al futuro mantiene enganchado al lector de principio a fin. Un logro en el que desempeña un papel esencial el elemento científico: sin necesidad de largas digresiones, ni abuso de conceptos complejos, su coherencia (excepción hecha del impacto alienígena en Eros) influye perceptiblemente en los aspectos biológicos, físicos y sociales de los personajes y de los marcos escénicos de esta extensa novela (desde el efecto de Coriolis hasta la morfología de los cinturianos).
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Pero toda buena novela requiere también de una trama elaborada. Y la de "El despertar del Leviatán" lo es: con el trasfondo de la lucha de poder entre las dos grandes potencias del Sistema Solar (la Tierra y Marte), y la opresión (cuando no directamente discriminación) del Cinturón de Asteroides, los autores crean una compleja historia dispuesta en dos líneas narrativas separadas que irán convergiendo conforme el conflicto interplanetario se complique. Esa alternancia de líneas narrativas ayuda a la correcta estructuración de la obra, pues cada una de ellas se centra en uno de sus dos protagonistas: el Capitán Jim Holden, y su sentido del deber, y el Inspector Joe Miller, el típico perdedor de vida destrozada pero con un innato sentido para las investigaciones. Ambos bien caracterizados, el contraste tanto entre sus actos como entre el estilo de ambas líneas (más ciencia-ficción la de Holden, más novela negra la de Miller) enriquece la historia, en especial cuando ambas líneas narrativas se fusionan.
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Si a todo lo anterior le añadimos una prosa ágil, unos capítulos cortos, con muchos diálogos y sin apenas espacio para el relleno, su renuncia expresa al un tanto forzado empoderamiento femenino que tanto abunda en los últimos tiempos (el principal personaje femenino, Naomi Novak, es justo lo contrario de lo que la corriente de pensamiento dominante en el género dictaría), el misterio que rodea tanto la desaparición de Julie Mao como la masacre en Eros, la diversión que ofrecen los diversos combates, asaltos, asesinatos y otros pasajes similares, algunos buenos detalles como el preponderante papel que se otorga a corporaciones como Protogen, e incluso los detalles inspirados en el Quijote (desde la nave llamada Rocinante hasta los paralelismos entre la obsesión vital de Miller por la idealizada Julie y la de Don Quijote por Dulcinea) se entenderá el éxito casi unánime alcanzado por esta novela.
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No obstante, el libro adolece de pequeños fallos que impiden considerarla perfecta: la relativa poca claridad con la que se presenta la situación geopolítica en el Sistema Solar, unos villanos no demasiado creíbles, algún que otro anacronismo (sobre todo a la hora de realizar símiles), un día a día de los habitantes del futuro que difiere excesivamente poco respecto a los actuales, un estilo a veces demasiado funcional, y el abuso de barbarismos innecesarios. Ninguno de ellos grave, como puede verse, pero que podrían haberse pulido sin excesivo esfuerzo.
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A cambio, Abraham y Franck encuentran momentos para ir ofreciendo relevantes especulaciones sobre la condición humana, y sobre cómo la protomolécula alienígena (y su posesión) podrían alterarla, sin que por ello se altere el ritmo alto y las ganas de retomar la lectura cada vez que la hemos interrumpido, lo que supone otro punto más a favor de esa actualización de la <i>space opera</i> tradicional. El desenlace a dos bandas, original, bien resuelto, cerrado respecto a la trama planteada y sin embargo abierto a futuras continuaciones, reafirma la favorable impresión final. Y explica por qué esta novela se ha terminado convirtiendo en una larguísima saga (¡nada menos que nueve títulos!), sobre cuyas siguientes entregas les escribiré cuando avance este 2024.Francisco Maldonado Martoshttp://www.blogger.com/profile/11647516422803589226noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7322206061033383658.post-27128345619573105752024-02-24T04:32:00.000-08:002024-02-24T04:34:06.596-08:00"Visión Ciega" (2006). Peter Watts<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhWcsj6MW2KWYJjpYsXKniktfcWIq067TByoxY7m_2O91QE1Xwbtor9w56Bz79T38dG1Q5WRQ07Kny3Iw3-WjVLM6JWntl-lrTCfqfBEww4cfaCH7zQRyh8Co1ObZD2Zt6_q56HyMML-1Hq50T8czGagVXsBYh1goVyIiMdOZ8z5A3qwblpbLyOphkkVOCj/s1500/61BqxyZDPJL._SL1500_.jpg" style="display: block; padding: 1em 0; text-align: center; clear: left; float: left;"><img alt="" border="0" height="320" data-original-height="1500" data-original-width="1010" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhWcsj6MW2KWYJjpYsXKniktfcWIq067TByoxY7m_2O91QE1Xwbtor9w56Bz79T38dG1Q5WRQ07Kny3Iw3-WjVLM6JWntl-lrTCfqfBEww4cfaCH7zQRyh8Co1ObZD2Zt6_q56HyMML-1Hq50T8czGagVXsBYh1goVyIiMdOZ8z5A3qwblpbLyOphkkVOCj/s320/61BqxyZDPJL._SL1500_.jpg"/></a></div>
Con la entrada que les traigo hoy sigo avanzando en mi recorrido por <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2023/08/el-subgenero-de-la-ciencia-ficcion-dura.html">los autores y las obras más representativas del subgénero de la ciencia-ficción dura</a>. Estamos ya en el año 2006 (2009 en el caso de su traducción al español), que fue cuando vio la luz "Visión Ciega", la obra más representativa del canadiense Peter Watts. Una novela que tuvo unos comienzos arduos, hasta que el boca a boca le ayudó a abrirse camino, llegando incluso a ser meses más tarde finalista en el Premio Hugo. Aunque ya les debo adelantar que, en mi humilde opinión, es un libro con muchas luces, pero también muchas sombras. Se trata de una novela muy original y bien trabajada sobre el primer contacto de la humanidad con una especie alienígena, pero que podría haber dado mucho más de sí de no ser por varios defectos tan obvios que sorprende que ninguna de las muchas personas por las que pasó antes de su publicación hiciera por corregirlos.
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En cualquier caso, lo que no se le puede negar a Watts es la cantidad y la relevancia de los conceptos científicos que logra introducir en apenas trescientas páginas. Por supuesto, sobre todo lo concerniente a la Teseo, la primera nave en trasladar a la humanidad hasta la Nube de Oort. Pero también sobre la enana marrón (en realidad un "emisor de Oasa") en torno al cual orbita el misterioso artefacto alienígena, la Rorschach. Todo ello sin obviar la tecnología empleada por humanos y alienígenas para intentar conocerse mutuamente. Y con mención especial para el sexteto protagonista: cinco humanos caracterizados por diversas manipulaciones tecnológicas (desde personalidades independientes en el mismo cuerpo hasta cerebros que han sido parcialmente mutilados y reemplazados artificialmente).
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Por si tal despliegue no fuera suficiente, el autor pone todos esos elementos al servicio de una cantidad ingente de especulaciones sobre las más diversas materias, desde la percepción humana hasta los distintos niveles de comunicación (tanto con los alienígenas como entre los propios seres humanos). Y los inserta en una trama no especialmente compleja pero que, recreando hallazgos de Arthur C. Clarke (<a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2018/06/cita-con-rama-1973-arthur-c-clarke.html">"Cita con Rama"</a>) y Stanislaw Lem ("Solaris"), va revelando poco a poco qué esconde la sobrecogedora Rorschach en medio de una bien recreada ambientación, más de terror que de misterio. Por todo lo expuesto hasta ahora da mucha rabia que una obra que disponía de todos los ingredientes para haber marcado un hito en el género se quede en un libro sólo apto para amantes de la ciencia-ficción dura. Pero es que sus cuatro defectos principales afean el resultado de principio a fin.
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Siendo todos ellos graves, para mí el peor son los continuos <i>flashbacks</i> que interrumpen la narración principal. Para caracterizar a su protagonista, Siri Keeton, no habría hecho falta romper tan a menudo el ritmo narrativo de los acontecimientos en el espacio como lo hace Watts. Ni tampoco ser testigo recurrente de las dificultades de comunicación que jalonaron su vida previa a la expedición; un autor más capaz habría expuesto lo mismo sobre Keeton en tres o cuatro párrafos oportunamente incorporados. Porque en realidad esos <i>flashbacks</i> apenas guardan relación con la trama principal, la cual podría sintetizarse sin mencionarlos en absoluto.
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Pero es que los otros tres defectos no le andan a la zaga a los <i>flashbacks</i>. Porque el jefe de la expedición más crucial realizada por la humanidad en toda su historia resulta ser... ¡un vampiro! Supuestamente extinguidos hace decenas de miles de años, y recuperados a partir de ADN fosilizado décadas atrás de la expedición (en principio debido a sus mayores capacidades físicas y mentales), tanto su mera presencia, como sus actos, chirrían en una novela que por lo demás pretende ser rigurosa. Aunque en realidad todo el elenco de personajes es terrible: tan desequilibrados e inverosímiles que resulta de todo punto imposible que la humanidad los enviara como avanzadilla de nada. Y como colofón a estos desaciertos, la propia habilidad literaria de Watts: curiosamente no por tratarse de un autor de prosa ramplona y ritmo narrativo plano, como a menudo ocurre en el subgénero de la ciencia-ficción dura, sino porque se esfuerza en mostrarnos lo bien que escribe, cuando en realidad lo que el lector se encuentra es un escritor de descripciones confusas y diálogos sólo bien desarrollados en su propia mente, por lo que sus frecuentes florituras literarias están completamente de más.
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Tanto lastre implica que los interesantes alienígenas, las exploraciones de Rorschach, las emboscadas y los ataques, incluso las elaboradas yuxtaposiciones de inteligencia y consciencia que jalonan las páginas de la novela, no cautiven como deberían. Y el desenlace, de clímax mal preparado y pobremente explicado, deja más bien indiferente. Ni siquiera las notas finales (llenas de aspectos interesantes, pero demasiado largas y claramente a la defensiva) mejoran la impresión global a pesar de todo lo que explican y aclaran. Y es que aún no comprendo cómo ni revisores ni editores ayudaron a pulir el diamente en bruto que escondía "Visión Ciega".Francisco Maldonado Martoshttp://www.blogger.com/profile/11647516422803589226noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7322206061033383658.post-49028633656845094052024-02-10T13:44:00.000-08:002024-02-10T13:44:50.198-08:00"Jugar a Dioses" (2005). Damien Broderick<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiAZcwXa21qcrsYV2s3_vTXb8dtyisAbhMuZ6ADQKMVE48QDkpnbjt7eEFSVVknuMkqH3eSe6CgY6KQQjRG56e6vpWXBwamawM_5nEGvl2VQM4O7kCTaDh0_C1ymL2CTJ_aoTfxQvFsH7sOxrSIdEhh7ZHBVByXiHY1MrKfgSPNFpPk2BOVDF5jrpZblzN8/s452/41fjoORmG5L.jpg" style="display: block; padding: 1em 0; text-align: center; clear: left; float: left;"><img alt="" border="0" height="320" data-original-height="452" data-original-width="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiAZcwXa21qcrsYV2s3_vTXb8dtyisAbhMuZ6ADQKMVE48QDkpnbjt7eEFSVVknuMkqH3eSe6CgY6KQQjRG56e6vpWXBwamawM_5nEGvl2VQM4O7kCTaDh0_C1ymL2CTJ_aoTfxQvFsH7sOxrSIdEhh7ZHBVByXiHY1MrKfgSPNFpPk2BOVDF5jrpZblzN8/s320/41fjoORmG5L.jpg"/></a></div>
Una entrada más continúo con mis reseñas de los <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2023/08/el-subgenero-de-la-ciencia-ficcion-dura.html">principales autores y novelas del subgénero de la ciencia-ficción dura</a>. Le ha llegado el turno ahora a Damien Broderick. El autor australiano más premiado del género es relativamente poco conocido más allá de su país, y de hecho la que les traigo es su única novela traducida al español. A lo largo de su trayectoria Broderick ha demostrado ser un autor ecléctico pero que siempre coloca ciencia y tecnología en primer plano de sus obras. Algo especialmente apreciable en "Jugar a Dioses", dado que la trama gira nada menos que en torno a la existencia de múltiples universos. Se trata, como imaginarán, de una novela singular, razonablemente amena a pesar de su evidente complejidad, llamativa desde el punto de vista científico, y válida para diversas especulaciones. Pero también confusa, a ratos delirante, y no apta para cualquier lector.
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Los multiversos planteados por Broderick deberían en principio haber originado una novela abstrusa y tediosa en manos de casi cualquier escritor, pero el australiano logra insertar en ellos una trama aprehensible, y adaptar una prosa ligera y un tanto socarrona, consiguiendo así que la lectura resulte razonablemente fluida y hasta amena (sobre todo durante la primera mitad del libro). Y ello a pesar de la gran cantidad de conceptos singulares y complejos que van surgiendo: Schewelles, cognados, deixis, ontología, niveles de Tegmark, partículas Xon, homúnculos vorpal, Árbol Yggdrasil, computronium... casi nada. Pero la existencia de una Competición de los Mundos le permite justicar casi todo, y el lector consigue orientarse razonablemente.
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A esa sensación de realismo dentro del caos contribuye que August Seebeck, su protagonista, sienta a lo largo de la novela hambre, sueño, sea consciente de los días que van pasando y muestre una continua preocupación por lo que le pueda haber ocurrido a su tía Tansy. Y también que Broderick introduzca de manera gradual y bien engarzada aspectos especulativos de la ciencia que la sustenta. Especiamente de los estados cuánticos entrelazados, que según el autor permiten que todas las opciones posibles a nivel cuántico ocurran de verdad, generándose así mundos ortogonales en el espacio o en el tiempo que abarcan todas las combinaciones concebibles de dimensiones físicas y constantes que componen el multiverso.
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Sin embargo, dos defectos graves lastran el considerable esfuerzo de Broderick por lograr que su novela sea disfrutable. El primero es el desarrollo de la trama: conforme avanzan los capítulos ésta se vuelve más desquiciada, mezcla de visitas repentinas a lugares surrealistas e inesperados combares con máquinas-k carentes de toda cohesión. Un problema agravado por la confusión en torno a los hermanos de August (incluso al terminar la lectura es muy complicado listar cuántos son, sus ocupaciones o sus universos individuales), y que los capítulos cortos que el escritor va introduciendo esporádicamente para presentárnoslos no consigue paliar. Y el segundo es la abundancia de elementos fantásticos (rayos verdes que todo lo restauran, perros y gatos que hablan, radiaciones solares convertidas en una simple arma en la palma de la mano de August), y que asienta una sensación de "todo vale" que colisiona con la pretendida especulación científica. Otros defectos menores son los abundantes e innecesarios barbarismos, la anti-naturalidad con la que August y Lune se enamoran en apenas unos pocos encuentros, unas cuestionables referencias cinematográficas que le restan intemporalidad a la novela, y pasajes innecesarios, como por ejemplo todos los relativos a Solo, el bot creado por August, que irrumpe cuando menos viene a cuento.
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A cambio, Broderick no rehúye el empleo y la especulación sobre intrincados y contrastados elementos científicos (Esferas de Dyson, el factor lambda, partículas elementales...), y tras un desenlace discreto y que apenas aclara nada, consigue in extremis mejorar la impresión final gracias a un excelente epílogo en el que explica el origen de las principales especulaciones científicas presentadas: el multiverso como computación discretizada de Konrad Zuse, el modelo de cuatro niveles de un cosmos computacional de Max Tegmark, el Punto Omega al final de los tiempos en un universo cerrado de Frank Tipler, o la capacidad psíquica humana condicionada por unos instantes concretos en el tiempo sidéreo de James Spottiswoode. Un trabajo muy minucioso para una obra más lograda científica que literariamente.Francisco Maldonado Martoshttp://www.blogger.com/profile/11647516422803589226noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7322206061033383658.post-64593532307473804902024-01-28T05:14:00.000-08:002024-01-28T05:15:23.140-08:00"El ojo del tiempo" (2004). Arthur C. Clarke & Stephen Baxter <div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiTuOlegCISowmilujzn1Tzvr71SozspMAwtbizYA_7BbrQ-hXZ8lI38ok-1Fmhh4Eb49GcDs3Nxe6rbh8P_gLMrc3yWpUtwFDQMd9eybdsIwVTn1wVKdtjbszHTLuuZyFim8ued-lRn_GFrb60X8vCbBGQDUp41B_KuDQ3iF7WjaUMY4R3GrKKcQhX2sKV/s500/51TTsBuXOQL.jpg" style="display: block; padding: 1em 0; text-align: center; clear: left; float: left;"><img alt="" border="0" height="320" data-original-height="500" data-original-width="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiTuOlegCISowmilujzn1Tzvr71SozspMAwtbizYA_7BbrQ-hXZ8lI38ok-1Fmhh4Eb49GcDs3Nxe6rbh8P_gLMrc3yWpUtwFDQMd9eybdsIwVTn1wVKdtjbszHTLuuZyFim8ued-lRn_GFrb60X8vCbBGQDUp41B_KuDQ3iF7WjaUMY4R3GrKKcQhX2sKV/s320/51TTsBuXOQL.jpg"/></a></div>
Una nueva entrada continúo con las reseñas de <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2023/08/el-subgenero-de-la-ciencia-ficcion-dura.html">los autores y obras más relevantes del fascinante subgénero de la ciencia-ficción dura</a>. La de hoy es una de esas colaboraciones destinadas al éxito desde que se supo de ella: dos autores británicos, uno de ellos el más reconocido en el género (Arthur C. Clarke) y otro el de mayor repercusión internacional en las últimas décadas (Stephen Baxter). Una colaboración, además, que se prolongó a lo largo de tres títulos, hasta conformar una trilogía un tanto inconexa conocida como "Una odisea en el tiempo", de la cual se han publicado en español las dos primeras novelas. La primera de ellas ("El ojo del tiempo"), la que hoy les presento. Tanto Clarke como Baxter son autores que, aunque no se encuadren exclusivamente en la ciencia-ficción dura, sí que son conocidos por escribir novelas generalmente muy cuidadas desde el punto de vista científico. Hasta llegar en ocasiones, como la que hoy nos ocupa, a convertirse en el verdadero sustento de la novela. Por lo que su inclusión en esta revisión está más que justificada.
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Aunque se supone escrita a cuatro manos, debo recalcar que cuando esta obra vio la luz, Clarke andaba ya cerca de los noventa años, mientras que Baxter ni siquiera había llegado todavía a los cincuenta. Por lo que razonable es asumir que fue Baxter quien se encargó de su escritura, eso sí, bajo el asesoramiento y la revisión de Clarke. Algo que seguramente se deja ver en la extensión y el estilo de la novela, que pese a su factura "clásica" no desentona de lo que podríamos esperar en cualquier novela estándar del género escrita a principios del siglo XXI. El resultado, aunque queda lejos de la categoría de clásico, es una entretenida especulación sobre qué mundo podría resultar de la yuxtaposición de pequeños trozos de distintas épocas. Aunque a lo largo de la lectura da la impresión de que sus propios autores la consideraron desde su génesis como una novela menor dentro de su producción, casi como un pasatiempo a cuatro manos.
