La entrada que hoy les traigo da continuidad a mi recorrido por algunas de las sagas más relevantes para el lector de ciencia-ficción en español. Avanzamos ya hasta el año 2019, que fue cuando comenzó a publicarse la saga "Luna Helada", del escritor alemán Matthias Matting (quien publica bajo el pseudónimo de Brandon Q. Morris seguramente para evitar el rechazo de aquellos lectores acostumbrados a leer exclusivamente producciones anglosajonas). Algunos de ustedes tal vez recuerden que hace un par de años reseñé ya el primer título de la saga, "La Misión Encélado" (2019), una revitalizante incursión en el subgénero de la ciencia-ficción dura amparada por los conocimientos científicos y tecnológicos más recientes. La que hoy les traigo es la segunda entrega de la saga, "La Sonda Titán". Publicada sólo unos meses después de su predecesora, profundiza en los hallazgos de su primera entrega con una historia de idénticos protagonistas y marco temporal, que resulta más disfrutable que novedosa.
Cronológicamente la narración arranca apenas unas horas después del final de "La Misión Encélado" (excepción hecha del prólogo, fechado en 2005 y dedicado a narrar el aterrizaje de la sonda Huygens en Titán), y salvo por el añadido del veterano profesore Robert Millikan y sus descubrimientos sobre lo que está sucediendo en torno a Saturno, se centra en los mismos seis protagonistas de la primera novela. Incluyendo a Marchenko, el médico ruso al que habíamos dado por muerto en la superficie de Encélado en la primera novela. Morris lo "resucita" (un recurso más defendible desde el punto de vista literario que desde el biológico), y estructura en torno a su lucha por la superviviencia en condiciones extremas y a su intento por avisar a sus compañeros para que lo rescaten, toda la trama.
Entre medias, la inesperada actividad mostrada por la sonda Huygens en el año 2046 le sirve al autor como excusa para enviar al resto de la misión a visitar Titán, el mayor satélite de Saturno, en una expedición también repleta de dificultades, aventuras y peligros. Abundando en la ya conocida temática del primer (en este caso segundo) encuentro con vida inteligente extraterrestre, elucubrando sobre los procesos que podrían dar lugar a la misma, y las formas que podrían adoptar los seres vivos en unos ambientes tan hinóspitos desde el punto de vista humano. Morris encara estas especulaciones con su ya conocido rigor científico, y lo hace cautivando por sus conocimientos aplicados en las materias más diversas, e intentando en todo momento que el lector comprenda la ciencia y la tecnología que los sostiene. Un cuidado extremo del elemento científico que justifica los extensos apéndices sobre Titán emplazados al final del libro, realmente interesantes y presentados con innegable vocación didáctica.
Esta continuidad argumental, estilística y tecnológica facilita que el lector de esta segunda entrega se sitúe al instante y disfrute de la lectura, pero en cierta medida también juega en contra de la misma. Sobre todo, porque lo que encierran las páginas de la novela resulta menos sorprendente que en la primera novela. Pero también porque la dualidad de líneas narrativas (la que debería acaparar la atención, en Titán, y la que realmente alcanza mayores cotas de dramatismo, en Encélado) no termina de funcionar; de hecho, la segunda y última parte de la novela ("Regreso", que abarca aproximadamente su último tercio), ya no acontence en absoluto en Titán, cuando éste es la supuesta razón de ser del libro. Porque Matting parece darse cuenta de que lo que le falta por relatar de la novela es precisamente lo que va a suceder en Encélado, aunque no sea el mayor satélite de Saturno.
Otros defectos menores son las relaciones afectivas un tanto infantiles (al menos así nos las presenta Morris) entre su sexteto protagonista, cierta falta de dramatismo en algunas situaciones (la prosa del escritor es muy alemana, para lo bueno y para lo malo), la presencia de algunos sueños y visiones justificadas argumentalmente pero que chirrían frente al tono de aventura científica del grueso de la narración, cierta premura en el desenlace, y la solución un tanto artificiosa para dar continuidad a la vida de Marchenko y que pueda retornar a la Tierra.
A cambio, la novela es eficaz a la hora de revisitar temas clásicos del género a la luz de los más recientes conocimientos científicos y avances tecnológicos, y frente a lo que tan a menudo sucede en estos últimos años, no pretende reconciliar la ciencia-ficción con los dogmas de pensamiento único que nos rodean por todas partes, sólo instruirnos sobre lo que esconde nuestro Sistema Solar a la vez que nos hace pasar un buen rato. Por eso el balance final es netamente favorable, y por eso les emplazo a mi siguiente reseña de la saga, dentro de unos días.

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