domingo, 14 de diciembre de 2025

"Autoridad" (2014). Jeff VanderMeer

Con esta entrada prosigo la revisión en orden cronológico de algunas de las sagas más relevantes para el lector de ciencia-ficción en español que aún no habían aparecido por este humilde blog. Sigo avanzando en el tiempo, y me sitúo ya en 2014, que fue cuando vio la luz "Autoridad", la segunda de las novelas que constituyen la Trilogía de Southern Reach, del escritor estadounidense Jeff VanderMeer. Sin duda, se trata de una de las sagas más populares en el género en estos últimos años, y por eso escogí una ilustración de sus tres volúmenes (junto con otra de "El Problema de los Tres Cuerpos", de Cixin Liu), para ilustrar la entrada que dio pie y centraliza todas las revisiones que estoy haciendo desde entonces. Y es que se trata de una trilogía que ha excedido los límites de la ciencia-ficción y ha sido reivindicada por no pocos medios y lectores de literatura más generalista. Sin embargo, ya les adelanto que mi reseña de hoy no va a ser en absoluto favorable a la misma. Algo que quizás les sorprenda, porque en su momento mi impresión de "Aniliquilación" (2014) sí fue claramente positiva. Pero es que esta segunda entrega echa por tierra todas las virtudes de su predecesora y se enreda en el mundo interior de su protagonista, sin ofrecer prácticamente nada de interés hasta sus páginas finales.

En esta segunda novela VanderMeer cambia el enfoque de su predecesora y se sirve de un narrador en tercera persona para seguir las peripecias de John Rodríguez, Alias "Control", el nuevo director de la Agencia Southern Reach (encargada, como saben quienes recuerden la lectura de la primera novela, de investigar el "Área X" y los fenómenos allí acaecidos). Peripecias que quedarán constreñidas casi en su totalidad a la propia agencia, dejando en un segundo plano muy remoto el área. Estas diferencias esenciales se ven agravadas por otro hecho determinante: una extensión mucho mayor que la de su antecesora (más de ciento veinte mil palabras en la edición en inglés). Esta combinación de cuatro nuevos factores (enfoque, protagonista, objeto y extensión) afecta dramáticamente al resultado final de la novela, que queda lejísimos del de "Aniquilación". Por múltiples factores derivados de esas cuatro decisiones desacertadas.

Uno de los más evidentes es la falta casi absoluta de acontecimientos durante la mayor parte del libro. Y es que durante unos pocos días Control se limita a recorrer físicamente la agencia, a seguir irregularmente algunos indicios sobre los misterios del área, a clasificar información, a unas pocas entrevistas con la bióloga (la protagonista de "Aniquilación"), a unas cuantas conversaciones deshilvanadas con algunos de los miembros más relevantes de la agencia, y a unos periódicos chequeos con su superior en la agencia secreta ("La Voz") y con su... madre. Sí, han leído bien, toda una primera novela para una cautivadora duodécima expedición al "Área X", y otra posterior para explorar la relación del nuevo director de Southern Reach con su madre. Eso es todo: ni se visita de nuevo el "Área X" (apenas un tímido acercamiento a sus confines), ni se averigua prácticamente nada de la misma. Un aspecto decepcionante del que lector va siendo consciente paulatinamente, y que provoca que su desinterés por la lectura vaya aumentando en la misma proporción.

Pero es que, además, el ritmo de la narración es muy bajo, algo que tampoco ayuda a que el libro enganche (aunque reconozco que la prosa es fluida). Además de recrearse en la relación con su madre, el escritor ofrece multitud de detalles sobre la vida y la personalidad de Control, pero eso, en vez de acercarlo al lector, lo vuelve más antipático, pues se le percibe como el principal obstáculo para que progresen de una vez los acontecimientos. Aún más: VanderMeer se detiene en detalles que parecen absurdos, fracasa al intentar despertar la atención del lector con revelaciones que son siempre menores, y no consigue crear ni un clima paranoico, ni mucho menos conspiratorio, a pesar de que ésa parece ser su intención. Porque los desesperantes tumbos que va dando Control y la gran cantidad de páginas de relleno que de ello se derivan son contrapesos demasiado fuertes.

Otros defectos adicionales son las inconsistencias fácilmente detectables (se permite que madre e hijo no solamente formen parte de la misma agencia secreta, sino que interactúen sin intermediarios en el mismo caso; se termina reconociendo implícitamente y a regañadientes que la novela no está ambientada en un universo alternativo o similar, que le pudiera conferir mayores dosis de verosimilitud, sino en los Estados Unidos de los siglos XX y XXI, pero se introducen irrealidades como la ciudad de Hedley, el extenso tramo de costa contaminado, o el paraje de Rock Bay al final); se presentan como puntos álgidos de la narración capítulos que pretenden intimidar al lector pero que de hecho, lo dejan frío (como aquel en el que Control descubre las pinturas esquizoides de Whitby); se produce una pérdida casi total del ambiente de misterio y opresivo de la primera entrega; y se incurre en el abuso de barbarismos innecesarios.

Por desgracia, las virtudes de "Autoridad" caben en un párrafo: el palpable esfuerzo por capturar los traumas de los personajes de la agencia; la relación de algunos de ellos con el medio ambiente; el estilo de VanderMeer, a veces recargado y a veces grandilocuente, pero efectivo para que el lector no se desenganche del todo; y un tramo final y un desenlace (en realidad, todo lo narrado en la parte final, la denominada "Más Allá"), en el que por fin suceden algunas cosas dignas de mención, hay menos divagaciones, se nos ofrece un poquito de acción y, aun cuando no se ate ningún cabo, se nos propone un cierre para la lectura que no es una mera interrupción, y que puede ser suficiente para despertar el interés por la lectura de "Aceptación", la tercera entrega.

Escribo conscientemente "puede ser suficiente" porque en mi caso no lo fue; "Autoridad" me había ofrecido demasiado poco para ello. Personalmente pienso que VanderMeer debería haber planteado una segunda entrega menos disruptiva con la primera y, teniendo en cuenta lo que se narra en ella, haberla despachado en como mucho cien páginas. Así que aquí terminan mis reseñas sobre la Trilogía de Southern Reach.

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