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Estructurada en cinco partes, la novela plantea la colisión de distintas líneas temporales sobre el mismo planeta Tierra, a causa de la intervención de los Primeros, unos seres inmensamente antiguos pero desconocidos para la humanidad hasta entonces, y que están detrás de la Discontinuidad que quiebra espacio y tiempo. Esta colisión dará lógicamente lugar a un enfrentamiento cultural entre los representantes de las distintas épocas. Ello genera uno de los grandes alicientes del libro: la aparición y convivencia de varios personajes históricos que en realidad jamás coincidieron sobre la superficie de nuestro planeta pero que, gracias a una notable caracterización, resultan creíbles en su deambular por esta Tierra alternativa. En particular, Rudyard Kipling, Alejandro Magno y Gengis Khan. Unos personajes que, por desgracia, no se ven acompañados en su atractivo por los de creación propia, mucho más planos. Algo, por cierto, relativamente habitual en ambos autores, aunque a mi modo de ver disculpable en una obra eminentemente especulativa y científica.
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Otro acierto de la novela es la ambientación de los distintos lugares y épocas. En especial todo lo relativo a los mongoles y a Babilonia cautiva por su realismo y su riqueza visual. Demostrando que una obra especulativa no tiene por qué descuidar los elementos históricos y descriptivos. Además, como corresponde a toda novela de ciencia-ficción dura, los autores hacen un buen trabajo desarrollando las posibles consecuencias de la discontinuidad sobre el clima y la ecología, y se reservan para el tramo final la parte más científica, con las notables especulaciones sobre la física de cuerdas y las cajas de resonancia. Todo ello sin dejar de ofrecer unas especulaciones un tanto pesimistas (con los distintos pueblos de la humanidad siempre enfrascados en lograr la supremacía de cada uno sobre los demás). Y sin descuidar el aspecto narrativo: el combate entre los ejércitos de Alejandro Magno y Gengis Khan, seguramente las páginas más brillantes de la novela, se narra con claridad y con un saludable nivel de tensión.
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A pesar de estos aciertos, y de que se tocan retazos de muchos asuntos, a la novela le falta algo de profundidad, lo cual lastra la impresión global. Y a partir de la tercera parte cada vez van siendo más frecuentes los capítulos intrascendentes, meramente descriptivos. Después del combate entre Magno y Khan el interés baja, y se aprecia que la preocupación principal de los autores pasa a ser la descripción y explicación del mundo que han creado, un interés loable pero más bien poco novelístico. Por otra parte, la novela es excesivamente "británica" para mi gusto, con un obvio ensalzamiento de su cultura y sus personajes, y una óptica singular para presentar los avatares en el resto del mundo. Y a pesar de que a lo largo de sus últimos capítulos se aprecia el esfuerzo por explicar el origen de la discontinuidad y por atar cabos, al final no se proporciona justificación para las intenciones y los motivos de los Primeros al crear Mir. Un final abierto (tal vez a propósito, habida cuenta de esas dos entregas posteriores), pero que como la novela no me satisfizo tanto como habría esperado de estos dos grandes autores, no he corroborado, pues nunca me he animado a leer "Tormenta Solar", la siguiente entrega. En todo caso, una novela solvente, amena, e interesante a la hora de utilizar las especulaciones científicas como base para esa Tierra multi-temporal.
Francisco Maldonado Martoshttp://www.blogger.com/profile/11647516422803589226noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7322206061033383658.post-23486607842226587812024-01-13T04:25:00.000-08:002024-01-13T04:26:23.008-08:00"Luz" (2003). M. John Harrison<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjhqy88niTCyaTLdATy_J6oz9tYsXMyrk6vJ54ysv2OF-p1Wjcml-q2iPXEQPYxD3_oHJMNJXPt9rxKhJrC27yFT9QVviYVxSWt84M0tHBgx2Rb_QeJkxNgTz0uyWAVTlXnBhef6giBdQftjLbvUpHZUDwx8mg08115RzrfBKkYNfW3e6Mk7BHmkIHwDLIQ/s1500/712LXdC9kxL._SL1500_.jpg" style="display: block; padding: 1em 0; text-align: center; clear: left; float: left;"><img alt="" border="0" height="320" data-original-height="1500" data-original-width="939" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjhqy88niTCyaTLdATy_J6oz9tYsXMyrk6vJ54ysv2OF-p1Wjcml-q2iPXEQPYxD3_oHJMNJXPt9rxKhJrC27yFT9QVviYVxSWt84M0tHBgx2Rb_QeJkxNgTz0uyWAVTlXnBhef6giBdQftjLbvUpHZUDwx8mg08115RzrfBKkYNfW3e6Mk7BHmkIHwDLIQ/s320/712LXdC9kxL._SL1500_.jpg"/></a></div>
Arranco 2024 con una nueva entrada en mi recorrido por <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2023/08/el-subgenero-de-la-ciencia-ficcion-dura.html">los mejores escritores y novelas del subgénero de la ciencia-ficción dura</a>. Abandonamos el siglo XX y nos adentramos en el XXI con una novela que quizá sea de las más cuestionables a la hora de formar parte de esta selección. Se trata de "Luz", del británico M. John Harrison. No tanto por su condición de novela original y hasta rompedora con lo que se estaba publicando en aquellos años (así fue saludada mayoritariamente por crítica y público), sino porque probablemente la intención de su autor no fue crear una obra adscribible a este singular subgénero. Se trata, eso sí, de una novela elaborada, con algunos aciertos como su habilidad para repartir por igual su atención entre las tres líneas narrativas, o el que la ha traído hoy hasta aquí (el tratamiento del elemento científico). Pero también delirante, difícil de leer, con personajes de comportamientos incoherentes, sin un propósito claro, innecesariamente violenta y excesivamente subida de tono.
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En realidad, se supone que sus páginas encierran una <i>space opera</i> actualizada al siglo XXI, pero gracias a su originalidad, por momentos parece más un compendio de nada menos que tres viajes iniciáticos diferentes, aderezados con marcos escénicos epatantes y detalles incluso de terror. Harrison encuentra su sitio tomando elementos de Neil Gaiman, John Varley e Ian McDonald como referencias más evidentes, y construye una novela que no deja indiferente. Aunque no por ello resulte recomendable, por desgracia.
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Su principal problema es que, casi desde el principio, el lector se extravía entre tanta situación provocativa (masturbaciones, asesinatos y drogadicciones, por citar sólo las más evidentes) y la ausencia total de explicaciones sobre los elementos utilizados, por lo que es muy probable que acabe perdiendo el interés y se limite a dejarse llevar (si es que continúa con la lectura). Algo que da la impresión de que Harrison parece buscar a propósito. Sin ir más lejos, los recurrentes <i>flashbacks</i> (presididos de manera previsible por los habituales traumas infantiles de sus protagonistas) que va introduciendo conforme avanzan los capítulos los podría perfectamente haber insertado antes, y haber ayudado así al lector.
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Pero es que parece obvio que a Harrison le importa más exhibirse ante el aficionado que entretenerlo. La prosa está trabajada, y repleta de conceptos singulares, pero los por otra parte escasos acontecimientos relevantes que narra no se realzan apenas, algo que contrasta con los inexplicables comportamientos de unos presonajes (sobre todo Kearney) que vagan sin rumbo, sin restricciones económicas de ningún tipo, y dejando todo el tiempo cabos sueltos (a modo de ejemplo, citar todo lo relativo al viaje cuántico y al interés de la Sony, tantas veces mencionado para quedar en nada). Eso sí, la vida humana no vale nada en esta novela, el sexo a todas horas es lo más normal del mundo, y los delirantes encuentros de los protagonistas de las líneas narrativas cono el Shrander (en sus múltiples formas), casi lo único que otorga cierta cohesión a la trama. Si bien hay que reconocer que la estructuración, con sus tres líneas narrativas presentadas en escrupulosa alternancia y con un similar grado de atención, facilitan que el lector no desconecte del todo.
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Por ello para mí la mayor virtud de "Luz" es su tratamiento del elemento científico, hasta el extremo de llegar a considerarla un buen exponente de ciencia-ficción dura. Aquí no hay ansibles, ni hiperespacio, ni otros trucos sin base científica tan habituales en otras obras de ciencia-ficción, pero sí agujeros negros, horizontes de sucesos, agujeros de gusano, seres humanos integrados en el código máquina de naves-K, el llamativo y artificial Canal Kefahuchi, buenas dosis de mecánica cuántica, clones generados a partir del ADN de sus ancestros, espacios multi-dimensionales... En realidad la novela habría representado prácticamente lo mismo sin todo este despliegue, así que se le agradece a Harrison el esfuerzo en ese esentido.
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El final, salvo por el buen detalle de hacer converger la segunda y la tercera línea narrativa, y de aderezarlo con ciertas implicaciones metafísicas, tampoco entusiasma. Razón por la cual nunca me he animado a leer las dos novelas que, con los años, Harrison añadió a la saga: Nova Swing (2006) y Empty Space: A Haunting (2012, esta última no traducida al español). En suma, sólo apta para los realmente interesados en conceptos científicos aplicados con coherencia a <i>space-operas</i>.Francisco Maldonado Martoshttp://www.blogger.com/profile/11647516422803589226noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7322206061033383658.post-11315402027689713102023-12-26T02:21:00.000-08:002023-12-26T02:22:07.329-08:00"Ciudad permutación" (1994). Greg Egan<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj2nIPYpLyp2PN7mjTy2yfogJZIIefgmtM_f31C99Zg07eGoR3v_sUxjFEFm_rWM3X8pdobtMUHccL0WlANSS49SMvjHwh-zjNctpV3gDUwiLQCyMSOQ09yXRydU6gCGfxBmcR5dmxXiZ_ixQE279DasEKOOp5ucrGuT1qiLxP89-A4hwabMTCfZAbalwsh/s400/ciudad_permutacion_nova.jpg" style="display: block; padding: 1em 0; text-align: center; clear: left; float: left;"><img alt="" border="0" height="320" data-original-height="400" data-original-width="261" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj2nIPYpLyp2PN7mjTy2yfogJZIIefgmtM_f31C99Zg07eGoR3v_sUxjFEFm_rWM3X8pdobtMUHccL0WlANSS49SMvjHwh-zjNctpV3gDUwiLQCyMSOQ09yXRydU6gCGfxBmcR5dmxXiZ_ixQE279DasEKOOp5ucrGuT1qiLxP89-A4hwabMTCfZAbalwsh/s320/ciudad_permutacion_nova.jpg"/></a></div>
Una nueva entrada continúo avanzando en mi recorrido en orden cronológico por <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2023/08/el-subgenero-de-la-ciencia-ficcion-dura.html">los autores y las obras más representativos del subgénero de la ciencia-ficción dura</a>. Llegamos así a 1994, año en que fue publicada la novela "Ciudad permutación", tal vez la más famosa (desde luego, la más premiada) del enigmático escritor australiano Greg Egan. Quien pasa por ser, junto a Hal Clement y Robert L. Forward, uno de los autores que representa de manera más genuina este fascinante subgénero. Aunque, en mi humilde opinión, Egan tiende a redondear sus obras con un componente metafísico que lo aleja un tanto de los otros dos autores citados, más canónicos si me admiten el término desde el punto de vista científico. En todo caso, la obra de Egan ha sido siempre de las más exigentes con el lector ávido de lectura con una sólida base científica. Matemático de formación, sus novelas suelen presentar conceptos complejos en el ámbito de la computación, la física o la inteligencia artificial, por lo que tal vez sea de las más arduas que se pueden encontrar en el género. Así que no resulta exagerado afirmar que "Ciudad permutación" es una novela única: informática, especulativa, coherente, metafísica, difícil, farragosa, dura, inquietante, súper-trabajada, post <i>cyber-punk</i>, tecnológica, científica... y muchos adjetivos más.
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Aunque puestos a resumir mis impresiones personales, emplearé una aparente paradoja: "Ciudad permutación" es una novela que me gustó mucho leer pero que, al mismo tiempo, me costó mucho leer. Lo primero, porque abrió mi mente a pensamientos y sensaciones como en pocas ocasiones, dejando muy atrás a la mayoría de novelas de <i>cyber-punk</i> y de ciencia-ficción dura que habían caído en mis manos hasta entonces. Y lo segundo, porque la novela es tan compleja, tan densa, tan elaborada, que la tuve que ir leyendo en dosis pequeñas, esforzándome por interiorizar lo que en ella se contaba, y muchas veces de manera obligada.
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Es justo reconocerle al autor la cantidad de conceptos e ideas que propone a partir de la realidad virtual de mediados del siglo XXI: las "copias" de seres humanos en sistemas informáticos, los clones, la bolsa de TIPS, la rejilla Turing-Von Neumman-Cheng, el Autoverso, los autómatas celulares, el Elíseo, la Ciudad Permutación... un despliegue de medios apabullante, más aún si consideramos que la novela fue escrita hace ya treinta años. Pero es que, además, se trata de una obra absolutamente respetuosa con todo lo relativo a la informática, sorprendentemente cohesionada, y meritoriamente aprehensible de principio a fin. A este respecto, nada que objetar.
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Los problemas empeizan cuando queremos que la novela funcione al mismo nivel como "historia de personajes". Porque a pesar de que su número no es muy amplio (esencialmente dos, Paul Durham y Maria Deluca, y en menor medida, Peer, Kate y Thomas), y de que se presentan unas motivaciones razonables para sus inquietudes y actos principales, se antoja demasiado obvio que todos ellos están al servicio de las ideas que Egan plantea. Algo por otra parte común y no necesariamente reprobable en la ciencia-ficción dura, pero que en esta oportunidad resulta particularmente evidente. Este segundo plano de los personajes, unido a la complejidad de los conceptos presentados, explican que para el aficionado medio la fluidez de lectura de la novela se resienta. Además, tanta realidad virtual mezclada con experimentos químicos y programación de sistemas informáticos es difícil de llevar al formato de una novela. Consciente de ello, Egan recurre al artificio de los colores, a las ventanas de interfaz y a las ralentizaciones. Pero aun así, hay capítulos realmente complicados, que requieren atención plena y esfuerzo consciente, e incluso poniendo de nuestra parte a menudo hay que lidiar con la incómoda sensación de estar a punto de perderse.
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A cambio, el libro proporciona estímulos a la inteligencia del lector como muy pocos. Comenzando por la poderosa impresión de estar mirando a través de una ventana al futuro de las próximas décadas; siguiendo por los continuos cuestionamientos sobre lo que define a un ser humano en una realidad virtual, sobre la creación de vida, la inmortalidad, la puesta en marcha de un universo dentro de esa realidad... Así, hasta llegar a los lambertianos, un hallazgo inesperado del tramo final, que funciona no sólo como "alienígenas" que se contraponen a casi todo lo creado hasta entonces, sino también como catalizador para eliminar Elíseo y proporcionar un desenlace razonable y que deja un buen sabor de boca. Siempre y cuando hayan sido capaces de llegar hasta el final, claro. Francisco Maldonado Martoshttp://www.blogger.com/profile/11647516422803589226noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7322206061033383658.post-61319531208146356892023-12-23T12:06:00.000-08:002023-12-23T12:07:42.802-08:00"Un fuego sobre el abismo" (1993). Vernor Vinge<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjkYS4ybtl0UYairqXk6XlP-eQunkNL5nOiHT2V0aKL-rztnaXE6p2v2fHbawyg2tgehR6TIDqCu0DNM2wKbcU_gU1GzwOKGkhM1qS2XZ0vJwIcov0sfn8lnSAg9_Ryk588qMi4plmqQdZfIarnO2YKzjSXTUF1KIbR0x3DH5i4W_qBnCITtZiDrjo2URET/s1000/81VjlU4sGAL._AC_UF1000,1000_QL80_.jpg" style="display: block; padding: 1em 0; text-align: center; clear: left; float: left;"><img alt="" border="0" height="320" data-original-height="1000" data-original-width="687" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjkYS4ybtl0UYairqXk6XlP-eQunkNL5nOiHT2V0aKL-rztnaXE6p2v2fHbawyg2tgehR6TIDqCu0DNM2wKbcU_gU1GzwOKGkhM1qS2XZ0vJwIcov0sfn8lnSAg9_Ryk588qMi4plmqQdZfIarnO2YKzjSXTUF1KIbR0x3DH5i4W_qBnCITtZiDrjo2URET/s320/81VjlU4sGAL._AC_UF1000,1000_QL80_.jpg"/></a></div>
Con la entrada que hoy les traigo avanzo en mi <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2023/08/el-subgenero-de-la-ciencia-ficcion-dura.html">recorrido por los autores y las obras de cabecera de la ciencia-ficción dura</a>. Seguimos en los años noventa, que fue cuando se publicó "Un fuego sobre el abismo", del estadounidense Vernor Vinge. Quien sin duda es uno de los escritores de referencia cuando se habla de este apasionante subgénero. Si bien debo advertirles que la novela que hoy les traigo no es la "más dura" de su producción. Ese adjetivo aplica de manera más natural a sus dos novelas de la "Saga de las Burbujas" (<a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2014/11/la-guerra-de-la-paz-1984-vernor-vinge.html">"La guerra de la paz"</a> (1984), y <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2014/12/naufragio-en-el-tiempo-real-1986-vernor.html">"Naufragio en tiempo real"</a> (1986)), pero dado que ya reseñé ambos títulos en su momento, he aprovechado para traerles por aquí otra de sus obras más reconocidas, a la vez que "lo suficientemente científica" como para formar parte de esta lista. Galardonada ex aequo con el Premio Hugo de 1993, se trata de una novela relativamente entrañable para lo que cabría esperar en Vinge. Con un dinamismo razonable a pesar de su notable extensión y sus múltiples líneas narrativas, un componente científico menos patente que en otras obras suyas (pero tremendamente ambicioso), y buenos hallazgos creativos, como la singular morfología de los "púas".
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Toda la novela se encuentra condicionada por la decisión del autor (sin base científica pero científicamente desarrollada una vez presentada) de dividir la Vía Láctea en varias "zonas de pensamiento", más evolucionadas cuanto más alejadas del núcleo galáctico, y cada una de ellas con leyes físicas particulares. El esquema que Vinge sitúa al comienzo del libro permite al lector familiarizarse con unos términos y conceptos que no son sencillos (y que justifican la adscripción de la novela al subgénero de la ciencia-ficción dura), pero sí claves para comprender toda la narración posterior. Y que de paso le permiten soslayar el conocido concepto de "singularidad tecnológica", recurriendo para ello al apenas esbozado Trascenso como lugar donde moran las especies más inteligentes.
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La novela aprovecha la indudable riqueza de este marco escénico para proponer una riqueza similar de especies inteligentes habitándolo (sofontes, en la terminología del libro). Entre las que los seres humanos del futuro constituyen sólo una pequeña parte. Escroditas como Vaina Azul y Tallo Verde, dirokimes como Tirolle y Glimfrelle, y sobre todo los "púas", esas manadas de perros con cuello largo e inteligencia coral que conforman una cautivadora sociedad medieval (en la que transcurre el grueso de la historia), reflejan la magnitud de la creación de Vinge, y le proporcionan los mimbres para urdir una trama que, en un análisis simplista, podríamos identificar como <i>space-opera</i> (con sus buenos y sus malos, sus pasiones y odios, sus batallas espaciales...), aunque en realidad funciona también a otros niveles. Como el especulativo; no sólo en lo relativo al futuro de la humanidad, sino también en lo concerniente a las capacidades de los púas, derivadas de su condición de seres con capacidades telepáticas y mentes grupales.
