Prosigo con la entrada que les traigo hoy con mi nuevo recorrido en orden cronológico por algunas de las sagas más importantes de la ciencia-ficción disponibles para el lector en español. Avanzamos en el tiempo y nos situamos a finales del siglo pasado. Más concretamente en 1999, que fue cuando vio la luz "Un Abismo en el Cielo", la multipremiada novela del escritor estadounidense recientemente fallecido Vernor Vinge. Y que como su título ya anticipa al incorporar la palabra "abismo", forma parte de la saga de las Zonas de Pensamiento, junto con la también multipremiada "Un Fuego sobre el Abismo" (1992), que ya reseñé en su momento aquí. Y junto con la inédita para el lector en español "The Children of the Sky" (2011). En el caso de la novela que les traigo hoy, pese a publicarse casi siete años más tarde, en realidad se trata de una precuela de su predecesora, pues su acción se sitúa veinte mil años antes. Aunque indudablemente forman parte de la misma serie, pues comparte con aquella el mismo universo coherente, las mismas Zonas de Pensamiento ("Un Abismo en el Cielo" transcurre en la "zona lenta"), y uno de sus personajes principales. LA de hoy es una novela fastuosa que traslada a la humanidad miles de años en el futuro, y que actualiza temas clásicos en la ciencia-ficción como el primer contacto con una civilización alienígena inteligente o la tradicional space opera a escala interplanetaria. Sirviéndose para ello de un pujante y esmerado elemento científico, unas especulaciones de hondo calado, y mucho espacio para desarrollar su creación.
Porque lo primero que llama la atención del libro es su gran extensión (más de setecientas páginas con un tipo de letra bastante pequeño). Un hecho que constituye a la vez una virtud y un defecto. Virtud porque Vinge puede gracias a la misma desarrollar a fondo todo lo que ha concebido su prolija imaginación, casi al extremo de crear una obra coral. Pero también defecto porque se vuelve por momentos una novela difícil de leer, de ésas en las que cuesta retener lo que se nos va narrando, y que a veces hace al lector plantearse si tanto detalle será en realidad relevante para la trama. En particular, el comienzo es un tanto desalentador: la novela carece de un más que conveniente índice de personajes y lugares, por lo que es el lector quien, mediante inmersión pura y dura, debe ir creándose su propia composición de lugar, tratando de expandir miras a partir de los hechos puntuales que se van narrando.
Pero si se trata de un lector habitual del género, y mejor aún si ya ha lidiado con las dificultades que presentan otras novelas de Vinge, probablemente saldrá airoso del reto, y poco a poco empezará a disfrutar con la lectura. Sobre todo de una tercera parte comedida en extensión en comparación con las dos anteriores, y donde los actos de las tres facciones (las dos humanas, Queng Ho y Emergentes, y las Arañas alienígenas) irán interrelacionándose y convergiendo hasta alcanzar el clímax en un desenalace trepidante, que sin duda fue uno de los pilares que sustentaron los galardones que recibió el libro. Y es que la novela encierra prácticamente todo lo que se le pide al género: sentido de la maravilla, ciencia y tecnología a raudales, reflexiones abundantes y profundas, episodios de aventuras, intrigas... hasta pasajes de amor y desamor desfilan por sus páginas.
Pese a tratarse de una novela tan grandilocuente incluso dentro de la literatura de ciencia-ficción, curiosamente el mayor acierto del libro es en mi opinión su caracterización de los personajes. En especial de los alienígenas, relativamente pocos pero muy bien escogidos, y "humanos" dentro de su condición de extraterrestres. Y particularmente, de Sherkaner Underhill, una auténtica maravilla, el genio que contribuyó decisivamente al veloz desarrollo tecnológico de su planeta. Aunque otros como Victory Smith o Hrunkner Unnerby no le andan a la zaga. Pero es que en el lado humano, pese al mayor tamaño del elenco, Vinge también sale airoso del reto con personajes poliédricos como el que se supone que es el protagonista absoluto de la saga (Pham Nuwen), Ezr Vinh, Qiwi Lisolet o Ritser Brugel, el Vicecaudillo de Hábitat que quizá sea el más logrado de todos ellos.
Otros aciertos incuestionables de la novela son las profusas y hondas especulaciones (citemos entre otras los ciclos que atrevesarían las civilizaciones planetarias, las dificultades y los riesgos del comercio interestelar, los obstáculos físicos que impedirían a la humanidad consolidarse como especie en la galaxia, la complejidad de los programas informáticos acumulados durante mienios, o las posibilidades que abriría una técnica como el "Enfoque"); la recreación de las tres culturas presentadas; la gradual evolución de la civilización de los arácnidos; la forma en que la singularidad de la estrella On/Off ha modelado no sólo la vida en el planeta Arachna, sino también su cultura y costumbres; y ciertos pasajes realmente disfrutables, como todo lo relativo a la emisión del programa "La hora de la ciencia para niños", o cómo se desencadenan los acontecimientos cuando Smith visita Meridional y Brugel desciende al planeta al frente de la Mano Oscura.
Por desgracia, la producción de Vinge también tiene su lado oscuro, y en esta novela también se deja ver. Ante todo en sus ya conocidas limitaciones como narrador: no es un escritor hábil a la hora de mantener el ritmo narrativo, por lo que, especialmente en su segunda parte, abundan los pasajes menores y los capítulos en los que escasean los acontecimientos (si bien algunos de esos detalles Vinge se acordará de recuperarlos cientos de páginas más adelante). También nos topamos con ciertas redundancias en su prosa, que con frecuencia resulta un tanto imprecisa. Además, cuando el ritmo narrativo aumenta, tiende a volverse confusa, tanto que sólo en páginas posteriores el lector terminará de comprender lo que había sucedido realmente. Y tampoco ayuda una traducción repleta de errores (tiempos verbales incorrectos, conjugación del verbo haber, términos y clichés mal traducidos...).
Entre los defectos específicos de esta novela, el más relevante me parece el manido truco con el que Vinge engaña hasta el final al lector, no dejándole caer siquiera las interacciones bajo cuerda entre Trixia y Underhill que suceden durante mucho y tiempo y que terminarán condicionando el desenlace del conflicto. Por otra parte, las tres intrahistorias en las que nos relata el traumático pasado de Pham Nuwen me parecen más una concesión a la crítica literaria que unas páginas relevantes para la trama. En otro orden de cosas, la analogía entre la evolución de la sociedad araña y la de la sociedad de nuestro planeta en el siglo XX tal vez sea excesiva. Como me parece excesiva la precisión y la efectividad que Vinge pretende conferirle a la técnica del "Enfoque", teniendo en cuenta las complejidades que presenta la manipulación del cerebro humano. Y, aunque esto tal vez sea cuestión de gustos, creo que Vinge erró al conferir tanto a o más relevancia a los sucesos en L1 que en Arachna, cuando era ahí donde residía el auténtico filón de la novela.
Todo el tramo final, con su brillante desenlace presentado desde múltiples y complementarias perspectivas, un evidente esfuerzo por atar cabos, y un loable epílogo, mejora la impresión final que nos deja el libro. Al mismo tiempo que, a mi modo de ver, deja conscientemente abiertas varias puertas para una continuación que Vinge aparentaba tener en mente, pero que nunca llegó a escribir. Una lástima viendo todo lo que consiguió con esta monumental obra.
Un apasionado de la literatura de ciencia-ficción y escritor a tiempo parcial que dedica parte de sus escasos ratos libres a compartir su pasión con el resto de aficionados.
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