domingo, 30 de noviembre de 2025

"El Final De Todas Las Cosas" (2015). John Scalzi

Una entrada más continúo con esta segunda etapa de reseñas de algunas de las principales sagas de la literatura de ciencia-ficción. Hoy toca seguir hablándoles de "La Vieja Guardia", la archiconocida saga del estadounidense John Scalzi. De la cual ya reseñé sus cuatro primeras novelas en mi primer recorrido, hace aproximadamente una década. La que les traigo en esta oportunidad es hasta la fecha la sexta y última de sus entregas disponibles para el lector en español: "El Final De Todas Las Cosas". Se trata de un libro a medio camino desde el punto de vista estructural entre las cuatro novelas completas primigenias y el fix-up de relatos "La Humanidad Dividida", del que les hablé hace unos días. La de hoy es una obra que resuelve satisfactoriamente la mayoría de las cuestiones planteadas en su predecesora. Aunque resulta menos disfrutable que cualquiera de sus cinco hermanas.

Como les adelantaba, para cerrar la saga Scalzi crea una estructura no utilizada hasta ahora, consistente en cuatro "novelas cortas" (entrecomillo porque su extensión varía entre lo que podríamos considerar un relato largo y una novela corta propiamente dicha), con protagonistas diferentes, pero enlazadas argumentalmente y consecutivas en el tiempo. De ahí lo del "libro a medio camino", una variante que tal vez descoloque a algunos lectores, pero que no afecta en exceso a los pilares sobre los que se sustenta toda la saga. Porque aquí sigue habiendo sobre todo episodios de acción y maniobras políticas, narradas con un estilo directo y buenas dosis de humor. Si bien el escritor resta protagonismo a los tres supervivientes del cuarteto que sostenía "La Humanidad Dividida" (Ode Abumwe, Hart Schmidt y Harry Wilson), y fuerza al lector a familiarizarse con otros personajes que hasta ahora habían recibido una menor atención.

Así, el primer relato largo lo protagoniza el piloto Rafe Daquin, y se centra en explorar aspectos como la utilidad de los conocimientos adquiridos y la explotación de vulnerabilidades en el software de las naves espaciales. El segundo explora, de la mano de la Consejera del Cónclave Hafte Sorvalth, la complejidad de las relaciones diplomáticas. El tercero nos presenta las acciones militares lideradas por la teniente de las Fuerzas de Defensa Coloniales Haeather Lee, profundizando en sus sentimientos ante tanta violencia. Y el cuarto, ya sí protagonizado por el Teniente Harry Wilson, intenta hacer las veces de desenlace de todo el libro, recurriendo para ello a una serie de estrategias que sólo se muestran eficaces gracias a la astucia que las acompaña. Un enfoque que aporta otros puntos de vista a la situación planteada por Scalzi en nuestra Galaxia, y que incorpora curiosidades como la mayor atención jamás dedicada por él a una especie alienígena, la lalan Hafte Sorvalth.

Aparte de su originalidad estructural y de su nuevo enfoque, otros aciertos del libro son un elemento científico particularmente bien cuidado (en especial en el primer relato, a lo largo del cual casi cualquier programador profesional se identificará con sus conceptos y sus técnicas); una mayor atención a las reflexiones sobre la Unión Colonial y, en general, sobre todos los trastornos que la humanidad ha venido provocando durante los últimos siglos en la Galaxia; algunos pasajes de acción al nivel de las primeras cuatro novelas (sobre todo en el tercer relato); y la no por conocidad menos destacable habilidad de Scalzi para crear dialógos amenos y reveladores que faciliten el disfrute.

A pesar de lo cual nos hallamos, en mi opinión, ante la entrega más floja de toda la saga. Y ello se explica porque dos de las novelas cortas son sensiblemente inferiores al nivel medio de la serie. Tanto la protagonizada por Solvath como la que lidera Wilson son poco más que una serie de largos diálogos mantenidos por diversos personajes, con una temática casi exclusivamente política. En realidad, en ambas sucede muy poco (y muy al final de las mismas), sin que haya no ya acción, sino ni siquiera algo de la esperable tensión. Tanto es así que la muerte del General Gau, que debería haber sido un hecho crucial en toda la trama, carece de todo dramatismo, y el desenlace de la cuarta historia parece más un resumen generado por inteligencia artificial que el trabajo de un novelista. Siendo benevolente, leer estos dos relatos no pasa de ser una experiencia a lo sumo interesante, y sólo para los seguidores incondicionales de la saga. A distancia de estos dos defectos se encuentra otro de sus principales fallos: la versión alternativa de la primera historia que se incluye al final, sólo apta para incondicionales que además sean particularmente curiosos con la creación literaria (es un relato sin chispa, vagamente emparentado con la versión final y, encima, inconcluso). Otros defectos sí son comunes a toda la saga, como cierta falta de profundidad (que provoca que la serie a menudo parezca poco más que un mero entretenimiento, cuando sus páginas encierran mucho más), o el abuso de barbarismos innecesarios.

En suma, una forma discreta de rematar una saga que seguramente habría merecido para tal propósito una novela completa, de mayor ambición y calado. Aunque les adelanto una sorpresa de última hora: mientras me documentaba para esta última entrada, he sabido que Scalzi acaba de darle continuidad en el mercado estadounidense con una séptima entrega, "The Shattering Peace", obviamente aún no traducida al español. Así que tal vez sí que el cierre real sea un novelón a la altura de "Las Brigadas Fantasma"; dentro de un tiempo lo sabremos.

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