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De tal forma que conforme avanzan los capítulos el narrador omniscente va repartiendo su atención entre nada menos que hasta cuatro líneas narrativas . Algo siempre complejo de realizar y que puede poner en riesgo la atención permanente del lector. En general Vinge sale airoso de esta complejidad literaria, pero lo cierto es que las dos líneas narrativas de los púas (la de los reductores y la de los tallamaderas) me parecieron más interesantes que el resto. Y ello a pesar de que la bibliotecaria Ravna Bergsndot y el humano Pham Nuwen (reconstruido por el Poder denominado Antiguo), con sus fricciones y su singular relación amorosa, parecían destinados a convertirse en la pareja protagonista de la historia. Pero ni las motivaciones ni los sentimientos de ninguno de los dos están especialmente bien capturados, y al final resulta que, en proporción, púas como Errabundo, Tallamadera, Acero o Tyrathect aparecen mejor caracterizados.
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Esta discreta caracterización de los personajes humanos, y el menor atractivo de su línea narrativa, vienen acompañados por otros defectos perceptibles que le restan algo de brillo al resultado final. Tal es el caso de la sociedad medieval de los púas, indudablemente demasiado similar a la humana. O de la Red que permite las comunicaciones interestelares: útil para que Vinge amplíe la difusión de su creación y las especulaciones sobre los acontecimientos que va presentando, pero cuestionable tecnológicamente, y con frecuencia una innecesaria interrupción del ritmo narrativo. El cual, por otra parte, consigue solamente alcanzar el justo para que la lectura no se haga pesada, pero con el debe de una cierta falta de emoción. Además, apenas se nos ofrecen unas breves pinceladas de la repecursión de la Perversión en otras civilizaciones. Y las razones tras la evidente maldad de unos Poderes que, precisamente por haber trascendido, deberían preocuparse muy poco por lo que pueda ocurrir en el Allá, continúan siendo una incógnita al finalizar la lectura.
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A cambio, el autor consigue dotar de coherencia y de una sensación de verosimilitud a cuanto narra en la vastedad de la galaxia. Y el desenlace está muy bien resuelto: sin premura, con profundidad, integrando los distintos puntos de vista, haciendo converger las diferentes facciones, y alcanzando un clímax convincente. Si a ello le sumamos un epílogo que termina de explicar lo acontecido y reduce el número de cabos sueltos, entenderemos que la impresión final de la lectura sea claramente favorable. Aunque, a mi modo de ver, sin alcanzar la condición de clásico.
Francisco Maldonado Martoshttp://www.blogger.com/profile/11647516422803589226noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7322206061033383658.post-47379917300482275652023-11-26T09:50:00.000-08:002023-11-26T09:51:43.519-08:00"Maestro del tiempo" (1992). Robert L. Forward<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgZvLcZZKsfvH6uMEGBZU6b4YRrultUhBs1JjPRUJ5P6xHVFaVTFSNmnsNNqNcaq8PEl9XJaUhtQab6RRhCmatpr_lVFyxOevX74VDT3RytMyy0_GwoLfkQhbB2svacOpM4nLQSf2DGriFF57lqmyT4yH7f5FnDJZ2_mNNn4SAoom3XuZducJPO_a0Me-wn/s400/maestro_del_tiempo.webp" style="display: block; padding: 1em 0; text-align: center; clear: left; float: left;"><img alt="" border="0" height="320" data-original-height="400" data-original-width="265" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgZvLcZZKsfvH6uMEGBZU6b4YRrultUhBs1JjPRUJ5P6xHVFaVTFSNmnsNNqNcaq8PEl9XJaUhtQab6RRhCmatpr_lVFyxOevX74VDT3RytMyy0_GwoLfkQhbB2svacOpM4nLQSf2DGriFF57lqmyT4yH7f5FnDJZ2_mNNn4SAoom3XuZducJPO_a0Me-wn/s320/maestro_del_tiempo.webp"/></a></div>
Una entrada más prosigo con mi <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2023/08/el-subgenero-de-la-ciencia-ficcion-dura.html">recorrido en orden cronológico por los autores y las novelas más representativas del subgénero de la ciencia-ficción dura</a>. Nos adentramos en la década de los noventa, que fue cuando se publicó la novela que hoy les traigo. Que, indiscutiblemente, no se trata de la más representativa de su autor, el estadounidense Robert L. Forward (tal honor corresponde a <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2011/09/11-huevo-del-dragon-1980-robert-l.html">"Huevo del dragón"</a> (1980), en mi humilde opinión la mejor novela de ciencia-ficción dura jamás escrita). Pero como ya la reseñé en su momento, como parte de mis <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2011/07/al-grano-15-titulos-esenciales-para.html">quince títulos imprescindibles para adentrarse en el género</a>, para esta revisión del subgénero he tenido que seleccionar otra novela de su autor. Afortunadamente, Forward, físico de profesión y consultor de instituciones tan relevantes como la NASA y la U.S. Air Force, fue un escritor que cultivó casi en exclusiva el subgénero que estamos revisando durante estos meses, y lo hizo con la suficiente solvencia y repercusión como para que varias de sus novelas fueran traducidas al español. Por eso no ha sido complicado decidirse por "Maestro del tiempo", que es la novela que hoy les traigo. Y que pasa por ser (aunque afirmaciones tan categóricas siempre corren el riesgo de pasar por alto obras menos conocidas escritas en cualquier parte del mundo) la que con más rigor ha tratado el viaje a través del tiempo, beneficiándose para ello de los efectos relativistas, y sin incurrir en ninguno de los "trucos" con el que prácticamente todos los autores del género soslayan las restricciones existentes en el universo al respecto. Por mi parte añadiré que, aunque un tanto naif y bienintencionada (como por otra parte suele suceder en la bibliografía de Forward), se trata de la mejor novela de viajes a través del tiempo que he leído. Con diferencia.
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Aunque no cabría esperar menos de un autor tan rigurosamente científico como Forward, quien, no obstante, ya previene en el prólogo de la novela a los eventuales críticos sobre su postura favorable a la posibilidad de los viajes temporales. Y es que el autor recurre a una sabia conjugación de buena parte de los conceptos más en boga en la física contemporánea para lograr el ansiado viaje en el tiempo (la dilatación temporal a velocidades relativistas, los agujeros de gusano estables, la antimateria -o materia negativa- que protege a las naves que se desplazan a velocidades lumínicas...). Por si fuera poco, endulza todo este despliegue con una serie de avances ingenieriles (retroascensores, en la línea de Charles Sheffield), biológicos (tratamientos contra el envejecimiento), y hasta militares (trampas temporales), logrando llevar el sentido de la maravilla al que siempre aspira el género a cotas extraordinarias, y evitando al mismo tiempo todas las paradojas temporales conocidas. Todo lo cual reafirma que el elemento científico es el protagonista indiscutible del libro, como corresponde a toda buena novela de ciencia-ficción dura. Aunque en este caso con el aliciente de que lo presenta de manera accesible a cualquier lector con unos conocimientos razonables en ciencias.
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Pero Forward no se da por satisfecho con mostrarle al lector todos estos hallazgos científicos y tecnológicos, con los cuales realizará un recorrido exhaustivo por las estrellas más próximas al Sol, sino que los utilizará como parte esencial de la trama, en la cual la trayectoria vital de Randy irá recorriendo diferentes periodos del espacio-tiempo, hasta llegar al fascinante clímax que encierra la novela: tres versiones temporales de sí mismo son necesarias y coincidentes en el mismo instante para destruir a su mayor enemigo, Oscar Barham. La explicación del diagrama cronológico crítico que se incluye con buen criterio en el apéndice permite valorar mejor tan desbordante creación. Además, la visión del futuro de la humanidad que nos plantea Forward es subyugante, y una saludable atmósfera de aventuras preside toda la novela.
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A pesar del entusiasmo que desprenden los párrafos anteriores, debo advertirles de que la novela dista de ser perfecta, ni siquiera dentro de la producción del norteamericano. Mi impresión no fue mejor porque, a pesar de las excelencias comentadas en el ámbito científico, ésta al fin y al cabo es una obra literaria y no un tratado científico. Y ahí nos encontramos con un Randy Hunter, millonario arquetípico y excesivamente afortunado, con un Oscar Barham excesivamente malvado en la simplicidad de sus actos, una señora Hunter y unos hijos dócilmente convencionales, y en general un ambiente que, de tan bienintencionado, parece más propio de una novela para adolescentes. Además, algunos personajes son demasiado esquemáticos, las situaciones ordinarias que pertenden conferirles personalidad resultan a veces anodinas y, a pesar de las maravillosas ideas vertidas, ni siquiera en los capítulos finales el lector llega a sentir el necesario vértigo. Incluso habrá quien le reproche al escritor su prosa sencilla y sin artificios, aunque en mi opinión esto ya es más una cuestión de gustos, y yo al menos siempre prefiero el fondo a la forma.
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Aun así, una novela recomendable para todo el que quiera profundizar en la obra de Forward, y en general para todos los lectores que aprecien la ciencia-ficción dura.Francisco Maldonado Martoshttp://www.blogger.com/profile/11647516422803589226noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7322206061033383658.post-43363581172873651102023-11-11T12:22:00.005-08:002023-11-11T12:24:10.043-08:00"Entre los latidos de la noche" (1985). Charles Sheffield<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgz9uYoamE-692gcjVyuJPmXQHjx8ZmbDNk7DFGXvDc9ufpwtRvDI0UAw952ce8g7H6jiF6SicQlIShie1LHwM8ppG3VDofzkXL8B-uDEBjVItt2YrOXweSgPhdJAovz1BZG0zwe15KS06FaT1XhTgeonrdqD78d_9IbJ5eT6AeW7Ti2epNJUMeNVEA2vRa/s1485/noche.jpg" style="display: block; padding: 1em 0; text-align: center; clear: left; float: left;"><img alt="" border="0" height="320" data-original-height="1485" data-original-width="946" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgz9uYoamE-692gcjVyuJPmXQHjx8ZmbDNk7DFGXvDc9ufpwtRvDI0UAw952ce8g7H6jiF6SicQlIShie1LHwM8ppG3VDofzkXL8B-uDEBjVItt2YrOXweSgPhdJAovz1BZG0zwe15KS06FaT1XhTgeonrdqD78d_9IbJ5eT6AeW7Ti2epNJUMeNVEA2vRa/s320/noche.jpg"/></a></div>
Continúo con la entrada de hoy mi <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2023/08/el-subgenero-de-la-ciencia-ficcion-dura.html">recorrido en orden cronológico por los autores y las novelas más representativas del subgénero de la ciencia-ficción dura</a>. Nos adentramos ya en la década de los ochenta, que fue cuando mayor relevancia alcanzó el escritor británico nacionalizado estadounidenses Charles Sheffield. Un autor que, pese a que nunca terminó de alcanzar la posición de preeminencia dentro del género a la que parecía apuntar en sus mejores obras, ya ha aparecido en varias ocasiones por este humilde blog. Así que para este recorrido he debido descartar las que tal vez sean sus novelas más conocidas para el lector en español, y por eso me he decidido en esta oportunidad por "Entre los latidos de la noche". La cual encierra, como casi todas las de su producción, la suficiente relevancia del elemento científico como para poder encuadrarse sin duda dentro de la ciencia-ficción dura. Pero que resulta menos popular que, por ejemplo, <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2021/12/la-telarana-entre-los-mundos-1979.html">"La telaraña entre los mundos"</a> (1979), tal vez porque esta última presentaba por vez primera el famoso concepto del ascensor espacial. En todo caso, "Entre los latidos de la noche" es, por supuesto, una lectura repleta de ideas científicas, pero también de consecuencias sociales y psicológicas, y lo que tal vez sea menos esperable, de especulaciones filosóficas sobre la vida.
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Pese a su extensión relativamente contenida, la novela se estructura en tres partes tremendamente separadas espacial y temporalmente, lo que habla en favor de la habilidad narrativa de su autor. La primera transcurre en el año 2010, en el cual la hecatombe nuclear causada por el enfrentamiento entre las naciones provoca que los únicos seres humanos que sobrevivan sean los que han iniciado una nueva vida en las arcologías (las colonias que orbitan en torno a nuestro planeta). En la segunda Sheffield traslada la acción al planeta extrasolar llamado Pentecostés, y la sitúa nada menos que en el año 27698. Y en la tercera parte, la más atractiva en mi opinión, el escritor salta hasta el 29872, camino a Gulf City. Dos saltos temporales muy ambiciosos, en los cuales es relativemente fácil naufragar a la hora de elaborar una trama coherente y mantener el interés del lector, pero de los que Sheffield sale relativamente airoso. Aunque lógicamente ello requiere que el lector ponga algo de su parte, como en toda obra de ciencia-ficción dura.
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No será una sorpresa que, a mi modo de ver, la mayor virtud de la novela sea el tratamiento del elemento científico. Tremendamente presente a lo largo de toda la historia, Sheffield sitúa en primer plano todo lo relativo a la física y la astronomía, explicando con detalle los efectos sobre los seres humanos de sus especulaciones e hipótesis, y llegando al extremo de presentar razonamientos o cálculos relativamente complejos dentro de sus páginas. Pero para lectores con una cierta formación científica no resultará difícil seguirle, e incluso llegar a familiarizarse con conceptos originales como el Espacio-L o los Objetos Kermel. Además, Sheffield aprovecha hábilmente sus conocimientos físicos y astronómicos para crear marcos escénicos singulares y fascinantes, y abordar los viajes espaciales con originalidad, contribuyendo así a aumentar el imprescindible sentido de la maravilla, sin que lo que nos presenta carezca de la necesaria sensación de verosimilitud. Y remata el conjunto con especulaciones profundas que va realizando poco a poco sobre la posible evolución de la vida en la Tierra a lo largo de los milenios.
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En aquella década ya era evidente la voluntad de los escritores de ciencia-ficción de otorgarles cierta profundidad a sus personajes, y Sheffield no es una excepción: se nota su esfuerzo por caracterizarlos razonablemente, aunque con la premisa de no destruir el ritmo narrativo por culpa de una excesiva morosidad verbal. Porque Sheffield es un narrador solvente, que incluso en una primera parte cuya visión del futuro difiere evidentemente de lo que resultó ser, es capaz de lograr que las páginas se pasen con dinamismo, y al mismo tiempo fijar los cimientos para lo que luego relatará en las dos partes siguientes. Aunque evidentemente la novela mejora a partir de la segunda parte: la lectura se vuelve tan agradable como fluida, y las especulaciones van subiendo el nivel hasta llegar al moralizante desenlace, con esa poco menos que inevitable conclusión de que al final muchas personas cambiarían una vida duradera por una mucho más breve y desafiante, pero también mejor.
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En cuanto a los defectos, quizá el más grave sea cierta falta de consistencia en la historia: a veces se escapa de lo que parece su propio camino, sin saber realamente a dónde quiere ir a parar. Aunque bien argumentada, a mi modo de ver a la novela le vendría bien una trama un poco más sólida. También puede descolocar el que los personajes de la primera parte desaparezcan abruptamente de la segunda. O la obsesión por eliminar los periodos de sueño que preside la primera parte. Incluso se podría decir que es una obra que entretiene más que impacta, o que lo que perdura de ella es la ambientación más que los acontecimientos, pero quizá eso ses algo común a toda la ciencia-ficción dura. A cambio, Sheffield no se olvida de rematar la novela con un excelente epílogo, poético y dramático a partes iguales, y que refrenda mi impresión de que el libro ha envejecido bastante bien, y merecería una reedición. A ver si esta reseña contribuye a ello.
Francisco Maldonado Martoshttp://www.blogger.com/profile/11647516422803589226noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7322206061033383658.post-24980977179947306272023-11-09T13:18:00.005-08:002023-11-09T13:23:37.837-08:00"Cronopaisaje" (1980). Gregory Benford<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5wIuPg2j7ICtnFjEA4e-E4SGoQSUx5j_N_Bm9xVKYAv3Y3KVD1tygUdxyJUIgvFgM_5nk4nNz2LlJUP8fS4yhSWf3w9uaeypsXRPGz6_YoJVRmI1vx3qjaDp4ORDEqxq8XELTRIY4H1W6mN3NMyG9f43wwDM2ART1jETEGk99iBbPIzTe_Z4YBxWNi3hr/s500/516vWPIUpQL.jpg" style="display: block; padding: 1em 0; text-align: center; clear: left; float: left;"><img alt="" border="0" height="320" data-original-height="500" data-original-width="361" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5wIuPg2j7ICtnFjEA4e-E4SGoQSUx5j_N_Bm9xVKYAv3Y3KVD1tygUdxyJUIgvFgM_5nk4nNz2LlJUP8fS4yhSWf3w9uaeypsXRPGz6_YoJVRmI1vx3qjaDp4ORDEqxq8XELTRIY4H1W6mN3NMyG9f43wwDM2ART1jETEGk99iBbPIzTe_Z4YBxWNi3hr/s320/516vWPIUpQL.jpg"/></a></div>
Con la presente entrada prosigo mi <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2023/08/el-subgenero-de-la-ciencia-ficcion-dura.html">recorrido en orden cronológico por los autores y las obras de cabecera de la ciencia-ficción dura</a>. Nos situamos ya a finales de la década de los setenta, que fue cuando vio la luz la que sin duda es la novela más famosa de su autor, el estadounidense Gregory Benford. "Cronopaisaje" obtuvo en su momento el prestigioso Premio Nébula, y desde entonces siempre se ha citado como una de las principales novelas del subgénero que estamos revisando estos últimos meses. Sin embargo, debo confesar que tardé muchos años en leerla (tantos, que cuando realicé mi repaso por las principales novelas galardonadas con el Premio Nébula hace unos años, todavía no la había leído, si recuerdan). Y es que Benford nunca ha sido santo de mi devoción. Pese a lo cual no hace tanto tiempo decidí darle una nueva oportunidad. Si bien debo confesarles que, una vez más, quedé decepcionado con el resultado. Y es que "Cronopaisaje" me pareció una obra sobrevalorada, que quizá supuso en su momento un pequeño hito al intentar conjugar la ciencia-ficción dura con una novela de personajes, pero a la que le sobra extensión, le falta emoción, y que sólo subsiste gracias al elemento científico y lo que orbita en torno a él.
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Por comenzar con los puntos fuertes de la novela, que algunos tiene, lo más convincente me pareció todo lo relativo a los taquiones, esas partículas que supuestamente viajan más rápidas que la luz y que, por tanto, posibilitan el envío de mensajes codificados a través del tiempo; en el caso que nos ocupa, desde el apocalíptico 1998 hasta el balbuceante 1962, con el fin de evitar que la humanidad se dirija realmente al fatídico destino que le espera al final del siglo XX. Tanto el laboratorio de Cambridge, desde el que se emiten los mensajes, como el de La Jolla en San Diego, donde se reciben, resultan verosímiles no sólo a nivel de los elementos y la tecnología empleados, sino también de los titubeos y las incertidumbres asociadas al descubrimiento y la aplicación de tan novedosos conceptos. Benford los sabe presentar con cercanía pero también con rigor, consiguiendo que el lector visualice incluso cómo la mecánica cuántica permite evitar las consabidas paradojas temporales.
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El escritor también logra captar con habilidad algunos aspectos relativamente secundarios para la narración, pero que hablan bien de su minuciosidad a la hora de preparar el libro: mediante yuxtaposiciones ahonda en las diferencias culturales y sociales entre las líneas narrativas de 1962 y 1988, pero también entre Inglaterra y Estados Unidos, o incluso entre su Costa Oeste y su Costa Este. Ademas, Benford exhibe asimismo un notable conocimiento de todo cuanto rodea a la investigación científica: la dependencia de los fondos que la sustentan, las envidias entre supuestos colegas, el miedo a ser desprestigiado, el implacable pragmatismo de quienes toman las decisiones...Todo ello resulta bastante convincente.
