miércoles, 16 de octubre de 2013

Los límites de la Fundación (1982). Isaac Asimov

Continúo con mi reseña de las novelas que conforman la saga de la Fundación. Le toca en esta oportunidad a "Los límites de la Fundación". Ocupa el sexto lugar según la cronología de la saga, aunque es la cuarta la novela por orden de publicación, además de la obra con la que el autor la retomó en 1982, más de 30 años después de haber completado el "ciclo de Trántor". Se trata, pues, de una novela especial, que permite comprender muchas de las impresiones que ya he trasladado en revisiones anteriores de la saga. Con lo cual si me permiten voy a empezar la reseña de una manera diferente, recurriendo a las reflexiones que a raíz de la misma escribió Asimov en sus excelentes "Memorias", y dejando para más adelante el contenido de la novela.

Lo primero es confirmar que Asimov no retomó la saga por iniciativa propia, sino por un jugoso adelanto de Doubleday (una de sus editoriales), y que ni siquiera recordaba con exactitud el contenido de lo narrado. Tuvo que proceder a su relectura, venciendo su terror a enfrentarse a lo que le "parecería un texto tosco e inmaduro después de todos estos años". Pero al finalizar la misma experimentó "exactamente lo que los lectores me habían dicho durante décadas, una sensación de furia porque se había acabado y no había más". Por lo cual aceptó el desafío, aun reconociendo que a la trilogía original "le faltaba acción, los problemas y soluciones estaban expuestos fundamentalmente en forma de diálogo, de discusiones racionales planteadas desde distintos puntos de vista, sin indicaciones claras para el lector de qué opinión era la válida y cuál la errónea.". ¿Les suena a lo que han leído en este mismo blog, o a su experiencia personal al leer el ciclo de Trántor?

Así que cuando Asimov empezó a escribir lo que terminaría siendo "Los límites de la Fundación", trató "de conservar el estilo y la atmósfera de las primeras narraciones", se esforzó por "mantener un bajo nivel de acción y subir la fuerza de los diálogos (los críticos se quejan a menudo de esto pero no me importa en absoluto)" y tuvo que "presentar perspectivas racionales equiparables". Es decir, Asimov asumió el estilo de su trilogía con su bueno y con su malo, y lo respetó en la nueva época, aun sabiendo que en la trilogía original lo podría "haber hecho mejor después de haberme tomado unos cuantos años más para aprender mi oficio". El Buen Doctor resume con maestría las características principales de esta segunda etapa, si bien no cita la nueva estructuración en una única historia, ni el mayor volumen de la novela para una mejor caracterización de personajes, lugares y acontecimientos.

Les puedo anticipar que el resultado no es el mejor título de la saga, y sí el más flojo de la segunda época, aunque no llega a defraudar. Quizá lo más flojo sea su primer tercio: de manera inconsciente, Asimov intenta que el lector asimile la "situación actual" de su saga como consecuencia de todo lo ocurrido en los volúmenes anteriores, y por eso los acontecimientos se suceden de forma un tanto lenta y con excesivas referencias. Si bien es cierto que este tramo nos permite familiarizarnos con los dos últimos personajes clave de la saga: Golan Trevize, consejero de la Primera Fundación, y Janov Pelorat, el historiador que lo acompañará en su búsqueda de la Segunda Fundación.

Con las intrigas que surgen en torno a la Segunda Fundación, vuelve a aparecer el mejor Asimov, el de los desarrollos entrelazados, los diferentes puntos de vista y la permanente incertidumbre. Al mismo tiempo que el lector se rinde irremisiblemente ante la evidencia de una trama cada vez más compleja que abarca nada menos que seis siglos y que, sin embargo, sigue resultando sorprendentemente coherente. Es cierto, no obstante, que hacia el segundo tercio la acción llega a un punto en el que no se sabe muy bien por dónde puede continuar, lo que hace que el libro vuelve a perder algo de interés. Afortunadamente en los capítulos finales, y a pesar de que tal vez falte algo de dramatismo, nos encontramos con otro desenlace brillante, en la línea de "Segunda Fundación": una fantástica serie de revelaciones e interpretaciones que, además, dejan la situación preparada para futuros sucesos coherentes. Que Asimov remataría en "Fundación y Tierra".

Termino con un detalle elocuente: tras prácticamente 30 años de sequía "fundacional", "Los límites de la Fundación" supusieron algo inesperado para Asimov: por primera y única vez en su carrera, sus miles de seguidores lograron que su nombre figurara en la lista de los libros más vendidos del New York Times (me refiero a listas globales, no específicas de ficción, o ciencia-ficción). Alcanzó el número 3 nada menos, codeándose con los mayores best-sellers de la época, y estuvo casi medio año entre los más vendidos. Él mismo admitió que, a partir de ese momento, tan incuestionable éxito nunca más le permitiría dejar de escribir novelas. Afortunadamente, añado yo.

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