sábado, 21 de mayo de 2022

"La nave" (1959). Tomás Salvador

Una nueva entrada prosigo mi recorrido en orden cronológico por los principales escritores que han publicado literatura de ciencia-ficción en España. Nos situamos en el año 1959, que fue cuando vio la luz la que es casi unánimemente reconocida como la primera novela de ciencia-ficción de nuestro país: "La nave", del palentino Tomás Salvador. Al igual que sucedía con mi anterior entrada, ese "Viaje a los efímeros" de Agustín de Foxá del cual comentaba que podría integrarse sin mayores problemas en cualquier antología de relatos del género en la década de los cincuenta, "La nave" podría con naturalidad formar parte de cualquier selección internacional de novelas recomendadas de dicha década. Y es que nos hallamos ante un caso poco habitual: una obra que desde su publicación ha sido igualmente ensalzada por crítica y público, lo que explica sus frecuentes reediciones. Y ello a pesar de que, también de manera análoga a mi anterior entrada, Salvador es desde hace décadas un escritor un tanto denostado en España, tanto por haber formado parte de la "Divisón Azul" durante la Segunda Guerra Mundial, como por su condición de "hombre del régimen" durante la dictadura franquista. Igual que en mi anterior entrada, reitero que en este repaso me estoy centrando solamente en la relevancia de las obras, independientemente de la filiación política de sus autores. Relevancia que, como les decía, queda en este caso fuera de toda duda. Porque "La nave" constituye un hito en la literatura de ciencia-ficción en español: original, bien estructurada, mejor desarrollada, y escrita con una calidad que nada tiene que envidiar a la de las mejores novelas anglosajonas de aquellos años.

La nave es un artefacto intergeneracional que, setecientos años atrás, partió al espacio como la mayor expedición jamás lanzada desde la Tierra hasta entonces, pero que fracasó en llegar a su destino, degenerando así de su propósito inicial a la sociedad presente, embrutecida y segmentada en dos grupos de seres humanos que apenas se interrelacionan. Solamente el Hombre de Letras, educado para escribir en el Libro de la nave, mantiene el suficiente nivel cultural para por lo menos continuar la historia escrita de lo acaecido desde el comienzo de la expedición. La originalidad de la novela reside, pues, en el planteamiento de la nave como un sistema social cerrado. Si bien podría ser cuestionable la autonomía de la nave para continuar funcionando tras siete siglos sin que los seres humanos a bordo sean capaces ya de realizar la mayoría de las tareas de mantenimiento necesarias, Salvador logra presentar esta circunstancia de manera razonable, por lo cual el deterioro gradual de los seres humanos a bordo resulta tan plausible como sugestivo. Y que Shim, su protagonista absoluto, tenga como Hombre de Letras la responsabilidad de seguir actualizando el Libro, le sirve tanto para realizar una mirada retrospectiva al pasado como para poner en marcha el cambio hacia el futuro.

Como decía, Salvador opta por utilizar ese sistema cerrado para explorar la lucha entre dos razas: los wit, herederos de los primeros astronautas pero actualmente confinados a causa del deterioro de la vida a bordo a los niveles inferiores de la nave, y los kros, surgidos precisamente a causa de la evolución de las condiciones a bordo, y que ostentan un poder dinástico en franca decadencia. Para ello el escritor estructura la novela en tres partes, cada una con un estilo narrativo propio. Durante la primera, a través de las lecturas y las reflexiones de Shim, se nos explica cómo la situación fue degenerando hasta llegar al enfrentamiento presente, de manera subyugante conforme avanzan sus capítulos "binarios". En la segunda, el descenso del mutilado Shim a los niveles interiores nos muestra la inesperada riqueza social de las siete familias wit, así como sus incipientes "avances" tecnológicos tras siglos de estancamiento. Y en la tercera, con Shim ya convertido en Novarca (una especie de Mesías de ese sistema cerrado), Salvador se detiene en los lógicos intentos por fusionar ambas razas y solventar así el conflicto.

La novela sigue sorprendiendo por la frescura que conserva a pesar de las décadas transcurridas desde su publicación, por la coherencia de los acontecimientos a bordo y sus consecuencias, y por la gradual evolución que encierran sus páginas. Resulta amena y bien escrita a partes iguales, y para no ser un autor de sólida formación científica, el elemento científico está razonablemente bien presentado, sin apenas anacronismos o artefactos trasnochados. Posee las dosis necesarias de humanidad, y fomenta casi desde el comienzo la especulación por parte del lector, algo siempre necesario en las buenas novelas del género.