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El principal problema de la novela radica en que, por mucho que se cuiden todos estos elementos ambientales y de apoyo, cualquier gran novela requiere siempre de un buen desarrollo. Y Benford fracasa estrepitosamente en ello. Por muchas razones, pero la esencial es lo exagerado de su extensión. "Cronopaisaje" es una novel larguísima para lo que en realidad encierra. Sin exagerar, de sus más de quinientas o seiscientas páginas (dependiendo de la edición), un escritor más solvente podría haberse quedado con entre doscientas y trescientas, sin eliminar detalle alguno y facilitando el dinamismo de la lectura. Pero Benford desespera continuamente al lector interacalando más y más páginas prescindibles entre los episodios en los que realmente se desarrolla la trama (y debo hablar de episodios y no de capítulos, porque apenas hay capítulos interesantes de principio a fin). Con el agravante de que ese relleno exasperante se distribuye uniformemente durante las primeras cinco sextas partes de la novela. Sólo en el tramo final ésta por fin se focaliza un tanto, pero ya es tarde para cambiar la impresión global que deja.
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Supuestamente esta morosidad verbal obedece a una concienzuda caracterización de los personajes. Pero por desgracia esa caracterización resulta ser una pobre mezcla entre desvirtuación y parodia. Porque los protagonistas (Renfew, Bernstein, Peterson) son tan sosos como arquetípicamente exagerados en sus rasgos principales y, en vez de disfrutar de una especulación científica de altos vuelos, lo que nos ofrece Bernford mediante ellos son detalles tan nimios como, por ejemplo, los recurrentes flirteos de Peterson o la mentalidad judía ultra-conservadora de la madre de Bernstein. Por si fuera poco, la novela hace aguas a la hora de explotar los elementos puestos en juego: carece por completo de tensión, los avances puntuales en ambas líneas narrativas apenas se resaltan, el sentido de la maravilla brilla por su ausencia, abundan los párrafos extensos sobre aspectos completamente irrelevantes, los acontecimientos principales están muy pobremente presentados (la muerte de Markham en particular, de los peores fallecimientos que he leído), y el desenlace no genera mayor interés, hasta el extremo de parecer más una mera interrupción que otra cosa.
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Si a lo anterior le sumamos el más que previsible cliché del atentado contra JF Kennedy como punto Jombar que altera la historia posterior, comprenderemos por qué esta novela, que parecía reclamar la categoría de clásico cuando fue publicada, ha quedado con el tiempo arrinconada como una obra únicamente interesante para los aficionados más apasionados a la ciencia-ficción dura.Francisco Maldonado Martoshttp://www.blogger.com/profile/11647516422803589226noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7322206061033383658.post-75961404537075855462023-10-14T12:35:00.004-07:002023-10-14T12:37:15.314-07:00"Un mundo fuera del tiempo" (1976). Larry Niven<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg6Fm2R8fxL7OgiUEoV2_eS_tkWWHGgJHisvB8yUXAlfn7aHqemd9Kv6ctjeNFvPpiRX9bw5mpT94tsh7vydHulNu81XXwOr2ElOHJi9ZKpeXVEmTGdC_fEg7XVAhnCmEz5wnLy8Mxse1QmEiVCO4y4KnOfYfQtfbQlA9JFLrCOE-auxCAkRI6kZKfP34t4/s1000/51SWqJbbq2L._AC_UF1000,1000_QL80_.jpg" style="display: block; padding: 1em 0; text-align: center; clear: left; float: left;"><img alt="" border="0" height="320" data-original-height="1000" data-original-width="649" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg6Fm2R8fxL7OgiUEoV2_eS_tkWWHGgJHisvB8yUXAlfn7aHqemd9Kv6ctjeNFvPpiRX9bw5mpT94tsh7vydHulNu81XXwOr2ElOHJi9ZKpeXVEmTGdC_fEg7XVAhnCmEz5wnLy8Mxse1QmEiVCO4y4KnOfYfQtfbQlA9JFLrCOE-auxCAkRI6kZKfP34t4/s320/51SWqJbbq2L._AC_UF1000,1000_QL80_.jpg"/></a></div>
Prosigo con la presente entrada mi recorrido en orden cronológico por los autores más representativos del subgénero de la ciencia-ficción dura, a través de muchas de sus mejores novelas. Vamos avanzando ya por la década de los setenta, en la cual uno de los escritores más reputados e incuestionablemente adscrito al subgénero era el estadounidense Larry Niven. Famoso por su habilidad para construir universos fascinantes, a la vez que física y tecnológicamente plausibles, la elección obvia para este recorrido habría sido <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2012/05/mundo-anillo-1970-larry-niven.html">"Mundo Anillo"</a> (1970). Pero dado que ya reseñé esta novela en su momento, he optado por presentarles aquí una novela que no pertenece a su universo del Espacio Reconocido y que, sin embargo, es también una buena muestra de ciencia-ficción dura. Se trata de "Un Mundo Fuera del Tiempo", publicada tan sólo unos años después de su obra de cabecera. Y que se trata de una novela con el inconfundible sello de su autor, de imaginación desbordante, duración agradablemente contenida, y a la que falta un punto de consistencia y de regularidad para convertirse en un clásico.
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En esta novela el autor nos presenta a J.B. Corbell, un piloto del siglo XXII que despierta de su hibernación con la misión de sembrar la vida por sistemas planetarios sin vida situados a años luz de nuestro planeta. Un planteamiento que evidentemente facilita el tratamiento de ciencia-ficción dura que el autor confiere a su obra. Y es que, como es norma en Niven, los mayores aciertos de la obra apelan a la inteligencia del lector y a su capacidad para aprehender el elemento científico. No sólo los avances y la evolución tecnológica están tratados con un rigor absoluto, sino que también las diferentes formas sociales y sus orígenes sorprenden por su coherencia, al tiempo que fascinan por su rigidez y su perdurabilidad. Todo ello aderezado por un mundo científicamente modificado, en el que se han contemplado los efectos de todas las modificaciones: eclipses, calentamiento, nuevas especies... Y con la habitual riqueza en <i>gadgets</i> fruto de la imaginación del escritor: cabinas telefónicas, nuevos vehículos, alfombra-nubes, estarreactores... En especial me gustó la idea y la explicación del movimiento de Urano, y el plan de habitabilidad de la Galaxia.
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Ciñéndonos a la narración, me parecieron especialmente notables las cien primeras páginas: el Estado, el viaje interestelar, las "conversaciones" entre Corbell y Firssa, la investigación de ese planeta que recuerda a la Tierra... Bien es cierto que tanto algunos artilugios como la investigación del planeta puede recordar a lo que Niven narró en "Mundo Anillo", hasta el punto de dar la impresión de que Niven quisiera reaprovechar algunos hallazgos de su famosa obra. No obstante, conforme la historia avanza, se complica un tanto: se pierde un poco el hilo con tantos dikta, Varones y Niñas. Sigue fascinando, en todo caso, ese <i>modus vivendi</i> a lo Robinson Crusoe que se nos presenta, y ese difícil equilibrio entre evolución e involución.
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Como en prácticamente todas sus obras, cabe reprocharle a Niven su prosa poco literaria, a menudo recurriendo a demasiados símiles vulgares, y sin realzar realmente los momentos de mayor dramatismo. Pero como adelantaba al principio, ello redunda en una agradable concisión, pues cuando el lector finaliza la obra no puede por menos que admirar todo lo que ha ocurrido en apenas doscientas cincuenta páginas.
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Por último, reseña que no es fácil idear un final creíble y factible para una obra tan ambiciosa. Sin embargo, Niven lo logra con llamativa habilidad.
Francisco Maldonado Martoshttp://www.blogger.com/profile/11647516422803589226noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7322206061033383658.post-12683466461761659242023-09-24T11:31:00.003-07:002023-09-24T11:32:08.309-07:00"Tau cero" (1970). Poul Anderson<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEioM7tZ4n6WatEpwkg6mI5dpWtVeOBM9CpDXEjB4mlzAYUHWwhcrWlAnj_yHkfsjxdNVRq8lY19FPfP7by0xxu-jwbN8oZPqx19nv9KewwVuxOXfL_B1w8fCEgVHiPvfcbkNNGbaPnxcE3NH_LcoCBQxnLjzRQIfOaXRvpQ4lUWAEjOc3TNyVa8PrHmzRN9/s400/tau_cero.png" style="display: block; padding: 1em 0; text-align: center; clear: left; float: left;"><img alt="" border="0" height="320" data-original-height="400" data-original-width="261" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEioM7tZ4n6WatEpwkg6mI5dpWtVeOBM9CpDXEjB4mlzAYUHWwhcrWlAnj_yHkfsjxdNVRq8lY19FPfP7by0xxu-jwbN8oZPqx19nv9KewwVuxOXfL_B1w8fCEgVHiPvfcbkNNGbaPnxcE3NH_LcoCBQxnLjzRQIfOaXRvpQ4lUWAEjOc3TNyVa8PrHmzRN9/s320/tau_cero.png"/></a></div>
Con la entrada que les traigo hoy voy a dar continuidad al recorrido que inicié hace unas semanas por <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2023/08/el-subgenero-de-la-ciencia-ficcion-dura.html">los autores y las obras más reprensentativas del subgénero de la ciencia-ficción dura</a>. Estamos a finales de la década de los sesenta y, por lo tanto, le ha llegado el turno al norteamericano Poul Anderson. Un escritor que siempre permaneció en un discreto segundo plano frente a los grandes nombres de su época, aunque se trata de un autor sólido y versátil, de larga trayectoria en el género. Y la que reseño hoy es su obra más claramente identificable y reconocida como "ciencia-ficción dura". Que, como sucede con los grandes títulos de este subgénero, aún puede leerse perfectamente después de más de medio siglo desde su publicación. Porque estamos ante una muy interesante novela sobre la exploración interestelar a velocidades sublumínicas, que con un poco más de fuerza en su desarrollo habría podido alcanzar la condición de clásico.
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Lo primero que sorprenderá gratamente al lector será el dominio que exhibe Anderson sobre este tipo de viajes. No sólo los distintos elementos científicos y tecnológicos están, como cabría esperar, muy bien detallados (propulsores de hidrógeno, campos de fuerza, nave Bussard...), sino que se explican con un rigor digno de la más estricta ciencia-ficción dura los efectos ópticos de la propagación a velocidades próximas a la de la luz, los efectos relativistas, e incluso el porqué del título ("cuanto más cerca está c de v, más se acerca tau a cero"). Si a ello le unimos un elenco adecuado de personajes para sacar lo máximo posible del viaje interestelar propuesto, y el perceptible esfuerzo del autor por caracterizar a muchos de ellos a pesar de tratarse de una novela que gira incuestionablemente en torno al elemento científico (Lars Telander, Emma Glassgold, Carl Reymont...), entenderemos que las expectativas del lector en seguida se vuelvan muy altas. Mas aún a partir del accidente con la nebulosa, tan bien relatado como sorprendentemente comprensible incluso para desconocedores de la materia, y que condiciona el desarrollo del resto de la novela.
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Sin embargo, tras los primeros capítulos los acontecimientos se ralentizan y disminuyen los episodios de acción. Especialmente en las páginas posteriores al accidente, netamente especulativas y sin apenas fuerza narrativa. Si bien esta relativamente negativa impresión se mantiene durante la segunda mitad de la novela, el autor sigue presentando los distintos hitos que tenía previstos, pero lo hace sin emocionar realmente. De hecho, el lector puede tener la impresión de que la novela ha pasado a convertirse en una serie de pequeñas decepciones periódicas.
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Probablemente lo mejor de la novela sean las implicaciones cosmológicas del tiempo transcurrido: fruto de la resolución de pilotar la Leonora Christine "a toda máquina", se presenta ante los ojos del lector la inmensidad del espacio-tiempo, tan difícil de aprehender como fascinante. Otros logros que no conviene obviar son el buen conocimiento que exhibe el escritor acerca de las tradiciones de una Suecia hemegónica a nivel mundial, las frecuentes reflexiones sobre la condición humana y el comportamiento de un grupo cerrado, aislado y sin esperanza de supervivencia, el primer embarazo a bordo (una baza inesperada que anima el un tanto anodino tramo final), y el desenlace (si no quieren averiguarlo de antemano, pasen al siguiente párrafo: el hallazgo con el que los tripulantes podrán comenzar una nueva era para la humanidad).
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Para finalizar, reseñar algunos defectos menos relevantes que la falta de chispa a la que aludía antes, pero incuestionablemente presentes: los posiblemente excesivos episodios de sexo (tantos, que a veces resulta difícil saber cuál es la pareja actual de cada personaje, aunque quizá el autor justificaría este aspecto como algo inevitable en un entorno auto-contenido); algún que otro personaje que aparece como recurso de última hora cnad la narración está muy avanzada; y ocasionales imprecisiones descriptivas (¿dónde está la nave en las páginas finales?). En todo caso, no tan notorios como para no recomendar esta novela si quieren conocer cómo fue evolucionando desde sus inicios la ciencia-ficción dura.
Francisco Maldonado Martoshttp://www.blogger.com/profile/11647516422803589226noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7322206061033383658.post-4341186638588839122023-09-10T10:50:00.004-07:002023-09-10T10:55:16.505-07:00"Misión de gravedad" (1954). Hal Clement<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQzrYA17EyS8ygSjjrYoMgZy2PlXLuj3c1aKAm6TeG4jrX-lsmakFx18_NfgqvGL7Ihxg8e4tho8WYe5Rb1msu1biMxciCoOvYwi046Uh1mKzc8h8-ywA8ftqv1poECX4KucN6mguU6M_-5fudpONkLaKwsPkak5jlyP8ksbcFZWcQ1XdYPY-G7L3kyNuj/s400/mision_gravedad.jpg" style="display: block; padding: 1em 0; text-align: center; clear: left; float: left;"><img alt="" border="0" height="320" data-original-height="400" data-original-width="283" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQzrYA17EyS8ygSjjrYoMgZy2PlXLuj3c1aKAm6TeG4jrX-lsmakFx18_NfgqvGL7Ihxg8e4tho8WYe5Rb1msu1biMxciCoOvYwi046Uh1mKzc8h8-ywA8ftqv1poECX4KucN6mguU6M_-5fudpONkLaKwsPkak5jlyP8ksbcFZWcQ1XdYPY-G7L3kyNuj/s320/mision_gravedad.jpg"/></a></div>
Con la entrada que hoy les traigo inauguro el <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2023/08/el-subgenero-de-la-ciencia-ficcion-dura.html">recorrido en orden cronológico por los autores y las novelas más representativas del subgénero de la ciencia-ficción dura</a>. He tenido la suerte de que en este caso cronología y relevancia coincidieran, porque "Misión de gravedad" es, probablemente, la mejor obra para iniciar este periplo. Pues tanto ella como su autor, el estadounidense Hal Clement, siguen siendo a día de hoy dos de las principales referencias de este apasionante subgénero. En efecto, Clement se caracterizó como ningún otro escritor hasta entonces por otorgar a la ciencia el papel preponderante que el término ciencia-ficción parecía sugerir. Y "Misión de gravedad" es únanimemente reconocida como la novela más relevante de su producción. Y es que el primer gran libro de la ciencia-ficción dura sigue sorprendiendo por su frescura y su vigencia nada menos que setenta años después de su publicación. Plena de ciencia, y a la vez tremendamente amena gracias a sus continuas aventuras y a un cautivador sentido de la maravilla.
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El planeta Mesklin, con las enormes variaciones de gravedad a lo largo de su superficie, es el incuestionable protagonista de esta obra. Mediante sus mares de metano, sus bajísimas temperaturas, y sus originales formas de vida como verosímil y original complemento del tirón gravitatorio, pone a disposición de Clement una cantidad ingente de material para sus especulaciones científicas de altos vuelos. Algo que el escritor hace a la perfección: con la salvedad de pequeños errores de cálculo, todos los efectos y todas las consecuencias de las situaciones en las que las distintas ramas de la ciencia se ven involucradas, están perfectamente razonadas, y se presentan, además, de manera didáctica y amena.
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Pero la novela posee la suficiente carga argumental para ir mucho más allá de un mero ensayo científico: la trama es sencilla (los mesklinitas del capitán Barlennan acuerdan ayudar a los humanos a llegados al planeta a recuperar un importante cohete varado en la extrema gravedad del Polo Sur), pero el escritor logra hacer de esta travesía una sucesión de disfrutables aventuras. Las cuales involucran desde otras tribus de mesklinitas convenientemente adaptadas a las particularidades de su entorno hasta inesperados accidentes geológicos. Que obligan al continuo empleo del ingenio colaborativo de mesklinitas y humanos para salir airosos, y que mantienen vivo en todo momento el sentido de la maravilla inherente a este subgénero, consiguiendo así una lectura ágil y entretenida.
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Y es que, como corresponde a una novela de ciencia-ficción dura, los personajes, aunque siempre reconocibles y coherentes, se hallan en un discreto segundo plano. Más que un defecto, esto me parece una decisión consciente de Clement para conceder el mayor foco posible a lo realmente importante. Aun así, aspectos característicos de los alienígenas, como el miedo a las alturas, o su adaptabilidad a los cortísimos días mesklinitas, resultan convincentes. Más cuestionable puede resultar para algunos la similitud a la hora de reaccionar y razonar de los mesklinitas con los humanos. Por otra parte, la prosa del escritor me parece solvente, sin el más mínimo espacio para el relleno, y con un razonable equilibrio entre descripciones y diálogos, pero para los más literarios puede parecer poco florida y, sobre todo, parca a la hora de dimensionar los momentos de mayor emoción y tensión.
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Pero esos son casi los únicos defectos que se le podrían achacar a una novela que sigue reivindicando su condición de clásico gracias, entre otras cosas, a su frescura y su originalidad. Pero también debido a las interesantes reflexiones que encierra: desde la más evidente, el fructífero colaboracionismo entre especies de mundos diferentes, hasta el fantástico alegato en favor de la adquisición de conocimientos realizado por Barlennan en nombre de su especie en el penúltimo capítulo. Y que permite un desenlace satisfactorio no sólo desde el punto de vista argumental, sino también desde el especulativo. Ideal para quienes desean adentrarse en el subgénero de la ciencia-ficción dura.
