domingo, 10 de agosto de 2014

El tercer brazo (1993). Larry Niven y Jerry Pournelle

Continúo con la revisión de las sagas de ciencia-ficción más importantes disponibles para el lector en español. Le toca en esta oportunidad a "El tercer brazo", segunda y última novela de la saga de los pajeños, de los estadounidenses Larry Niven y Jerry Pournelle. Se trata de una novela cuya concepción no estaba prevista inicialmente, y que vio la luz nada menos que 19 años después de "La paja en el ojo de Dios", con el fin de dar continuidad a una de las novelas de más éxito comercial de las últimas décadas. Tan largo lapso de tiempo se traduce en el resultado: "El tercer brazo" queda lejos de las excelencias de su predecesora, pero resulta menos decepcionante de lo que me esperaba tras haber leído múltiples comentarios sobre ella; es una novela digna, coherente y respetuosa con los aciertos de la original.

Eso sí, el comienzo deja mucho que desear, por desconectado de la primera entrega y por carente de hilazón con el resto de ésta: se nos presenta la situación actual de dos de los muchos protagonistas de "La paja en el ojo de Dios" (el magnate Horace Bury y el ex-piloto Kevin Renner), que están haciendo no se sabe muy bien qué en el planeta llamado La compra de Maxroy. Y que de manera nada fluida se obsesionan con la posible existencia de pajeños en el Imperio (a pesar del bloqueo que se estableció tras la primera expedición), hasta concluir necesario ir a Esparta a compartir sus temores con las autoridades. Una primera parte absolutamente prescindible. De hecho, estoy convencido de que no haber sido por la necesidad de entregar a sus editores una novela (casi) tan voluminosa como la original, probablemente esta parte nunca hubiera visto la luz. Con lo que no se pierden nada si se la saltan.

Pero si asumimos que la novela comienza con la segunda parte (denominada "Esparta", ya que transcurre en la capital imperial), la impresión mejora notablemente. Aunque la descripción de la capital es un tanto farragosa y resulta evidente que Niven y Pournelle están lejos de su mejor forma a la hora de elaborar unos diálogos creíbles que favorezcan la revelación de las distintas "sorpresas", estos capítulos permiten refrescar todo lo que los humanos aprendieron de los pajeños durante la primera expedición, pero también todo lo que no pudieron averiguar. Por lo que cuando las investigaciones astronómicas confirman que la inminente aparición de un nuevo punto de salto Alderson va a poder permitir a los pajeños escapar del bloqueo humano, la necesidad de una nueva expedición queda plenamente justificada y sus preparativos, aunque un tanto lentos, ilusionan al lector.

Las dos últimas partes son las que realmente dan sentido a la novela, puesto que relatan la segunda expedición a la Paja, lideradas por la Simbad de Bury y Renner, y complementada por la Hécate de Glenda Ruth Blaine (hija de Rod Blaine y Sally Fowler, ya conocidos de la primera entraga) y la periodista Joyce Trujillo, en un claro intento de dotar a la saga de un género femenino más relevante que en la primera entrega. Sin importarles aumentar la dificultad de lectura de la novela, los autores no optan por explotar la sociedad pajeña ya presentada entonces, sino que se centran en los múltiples clanes pajeños que pueblan los distintos asteroides del sistema de la Paja. Abundan así en una de las principales virtudes de la saga: la heterogeneidad de la sociedad alienígena, y las distintas reacciones que en ella provoca el nuevo punto de salto y la irrupción de la pequeña flota imperial. Asistimos entonces a los mejores tramos de la novela, que funciona correctamente a dos niveles: el bélico (estilo space opera), con los movimientos, persecuciones y luchas entre los distintos actores, y el especulativo, con humanos y pajeños calibrando la evolución de los acontecimientos y evaluando las implicaciones del nuevo punto de salto y de la lombriz Anticonceptivo-Longevidad desarrollada por el Imperio. Hasta desembocar en un final relativamente previsible pero coherente con lo expuesto, y que cierra correctamente la saga.

No obstante, la novela adolece de varios defectos además de su prescindible primera parte. Uno de ellos es el escaso esfuerzo por poner al lector en la saga en situación, lo que hace aconsejable leerla justo después de "La paja en el Ojo de Dios". Otra es la poca habilidad a la hora de caracterizar a los personajes, más planos que en su predecesora (especialmente los pajeños, apenas esbozados: Victoria, Omar, Eudoxo...). La prosa es tan sólo discreta y los diálogos a menudo carecen de la puntualización necesaria para saber qué ha dicho quién. Incluso la sociedad imperial se ha vuelto mucho más informatizada en tan sólo un cuarto de siglo. Y la cuestionable traducción del título original en inglés ("The gripping hand", algo así como "la mano que aprieta", por "El tercer brazo") difumina la relevancia los pajeños y le hace un flaco favor a la injusta imagen de belicismo de la saga. Defectos en todo caso que no pesan tanto como para no recomendar su lectura: una novela tan brillante como "La paja en el Ojo de Dios" no podía dejar de merecer su conversión en saga.

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