En cuanto a los defectos, en mi opinión falla un tanto la redacción "lírica" de la tercera parte, esos versos libres con carácter epopéyico que ni riman ni entretienen como las dos partes anteriores. En menor medida, el comienzo resulta un poco lento, y no es complicado toparse con algún detalle poco creíble, además de una segunda parte de desenlace un tanto previsible. Y estaría bien que el final aclarara un poco más qué podría suceder desde el punto en que se interrumpe la narración en adelante. Aun así, resulta una lectura recomendable para todos aquellos que quieran presumir de conocer las mejores obras de la literatura de ciencia-ficción en español.

sábado, 14 de mayo de 2022

"Viaje a los efímeros" (1958). Agustín de Foxá

Con la presente entrada continúo con las reseñas de las obras más significativas de los principales escritores que han escrito ciencia-ficción en España. Como ya avisé al iniciar este apasionante recorrido, dada la escasez y la singularidad de la producción literaria española, no me voy a limitar solamente a novelas de extensión ordinaria, sino también a novelas cortas, o incluso a relatos. Es el caso de "Viaje a los efímeros", de Agustín de Foxá, que leí como parte del libro "Historias de ciencia ficción. Relatos, teatro, artículos", y de la que les voy a hablar hoy. La he seleccionado porque considero que es la obra de Foxá que mejor se ajusta a lo que entendemos actualmente por ciencia-ficción. Algo que seguramente resulte una sorpresa para algunos de los seguidores de este humilde blog, quienes tendrán referencias de Foxá como un escritor rancio e incluso denostado a causa de sus filiaciones políticas. Algo por desgracia aún habitual en nuestra crítica literiaria, y que como ya adelanté al iniciar este recorrido, no me parece una forma racional de evaluar la producción artística de nuestro país. Así que propongo obviar que Foxá fuera uno de los autores de la letra del "caralsol", además de un convencido falangista, y disfrutar de una de las primeras obras españolas que se podría inscribir con naturalidad en cualquier antología de relatos internacionales de ciencia-ficción de los años cincuenta.

Buen conocedor de la mejor ciencia-ficción anglosajona, el relato parte de la idea expuesta por Herbert George Wells en "El nuevo acelerador" (1901), consistente en contraponer dos velocidades temporales con el objeto de reflexionar sobre el hombre y su historia. Algo que refleja perfectamente su título. Se trata de un cuento relativamente largo para lo que cabría esperar, ameno, estructurado a partir de una serie de acontecimientos que suceden ante los ojos del lector, con una prosa que rehúye de los excesos barrocos de otras obras del autor, y la suficiente dosis de diálogos para mantener la atención del lector. En él, Foxá nos da a conocer la isla de Efímera, habitada por unos seres humanos irresimiblemente condicionados por un tiempo que avanza miles de vecea más deprisa que en el espacio convencional. A esta sugerente premisa debemos añadir que, en cierto modo, Foxá anticipa la "New Wave" que tan poderosamente influiría en el género una década más tarde, al focalizar las consecuenciaa de lo presentado en el crecimiento interior y en las reflexiones sobre la finitud de la vida de Miguel y de Catalina. Y que, además, permite al escritor parodiar la historia humana caricaturizando algunos de sus pasajes más oscuros y sus errores más notorios.

A pesar de esos aciertos, debo reseñar que el componente científico está poco conseguido, y eso implica que la convivencia entre ambos tiempos chirríe por todas partes: se pretende que en treinta y dos horas los protagonistas pueden interaccionar con los Efímeros hasta el grado de tener historias de amor con ellos. Y que en tan breve lapso los Efímeros viven vidas tan repletas de acontecimientos como las de los humanos del tiempo convencional. Es una pena que esta parte flojee, porque si este enfoque hubiera sido más acertado, podría haber sido un gran relato. Por lo cual recomiendo su lectura a interesados en conocer cómo se consolidó el género en nuestro país, pero no al aficionado en general.

lunes, 2 de mayo de 2022

"La jirafa sagrada" (1925). Salvador de Madariaga

Con la presente entrada continúo la reseña en orden cronológico de escritores españoles que han escrito obras de ciencia-ficción. Utilizo este giro porque en el caso que hoy nos atañe no estamos ante un "escritor de ciencia-ficción" como tal, sino de un escritor de literatura mainstream que siempre estuvo atento a las vanguardias del mundo anglosajón, y que se acercó en una de sus novelas al género. O mejor dicho, a uno de los subgéneros más reconocibles del mismo: las sociedades distópicas. Les hablo de Salvador de Madariaga y, en concreto, de la "Jirafa sagrada", a la que probablemente podamos calificar como la primera novela de ciencia-ficción escrita en España.

