martes, 31 de diciembre de 2024

"Homínidos" (2002). Robert J. Sawyer

Con la entrada que hoy les traigo continúo el segundo recorrido en orden cronólogico por muchas de las sagas más relevantes para el lector en español. Y me detengo por primera vez en una de las series más famosas del presente siglo. Se trata de la trilogía "El Paralaje Neanderthal", una de las obras más conocidas del canadiense Robert J. Sawyer. Aunque desde hace unos años tanto la cadencia de obras publicadas por este escritor como su repercusión han disminuido notablemente, hace un cuarto de siglo se trataba sin duda de uno de los grandes nombres del género. De hecho, con la novela que les traigo hoy, "Homínidos", se alzó finalmente con el Premio Hugo, un galardón para el que ya había estado nominado en varias ocasiones durante los años anteriores. Y lo hizo con una novela controvertida, que para muchos críticos no se incluye entre lo mejor de su producción. Una valoración que no comparto plenamente, si bien tampoco considero a "Homínidos" un libro redondo. Se trata de una novela amena, rigurosa y fácil de leer sobre la aparición de un Neanderthal en el Canadá de principios de siglo. A la que le sobran ciertos detalles de best-seller y le falta un tratamiento más profundo de determinados personajes y situaciones para haberse convertido en un clásico.

Empezando por sus puntos fuertes, la lectura engancha desde el primer momento, como suele ser habitual en Sawyer, y el interés apenas decae hasta el final. Los capítulos cortos, la prosa directa y fácilmente comprensible, la concentración de eventos en apenas una semana de extensión... todo contribuye a ello. Además, se nota su esfuerzo por dotar de verosimilitud a lo narrado: no sólo el Observatorio de Neutrinos de Sudbury existe en realidad, sino también las en su momento más recientes investigaciones sobre Neanderthales se mencionan y se toman como referencia para definir los rasgos y las conductas de la extinta especie.

En una novela de temática tan controvertida como ésta, el elemento científico resulta fundamental. Y, sin profundizar tanto en él como para poder adscribir esta obra al subgénero de la ciencia-ficción dura, el escritor sale airoso en su tratamiento: universos paralelos, computación cuántica, análisis de ADN... múltiples y ambiciosos conceptos y teorías se entremezclan a lo largo de sus páginas, y se enlazan de manera solvente con frecuentes ideas y postulados de otros ámbitos, como la sociología o la religión. Si bien en ocasiones da la impresión de que Sawyer no ha terminado de comprender determinados postulados y han sido sus múltiples asesores científicos quienes han velado por la solidez científica y tecnológica del libro.

Continuando con los aciertos, es obvio que el filón de la novela reside en la permanente confrontación entre Neanderthales y Sapiens, entre sus costumbres y sociedades. Y Sawyer raya a buen nivel tocando cuestiones muy diversas: desde la forma de entender el sexo hasta la noción de Dios, desde la alimentación hasta las razones por las que sólo una de las especies sobrevivió en cada uno de los universos. Algo que logra sin que los actos de sus personajes en ninguna de las líneas narrativas se vuelvan ilógicos o monótonos. De hecho, encontramos pasajes realmente disfrutables, empezando por la propia transferencia de Ponter y llegando hasta su posterior regreso al mundo Neanderthal. Y las pinceladas sobre el impacto causado por el Neanderthal en nuestro universo al principio de cada capítulo enriquecen la perspectiva de la novela.

En mi opinión el fallo más perceptible de esta obra es que Sawyer parece obsesionado por escribir un best-seller más que una obra literaria de calado. Sólo así se explica la introducción del típico drama traumático en uno de sus protagonistas (la volación de Mary), que en realidad es un elemento tangencial de la trama, pero que se nos representa como la característica concesión a la literatura mainstream. Algo parecido sucede con la renuncia absoluta a situar su historia siquiera unos años en el futuro, aunque desde el punto de vista del desarrollo tecnológico necesaria para la transferencia entre universos esto se antojaba un requisito imprescindible. También lastran el resultado las continuas referencias a la "actualidad" de aquel entonces (actores, políticos, presentadores, marcas comerciales...). Y sus reflexiones están orientadas en buena medida a congraciarse con el lector medio, en vez de a incomodarlo con todos los elementos especulativos que tiene a mano.

Y luego está la cuestión de los personajes. No ya arquetípicos, sino previsibles en su superficialidad: desde la científica rellenita que siempre ha fracasado con los hombres y encima los calibra obsesivamente desde su reciente violación, hasta la postgraduada despampanante y ligera de cascos que consigue todo lo que desea de cualquier hombre. Tampoco los Neanderthales salen mejor parados: su poco menos que idílica sociedad los vuelve cándidos, de un buenismo naif. Tanto que, por más que Sawyer intente añadir revelaciones y traumas que aumenten el interés por el juicio al que se enfrenta Adikor, el compañero de Ponter, tras la desaparición de éste, esa línea narrativa en seguida se vuelve previsible y casi repetitiva, poco más que un vehículo para ir profundizando en las singularidades de la sociedad Neanderthal. Si a eso le sumamos la vertiginosa chispa de amor que Sawyer pretende que prenda entre Ponter y Mary en apenas una semana, se entenderá por qué la novela no termina de alcanzar la excelencia.

Un desenlace previsible pero entretenido, y feliz aunque lo suficientemente abierto para permitir la conversión de esta novela en trilogía, remata esta obra más disfrutable que profunda. Toda una paradoja, si tenemos en cuenta la profundidad de los asuntos tratados.

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