jueves, 18 de agosto de 2011

#5 La nube negra (1957). Fred Hoyle



Sir Fred Hoyle fue un astro-físico de reputación mundial que elaboró teorías controvertidas y sin embargo tan bien elaboradas como la de la Panspermia (que afirma que la vida no surgió en la Tierra, sino que llegó a la misma a bordo de cometas capaces de dispersar el mismo tipo de vida por diferentes mundos). Pero también cultivó con mucho acierto la ciencia ficción, especialmente esa rama de la misma llamada hard, por el predominio que se le da al componente científico-técnico en la obra. Una rama a la que, sin ir más lejos, a menudo también se adscribe a Arthur C. Clarke, a quien dediqué la entrada anterior.

La Nube Negra fue publicada en 1957, pero tardó más de tres décadas hasta que Miquel Barceló (a quien espero dedicar una entrada separada en algún momento, pues tiene una alta responsabilidad en mi pasión por este género literario) acometió su publicación en español en la colección Nova Ciencia-Ficción. Y es que según sus propias palabras era "un clásico indiscutible del género", que no podía permanecer ignorado por los lectores españoles. Más aún (añado yo) teniendo que en cuenta lo bien que ha envejecido.

No sólo coincido plenamente con Barceló, sino que a día de hoy sigue siendo mi novela de ciencia-ficción favorita. Por si esto parece un juicio demasiado personal, puedo mencionar que siempre que la he recomendado o prestado a algún amigo aficionado (y han sido muchas), he recibido opiniones entusiastas, llegando al caso de un amigo a quien se la presté y... ¡justo a las 24 horas me llamó para decirme que ya se la había terminado! (no sé cómo pudo hacerlo, son 250 páginas). De hecho, después de leerla por segunda vez puedo afirmar que, si mis conocimientos científicos-sociales-filosóficos y mi capacidad literaria me permitiera algún día escribir mi propia novela, La nube negra sería la novela que me gustaría escribir.

El descubrimiento de una misteriosa masa de materia interestelar que se acerca al sistema solar le sirve a Hoyle para dar lo mejor de sí mismo. Empezando por el estilo literario: conciso sin ser parco; inteligente sin ser aburrido. Los párrafos se suceden con naturalidad, y las descripciones se combinan sabiamente con las conversaciones. Siguiendo por la complejidad de los personajes, la puesta en escena de sus lados bueno y malo, su humanidad; incluso sus movimientos y sus actos están precisados con singular maestría. Profundizando en un argumento que roza la perfección, sin una sola página de relleno, y cuyo desarrollo el autor controla en todo momento. Y terminando con una irrepetible exposición de IDEAS (con mayúsculas) sobre los más amplios aspectos científicos, su adecuación a las circunstancias, su contraposición permanente, su evolución, su lógica, su veracidad...

Alguno de mis amigos me han señalado que subyace un cuestionable mensaje sobre la conveniencia de que sean científicos y no políticos quienes gestionen la sociedad, lo cual no necesariamente debe interpretarse como un defecto. Y otro pequeño pero que se le puede poner es la incertidumbre que tal vez surja en el lector cando se están narrando los desastres producidos por la nube y constata que aún quedan 100 páginas. Aunque en realidad lo que queda es tan interesante como lo que ya ha vivido.

En definitiva, si aún no conoce este clásico, y quiere paladear la mejor ciencia-ficción hard, ésta es la mejor novela posible.

2 comentarios:

  1. He oído hablar varias veces de esta novela, y siempre muy bien. De hecho es la favorita de Richard Dawkins, nada menos (según cuenta en "El gen egoísta"). Tengo muchas ganas de leerla.

    Sobre Fred Hoyle, creo interesante añadir que fue uno de los que más firmemente atacó la teoría de Darwin de la evolución de las especies. Recuerdo haber leído hace muchos años, en un libro del propio Hoyle, los argumentos que daba en contra de esa teoría, y haberme quedado con la sensación de que no o tenían sentido o yo no los estaba entendiendo bien. Con los años he comprobado que gente con mucho más conocimiento que yo opina que Fred Hoyle se equivocaba, y que no interpretó adecuadamente las teorías de Darwin.

    Por cierto, ¿para cuándo una entrada de la "Guía del autoestopista galáctico"?

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  2. Hasta ahora todas las personas a las que se la recomendado han quedado sorprendidas con su calidad, espero que sea tu caso.

    La guía del autoestopista galáctico es a mi modo de ver una obra de un humor muy peculiar que no termina de encajar con mis gustos, prefiero a Fredric Brown que a Douglas Adams. De todas formas espero poder dedicarle una entrada pronto.

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