Aunque curiosamente, la novela se publicó originalmente en inglés, lo que refleja el dominio de dicha lengua por parte de Madariaga. Fue éste un escritor versátil, que cultivó ensayo, novela, crítica literaria, biografía e incluso poesía. Además de diplomático, ejerció de ministro durante la Segunda República, y fue un gran conocedor del Reino Unido, país al que se exilió durante la dictadura franquista, y en el cual residía cuando escribió la novela que hoy les presento. Y es que en aquellas primeras décadas del siglo pasado en el que el género comenzaba a dar su salto de los relatos pulp al formato novelístico, en España no tuvimos un Yevgueni Zamiatin o un Aldous Huxley que llevaran las distopías hasta cotas nunca antes conocidas, pero sí nuestro Olaf Stapledon particular, que reflexionando en realidad sobre algunos de los males de la sociedad de su tiempo, nos ofreció una singular novela sobre un futuro lejano en una ficticia nación africana (Ebania), salpicada de detalles humorísticos, y de un montón de conceptos originales y muy elaborados.

Eso sí, debo comenzar aclarando que su interpretación como una de las primeras obras de ciencia-ficción en español requiere de una lectura condescendiente. No tanto por su cautivador argumento (la nación de Ebania es en el siglo LXX una "monarquía ignicional" en la que el género dominante es el femenino, mientras que los varones se preocupan esencialmente de su físico y de sus intrigas amorosas), sino por la gran cantidad de anacronismos e incoherencias que encierra, así como por la ausencia de una trama medianamente defendible, puesto que la narración avanza a trompicones entre explicaciones de la sociedad, miradas al pasado y al presente, y sólo unos cuantos episodios más allá de conversaciones puntuales.

Por la obra circula un elenco de personajes contenido pero no muy bien delineado, entre otras cosas por la similitud entre sus nombres (Suavela, Shawa, Zama, Telango, Scruta), así como por los lazos de parentesco con hermanos e hijos. La atención de Madariaga se detiene sólo esporádicamente en dichos personajes, sin que más allá de los tejemanejes para lograr que S'Irbar se case con Scruta, se pueda hablar realmente de una trama vertebradora. En parte esa ausencia de hilazón la determina que el escritor vaya intercalando capítulos "de acción" con otros dedicados a explicar el origen de la mitología de Ebania, la evolución de su sistema político hasta llegar a la necesidad de la figura de los fogoneros, o su cuerpo religioso (constituido por las Abejas Silentes, y sustentado en su libro sagrado, La Voz del Silencio). Todo lo cual está siempre planteado a modo de espejo frente a la sociedad británica de comienzos del siglo XX, deformándola hasta hacerla parecer entre incoherente e hilarante frente a la en apariencia perfecta sociedas ebanita (en apariencia solamente, ya que el punto de vista distópico se encuentra presente, si bien requiere de una lectura entre líneas).

El autor recurre a gran cantidad de conceptos llamativos, lo que constituye sin duda uno de los principales aciertos de la novela: desde el previsible "hominismo" que va surgiendo como reacción al predominio del género femenino, pasando por los pregoneros que suplen a nuestros medios de comunicación, la original estructura jerárquica de las Abejas Silentes, la alternancia de los partidos verde y amarillo dentro de su monarquía ignífuga, o la innumerable cantidad de leyendas, expresiones e incluso monedas articuladas en torno al mito de la Jirafa Sagrada, omnipresente en la profundamente elaborada cultura ebanita. En la que no faltan el desprecio al analfabetismo generalizado, o los acordes no-armonizados. Y todo ello redondeado con gran cantidad de refranes, postulados religiosos extraídos de una minuciosa confección de La Voz del Silencio, y un sinnúmero de detalles elaborados.

El problema es que la despreocupación por dotar de cierta evolución tecnológica a la sociedad del siglo LXX (cabe mencionar aquí máquinas de escribir, automóviles, edictos en papel, incluso países cuya economía se sustenta esencialmente en la carne de cerdo...), y la siempre complicada tarea en este tipo de obras de evitar anacronismos, lastran notablemente el resultado. Si a ello le sumamos una prosa excesivamente florida y recargada incluso para su tiempo, la ausencia de la habitual estructura "comienzo - nudo - desenlace", el nulo interés por mostrarnos lo que podría estar sucediendo en otras partes del planeta dentro de cincuenta siglos, la tozuda creencia de la mayoría de los personajes en los mitos más injustificables, y una resolución que es un mero trámite resuelto en un único capítulo final (sin apenas hilazón con el resto de lo narrado), se comprenderá que la novela no ha envejecido nada bien. Por lo que sólo la considero apta para interesados en los albores de la literatura de ciencia-ficción en España.

"Accelerando" (2011). Charles Stross

Una nueva entrada prosigo con la reseña en orden cronológico de los autores y las novelas más representativas de la ciencia-ficción dura . ...