Francisco Maldonado Martoshttp://www.blogger.com/profile/11647516422803589226noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7322206061033383658.post-61379100425225977462023-08-26T07:27:00.014-07:002024-03-17T06:00:22.457-07:00El subgénero de la ciencia-ficción dura<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrZmHxSNYkmbDP9-l0cyrIKi7phz3YzX34zOp-SBp069KSlXxmsMRecVj_Ai7X2fppyN0oB5W0OM4X2MjcK_RQLHpGhf1xWgt78VAsjSSCfTWZi26Xjmi6eFAxPcCR2Qdf924NA-0s4CPoefw6PEMu6rvE_noJWtrAQ2ZimoQhGTA9bE_5OmPGXCdlYSJN/s434/Hal%20Clement%20-%20Robert%20L.%20Forward.jpg" style="display: block; padding: 1em 0; text-align: center; clear: left; float: left;"><img alt="" border="0" width="320" data-original-height="311" data-original-width="434" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrZmHxSNYkmbDP9-l0cyrIKi7phz3YzX34zOp-SBp069KSlXxmsMRecVj_Ai7X2fppyN0oB5W0OM4X2MjcK_RQLHpGhf1xWgt78VAsjSSCfTWZi26Xjmi6eFAxPcCR2Qdf924NA-0s4CPoefw6PEMu6rvE_noJWtrAQ2ZimoQhGTA9bE_5OmPGXCdlYSJN/s320/Hal%20Clement%20-%20Robert%20L.%20Forward.jpg"/></a></div>
Una vez terminado mi <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2023/03/el-subgenero-de-las-distopias-en-el.html">recorrido por las principales distopías del siglo XX</a>, con la presente entrada comienzo una nueva y apasionante travesía por otro de los principales subgéneros de la literatura de ciencia-ficción: la ciencia-ficción <b>dura</b> (o <i>"hard"</i>, dado que a menudo se emplea directamente su calificativo en inglés). En esta oportunidad, la idea de dedicar unos meses a este fascinante subgénero no ha sido mía: hace casi un año, uno de mis amables seguidores (del que, por supuesto, no revelaré su identidad) me envió un mensaje privado para comentar al escritor australiano Greg Egan, y tras un par de correos acabó sugiriéndome la idea de realizar una retrospectiva sobre la ciencia-ficción dura. Una idea que había contemplado en varias ocasiones a lo largo de los años, pero que, siendo sincero, siempre había descartado por una razón principal: pensaba que iba a carecer del tirón suficiente. Pero este intercambio de mensajes me convenció de lo contrario.
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Y es que, aunque probablemente sea el subgénero en el cual el público en general piensa cuando escucha el término "ciencia-ficción", la ciencia-ficción dura es seguramente el que más rechazo genera. A modo de ejemplo, el caso de Greg Egan es paradigmático: para muchos lectores (incluso grandes aficionados al género) la lectura de sus obras puede resultar demasiado ardua, con lo cual el placer de la lectura puede verse entorpecido por las dificultades de comprensión. En otras palabras, una cosa es que la obra en cuestión goce de un elemento científico razonablemente cuidado, para que podamos hablar de ciencia-ficción y no de fantasía, y otra que dicho elemento científico acapare todo el protagonismo. En especial si la ciencia que monopoliza toda nuestra atención está fundada en los últimos avances del conocimiento, por lo cual su entendimiento podría no ser sencillo incluso para lectores con una buena base científica y teconológica.
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El término lo usó por primera vez en 1957 P. Schuyler Miller en una reseña de una novela de uno de los padres ideológicos del género, el editor y escritor John W. Campbell. Pero el concepto ya llevaba tiempo implícito en el desarrollo de esta vertiente literaria, y de hecho una de las novelas de referencia del subgénero ya se había publicado unos años antes. La controversia asociada al término deriva, pues, de lo impreciso de su definición. Entre las más aceptadas está aquella que la designa una categoría de la ciencia-ficción "caracterizada por la preocupación por la precisión y la lógica científicas". Algo que, como comprenderán, aplica a la inmensa mayoría de las obras que he ido reseñando en este humilde blog a lo largo de los años, lo que implicaría que muchos de los subgéneros de la ciencia-ficción podrían considerarse "dura". Hilando más fino, podríamos decir que la ciencia-ficción dura debe ser intencional, en el sentido de que la historia narrada sea precisa, lógica, creíble y rigurosa en su uso del conocimiento científico y tecnológico actual. Aunque nuevamente debemos admitir cierto grado de subjetividad a la hora de cuánto de "ciencia real" debe estar presente en una obra para considerarse "ciencia-ficción dura".
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Por eso en este recorrido que les propongo voy a hacer uso de esa subjetividad a la hora de delimitar el subgénero. Para mí, la ciencia-ficción dura debe ser <i>bastante</i> dura. Sin llegar, eso sí, al extremo de aquellos aficionados que escrudiñan la supuesta ciencia-ficción dura en busca de inconsistencias y errores que impidan adscribirla a tal categoría (paradigmático es el caso del "Mundo Anillo" de Larry Niven y su cacareada inestabilidad), pero sí esperando que los autores hayan respetado el estado actual de la ciencia, y que hayan especulado sobre las posibilidades que la misma ofrece. Obviamente, me interesan más aquellas obras de ciencia-ficción dura que sean capaces de compaginar esa preeminencia del componente científico con una trama suficientemente elaborada, un estilo cuidado y unos personajes creíbles. Pero no considero un problema que narración, prosa y protagonistas estén menos elaborados que en otros subgéneros, puesto que resulta prácticamente imposible otorgar toda la atención a todos los elementos de una novela a la vez, y en la ciencia-ficción dura el escritor debe decantarse por la ciencia.
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Es por eso que en otros recorridos y en otra selección de novelas de referencia del subgénero encontrarán a autores que para mí no se caracterizan por escribir ciencia-ficción dura. Desde Isaac Asimov a William Gibson. Escritores que, a mi modo de ver, cuidan evidentemente el elemento científico, pero no lo anteponen a otras consideraciones. En tanto que, por el contrario, los autores que ilustran esta entrada (Hal Clement y Robert L. Forward) son incuestionables puntales del subgénero. Por lo tanto, la lista que les voy a proponer ahora de los autores más relevantes de ciencia-ficción dura sólo incluye a aquellos que realmente cumplen esta premisa de la preeminencia de la ciencia, o por lo menos la han cumplido en algunas de sus obras señeras. Eso sí, debo aclarar que de muchos de estos escritores ya había reseñado con anterioridad su novela de cabecera en este subgénero; de ahí que haya optado por seleccionar alguna otra también adscribible al subgénero y de calidad suficiente. De otros, en cambio, repito su novela más representativa, por lo cual me limitaré a enlazar la reseña que ya hice en su momento. Finalmente, algunos aparecerán por primera vez en el blog. Como siempre, me he limitado a obras traducidas al español.
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Sin más preámbulos, aquí les dejo la lista que iré recorriendo en próximos meses:
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1. Hal Clement - <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2023/09/mision-de-gravedad-1954-hal-clement.html">"Misión de gravedad"</a> (1954) <br />
2. Fred Hoyle - <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2011/08/5-la-nube-negra-fred-hoyle.html">"La nube negra"</a> (1957) <br />
3. Poul Anderson - <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2023/09/tau-cero-1970-poul-anderson.html">"Tau Cero"</a> (1970) <br />
4. Larry Niven - <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2023/10/un-mundo-fuera-del-tiempo-1976-larry.html">"Un mundo fuera del tiempo"</a> (1976) <br />
6. Gregory Benford - <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2023/11/cronopaisaje-1980-gregory-benford.html">"Cronopaisaje"</a> (1980) <br />
7. Charles Sheffield - <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2023/11/entre-los-latidos-de-la-noche-1985.html">"Entre los latidos de la noche"</a> (1985)" <br />
7. Kim Stanley Robinson - <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2015/03/marte-rojo-1992-kim-stanley-robinson.html">"Marte rojo"</a> (1992) <br />
8. Robert L. Forward - <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2023/11/maestro-del-tiempo-1992-robert-l-forward.html">"Maestro del tiempo"</a> (1992) <br />
9. Vernor Vinge - <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2023/12/un-fuego-sobre-el-abismo-1993-vernor.html">"Un fuego sobre el abismo"</a> (1992) <br />
10. Greg Egan - <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2023/12/ciudad-permutacion-1994-greg-egan.html">"Ciudad permutación"</a> (1994) <br />
11. Alastair Reynolds - <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2022/01/espacio-relevacion-2000-alastair.html">"Espacio revelación"</a> (2000) <br />
12. M. John Harrison - <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2024/01/luz-2003-m-john-harrison.html">"Luz"</a> (2003) <br />
13. Arthur C. Clarke & Stephen Baxter - <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2024/01/el-ojo-del-tiempo-2004-arthur-c-clarke.html">"El ojo del tiempo"</a> (2004) <br />
14. Damien Broderick - <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2024/02/jugar-dioses-2005-damien-broderick.html">"Jugar a dioses"</a> (2005) <br />
15. Peter Watts - <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2024/02/vision-ciega-2006-peter-watts.html">"Visión ciega"</a> (2006) <br />
16. James S A Corey - <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2024/03/el-despertar-del-leviatan-2011-james-s.html">"El despertar del Leviatán"</a> (2011) <br />
17. Charles Stross - "Accelerando" (2011) <br />
18. Cixin Liu - "El bosque oscuro" (2017) <br />
19. Brandon Q. Morris - "La misión Encélado" (2019) <br />
20. Andy Weir - "Proyecto Hail Mary" (2021)
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Pese a lo que cabría pensar, la ciencia-ficción dura goza de razonable buena salud aunque compita con otras tendencias de mayor tirón comercial. Por eso casi la mitad de las novelas de la lista han sido publicadas en el siglo XXI. En realidad, la ciencia sigue avanzando continuamente, y si la literatura de ciencia-ficción aspira a seguir existiendo, debe seguir evolucionando con ella. Por lo cual espero seguir leyendo novelas de ciencia-ficción dura en próximos años, e igualmente seguir trayéndolas por aquí. De momento, demos comienzo a este fascinante periplo.Francisco Maldonado Martoshttp://www.blogger.com/profile/11647516422803589226noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7322206061033383658.post-30320899054917323982023-08-11T14:17:00.004-07:002023-08-11T14:18:27.389-07:00"La parábola de los talentos" (1998). Octavia E. Butler<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhaK_F-UXRPU2ojI5Tsz9pZH_EZNZElq1BlgCey3vUp5LO1AmAPtKRbFnvpUtqbafO9DrF-FoUo1nW9wSCg2NugWVddGR0s-xhT_j0NRV3RdHkEOOIMqqClhGmYaj0DagHmW5_TByttv_y1XEnxEmWjxf2_Lej6OUL5XS9GBcO7R517A2dzpBR9FDVPznuI/s1500/Octavia-E-Butler-La-parabola-de-los-talentos.jpg" style="display: block; padding: 1em 0; text-align: center; clear: left; float: left;"><img alt="" border="0" height="320" data-original-height="1500" data-original-width="961" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhaK_F-UXRPU2ojI5Tsz9pZH_EZNZElq1BlgCey3vUp5LO1AmAPtKRbFnvpUtqbafO9DrF-FoUo1nW9wSCg2NugWVddGR0s-xhT_j0NRV3RdHkEOOIMqqClhGmYaj0DagHmW5_TByttv_y1XEnxEmWjxf2_Lej6OUL5XS9GBcO7R517A2dzpBR9FDVPznuI/s320/Octavia-E-Butler-La-parabola-de-los-talentos.jpg"/></a></div>
Con la entrada de hoy finalizo mi <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2023/03/el-subgenero-de-las-distopias-en-el.html">recorrido por las principales distopías del siglo XX</a>. Hemos llegado al año 1998, que fue cuando vio la luz "La parábola de los talentos", de la estadounidense Octavia E. Butler. Una novela que, debo advertirles, no es la primera <i>parábola</i> que escribió la autora: en 1993 ya había publicado "La parábola del sembrador", y ambas conforman la que se conoce como <i>serie de las parábolas</i>. Sin embargo, pese a la estrecha relación que guardan, ambas se pueden leer de manera independiente. Y la que mayor reconocimiento obtuvo fue precisamente la segunda entrega de la saga, que se alzó con el Premio Nébula. De hecho, esta reseña que hoy les traigo debería haber formado parte del recorrido que, como recordarán, hice en su día por las novelas galardonadas con el Premio Nébula. Pero en aquella época me resultó imposible, pues hasta finales del pasado 2021 ambas parábolas permanecieron inéditas para el lector en español. Es por eso que he procedido a leerlas no hace demasiado, afortunadamente a tiempo para que la que considero más representativa de las dos pueda cerrar mi lista. Porque estamos ante una distopía cruda y directa, fiel reflejo del ideario de su autora, plena de reflexiones, de momentos de gran intensidad, y también de excesos y defectos que merman un tanto la impresión global de la misma.
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El panorama que plantea Butler para el año 2032 no se aleja en demasía del que tenemos actualmente: las crisis económica, política, ecológica y moral están muy bien captadas en una California prácticamente devastada tras la denominada "Calamidad" de los años veinte. Ese inquietante punto de partida provoca que desde el mismo comienzo el lector se interese por la historia. Una historia, por cierto, muy bien narrada a varias voces, con predominio para los diarios escritos por su protagonista, Lauren Olamina, pero sabiamente complementados al principio de cada capítulo por las aclaraciones y reflexiones de su hija Asha Vere y, en menor medida, por las notas de su marido (Bankole) y de su hermano (Marcus). A estos dos aciertos, Butler añade una crudeza que, presentada con razonable verosimilitud, resulta tan impactante como cautivadora. Las difíciles condiciones en las que, muy poco a poco, va prosperando la comunidad de Bellota, su destrucción y posterior transformación en el Campamento de América Cristiana, las violaciones, la esclavitud, las vejaciones, la suciedad, la incesante lucha por la supervivencia, todo ello conforma un panorama tal vez un tanto reiterativo pero de hondo calado.
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Y sobre este escenario post-apocalíptico, y que recuerda en cierta medida al Medio Oeste de los Estados Unidos en el siglo XIX, la escritora nos propone, a través de Olamina, una nueva esperanza en forma más de religión que de secta: "Semilla Terrestre", a la cual su protagonista dedicará la mayor parte de sus esfuerzos a lo largo de varias décadas. Una religión que parte de un concepto novedoso ("Dios es cambio") para terminar con un mensaje muy propio de la ciencia-ficción: para que la humanidad contemporánea supere todos los males que la aquejan, la única opción es una expansión gradual por las estrellas. Así, durante buena parte de la novela, Butler se dedica a enfrentar las bondades de este nuevo credo con un cristianismo de doble moral que, según ella, debe ser superado. Y ahí es donde surgen los excesos y defectos a los que aludía al comienzo.
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Excesos como la reiteración en los postulados de "Semilla Terrestre", y la recreación, más allá de lo verosímil, de todo lo malo que encierra realmente ese cristianismo ultra-conservador. Hasta el punto de presentar al recientemente electo Presidente de los Estados Unidos, Andrew Steel Jarret (republicano, por supuesto) como si se tratase del mismísimo demonio. Y de crear un grupo a semejanza del prácticamente extinto Ku-Klux-Klan (los denominados Cruzados de Jarret) capaz de las mayores atrocidades imaginables en nombre de la Biblia. Extendiendo, por si fuera poco, la culpa de todos esos actos atroces a todos esos seguidores de Jarret que, según ella, por no poner en riesgo su posición social, miran para otro lado.
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Esos excesos a la hora de presentar a unos y a otros, dificultando que el lector reflexione por sí mismo, se ven agravados por varios defectos asociados. Para mí el más obvio es que la autora se centra tanto en sus críticas, y en las bondades de su "Semilla", que se olvida de sus personajes: con honrosas excepciones (Harry, los Noyer, Marcus), Butler los va tomando y soltando según le conviene en la narración, sin que el lector nunca termine de reconocerlos, ni de situarse con ellos. Otro fallo es la introducción de un nuevo y determinante personaje (Belen Ross) cuando apenas queda una décima parte de novela. Por otro lado, la mezcla de artefactos y utensilios más propios de los siglos XX e incluso XIX con otros de última generación como Gafantasía no está muy lograda, lo que perjudica el siempre necesario elemento científico. Como tampoco las propias elecciones presidenciales, que según la autora requerían de un sofisticado sistema de identificación, evidentemente inaccesible para la precaria comunidad de Bellota que, sin embargo, sabemos que ejerce su derecho al voto con normalidad. Finalmente, aparte de detalles en los que se insiste mucho pero son relativamente irrelevantes para la narración, como la hiperempatía o los collares, el ritmo narrativo también me parece cuestionable: más bien lento en el primer tramo de la novela, con aclaraciones que cortan un tanto la dinámica en su mejor fase, y excesivamente apresurado al final.
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Quizá para compensar el excesivo posicionamiento en favor de "Semilla", conforme avanza la novela la autora cada vez va volcando mas la posición de Vere hacia el cuestionamiento total de su madre y, por tanto, de la nueva religión. Algo especialmente apreciable en un desenlace previsible a alto nivel, pero escabrosamente sorprendente a bajo nivel, y que contribuye a que al final la novela no se presente tan doctrinaria como apuntaba. Aunque, en mi opinión, sí más de lo que debería para haber alcanzado la categoría de clásico, a la que durante la lectura parece aspirar.
Francisco Maldonado Martoshttp://www.blogger.com/profile/11647516422803589226noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7322206061033383658.post-16207276942390695542023-07-28T12:20:00.003-07:002023-07-28T12:22:35.957-07:00"Hijos de los hombres" (1992). P.D. James<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgYHZwGSPTvzuORtMAjmKN9C3tdMpZ15qCF03WeV2PVNKyfwIRjy1MtvBim7YviUfjYCx_PuuJc4EOGEQurBe-qlWm87ryCQueDLdDJe5vAA9hK7pBgnDaia9139PXFqGtTbDbjnzpRPHglicvsPRaIKx3ofAMuifwncC-Jpu1xOz7v7U1njI9hw6GiZj-Y/s839/9788490704387.jpg" style="display: block; padding: 1em 0; text-align: center; clear: left; float: left;"><img alt="" border="0" height="320" data-original-height="839" data-original-width="552" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgYHZwGSPTvzuORtMAjmKN9C3tdMpZ15qCF03WeV2PVNKyfwIRjy1MtvBim7YviUfjYCx_PuuJc4EOGEQurBe-qlWm87ryCQueDLdDJe5vAA9hK7pBgnDaia9139PXFqGtTbDbjnzpRPHglicvsPRaIKx3ofAMuifwncC-Jpu1xOz7v7U1njI9hw6GiZj-Y/s320/9788490704387.jpg"/></a></div>
Una entrada más continúo mi recorrido por <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2023/03/el-subgenero-de-las-distopias-en-el.html">las principales distopías del siglo XX</a>. Tras las grandes distopías de los años ochenta (<a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2018/10/el-pajaro-burlon-1980-walter-tevis.html">"El pájaro burlón"</a>, de Walter Tevis, y <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2011/09/12-las-torres-del-olvido-1987-george.html">"Las torres del olvido"</a>, de George Turner, las cuales ya había reseñado anteriormente en mi blog) hemos llegado ya a su última década. Al principio de la cual vio la luz "Hijos de los hombres", de la británica Phyllis Dorothy James. Una escritora que fundamentalmente cultivó el género policíaco, pero que con la presente novela se adentró, por primera y única vez a lo largo de su carrera, de manera incuestionable y con una gran solvencia, en el subgénero de las distopías. Pues la de hoy es una distopía con un punto de partida original, de desarrollo un tanto lento pero eficaz, bien escrita y muy orientada al lector inglés.
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La premisa que da origen a la distopía resulta familiarmente inquietante en nuestros días: la infertilidad repentina y completa de la humanidad a partir de 1995. Un hecho que afortunadamente no ha sucedido por ahora, pero al que la alarmente pérdida de fertilidad en Occidente parece apuntar. James sabe extraer de esta hipótesis todo su jugo: desde las peculiares características de los nacidos ese último año, los Omega, consentidos y violentos, hasta los Quietus, unos rituales en los que los ancianos se suicidan en masa. Con conceptos tan llamativos y a la vez tan bien fundados como los Análisis de Semen que vigilan el progreso de la infertilidad, o las Tiendas de Pornografía subvencionadas, que intentan incentivar el sexo a la vez que proporcionar una vía de escape a la inevitable depresión colectiva.
