sábado, 22 de septiembre de 2018

Los premios Nébula: la década de los ochenta

Con esta entrada comienzo mi revisión de los Premios Nébula en la década de los ochenta, la tercera década de existencia de los galardones de más prestigio de la literatura de ciencia-ficción en mi humilde opinión. Tengo sentimientos encontrados respecto a esta década. Porque por una parte fue la década en la que descubrí el maravilloso mundo de la literatura de ciencia-ficción (nací en 1973). Pero por otra es la década que menos interesante me parece desde el punto de vista literario desde que se crearon estos premios.

Aún recuerdo que fue en agosto de 1988 cuando, fuertemente influenciado por las novelas de Jules Verne que llevaba unos años disfrutando, me animé a leer "La máquina del tiempo" de Herbert George Wells por primera vez. Una novela que, por mi corta edad, no terminé de entender ni de disfrutar, pero que me caló por lo fascinante de su propuesta (por cierto que la volvería a leer unos pocos años más tarde). Aunque mayor fue el impacto que supuso leer en septiembre de 1990 los relatos cortos de "La edad de Oro" de Isaac Asimov, tan amenos y con unos prólogos tan cautivadores. El impacto de ambas lecturas fue tal que, treinta años después, aún sigo leyendo más ciencia-ficción que cualquier otro tipo de literatura, y por eso guardo un gran cariño a los ochenta.

Por otra parte, la década de los ochenta fue la década en la que se produjo la explosión definitiva del subgénero de la fantasía, que como ya he comentado en otras ocasiones me parece el hermano pequeño de la ciencia-ficción, más fácil de escribir y mucho menos interesante. De hecho, Gene Wolfe, el reconocido autor de novelas de fantasía, fue el autor que más nominaciones a los premios Nébula obtuvo a lo largo de la década. Una década que también vio el surgimiento del cyberpunk, otro subgénero para mí poco interesante por barroco y más centrado en la forma que en el fondo, y cuyos principales valedores fueron William Gibson y Bruce Sterling. Incluso los grandes nombres que se consolidaron dentro de la versión más clásica del género en la década de los ochenta, como Orson Scott Card (cuya foto ilustra la presente entrada) o David Brin, me parece que se sitúan literiariamente hablando un escalón por debajo de los escritores de referencia de otras décadas, desde Robert Silverberg a Arthur C. Clarke, pasando por Frederik Pohl o Ursula K. LeGuin.

Por eso la lista de selección de novelas galardonadas o nominadas a los Premios Nébula en los años ochenta es sensiblemente inferior a la de otras décadas. Aquí la tienen:

1981:
Ganadora:
"Cronopaisaje" - Gregory Benford
Nominada:
"Pájaro burlón" - Walter Tevis

1982:
Ganadora:
"La garra del conciliador" - Gene Wolfe
Nominada:
"Radix" - A. A. Attanasio

1983:
Ganadora:
"Sólo un enemigo: el tiempo" - Michael Bishop
Nominadas:
"Los límites de la Fundación" - Isaac Asimov
"La transmigración de Timothy Archer" - Philip K. Dick

1984:
Ganadora:
"Marea estelar" - David Brin

1985:
Ganadora:
"Neuromante" - William Gibson
Nominadas:
"La fusión de mentes" - Jack Dann
"Los árboles integrales" - Larry Niven

1986:
Ganadora:
"El juego de Ender" - Orson Scott Card
Nominada:
"El cartero" - David Brin

1987:
Ganadora:
"La voz de los muertos" - Orson Scott Card
Nominada:
"El cuento de la criada" - Margaret Atwood

1988:
Ganadora:
"La mujer que caía" - Pat Murphy
Nominada:
"La fragua de Dios" - Greg Bear

1989:
Ganadora:
"En caída libre" - Lois McMaster Bujold
Nominada:
"Las torres del olvido" - George Turner

1990:
Ganadora:
"El color de la guerra" - Elizabeth Ann Scarborough
Nominada:
"La nave de un millón de años" - Poul Anderson

Como quizá puedan deducir, para mí lo mejor que sucedió en la década de los ochenta, como los premios Nébula supieron reconocer gracias a varias nominaciones, fue el excepcional nivel que alcanzó, sin hacer ruido ni requerir colecciones especializadas, el subgénero de las distopías, con novelas tan recomendables como "Pájaro burlón" de Walter Tevis o "Las torres del olvido" de George Turner. Sin olvidar, por supuesto, que en su última década de vida Isaac Asimov regresara a la ciencia-ficción a tiempo casi completo. Es cierto que sólo una de sus novelas de esta década ("Los límites de la Fundación") fue nominada a los Premios Nébula, pero para mí habrían merecido mejor suerte alguna otra de las novelas con las que expandió la saga de la Fundación (en particular la excepcional "Preludio a la Fundación"), e incluso alguna de las novelas con las que hizo crecer la saga de los Robots (como "Robots e Imperio").

