Con la entrada que les traigo hoy estoy ya a punto de completar mi recorrido en orden cronológico por los autores y las novelas de referencia del subgénero de la ciencia-ficción dura. Estamos ante un título que se escribió hace menos de una década, y cuya traducción llegó a nuestro país hace apenas un lustro. Es decir, nos hallamos ya frente a uno de los exponentes actuales del subgénero. Se trata de Brandon Q. Morris, que con "La misión Encélado" dio lugar a la que en los últimos años se ha terminado convirtiendo en su saga de la "Luna Helada". Aunque por razones obvias hoy voy a reseñar la entrega que comenzó la misma. Se trata de una novela muy entretenida sobre un tema habitual en el género de la ciencia-ficción (el primer contacto con vida extraterrestre inteligente), pero que en manos de Morris aporta la originalidad de un marco escénico tan poco explotado como Encélado (el sexto satélite más grande de Saturno), y también el rigor científico contemporáneo en su desarrollo.
En un panorama literario anglosajón a menudo tan poco estimulante, en mi humilde opinión, como el de los últimos años (baste recordar a Ann Leckie, Becky Chambers o N.K. Jemisin), se agardece que en otras partes del mundo con menor tradición en el género (en este caso Alemania, pues Brandon Q. Morris es el pseudónimo literario del físico alemán Matthias Matting) surjan escritores cuya misión no es hibridar la ciencia-ficción con otros géneros y con las corrientes de pensamiento mayoritarias, sino evolucionarla a la luz de los últimos hallazgos astronómicos y avances tecnológicos. Algo que el propio nombre de la página a través de la cual Morris se dio a conocer (Hard Science Fiction, que también figura en la cabecera de la edición en español) ya deja meridianamente claro.
Porque como corresponde a toda novela de este subgénero, el elemento científico es el verdadero protagonista de la novela. Los últimos descubrimientos sobre Encélado, con su singular capa de hielo y su océano sumergido bajo ella, lo convierte en un poderoso marco escénico que justifica de sobra una expedición de seis humanos a tan lejano lugar. No se quedan atrás los vastos conocimientos físicos y astronómicos del autor, siempre aplicados con coherencia a la hora de explicar efectos o generar hipótesis. Y al mismo nivel rayan todos los avances tecnológicos de última generación utilizados por el escritor (algunos incluso con mención explícita de las empresas tras ellos), desde los Reactores de Fusión Directa que impulsan la nave nodriza hasta el Valkyrie, el robot explorador y tunelador espacial. Pero semejante despliegue se realiza casi siempre con mesura, sin abrumar al lector y primando en todo momento la narración. De suerte que la exposición en detalle sobre todos estos aspectos científicos se reserva para aquellos lectores que deseen adentrarse en los meritorios y didácticos apéndices finales.
Y es que desde el punto de vista literario la novela no desentona: sabiamente estructurada en dos partes ("El camino" y "El objetivo", de elocuentes títulos), se centra desde el comienzo en Martin Neumaier, mitad alemán y mitad estadounidense, desde que siendo muy joven contempla el lanzamiento de la sonda ELF a Saturno, hasta que es quien establece contacto con la inteligencia alienígena de Encélado. Con una prosa fluida y directa, sin apenas pasajes de relleno (más allá de algún innecesario episodio de formación de Martin en condiciones extremas), va jalonando la historia de suficientes acontecimientos para mantener el interés, y nos ofrece varios momentos especialmente cautivadores, como las salidas extravehiculares o el descenso del Valkyrie.
No es ésta una obra con grandes defectos, aunque sí se aprecian algunos detalles mejorables. El más obvio es que los seis personajes que conforman la tripulación (cada uno de uno de los países más avanzados tecnológicamente hablando de la Tierra) resultan estereotipados en sus rasgos principales y comportamientos. Tampoco resulta del todo fluida la gradual adaptación de Martin a ese papel cada vez más protagonista en la expedición que deberá desempeñar, y fruto de ello es que a veces sus pensamientos nos parezcan poco naturales. El bebé a bordo es un detalle original, pero que en realidad aporta muy poco a la narración, como tampoco lo hace la coincidencia de los acontecimientos finales con las Navidades en la Tierra. Por último, en momentos clave la novela adolece de cierta falta de dramatismo, algo que seguramente otro escritor con más tablas habría conseguido subsanar.
Pese a lo anterior, la lectura resultaría recomendable incluso sin su excelente desenlace: repleto de tensión, se reserva la sorpresa final de no "terminar del todo bien" para sus personajes. Pero es que, además, logra atar todos los cabos y, al mismo tiempo, deja una puerta abierta a una eventual comunicación futura con el ser alienígena. Razones por las cuales les adelanto que no será ésta la última reseña de esta saga que aparecerá por el blog, así que les emplazo a futuras reseñas sobre la misma.
Un apasionado de la literatura de ciencia-ficción y escritor a tiempo parcial que dedica parte de sus escasos ratos libres a compartir su pasión con el resto de aficionados.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
"El Refugio" (1994). Juan Miguel Aguilera y Javier Redal
Con la presente entrega prosigo con mi nuevo recorrido por algunas de las mejores sagas disponibles para el lector en español , y que aún n...
No hay comentarios:
Publicar un comentario