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Porque tal vez el mayor acierto de la novela sea la gran cantidad de especulaciones que, sin destruir el ritmo narrativo, logra introducir la escritora: desde la angustia que le provoca a la humanidad su próxima extinción, hasta la veneración de las mascotas como si fueran niños creados por sus progenitores infértiles; desde la desidia a la hora de preservar el Mundo, hasta el autoritarismo de tintes paternalistas como la mejor forma de mantener a raya disturbios y caos en el Reino Unido; desde el empleo de la Isla de Man como cárcel masiva, hasta los <i>temporeros</i> que importa Inglaterra para utilizar como mano de obra en condiciones precarias.
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Y en medio de este sombrío panorama, James logra insertar una trama interesante, que hace aflorar múltiples emociones sin caer en el sentimentalismo. Con un protagonista claro: Theo Faron, primo y ex-consejero de Xan Lyppiat, el autoproclamado Guardián de Inglaterra. Poco a poco, y casi obligado por las circunstancias, Theo se ve envuelto en una empresa heroica, en apariencia destinada al fracaso, pero con la que la escritora, mediante varios giros no siempre predecible y perfectamente engarzados, consigue atrapar al lector hasta el final. Funcionando así como una novela de personajes, algunos de ellos francamente logrados (Julian, Rolf, Miriam), e incluso como una novela de suspense.
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Para haber resultado redonda, a la novela le sobran tres o cuatro defectos relativamente evitables. El primero y más obvio es que, aprovechando sus notables dotes como narradora, la novela tarda mucho en arrancar, perdiéndose a menudo en capítulos bien escritos pero superfluos para lo que vendrá después. También puede llegar a incomodar el excesivo <i>anglo-centrismo</i> que desprende: todo está descrito y presentado para el lector inglés, hasta el punto de que no echa siquiera un vistazo a cómo está afectando la infertilidad a otras partes del mundo. La violencia extrema y ritual de los Omega funciona como recurso argumental, pero resulta poco creíble. Y el modo como James va saltando de narración en primera persona a narración en tercera persona se antoja un tanto arbitrario, no bien resuelto.
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Aun así, a partir del final de la primera parte el lector ya sí aprehende lo que la autora ha planteado, y a partir de entonces la novela va creciendo hasta el final. Rematado, por cierto, con unos capítulos de gran intensidad y que mejoran la impresión de un libro que no se queda lejos de la categoría de "clásico" del subgénero.Francisco Maldonado Martoshttp://www.blogger.com/profile/11647516422803589226noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7322206061033383658.post-57870432558885428142023-07-08T05:34:00.004-07:002023-07-08T12:18:49.617-07:00"Un día perfecto" (1970). Ira Levin<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhNttKD2PnC2VZ6Yp3UDfb4ax8Ax8pP4C0IQ0MZduNrvw_UMGKdxvtn11EgYJkb3Z4u7qQpnjC82AIqAcgHIa2qwVbgz0cYpgk5Z58wtB1V9AoOxGOXRDPUum87WQJrvOj5DbKNUr7NsTsyV1n0LSqg4ZRnqaS7juoep91P-_qaQbs2FySL6LUOB8ox0-TX/s1099/18e1se8.jpg" style="display: block; padding: 1em 0; text-align: center; clear: left; float: left;"><img alt="" border="0" height="320" data-original-height="1099" data-original-width="689" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhNttKD2PnC2VZ6Yp3UDfb4ax8Ax8pP4C0IQ0MZduNrvw_UMGKdxvtn11EgYJkb3Z4u7qQpnjC82AIqAcgHIa2qwVbgz0cYpgk5Z58wtB1V9AoOxGOXRDPUum87WQJrvOj5DbKNUr7NsTsyV1n0LSqg4ZRnqaS7juoep91P-_qaQbs2FySL6LUOB8ox0-TX/s320/18e1se8.jpg"/></a></div>
Con la presente entrada prosigo mis reseñas en orden cronológico de <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2023/03/el-subgenero-de-las-distopias-en-el.html">las principales distopías del siglo pasado</a>. Estamos ya en el último año de la década de los sesenta, y aunque la superpoblación seguía siendo un tema recurrente, comenzaban a abrirse paso de nuevo otras cuestiones propias del género distópico, como el control de las sociedades, o la imparable tecnificación de la mayoría de las actividades humanas. En este contexto vio la luz "Un día perfecto", del estadounidense Ira Levin. A mi modo de ver, una de las mejores distopías que les he traído a este humilde blog en los últimos meses. Y por desgracia, una de las más injustamente olvidadas. Algo a lo que seguramente han contribuido los vaivenes en su título. Inicialmente fue traducida como "Chip, el del Ojo Verde", una traducción libre de su título en inglés que respeta un aspecto esencial de la novela, pero que le resta valor, al presentarla indirectamente como una historia de aventuras. En una edición posterior sí se respetó tal cual el título original en inglés ("This perfect day"), pero en su edición más reciente y, por tanto, más accesible para el lector en español, recibió el título de "Un día perfecto", que es con el que finalmente se la estoy presentando yo por aquí. A menor nivel, quizá la novela tampoco haya provocado la impresión que debiera por haber sido escrita por un "profesional de la literatura", guionista, autor de obras teatrales... y no un hombre de vida intensa y viscerales esfuerzos literarios como George Orwell o Aldous Huxley.
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En todo caso, "This perfect day" se nos presenta, más de medio siglo después de su publicación, como una distopía que parte de una sociedad tan cuestionable como cautivadora, bien desarrollada de principio a fin, capaz de equilibrar acción y especulación de manera amena, y sin defectos graves que lastren un resultado más que notable.
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En un futuro no muy lejano, la humanidad gobernada por la inteligencia artificial UniComp, sin guerras ni conflictos pero sometida desde su mismo nacimiento a una falta de libertad absoluta en aras de una plena satisfacción de las necesidades básicas (la cual debería conllevar una felicidad permanente), constituye un cautivador punto de partida. La imposibilidad de cada miembro de la Familia de tomar siquiera las decisiones básicas de su vida, la homogeneización plena de los alimentos y formas de ocio, el sexo obligatorio una vez por semana, los consejeros que cada "miembro" tiene asignado para velar por su permanente adhesión al orden establecido... Levin concibe un marco global de control de las personas inquietantemente reconocible en nuestra sociedad actual. Y además, lo presenta con fluidez, de suerte que a ojos del lector aparece como un todo coherente y sin fisuras.
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El escritor aprovecha perfectamente este marco escénico gracias a un protagonista meritorio: Li RM35M4419, es decir, Chip, el del Ojo Verde. Un personaje creíble, que atraviesa cuatro periodos claramente diferenciados en su vida (crecimiento, despertar a la vida, huida y regreso), los cuales le permiten a Levin estructurar satisfactoriamente la novela en esas mismas cuatro partes, para que el lector se identifique en todo momento con el crecimiento interior del personaje, desde sus iniciales cuestionamientos del orden establecido hasta su sabotaje final. Las reflexiones sobre las bondades y los perjuicios de la sociedad Unificada acompañan así de manera natural las peripecias de Chip, y los pasajes de investigaciones, de descubrimientos, de rebeldía y de huidas, alejan el fantasma del exceso de foco en el componente especulativo, que acecha a toda distopía.
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Pequeños detalles favorecen asimismo la impresión final: el acertado reencuentro con algunos personajes al cabo de los años, la naturalidad con la que la inteligencia artificial permite la existencia de varias islas de "no asimilados" (en las cuales, como si de un país occidental cualquiera se tratara, los "nativos" tratan con superioridad a los "inmigrantes"), unos elementos científicos y tecnológicos que no chirrían en exceso en la sociedad futura ideada por Levin, el reemplazo de los nombres de los países y ciudades por códigos que apenas permiten identificar el continente en el que se encuentran... Hasta el hecho de que una de las partes de la novela transcurra en la isla de Mallorca ayuda al disfrute.
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Entre los defectos, el grupo de rebeldes de la segunda parte se antoja relativamente acomodaticio, como si el escritor hubiera podido sacarle más partido, nos encontramos con alguna incoherencia como la mina de hierro en Mallorca, nos descoloca la facilidad con la que Chip logra desmoronar toda la estructura establecida por Wei y sus secuaces en el desenlace, o incluso nos llama la atención el escaso control en el acceso de los pasajeros a los distintos aviones a bordo de los cuales Chip logrará realizar sus viajes.
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Al terminar la lectura, y aunque tal vez falte un capítulo para redondear la novela con el retorno de Chip a su hogar, la sensación de haber disfrutado de una distopía injutamiente minusvalorada es intensa. Así que si les atrae el subgénero distópico, no lo duden y háganse con un ejemplar de "Un día perfecto"; no les defraudará.
Francisco Maldonado Martoshttp://www.blogger.com/profile/11647516422803589226noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7322206061033383658.post-13658209871635379432023-06-17T07:29:00.003-07:002023-06-20T01:57:36.035-07:00"La fuga de Logan" (1967). William F. Nolan & George Clayton Johnson<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjT8OPgLAXAOn2wts3_cnMXXt2OPCeUZyTPq_Us3LFZ7nYRVgAnORLIBkpj2Q1IU1tfs-Gjgsaz4gYH900cfN-bSP124vCFMssVqTSp7P-bQXGeZbE0TxkJXijmIyQjZZajHAmNTcsVybFuFrddu-vDE0vYWk_NUhPwmYcW9x9pWvE16dJ2EdrtBPfSIQ/s1355/71lVvD2rAAL.jpg" style="display: block; padding: 1em 0; text-align: center; clear: left; float: left;"><img alt="" border="0" height="320" data-original-height="1355" data-original-width="902" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjT8OPgLAXAOn2wts3_cnMXXt2OPCeUZyTPq_Us3LFZ7nYRVgAnORLIBkpj2Q1IU1tfs-Gjgsaz4gYH900cfN-bSP124vCFMssVqTSp7P-bQXGeZbE0TxkJXijmIyQjZZajHAmNTcsVybFuFrddu-vDE0vYWk_NUhPwmYcW9x9pWvE16dJ2EdrtBPfSIQ/s320/71lVvD2rAAL.jpg"/></a></div>
Continúo avanzando en mi recorrido por las <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2023/03/el-subgenero-de-las-distopias-en-el.html">distopías más relevantes del siglo XX</a>. Seguimos en la década de los sesenta, durante la cual, como ya mencioné en mi anterior entrada, la superpoblación se convirtió en una cuestión tan obsesiva que acabó condicionando muchas de las novelas del subgénero de aquellos años. Tal es el caso de "La fuga de Nolan", con mucho la obra más conocida de los escritores estadounidenses William F. Nolan y George Clayton Johnson, hasta tal punto que la novela se ha seguido reeditando con asiduidad hasta nuestros días. Si bien debo advertirles de que se trata de un libro con muchas lagunas, pues aunque parte de una gran idea, y presenta un espectacular mundo futurista, desaprovecha ambas virtudes por culpa de una trama ramplona, un estilo muy pobre, y varios errores garrafales.
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La premisa de partida de esta distopía no puede resultar más cautivadora: tras la Guerra Joven, acaecida a finales del siglo XXI, y que se explica someramente cerca del final de la novela, se establece un límite máximo de veintiún años para la vida de los seres humanos, dividida en tres tramos de siete años cada uno (infancia, adolescencia y madurez), los cuales son controlados por una flor electrónica incrustada en la mano derecha de cada persona, cuyo color indica el tramo de edad en el que se encuentra. Desde el nacimiento hasta los siete años los seres humanos son educados en Guarderías Industriales a cargo de Autoinstitutrices mediante hipnoclases que condicionan férreamente a los niños para que acepten ese modo de vida. Aun así, existen Fugitivos que a los veintiún años tratan de seguir viviendo, y para acabar con ellos se ha establecido el cuerpo de Agentes del Sueño Profundo, al cual pertenece Logan, el protagonista absoluto de la novela.
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Por si este punto de partida no fuera suficiente para crear una gran historia, la ambientación de la Tierra del año dos mil ciento dieciséis es delirantemente sugestiva: ciudades sumergidas, macrocentros de placer, macroesculturas en la naturaleza para alojar al Pensador que todo lo controla... por no faltar nada, nos encontramos hasta una recreación con autómatas de una batalla de la Guerra de Secesión: una mezcla de provocación e ingenio, inverosímil a veces, fascinante otras. Unos marcos escénicos que, bien aprovechados, casi podrían haber bastado para complementar la idea de base y facturar una gran novela, pero que, por el contrario, sirven esencialmente para poner de manifiesto dos de sus muchos defectos: la ausencia casi total de lógica, y la incapacidad para dimensionar esa fuga sin fin que da título al libro.
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Porque, por muchos túneles que horaden la Tierra, y por muchos LaberintAutos que estén disponibles para Logan y su compañera Jess siempre que los necesiten, es ilógico que puedan desplazarse por todo el planeta a la velocidad que lo hacen. Y que lo hagan sin prácticamente comer, dormir, o siquiera descansar, como si ya hubieran perdido su condición humana. Pero es que, además, apenas se justifican los saltos de un marco escénico al siguiente, ni se introducen las pausas necesarias para explicar los orígenes de dichos lugares, o para permitir que la pareja protagonista se aclimate al nuevo entorno, o piense en cómo explotar las nuevas posibilidades que les ofrecen.
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Y es que, pese a haber sido escrita a cuatro manos, la novela emana en todo momento una profunda sensación de falta de calidad literaria. Personajes tan planos e incondicionalmente fieles como Jess, nulo espacio para las reflexiones que cabría esperar en una distopía con un punto de partida tan atrayente, una prosa entrecortada, breve hasta el extremo y únicamente centrada en alargar una situación límite, hasta el punto de que el lector termina por dejar de percibirla como límite... Parece mentira que los escritores no logren proporcionarle al lector algo más que un fantasioso entretenimiento.
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Además, la trama, una vez comienza la huida, es prácticamente inexistente, y ni siquiera el original giro final llega a tiempo de salvar los muebles. Los personajes secundarios son puro cartón-piedra, y casi los úicos detalles en los que profundizan los autores son los seis tipos de balas diferentes que alberga un arma de un agente del SP. Por supuesto, a pesar de llegar incluso a adentrarse en las entrañas del Pensador, Logan y Jess superan sin sufrir grandes daños las situaciones más desesperadas, y la novela se convierte así casi en exclusiva en una mera sucesión de correrías sin mayor interés.
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En suma, una idea y un marco escénico que les vinieron demasiado grandes a dos escritores justitos de talento, y que hoy en día nadie recuerda más allá de esta obra.Francisco Maldonado Martoshttp://www.blogger.com/profile/11647516422803589226noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7322206061033383658.post-69884403660906989112023-06-03T06:26:00.003-07:002023-06-03T06:27:04.131-07:00"Hagan sitio, hagan sitio" (1966). Harry Harrison<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiQLh_cjF_cBlcI-Yzs68rdUZvsBQ2zfn0rsSC8qJyB1sSIq900ooDw5CInFh1qbPzVa3fe-R9mzNxq8tID1mb09_ydCMHUQRNtSkrqVLLhtNTT12taTw6Ei4EmgHgFQ6upZ3kmBX-UX8XyHwLkY9LjTyRTQ2q97ceTc-2EFCJQfCKkq6jz-VvsPI0pUw/s500/51YTe+FJThL.jpg" style="display: block; padding: 1em 0; text-align: center; clear: left; float: left;"><img alt="" border="0" height="320" data-original-height="500" data-original-width="306" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiQLh_cjF_cBlcI-Yzs68rdUZvsBQ2zfn0rsSC8qJyB1sSIq900ooDw5CInFh1qbPzVa3fe-R9mzNxq8tID1mb09_ydCMHUQRNtSkrqVLLhtNTT12taTw6Ei4EmgHgFQ6upZ3kmBX-UX8XyHwLkY9LjTyRTQ2q97ceTc-2EFCJQfCKkq6jz-VvsPI0pUw/s320/51YTe+FJThL.jpg"/></a></div>
Una entrada más continúo mi recorrido en orden cronológico por <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2023/03/el-subgenero-de-las-distopias-en-el.html">las distopías más relevantes del siglo XX</a>. Nos adentramos en la década de los sesenta, durante la cual la mayor estabilidad internacional y el desarrollo económico contribuyeron a un notable aumento de la natalidad. Y con ello a la natural preocupación de muchos intelectuales por la imposibilidad de mantener a tantos seres humanos con los recursos limitados de nuestro planeta. Ello está detrás de varias de las distopías de aquellos años, entre ellas de "Hagan sitio, hagan sitio", posiblemente la novela más reconocida del estadounidense Harry Harrison. La presente es una novela que, pese a publicarse en pleno auge de la New Wave, se inscribe perfectamente dentro del estilo de la Edad de Oro. Que ofrece una ambientación distópica inquietantemente reconocible en la actualidad, una trama detectivesca para dinamizar la acción, y varias líneas narrativas convergentes. Tan sólo algunos aspectos pobremente resueltos y un exceso de casualidades le impiden alcanzar la categoría de "clásico" dentro del género.
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Para mí la mayor virtud del libro es el tratamiento de los temas sociales que caracterizan la distopía: la presagiada superpoblación prácticamente dio en el clavo con el número de habitantes sobre la Tierra en el año dos mil. El calentamiento global y los fenómenos extremos que por desgracia se han vuelto tan frecuentes en el presente siglo están perfectamente plasmados en la ciudad de Nueva York. La desconexión de la realidad que padecen las autoridades políticas es tan real que puede llegar a pasar desapercibida. La formación de barrios marginales para colectivos de refugiados, otra ominosa predicción. Y el detalle final de la "okupación legal" por parte de familias vulnerables, la guinda para un panorama distópico tremendamente certero.
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Pero nada de ello funcionaría si no estuviera al servicio de una trama sencilla pero efectiva, y de unos personajes que le permiten a Harrison visualizar en carne propia las consecuencias de esa asfixiante sociedad futura, así como proporcionar interesantes especulaciones. Una trama detectivesca que, sin embargo, no sirve de base para una novela de misterio, pues tanto el asesino como las circunstancias del crimen son conocidas para el lector. Pero los acontecimientos que llevaron al mismo, la huida del asesino, o las pesquisas del detective, se muestran con una solvencia que logra mantener el interés. Billy, el asesino, no es el típico malvado, ni Andy, el detective protagonista, el típico héroe. Ambos se reconocen a través de sus miserias, hasta el punto de que, frente a lo que suele ser habitual en las distopías, Andy no resulta ser un disidente del sistema, sino que lo defiende hasta el extremo de terminar por afectarle muy negativamente en su vida personal.
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Aparte de este meritorio tratamiento de los personajes, otros aciertos de la novela son las reflexiones y juicios que encierra: la eugenesia, las críticas al moralismo religioso, la paternidad responsable, la garantizada existencia de suministros para las clases más pudientes... Todo ello mediante conceptos muy potentes, como las Cartillas de la Beneficencia, la harina de avena Ener-G, los filetes de soja y lentejas, o el carbón de mar, que resuenan en la mente del lector.
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No obstante, la novela no resulta redonda por culpa de unos pocos aunque perceptibles defectos. El más notorio es la pobre resolución de una línea narrativa tangencial, en la cual centros de poder político y judicial parecen interesados en las maquinaciones tras el asesinato de Big Mike. Por otra parte, la novela adolece casi desde el comienzo de una sensación de previsibilidad, que se acentúa en la segunda parte. Tampoco las peripecias de la línea narrativa de Billy rayan a la misma altura que las de Andy, y ello se nota. Y las casualidades presiden unos encuentros que se antojan imposibles en una ciudad de treinta y cinco millones de habitantes.
