domingo, 27 de octubre de 2019

Aire (2005). Geoff Ryman

Una entrada más continúo reseñando las novelas ganadoras o nominadas a los Premios Nébula durante la primera década del siglo XXI. Voy a reseñar en esta oportunidad "Aire", la novela más reconocida del escritor canadiense (aunque afincado desde hace muchos años en el Reino Unido) Geoff Ryman. Poco conocido para el lector en español, se trata de un escritor no demasiado prolífico que alterna en su bibliografía novelas más claramente adscritas a la fantasía con otras más cercanas a la ciencia-ficción, como la presente. "Aire" es una novela de ambientación original, con varios conceptos novedosos para despertar el interés del lector, y una complejidad social excelentemente captada, virtudes que propiciaron su nominación para los Premios Nébula. Pero también es una obra fantasiosa en exceso, y con algunas licencias argumentales difíciles de defender.

Sin duda lo mejor de la novela es Kizuldah, la pequeña y aislada villa en el imaginario país de Karzistán (una nación a medio camino entre China, Rusia y Kazajstán, con una larga historia de ocupaciones, guerras e invasiones que conformaron una sociedad multiétnica y multirreligiosa muy interesante). Kizuldah, excelentemente recreada con la ayuda del útil plano situado al comienzo del libro, es un lugar en el que la vida transcurre pobre, apacible y anónima para unas pocas decenas de familias cuyo entramado social Ryman recrea con una profundidad y esmero dignos de elogio. Y que va evolucionando, con sus envidias, sus rechazos, sus rencillas, su defensa de lo tradicional conforme Ryman va poniendo en juego sus "televisores" y su "aire".

Ambos conceptos, "televisiones" y "aire", representan evoluciones novedosas y relativamente plausibles de nuestros televisores "Smart TV" y de nuestra internet inalámbrica y móvil. Las primeras, además de sus funciones actuales, pueden funcionar como servidores, enviar correos electrónicos, imprimir contenidos y buscar información de todo tipo. Y el segundo supone el acceso definitivo a todo el mundo virtual que jamás haya existido, pero sin barreras, gratuito, y con la posibilidad de acceder no sólo a otras personas sino a todas las vivencias pasadas (y futuras) de cada personaje (sí, lo han leído bien).

Y es que precisamente ahí empiezan los problemas, en este tipo de licencias que se toma el escritor y que dañan la verosimilitud de la novela. Porque no es de recibo que "aire" permita ver el futuro, ni que mezcle la identidad psíquica de dos personas (en este caso la de la protagonista Mae Chung y la de su antigua profesora, la vieja Señora Tung). Como tampoco lo es que por ejemplo aparezca un perro que puede hablar, o que algo tan disruptivo como "aire" se pruebe de manera subrepticia y fallida y afecte precisamente a un lugar tan recóndito como Kizuldah.

Pero por si la verosimilitud de la obra no se hubiera visto suficientemente dañada por esas licencias, Ryman termina de arruinarla con situaciones inadmisibles: el embarazo "estomacal" de Mae y su posterior parto "por la boca" de un niño minúsculo y con todo tipo de malformaciones pero vivo; que su protagonista Mae acabe formando una familia aparentemente normal nada menos que con su ex-cuñado, su vecino y amante, y las hijas de éste; que la analfabeta Mae se convierta rápidamente y sin ayuda externa en toda una experta en el manejo de "aire"; o que un país tan atrasado como Karzistán albergue un laboratorio tan tecnológicamente avanzado como Yeshiboz Sistemlar. Otros defectos menores pero perceptibles son el contraste del larguísimo capítulo 14, más propio de una novela de Robin Cook, con el estilo del resto del libro, el alegórico penúltimo capítulo, menos aclaratorio de lo que esperaba y hasta un poco pesado, o que todo un New York Times ejerza de altavoz mediático para la humildísima vida de Mae.