Sin más dilación, les emplazo a mi próxima entrada para reseñar aquellas novelas de la lista de novelas de los ochenta que aún no hayan tenido una entrada independiente en este humilde blog.

domingo, 9 de septiembre de 2018

Fuentes del paraíso (1979). Arthur C. Clarke

Una nueva entrada prosigo hablándoles de aquellas novelas ganadoras o nominadas a los Premios Nébula durante la década de los setenta que aún no han tenido una entrada independiente en este humilde blog. Voy a reseñar en esta oportunidad "Fuentes del paraíso", quizá la novela menos conocida de todas las de bibliografía del británico Arthur Charles Clarke que obtuvieron algún tipo de galardón. Hay que tener en cuenta que a finales de los setenta Clarke era probablemente el escritor más popular del género, y que cada nueva novela suya partía ya con una estupenda posición de salida para alzarse con los premios más codiciados. Aunque no quiero con esto decir que se trate de una mala novela que se beneficie de la reputación de su autor; al contrario, considero justo que se alzara con el Premio Nébula de 1980. Porque no es fácil crear toda una novela utilizando como idea central la simple construcción de una torre orbital. Y aunque con altibajos, Clarke lo logra.

Como curiosidad, diré que en el mismo año el estadounidense Charles Sheffield publicó también una novela ("La telaraña entre los mundos") basada en la misma idea del ascensor orbital, que no es otra cosa que un cable que se extiende desde el ecuador hasta un satélite en órbita geosincrónica. Y aunque pueda parecer sorprendente si tenemos en cuenta la reputación de Clarke como autor de novelas más de trasfondo ingenieril que "de personajes", mientras que Sheffield se centra en todo el proceso tecnológico y en las intrigas entre los protagonistas, Clarke pone el foco en el aspecto sociológico de la construcción, así como en determinados acontecimientos que jalonan la misma. Y es que todo el impacto de la torre, desde que Vannevar Morgan decide ubicarla hasta su utilización por los estelandeses, se refleja con precisión. Parece mentira que una obra de ingeniería pueda tener tales implicaciones: culturales, artísticas, científicas, económicas y hasta lúdicas.

Otros aciertos reseñables son a mi modo de ver la vinculación histórica de la torre con Kalidasa, las fascinantes revelaciones del velero estelar, la ambientación del Taprobane en el que se ha convertido Sri Lanka... Todo ello reforzado con el amplio bagaje cultural de Clarke, patente en multitud de pequeños detalles, referencias y reflexiones sobre religión, tecnología y vida extraterrestre. Y con un componente científico tan cuidado como cabría esperar.

Eso sí, la novela también adolece de varios defectos. Sobre todo, la diversidad de caminos narrativos que Clarke abre y no cierra satisfactoriamente, o simplemente abandona: el papel de Rajasinghe, de Maxine, de Goldberg; la llegada de los estelandeses; el rol de las naciones (RMA)... Es sin duda loable la intención de Clarke de enriquecer la narración, pero en mi opinión a veces se le escapa de las manos. Otro fallo es el tratamiento un tanto lineal de los personajes: a modo de ejemplo, ni siquiera se describen los rasgos físicos de Morgan, y muchos otros no pasan de ser meros nombres. Tampoco parece lo más idóneo ir introduciendo las "peculiaridades" según van siendo necesarias: piénsese que nada sabemos sobre Goldberg hasta que aparece en la entrevista con Maha Thero, ni de sus problemas cardíacos hasta que se acerca el desenlace.

El final es un buen reflejo del tono general de la novela: no es el punto más delicado de la obra de ingeniería (la llegada del ascensor a la Tierra), pero lo adopta como desenlace con buenas dosis de aventura y suspense, rematando una novela que merece una lectura aunque no alcance la categoría de clásico.

"El bosque oscuro" (2017). Cixin Liu

Continúo avanzando con esta nueva entrada en mi recorrido en orden cronológico por los autores y las novelas más relevantes del subgénero d...