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Aun así, una lectura que ha resistido el paso del tiempo, y por tanto, recomendable para todos los interesados en el subgénero de las distopías.
Francisco Maldonado Martoshttp://www.blogger.com/profile/11647516422803589226noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7322206061033383658.post-90134649701930325212023-05-21T04:43:00.003-07:002023-05-21T04:44:05.840-07:00"Farenheit 451" (1953). Ray Bradbury<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgVgkWtID-64tKx2829tiIteIRCDEgnRh-xm_r3erjENhgPEimYjI4GVaakiOETOCADapb5uILqL_1NOOtRtqv7jAgcyOLH7_awClOGCmmh8vkTnB76l-ud8vMskCeDZHKgB6VJ3ytA4trzFjY7Qx7IioX46hTVf-xo-PTZo9lT0_qLyEPUMC_ImNQ2rw/s2560/71LE8Hi+pbL.jpg" style="display: block; padding: 1em 0; text-align: center; clear: left; float: left;"><img alt="" border="0" height="320" data-original-height="2560" data-original-width="1684" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgVgkWtID-64tKx2829tiIteIRCDEgnRh-xm_r3erjENhgPEimYjI4GVaakiOETOCADapb5uILqL_1NOOtRtqv7jAgcyOLH7_awClOGCmmh8vkTnB76l-ud8vMskCeDZHKgB6VJ3ytA4trzFjY7Qx7IioX46hTVf-xo-PTZo9lT0_qLyEPUMC_ImNQ2rw/s320/71LE8Hi+pbL.jpg"/></a></div>
Una nueva entrada continúo con mi recorrido en orden cronológico por <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2023/03/el-subgenero-de-las-distopias-en-el.html">las distopías más relevantes del pasado siglo XX</a>. Seguimos en la década de los cincuenta, más concretamente en 1953, que fue cuando se publicó "Farenheit 451", seguramente la novela más famosa y reconocida del estadounidense Ray Bradbury. Los seguidores de este humilde blog habrán observado que, pese a los doce años que lleva ya en funcionamiento, Bradbury no había aparecido aún por el mismo. Y es que, para mí, Bradbury fue uno de esos escritores cuyo reconocimiento siempre fue superior al nivel general de su producción. Una afirmación que probablemente muchos críticos y buena parte de ustedes no compartirán, pero que obedece a que, desde mi punto de vista, Bradbury se benefició siempre de una etiqueta un tanto cuestionable: el escritor de la Edad de Oro de la Ciencia-Ficción que "escribía literatura de verdad". Algo que nunca he compartido, pues para mí lo más relevante de cualquier escritor es lo que cuente, por encima de cómo lo cuente. Y coincidirán conmigo en que, en realidad, no abundan las novelas de Bradbury que le hayan sobrevivido (si bien es cierto que su producción de relatos fue comparativamente más amplia que la de novelas). Como ustedes saben, yo prefiero siempre el formato de novela para desarrollar convenientemente ideas que en los relatos apenas hay espacio para esbozar, y no soy de la opinión de que un escritor de prosa culta sea mejor literato que, por ejemplo, un escritor de diálogos largos y descripciones escuetas (me estoy refiriendo, obviamente, a Isaac Asimov, coetáneo de Bradbury, pero comparativamente denostado por su estilo literario, a pesar de que escribió muchas más novelas que le han perdurado en el tiempo). En suma, sin negar que Bradbury escribiera bien, sí me parece que sólo escribió una novela de auténtico impacto en el género de la ciencia-ficción, ésta que les traigo hoy. Y ya les anticipo que tampoco la considero una de las mejores distopías de mi recorrido.
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Farenheit 451 es la temperatura a la que el papel de los libros arde. Y ésa es la premisa de la que parte esta distopía: una sociedad estadounidense futura en la que los libros han sido prohibidos, y el Cuerpo de Bomberos se ha convertido gradualmente en censurador de conocimiento, quemando a dicha temperatura cualquier libro que encuentre. Como ven, se trata de un punto de partida sugestivo, y es indudable que le permite a Bradbury generar brillantes especulaciones. Aunque también resulta algo forzada en su planteamiento, puesto que la sola carencia de libros le sirve al escritor para justificar la falta de introspección, de <i>humanidad</i> incluso, de su sociedad futura. Y además, la lectura se vuelve fatigosa con frecuencia.
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A mi modo de ver, como les argumentaba antes, el principio de la novela resulta demasiado recargado, abusando de recurso estilísticos que dificultan el natural discurrir de la trama. Sin embargo, el escritor se apunta el primer tanto con la conversión de la función de los bomberos. Destaca especialmente el proceso narrativo seguido por Bradbury a lo largo de la historia: la integración de su protagonista, el bombero Montag, en el Cuerpo; sus inquietudes y reflexiones; la conspiración de la que forma parte; la persecución de la que es objeto; y finalmente el inicio de una nueva era. Tal esquema le facilita a Bradbury alcanzar la mayor virtud de la novela: las reflexiones acerca de un progreso sin conocimientos, el vacío interior, los convencionalismos sociales, la necesidad de pensar, de conversar, de aprovechar la vida para algo útil... Todas estas cuestiones jalonan la trama con notable acierto. Otros logros incuestionables de esta obra son la personalidad del Capitán Beatty (astuta, hábil, conocedora de la realidad desde varios puntos de vista...), y el dramatismo de dos momentos clave en la narración: el desenmascaramiento de Montag, y su posterior persecución.
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Lamentablemente, son varias las lagunas que me impiden considerar esta novela como una distopía de altos vuelos: empezando por el lugar de desarrollo de la misma, que se intuye pero no se concreta; continuando por los avances tecnológicos de esa era futura (<i>familia</i>, <i>Sabueso Mecánico</i>, <i>coche-helicóptero</i>), de apariencia a menudo ingenua y apenas explicados, por lo que su comprensión y su efecto sobre el lector no son los adecuados; sin olvidarse de un desenlace demasiado espeso, demasiado largo y, a la vez, un tanto oscuro; y sobre todo, por sus continua menciones a una "Guerra" sobre la que Bradbury jamás proporciona ni una mínima explicación, y que, sin embargo, resulta de vital trascendencia en el final de la novela. Y es que, tal cual está presentada, el lector ve los efectos de la misma, pero no llega a imbuirse de su dramatismo.
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En suma, una obra que en su momento logró un comprensible impacto por lo sugerente de su propuesta y la fama de "escritor con mayúsuculas" de su autor, pero que, tras siete décadas, ha quedado más como un compendio de reflexiones interesantes que como una distopía que, por su cercanía a la realidad y su dramatismo, logre realmente calar en el lector del siglo XXI. Aun así, recomendable para todos los que deseen profundizar en el subgénero distópico.Francisco Maldonado Martoshttp://www.blogger.com/profile/11647516422803589226noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7322206061033383658.post-1749009919442775812023-05-02T02:45:00.007-07:002023-05-02T02:47:06.624-07:00"La pianola" (1952). Kurt Vonnegut<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj5Rl2gGB2CFHHjZo2Sdjno2iNDZnW3hhiNm51W7cxsSy3oWKeZhf6CZ6wP1SMeTvlyRRuAxGQZPOEza6OM11zr6bRsHHgpA_wM_1JIZ7gKUL1RTGDVj9nL2E77WDepfgOaifjJJQpwQG6PJb5RBSXUieKkHhkk-FDH8jDiKDsH-Qe07Cz7XAuDLAcH4g/s1200/61wLf8LIutL.jpg" style="display: block; padding: 1em 0; text-align: center; clear: left; float: left;"><img alt="" border="0" height="320" data-original-height="1200" data-original-width="770" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj5Rl2gGB2CFHHjZo2Sdjno2iNDZnW3hhiNm51W7cxsSy3oWKeZhf6CZ6wP1SMeTvlyRRuAxGQZPOEza6OM11zr6bRsHHgpA_wM_1JIZ7gKUL1RTGDVj9nL2E77WDepfgOaifjJJQpwQG6PJb5RBSXUieKkHhkk-FDH8jDiKDsH-Qe07Cz7XAuDLAcH4g/s320/61wLf8LIutL.jpg"/></a></div>
Con la presente entrada continúo mi recorrido en orden cronológico por <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2023/03/el-subgenero-de-las-distopias-en-el.html">las distopías más relevantes del pasado siglo XX</a>. Llegamos ya a 1952, un año en el cual ya se habían publicado algunas de las distopías más influyentes de la literatura. Y que alumbró el debut de uno de los escritores más personalmente inclasificables del género: el estadounidense Kurt Vonnegut. Conocido sobre todo por la espléndida <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2011/08/7-matadero-cinco-1969-kurt-vonnegut.html">"Matadero cinco"</a> (1969), "La pianola", de título muy poco acertado, es una novela que no desmerece en absoluto de su producción literaria. Y es que, pese a tratarse de su primera novela, en ella ya se manifiestan los rasgos principales de su obra: su clarividencia respecto al futuro de la humanidad, el predominio de personajes "perdedores", su humor negro... Todo ello al servicio de una distopía situada en un futuro cercano, tan reconocible que mucho de lo que encierran sus páginas resonará en nuestra conciencia. Aunque por desgracia también con muchos altibajos en su desarrollo, frecuentes anacronismos, pasajes derivativos, y una segunda línea secundaria mucho menos relevante.
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Tras la victoria de los Estados Unidos en la Tercera Guerra Mundial, lograda gracias a una mecanización y una automatización extremas de todos los medios de producción, la sociedad posterior se ha estratificado en dos capas: por una parte, directivos e ingenieros, responsables de dicha mecanización y, por tanto, la clase social dominante; y el resto de profesiones, condenadas casi en su totalidad a la extinción debido al desarrollo de máquinas que se encargan de ellas de manera mucho más eficiente. La estratificación del sistema parece funcionar, pues sólo los habitantes de mayor Coeficiente Intelectual son elegidos para formar parte de la clase dirigente, mientras que el resto goza de cobertura social y un buen nivel de vida, además de unas ocupaciones razonables como parte del Ejército o del Cuerpo de Reconstrucción y Reparaciones. La separación entre ambas está tan asentada que incluso la ciudad ficticia de Ilium está dividida físicamente en dos zonas para alojar a ambos estratos, aislados de manera natural por el río que la cruza. Pero la realidad es que bajo ese aparente éxito social subyacen la alienación, el descontento y otras frustraciones que servirán a Vonnegut para desplegar todas sus reflexiones al respecto.
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En su línea narrativa principal, la que sigue al Doctor Paul Proteo, la novela fluirá de manera natural, presentándonos su gradual rebelión frente al <i>status quo</i> que poco a poco irá fraguándose en su interior. En la segunda, la del Sha de Bratphur, lo hará a partir de episodios sueltos que contrastan recurrentemente el éxito teórico de la sociedad estadounidense con su fracaso subyacente. Y esta dualidad entre ambas líneas se erige ya en un primer defecto de la novela, pues mientras que la primera logra despertar el interés del lector, la segunda interrumpe, incluso molesta a veces a la primera, y el capítulo en cuestión igual termina interesando que aburriendo. Debo resaltar, en todo caso, que en ambas líneas los personajes rayan a un nivel alto. Es curioso, porque a veces parece haber demasiados, y otras, en cambio, sugieren una excesiva casualidad a la hora de reencontrarse una y otra vez. Pero en general resultan reconocibles; su posición y evolución dentro de la sociedad, claros; y en su mayor parte resultan útiles para que Vonnegut presente sus especulaciones.
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Porque sin duda lo mejor de la novela es su alta carga especulativa. De hecho, la mecanización y la abundancia de profesiones prescindibles o directamente desaparecidas son más acusadas actualmente que en 1952. Cautiva cómo Vonnegut fue capaz de anticipar muchas de las realidades de la actual sociedad occidental, y sus consecuencias sobre los ciudadanos. Y cómo en respuesta a ello defiende la necesidad de sentirse útil, de aportar algo a los demás, para reconocerse como seres humanos plenos. Por satisfechas que puedan estar nuestras necesidades materiales. Otro gran acierto anticipado por el autor es el "team building" que narra en Los Prados durante varios capítulos, tan aburrido y ridículo como verosímil en muchas de las corporaciones más relevantes de nuestra sociedad. A otro nivel, incluso la relación entre Proteo y Anita, con su falsa comprensión mutua, sus intereses individuales ocultos, y la forma como estalla de manera repentina, resulta convicente.
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Además de esa segunda línea narrativa irregular, la novela adolece de frecuentes altibajos: algunos capítulos completamente prescindibles, exceso de detalles en otros, situaciones exageradas hasta el extremo a continuación de otras comedidas... Otro problema que afecta al resultado final son los anacronismos: Vonnegut no para de crear artilugios con términos que suenan tecnológicos, pero que no soportan el más mínimo análisis técnico, y por el contrario, otros en desuso desde hace décadas aparecen como si tal cosa. Por no hablar de EPICAC XIV, una especie de súper computadora que ocupa un espacio inmenso, y que parece regular hasta las funciones más irrelevantes de la sociedad, que sería más propia de una novela juvenil que de literatura seria. Todo lo cual provoca que la novela se deje leer, que a veces provoque nuestra risa, pero que como obra literaria se acerque al divertimento y se aleje en la misma medida de lo que podría haber sido una obra de hondo calado. Un hecho al cual el desenlace, un tanto conformista y justito de tensión, no ayuda.
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Y es una lástima, porque los mimbres de la novela son excelentes, y el talento del escritor, apreciable ya en su <i>opera prima</i>. Pero en la literatura hay ocasiones en la que el estilo creativo de su autor se impone a su obra, y le resta relevancia. Aun así, una novela muy interesante para todos los que gusten de las distopías y, por momentos, disfrutable.
Francisco Maldonado Martoshttp://www.blogger.com/profile/11647516422803589226noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7322206061033383658.post-68175596902767351552023-04-16T05:46:00.002-07:002023-04-16T05:46:54.807-07:00"Himno" (1938). Ayn Rand<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiwW6kSUs0mGX_o6YVQ1slevQzfxrfWA5GQk1fdu_1DQDYLji_7a_7GRqIO6BWR2vOG55zYXcPx4RMS7gOuUOi4qmyWNz7csqkTxukXQhycSTyyv44Iy98jgN7tHYmXu3c6Zczs2oCqRnXNfw-HORMQHX9T8Cx7A33d6-qQ4UEVqQR9xkN_F_NhF3Hxow/s500/51BLh6LcwWL.jpg" style="display: block; padding: 1em 0; text-align: center; clear: left; float: left;"><img alt="" border="0" height="320" data-original-height="500" data-original-width="333" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiwW6kSUs0mGX_o6YVQ1slevQzfxrfWA5GQk1fdu_1DQDYLji_7a_7GRqIO6BWR2vOG55zYXcPx4RMS7gOuUOi4qmyWNz7csqkTxukXQhycSTyyv44Iy98jgN7tHYmXu3c6Zczs2oCqRnXNfw-HORMQHX9T8Cx7A33d6-qQ4UEVqQR9xkN_F_NhF3Hxow/s320/51BLh6LcwWL.jpg"/></a></div>
Continúo con la presente entrada mi recorrido en orden cronológico por <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2023/03/el-subgenero-de-las-distopias-en-el.html">las distopías más influyentes del pasado siglo XX</a>. Hoy le ha llegado el turno a "Himno", de la escritora rusa nacionalizada estadounidense Ayn Rand. Una novela corta que tal vez no sea la más conocida de su bibliografía, pero que sí refleja fielmente la filosofía de la autora, a la vez que encaja mejor que cualquier otra de su producción en el subgénero distópico. Nacida en San Petersburgo, Rand vivió desde los veintiún años en Estados Unidos, y esta contraposición entre el pujante comunismo de su país de origen y el individualismo capitalista de su país de acogida ayuda a explicar los postulados de "Himno": una distopía breve pero desgarradora, mucho más interesante por sus especulaciones que por su trama, si bien no por ello complicada de leer. Y que tal vez resulte demasiado similar a la también de origen ruso y recientemente reseñada en este mismo blog, "Nosotros", de Yevgueni Zamiatin. Aunque con un desenlace completamente distinto.
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Quizá la mayor virtud de la novela sea la gran cantidad de conceptos provocadores, y sin embargo ingeniosos, que condicionan la vida de los habitantes de la Ciudad: el Consejo de Eugenesia, las distintas Casas a las que pertenecen sus habitantes (como la Casa de Barrenderos a la que pertenece su protagonista), el Palacio de Detección Correcional, el Tiempo de Apareamiento, el Consejo de Vocaciones, el Consejo Mundial de Estudiosos... Conceptos fundamentados en el devenir histórico de los siglos, desde los denominados Tiempos Innombrables en los que los humanos eran aún libres, hasta el Gran Renacimiento que condujo a la situación actual. Incluso el Bosque Inexplorado a las afueras de la Ciudad resulta ser un lugar previsible pero provocador y esencial para la narración. Sin olvidar pasajes tan impactantes como la forma en la que es ajusticiado el Gran Transgresor.
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Porque la trama en sí se antoja un tanto simple, aunque efectiva: un recorrido por la vida de Igualdad 7-2521, desde su infancia impersonal, pasando por su formación en la Casa de los Estudiantes, culminando en su opresivo trabajo como barrendero, el posterior descubrimiento del túnel, sus progresos con los experimentos, y finalmente el amor que sentirá por Libertad 5-3000, el cual dinamizará el tercio final de la novela. Todo ello mediante un estilo escueto, escaso en diálogos, y un tanto desconcertante contraste entre los sumamente extensos dos capítulos iniciales, y el resto de capítulos, de mucha mayor brevedad.
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Las razones por las que no considero a esta novela una gran obra arrancan desde el mismo momento en que se conoce que Rand la escribió casi veinte años después que la ya mencionada "Nosotros": porque, además de compartir una Ciudad poblada por individuos sometidos a un férreo control del Estado, contrapone de manera premeditada y muy similar los "felices" tiempos presentes a los oscuros tiempos en que los seres humanos aún disfrutaban de libertad. Y de igual forma, es el descubrimiento del amor a una mujer por parte de su protagonista masculino el que desencadena los acontecimientos. Sólo el tono mucho más optimista del desenlace establece una diferencia clara entre ambas obras.
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Pero es que, a diferencia de su antecesora, la cual con una extensión contenida pero adecuada trataba de sacar partido a su panoplia de conceptos y elementos provocadores, la obra de Rand es tan breve que la impresión de que le falta capacidad para aprovechar todos los elementos que ha puesto en juego es poderosa. Da rabia recordar que para la primera edición norteamericana de la novela, ocho años después de su publicación, la escritora la revisó íntegramente, y sin embargo no aprovechó la oportunidad para añadir unos capítulos, para ahondar en el ambiente de las Casas, para explicar mejor por qué Internacional 4-8818 desaparece sin previo aviso de la narración, para justificar de una manera más gradual y verosímil el redescubrimiento de la electricidad por parte de Igualdad 7-2521: habría podido minimizar muchos de estos defectos y a la vez aumentar el impacto de la novela.
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En su forma definitiva, resulta demasiado evidente desde el principio cuál será la Palabra Innombrable. Porque la autora pone el foco íntegramente en la filosofía que sustenta la novela, y no tanto en la historia. Con reflexiones impactantes y una preciosa defensa a ultranza del ser humano como individuo, sin duda. Pero si hubiera logrado un mejor equilibrio entre trama e ideología, y le hubiera conferido un mayor desarrollo, podría haberse convertido en uno de los grandes clásicos del siglo XX, al mismo nivel que las distopías más reputadas. Aun así, una lectura recomendable.