A cambio de todos estos excesos e inconvenientes, Ryman nos entrega una memorable semblanza de las pequeñas vidas de un montón de personajes (tantos que hay que realizar un esfuerzo consciente para no perderse entre tanto nombre), y de cómo reaccionan de distintas maneras frente a los cambios tecnológicos. Porque al final eso es lo que perdura de la novela: el impacto que generan esas disrupciones tecnológicas en la gente humilde. Más incluso que el (esperable) episodio de la inundación de la aldea, que tal vez hubiera sido un mejor desenlace que el que finalmente nos propuso Ryman. Y es que a veces no es posible abarcar tantos frentes como los que había abierto en esta ambiciosa obra y mantenerlos al mismo nivel hasta el final.

lunes, 7 de octubre de 2019

Tocando fondo (2003). Cory Doctorow

En esta nueva entrada prosigo con las reseñas de las novelas ganadoras o nominadas a los Premios Nébula durante la primera década del siglo XXI. Voy a escribir hoy sobre "Tocando fondo", nominada al igual que "Omega" de Jack McDevitt (que reseñé en mi anterior entrada) a los Premios Nébula del año 2005. Con el más revelador título original de "Abajo y afuera en el Reino Mágico" (de Disney), se trata de la primera la novela (y seguramente la más conocida) del canadiense Cory Doctorow. Una novela con mucha personalidad y repleta de ideas originales, pero descabellada, superficial, escasamente cohesionada, no demasiado bien escrita y peor traducida y presentada.

Como su ampulosa y un tanto pedante introducción explica, la Sociedad Bitchun que crea Doctorow para su hipotético siglo XXIII cautiva desde el principio al lector con un montón de ideas originales. A destacar el Whuffie, la valoración que las demás personas otorgan a cada individuo, y que determina su éxito o fracaso social y consecuentemente económico, en lo que constituyó una clara y certera anticipación de los conceptos de "followers" y "likes" que tanto peso tienen en nuestras redes sociales actuales. También los back-ups que se realizan periódicamente todas las personas, y que permiten restaurarlas a partir de su última copia de seguridad pero con un cuerpo rejuvenecido o renovado, por ejemplo en caso de muerte accidental o simples ganas de volver a ser físicamente más joven. O la adhocracia, esa nueva forma de gobernanza basada en grupos auto-organizados que no trabajan por la necesidad de producir sino por el placer de dedicarse a lo que desean. Es cierto que Doctorow no se esfuerza en justificar estos y otros avances radicales, pero en todo caso se trata de un material especulativo de primer nivel.

El problema es que sacar partido a todas esas ideas sin que la novela parezca un galimatías o revele sus incoherencias es muy complicado, y a pesar de que la trama es lineal, Doctorow carece del talento para ello. Se nota que fue su primera novela, y que le faltaba el oficio para dimensionar tantos avances, para poner su historia en contexto, para estructurar temporalmente los acontecimientos, o para darle la profundidad adecuada a sus personajes. Además la traducción es deficiente, con los "porque" separados, los signos de puntuación usados a menudo de manera incorrecta, traducciones literales del inglés... y la edición es también bastante pobre, muy poco cuidada.

Tampoco ayuda que la historia transcurra casi íntegramente en el Disney World de Florida, un marco sumamemente original y quizá admisible para el lector norteamericano medio, pero que se antoja poco serio a los ojos europeos para explorar con rigor todas esas ideas brillantes. Ni que la trama gire en torno a las mejoras que los dos bandos que gradualmente surgen intentan aplicar a la "Sala de los Presidentes" y a la "Mansión Encantada". Dos de las atracciones más representativas del parque, es cierto, pero a todas luces insuficientes para dotar de verosimilitud a las apasionadas reacciones que emprenden los distintos personajes, y que incluso les llevan a menudo a cambiar de bando según las circunstancias.

Teniendo en cuenta todo lo anterior lo esperable es que el lector opte por dejarse llevar, sin apenas reflexionar sobre lo planteado o cuestionarse la viabilidad de determinadas ideas. Es innegable que Doctorow sí ha trabajado esas ideas, porque por ejemplo las implicaciones o el uso torticero de los back-ups, así como el retorno a la vida de los padres de Lil, o incluso el reemplazo del suicidio por el cabeceo hasta el "final de la Era Estrellífera" por el que opta Dan al final, son recursos originales a la vez que bien engarzados con lo planteado, y favorecen que el desenlace resulte razonablemente coherente. Pero para haber llevado "Tocando fondo" a otro nivel habría hecho falta una mayor extensión, una mayor atención a las vivencias y al mundo interior de Julius, el protagonista, y una prosa más madura y sugestiva. Una lástima: a menudo las ideas brillantes no dan lugar a novelas brillantes.

"Accelerando" (2011). Charles Stross

Una nueva entrada prosigo con la reseña en orden cronológico de los autores y las novelas más representativas de la ciencia-ficción dura . ...