miércoles, 15 de agosto de 2018

La guerra interminable (1975). Joe Haldeman

Una entrada más prosigo con las reseñas de las novelas ganadoras o nominadas a los Premios Nébula durante la década de los setenta que he tenido la oportunidad de leer y que aún no contaban con una entrada independiente en este humilde blog. Le ha llegado la oportunidad a "La guerra interminable", seguramente la novela más conocida del escritor estadounidense Joe Haldeman. Que se alzó en 1976 con el Premio Nébula a la mejor novela del año. Y es que se trata de una novela inteligente, especulativa y para mí, que no soy precisamente un devoto de las novelas bélicas, sorprendentemente amena.

No obstante lo que acabo de decir, lo primero que constata el lector es el fiel reflejo del ambiente militar: esa característica yuxtaposición entre su aparente rigidez y la laxitud subyacente. Con episodios tan logrados como el del adiestramiento inicial de los soldados, el escritor evidencia su conocimiento directo de la materia. William Mandella, protagonista absoluto de la narración, es otro de los pilares que sustenta la novela, más que nada por su brillante caracterización: se nos muestran sus inquietudes, sus desconciertos, la repulsión que siente por sus crímenes, y su ardua adaptación a una sociedad cronológicamente distorsionada por los efectos relativistas que sufren los combatientes. Porque el tercer pilar de la novela, fuente de innumerables especulaciones, es precisamente el viaje relativista. Sus efectos son fascinantes, en especial a la hora de dar lugar a una guerra no-secuencial, con el perpetuo interrogante de la magnitud de los avances propios frente a los de los taurinos, así como del estado presente del conflicto bélico.

Estos tres logros se complementan con otros aspectos muy cuidados. Por ejemplo, Haldeman no rehúye echar un vistazo a la Tierra del año 2024, con sus quiméricas ciudades y su perspectiva de la sociedad y de la vida en general. También presta un exquisito cuidado al componente científico (campos colápsares, viajes relativistas...) y tecnológico (cápsulas de aceleración, campo de estasis...). Además, elabora una sociedad inequívoca para cada época (hasta el punto de que incluso las conductas sexuales mayoritarias quedan invertidas). Y recrea con precisión ambientes inhabitables (por su frío inconcebible o por su ausencia de luz), e incluso planetas enteros como Skye o Paraíso.

Es verdad que algunos defectos reducen el impacto global de la novela. Sin duda en aras de una mayor amenidad, Haldeman narra los acontecimientos con cierta premura, y algunos pasajes están poco desarrollados (a modo de ejemplo, no se dimensiona correctamente el rapido hastío que experimentan Mandella y su pareja la sargento Potter de la vida en la Tierra). En ocasiones los pasajes con mayor densidad de acontecimientos resultan confusos (sobre todo en los episodios de acción, con frases que a veces requieren más de una lectura). Además, los personajes secundarios son a veces esquemáticos (probablemente a causa de la dilatación temporal que da sentido a la novela). Y en mi opinión sobran varios alegatos pro-marihuana.

Debo hacer mención, por último, al final: ingenioso, pero además capaz de atar cabos de manera sorprendente en una obra con un marco temporal tan dilatado, a la vez que reafirma la vertiente humana de la historia, tan esencial en esta novela "de guerra". Recomendable.

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