Francisco Maldonado Martoshttp://www.blogger.com/profile/11647516422803589226noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7322206061033383658.post-12185419144461379552023-04-02T09:29:00.005-07:002023-04-02T09:29:44.865-07:00"La guerra de las salamandras" (1936). Karel Capek<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhJLhmIWCyvZoSQc6yRIg2_SIvE0FWNyiGd3dFruEtpQXs9MNlMIuiXwUYzwcGBj0BSpM9HFU3IQH4bzMu8tNxCOJePVfBm7J9IkB3bBallNHH3pafHA_d4m0ilRygDTfYyRevpzKZ8DC5oWXizHkF4JqswUjmrrNIjP3Nf37HXbXPlOUwmctVrTUruSg/s912/la-guerra-de-las-salamandras.jpg" style="display: block; padding: 1em 0; text-align: center; clear: left; float: left;"><img alt="" border="0" height="320" data-original-height="912" data-original-width="600" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhJLhmIWCyvZoSQc6yRIg2_SIvE0FWNyiGd3dFruEtpQXs9MNlMIuiXwUYzwcGBj0BSpM9HFU3IQH4bzMu8tNxCOJePVfBm7J9IkB3bBallNHH3pafHA_d4m0ilRygDTfYyRevpzKZ8DC5oWXizHkF4JqswUjmrrNIjP3Nf37HXbXPlOUwmctVrTUruSg/s320/la-guerra-de-las-salamandras.jpg"/></a></div>
Una entrada más continúo reseñando <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2023/03/el-subgenero-de-las-distopias-en-el.html">las principales utopías escritas durante el siglo XX</a>. Seguimos avanzando por el siglo pasado hasta llegar al año 1936, que fue cuando se publicó "La guerra de las salamandras", del escritor checo Karel Capek. En aquel año el mundo era un lugar particularmente convulso, y tras la Gran Depresión, una nueva escalada bélica amenazaba con repetir lo acontecido en la Primera Guerra Mundial veinte años antes. Con el agravante de que los totalitarismos campaban a sus anchas, fracturando a políticos e intelectuales en varios bandos enconadamente enfrentados. Este caldo de cultivo fue el que sirvió de base para la obra de Capek. Se trata de una distopía satírica, que aprovecha el descubrimiento de una especie animal desconocida (las salamandras) y su capacidad para aprender de los humanos y ser empleada como fuerza de producción, para denunciar a qué acabaría conduciendo el capitalismo desenfrenado y otros muchos males que siguen afectando a las sociedades occidentales.
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Aunque actualmente Capek resulte un escritor casi desconocido, en vida su relevancia fue tal que llegó a ser candidato al Premio Nobel. Y este reconocimiento se refleja en la calidad de la novela: desde un punto de vista literario sabe cambiar de registro para ofrecer en todo momento la mejor panorámica posible (como lo evidencia esa segunda parte repleta de artículos y recortes de prensa); desde el punto de vista erudito, llama la atención el amplísimo conocimiento del escritor sobre multitud de materias (política, geografía, tecnología, industria, finanzas...) en una época en la que el acceso a estos conocimientos era mucho más complicado que en la actulidad; y desde el punto de vista especulativo, la novela es una continua sucesión de reflexiones y críticas puestas de relieve mediante las salamandras.
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Todo ello, además, bajo la apariencia de un divertimento de desenlace previsible a causa de lo explícito de su título, pero con muchos giros humorísiticos, episodios simpáticos y un tono general que aleja esta novela de otras distopías más graves, aunque no necesariamente de mayor calado especulativo. Además, sin ser ésta una novela de personajes, sus dos protagonistas principales (el capitán van Toch y el Señor Povondra) vertebran la novela y proporcionan la necesaria ligazón entre la primera y la tercera parte, para que el lector no se desenganche de lo experimentado por estos personajes.
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Aunque las ciencias sociales estén muy cuidadas, el mimo a la hora de tratar el elemento científico es particularmente notable en las propias salamandras: su morfología, la forma como van aprendiendo, la singularidad del Andrias Scheuchzeri, la preservación de sus limitaciones físicas pese al contacto masivo con los seres humanos, las subespecies y roles que se van generando dentro de ellas... Todo contribuye a que un concepto que podría haber fracasado estrepitosamente para sostener una novela adulta, resulte sólido de principio a fin.
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A pesar de lo cual me resulta complicado considerar a esta obra una gran novela. Y es que la premisa de partida, una especie desconocida hasta finales del siglo XIX, con esas potenciales y capacidad reproductiva, sigue resultando inverosímil. Como lo son las consecuencias de su utilización desmesurada para expandirse sobre los océanos, hasta el extremo de comenzar a menguar la superficie disponible para la humanidad. Si a ello le sumamos un desarrollo que se mantiene bastante fiel a lo que un lector avezado podría anticipar desde el mismo principio, la prácticamente nula acción derivada de la guerra que da título a la novela, y una segunda parte que rompe en exceso el ritmo narrativo con tantas notas minúsculas a pie de página, se entenderá que la lectura resulte amena y reflexiva, pero no siempre cautivadora.
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Y es una pena, porque la cantidad de cuestiones que Capek critica magistralmente (desde el nazismo al comunismo, desde el culto a la tecnología a las consecuencias nocivas de las religiones, desde la obsesión por el poder de las naciones hasta la resistencia de los eruditos a admitir a las salamandras como una especie pensante de valor análogo al ser humano) es tremenda. Con el aliciente adicional de un desenlace a la vez coherente y enternecedor. Y el original capítulo final, con el escritor especulando sobre su obra con su <i>alter ego</i>, un epílogo magistral. Por lo cual la novela sigue aún de actualidad, y merece una lectura por todos aquellos a los que les interesa el subgénero de las distopías.
Francisco Maldonado Martoshttp://www.blogger.com/profile/11647516422803589226noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7322206061033383658.post-43264674263664527812023-03-19T07:17:00.005-07:002023-03-19T07:18:19.249-07:00"Nosotros" (1924). Yevgueni Zamiatin<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgxGJmCX8z62FFXQdwxfE5WpCmcJizILJUzYxr5lT8oDBUSmFnIxIztYMZUo-5lL8JSimgenovrlNMDEvjc2prOmjJWPwAxg1dv8iCtwNf5Fvicg1eJCETtWupT-kE7j4hNNoQeJLaXMOyJiGo31ijaPJ1Q3RQozK4drHkibBY54C84zVXXKViblLBTxw/s500/417CtJOO5TL.jpg" style="display: block; padding: 1em 0; text-align: center; clear: left; float: left;"><img alt="" border="0" height="320" data-original-height="500" data-original-width="333" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgxGJmCX8z62FFXQdwxfE5WpCmcJizILJUzYxr5lT8oDBUSmFnIxIztYMZUo-5lL8JSimgenovrlNMDEvjc2prOmjJWPwAxg1dv8iCtwNf5Fvicg1eJCETtWupT-kE7j4hNNoQeJLaXMOyJiGo31ijaPJ1Q3RQozK4drHkibBY54C84zVXXKViblLBTxw/s320/417CtJOO5TL.jpg"/></a></div>
Con la presente entrada comienzo el apasionante recorrido por <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2023/03/el-subgenero-de-las-distopias-en-el.html">las mejores distopías publicadas en el siglo XX</a>. Un trayecto que inaugura "Nosotros", del escritor ruso Yevgueni Zamiatin. Y es aunque la cultura popular haya convertido en axioma que las distopías de los británicos Aldous Huxley y George Orwell fueron las que establecieron en la primera mitad del siglo pasado tan subyugante subgénero, la obra que dio lugar al mismo es esta novela rusa tan controvertida que durante décadas permaneció inédita en su país. Y es que el descontento que la gradual transformación de la inicialmente prometedora revolución rusa en el posterior estalinismo totalitario provocó en Zamiatin le sirvió de inspiración para una obra que posee ya todos los rasgos propios de una obra distópica: una sociedad futura de características negativas, cargada de provocativos conceptos, brillantes reflexiones y críticas encubiertas a los totalitarismos. Pero también deudora de su tiempo a nivel estilístico, y repleta de anacronismos que le restan impacto.
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Escrita como no podía ser de otra manera en primera persona, su protagonista D-503 nos va narrando su gradual conversión desde ingenerio constructor del Integral (el artefacto que pretende expandir el Estado Único a otros planetas), y por tanto firme creyente en las bondades de un sistema social científico y sin libertades, en un "enfermo" que comienzca a pensar y a actuar como individuo, así como las consencuencias que tal intento de liberación le acarrea. Lo cual sucede de un modo gradual, con picos y valles, en un ejercicio de realismo al que el motor que dinamiza tal conversión (la pasión que D-503 siente por I-330) le sienta de maravilla.
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Zamiatin en ningún momento realiza una descripción exhaustiva de los pilates que sustentan su todopoderoso Estado, sino que, con buen criterio, va introduciendo según procede los conceptos más sobrecogedoramente impactantes: la Guerra de los Doscientos Años que precedió al Estado Único, el Benefactor que con su autoridad plena representa el control absoluto, la Tabla de las Horas que rige férreamente las actividades de todos los Números que habitan la Ciudad, el Muro Verde que la delimita y protege del salvajismo exterior, el Ministerio Médico que cura a los que "enferman", la crucial Casa de los Antiguos... Una imaginería cautivadora y que facilita de manera natural las recurrentes comparaciones entre la imperfecta sociedad del siglo XX y la perfecta sociedad de "Nosotros", en la cual el hombre no es sino una mínima parte sin identidad propia de un todo perfectamente orquestado, y es esa pertenencia rígida a un ente superior la que le otorga la facilidad, y no la sobrevalorada libertad.
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Otros aciertos incuestionables son las continuas referencias matemáticas y físicas, propias de una sociedad basada en un modelo <i>tayloriano</i> de la producción, y las frecuentes analogías entre el ámbito de las ciencias y el del comportamiento humano. Así como el papel que desempeñan las mujeres en la trama: la rubicunda y aparentemente simple O-90, la inteligente y revolucionaria I-330, y la inesperada protagonista del tramo final, U (sin número). También me parece adecuada la estructuración en capítulos cortos, y en especial las sinopsis que los inician, que tanto ayudan a comprender un libro cuya lectura no es fácil.
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Porque esa complejidad es, a mi modo de ver, el principal defecto de la novela. No tanto por esa avalancha de conceptos nuevos, o esas continuas y bien fundadas reflexiones científicas, sino por su estilo. Seguramente deudor de las vanguardias de su época, o incluso de las particularidades de la literatura rusa, su obsesión por describir a los personajes mediante un único rasgo físico repetido hasta la saciedad, su tendencia a mezclar sueños con acontecimientos reales y otros simplemente esbozados, sus saltos espaciales apenas elaborados, y sobre todo, el abuso de frases sin terminar, provocan que a menudo el lector no tenga realmente claro qué ha sucedido en un capítulo determinado. Si a ello le sumamos un elemento tecnológico muy pobre, la presencia habitual de anacronismos en una sociedad tan lejana en el futuro, y las continuas coincidencias por las que los personajes principales se encontrarán una y otra vez a pesar de vivir en una ciudad con millones de Números, se entenderá por qué la novela pierde buena parte de su impacto, y por qué considero que no ha envejecido demasiado bien.
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Y es una pena, porque el control absoluto ejercido por el Estado, metafóricamente reflejado en el empleo obsesivo de las paredes de cristal para evitar cualquier intención de intimidad, y recursos finales que facilitan un desenlace convincente como la Gran Operación, con la que el Estado logrará curar a todos sus Números de la influencia cada vez más perniciosa de la fantasía, siguen por desgracia plenamente vigentes en nuestros días. Aun así, la novela posee más virtudes que defectos, y continúa siendo una lectura recomendable un siglo después de su publicación.Francisco Maldonado Martoshttp://www.blogger.com/profile/11647516422803589226noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7322206061033383658.post-39621528611273891192023-03-05T09:07:00.018-08:002023-08-11T14:17:54.874-07:00El subgénero de las distopías en el siglo XX<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_DjUTGESLG26oNb57sdqY4-289FZy7ArSjxFUi8yZmNpmuoHPXwGbsIMIzy0GsFJxnlCcn4D1fUFAqZ-OD90pDU5xYjprkmxYfNPKduJItfecGBg9tNKc0HJ3n-E3c_7ofIeAExUsXLWIZCuhPihs5OzXxSyRADbvhbvPSaZdOZjTMnVwbqLxrmbEVw/s389/huxley%20-%20orwell.jpg" style="display: block; padding: 1em 0; text-align: center; clear: left; float: left;"><img alt="" border="0" width="320" data-original-height="229" data-original-width="389" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_DjUTGESLG26oNb57sdqY4-289FZy7ArSjxFUi8yZmNpmuoHPXwGbsIMIzy0GsFJxnlCcn4D1fUFAqZ-OD90pDU5xYjprkmxYfNPKduJItfecGBg9tNKc0HJ3n-E3c_7ofIeAExUsXLWIZCuhPihs5OzXxSyRADbvhbvPSaZdOZjTMnVwbqLxrmbEVw/s320/huxley%20-%20orwell.jpg"/></a></div>
Una vez completado mi recorrido por la literatura de ciencia-ficción en España a través de muchos de sus autores más representativos, ha llegado el momento de proponerles una nueva temática con la que poder enriquecer su conocimiento y tal vez aumentar su apreciación por este maravilloso género que es la literatura de ciencia-ficción. Tras varios debates internos conmigo mismo, he optado por prestar atención a uno de los subgéneros literarios más apreciados dentro del género, en especial por aquellos que reniegan de otros muchos subgéneros del mismo: las <strike>distopías</strike>. Y como de costumbre, lo voy a hacer fijándome más en las obras que le han dado forma que en reflexiones excesivas al respecto, por lo que en seguida les desvelaré la lista de las quince novelas que he escogido para ilustrar un subgénero tan relevante.
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Por supuesto, para elaborar dicha lista de las mejores distopías me he retrotraído al albor del género, allá por los años veinte del siglo pasado. Y, en aras de ofrecer una panorámica lo más amplia posible, no me he limitado a la omnipresente literatura anglosajona, sino que he intentado completar la panorámica con novelas escritas en otras partes del mundo. El motivo es que, según la definición que nos ofrecer la R.A.E., la distopía es "una representación ficticia de una sociedad futura de características negativas causantes de la alienación humana". Así que el que esa sociedad futura tenga sus raíces en las sociedades en las que vivían sus escritores a la hora de representarla es de la mayor relevancia. Por idéntica razón, he intentando complementar la predominante visión masculina de esas sociedades futuras negativas con la de muchas mujeres que, aunque tal vez muchos de ustedes lo desconozcan, comenzaron a contribuir al subgénero hace ya más de ochenta años.
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Para los más observadores, explico ahora por qué me he limitado al siglo XX. Una primera razón, quizá no la más convincente, es que el siglo XX fue, sobre todo durante su primera mitad, una de las épocas más negativamente convulsas de la historia de la humanidad, y las distopías desempeñaron en ese periodo un papel fundamental a la hora de exacerbar las posibles consecuencias futuras de lo que sus autores ya estaban viviendo, sirviendo como contrapeso ideológico e incluso como elementos de concienciación que limitaron el avance de esas sociedades tan dañosas. Y la segunda y quizá más comprensible es que, con el tránsito al siglo XXI, las distopías se han ido gradualmente ramificando en "<i>micro-subgéneros</i>" para adaptarse a los nuevos tiempos, al extremo incluso de surgir una literatura juvenil distópica. Ramificaciones que dificultaban la tarea de proporcionarles una lista cohesionada y consistente. Dicho de otra forma: para mí al menos, la DISTOPÍA (con mayúsculas) fue un subgénero inherente al siglo XX.
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Aclarar asimismo que, como en monográficos precedentes, me he limitado a una única novela por escritor, y las iré recorriendo en orden cronológico. En aquellos casos en los que la novela, por alguna otra razón, ya haya aparecido reseñada con anterioridad en este humilde blog, simplemente añadiré el enlace a dicha entrada, pero no alteraré nada de lo que escribí al respecto en su momento. Puntualizar finalmente que, aunque muchas de estas novelas podrían formar parte de listas pertenecientes a otros subgéneros, para mí, y espero que también para la mayoría de ustedes, todas ellas son, por encima de cualquier otra consideración, novelas distópicas, con esas omnipresentes sociedades futuras negativas como auténticas protagonistas.
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Sin más, aquí les ofrezco la lista:
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1. Yevgueni Zamiatin - <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2023/03/nosotros-1924-yevgueni-zamiatin.html">"Nosotros"</a> (1924) <br />
2. Aldous Huxley - <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2011/08/2-un-mundo-feliz-1932-aldous-huxley.html">"Un mundo feliz"</a> (1932) <br />
3. Karel Capek - <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2023/04/la-guerra-de-las-salamandras-1936-karel.html">"La guerra de las salamandras"</a> (1936) <br />
4. Ayn Rand - <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2023/04/himno-1938-ayn-rand.html">"Himno"</a> (1938) <br />
5. George Orwell - <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2021/08/1984-1949-george-orwell.html">"1984"</a> (1948) <br />
6. Kurt Vonnegut - <a href="https://www.blogger.com/blog/post/preview/7322206061033383658/174900991944277581">"La pianola"</a> (1952) <br />
7. Ray Bradbury - <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2023/05/farenheit-451-1953-ray-bradbury.html">"Farenheit 451"</a> (1953) <br />
8. Harry Harrison - <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2023/06/hagan-sitio-hagan-sitio-1966-harry.html">"Hagan sitio, hagan sitio"</a> (1966) <br />
9. William F. Nolan y George Clayton Johnson - <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2023/06/la-fuga-de-nolan-1967-william-f-nolan.html">"La fuga de Logan"</a> (1967) <br />
10. Ira Levin - <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2023/07/un-dia-perfecto-1970-ira-levin.html">"Un día perfecto"</a> (1970) <br />
11. Robert Silverberg - <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2016/02/el-mundo-interior-1971-robert-silverberg.html">"El mundo interior"</a> (1971) <br />
12. Walter Tevis - <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2018/10/el-pajaro-burlon-1980-walter-tevis.html">"El pájaro burlón"</a> (1980) <br />
13. Margaret Atwood - <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2019/01/el-cuento-de-la-criada-1985-margaret.html">"El cuento de la criada"</a> (1985) <br />
14. George Turner - <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2011/09/12-las-torres-del-olvido-1987-george.html">"Las torres del olvido"</a> (1987) <br />
15. P.D. James - <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2023/07/hijos-de-los-hombres-1992-pd-james.html">"Hijos de hombres"</a> (1992) <br />
16. Octavia E. Butler - <a href="https://pasion-por-la-cf.blogspot.com/2023/08/la-parabola-de-los-talentos-1998.html">"La parábola de los talentos"</a> (1998) <br />
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A partir de este momento, espero que este recorrido por tantas sociedades negativas futuras que hoy les planteo no les afecte al ánimo, y sí les permita conocer mejor y disfrutar aún en mayor medida de este subgénero tan influyente en la literatura universal, como lo reflejan los retratos de los dos escritores que ilustran esta entrada y que seguramente muchos de ustedes hayan reconocido (Aldous Huxley y George Orwell). Así pues, les espero en mi siguiente entrada, para comenzar el recorrido con la primera gran novela distópica que se escribió: "Nosotros", del ruso Yevgueni Zamiatin.Francisco Maldonado Martoshttp://www.blogger.com/profile/11647516422803589226noreply@blogger.com0