domingo, 26 de agosto de 2018

Empotrados (1973). Ian Watson

Una entrada más sigo con mis reseñas de las novelas ganadoras o nominadas a los Premios Nébula en la década de los setenta que aún no habían tenido una entrada independiente en mi humilde blog. Voy a reseñar en esta oportunidad "Empotrados", la novela más conocida del escritor británico Ian Watson. Que fue nominada a los Premios Nébula de 1976, casi tres años después de haber sido publicada en el Reino Unido, y que es la razón por la cual la reseño precisamente ahora en mi repaso cronológico a dichos premios. "Empotrados" es una novela muy apreciada por la crítica, y a que mí me dejó también una impresión claramente favorable, aunque sin llegar a entusiasmarme. Y es que se trata de una obra apabullante, ambiciosa, compleja, desbordante de ideas, escenarios y situaciones. Y lo increíble es que fuera la primera novela de su autor, si tenemos en cuenta la madurez que desprenden sus páginas.

Eso sí, recuerdo que cuando finalmente la leí me alegré de haber pasado muchos años buscándola por tiendas de libros de segunda mano, porque la verdad es que un libro que requiere lectores de ciencia-ficción "curtidos" para poder disfrutarlo. Su complejidad es tal que hasta su título resulta un tanto "antipático", y de hecho no termina de comprenderse ni siquiera después de completar la lectura. Porque podría decirse que el hilo conductor de la lectura son las especulaciones sobre si las estructuras del lenguaje afectan a la propia percepción de la realidad, y sobre si existe un lenguaje universal subyacente (empotrado) que permite una aprehensible sensorial directa de la misma. Pero ello da lugar a los marcos escénicos más inconexos que uno pueda imaginar: la unidad de neuroterapia Haddon en el Reino Unido, la selva amazónica, la sede de la NASA en el desierto de Nevada, la nave de los extraterrestres Sp'thra... Y cada uno de ellos con sus propios protagonistas, e incluso con su estilo narrativo específico, lo cual exige un esfuerzo considerable al lector.

Tales elementos permiten a Watson (en apenas doscientas páginas) tratar del primer contacto con una civilización extraterrestre, de la manipulación ejercida por las superpotencias a los países en vías de desarrollo, de la destrucción de la Amazonia, del uso de drogas para mejorar la comprensión del cerebro, del surgimiento de China como nueva super-potencia (recordar que se escribió en 1973), de las revueltas en Latinoamérica, de las retorcidas conclusiones a las que pueden llegar los políticos, y de un largo etcétera. Hasta concluir con un mensaje esencialmente pesimista, sin un avance claro en la comprensión del lenguaje, y con una gran oportunidad sacrificada (la del viaje interestelar) a cambio de una frágil estabilidad medioambiental.

En particular, debo mencionar dos aspectos que para mí están especialmente logrados en esta novela: la caracterización de los xemahon en sus costumbres y ritos hasta el mínimo detalle, lo que facilita su disfrute por parte del lector, y los pasajes de la negociación con Ph'theri, rebosantes de inteligencia, tecnología, y reflexiones filosóficas de primerísimo nivel.

Y no debo concluir sin reseñar tres defectos que afectaron a mi valoración global: la excesiva concisión de la novela, que a menudo obliga a volver atrás unos cuantos capítulos para no perder el hilo, una prosa excesivamente ornamentada y paradójicamente fría en ocasiones, y un final que se centra en la inverosímil "empatía proyectiva" que ataca repentinamente a Chris Sde, dejando en cambio muchos aspectos no del todo claros. De suerte que sería sencillísimo escribir una continuación, aunque conociendo la compleja trayectoria literaria de Watson, no creo que nunca la llegue a escribir.

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