domingo, 24 de septiembre de 2023

"Tau cero" (1970). Poul Anderson

Con la entrada que les traigo hoy voy a dar continuidad al recorrido que inicié hace unas semanas por los autores y las obras más reprensentativas del subgénero de la ciencia-ficción dura. Estamos a finales de la década de los sesenta y, por lo tanto, le ha llegado el turno al norteamericano Poul Anderson. Un escritor que siempre permaneció en un discreto segundo plano frente a los grandes nombres de su época, aunque se trata de un autor sólido y versátil, de larga trayectoria en el género. Y la que reseño hoy es su obra más claramente identificable y reconocida como "ciencia-ficción dura". Que, como sucede con los grandes títulos de este subgénero, aún puede leerse perfectamente después de más de medio siglo desde su publicación. Porque estamos ante una muy interesante novela sobre la exploración interestelar a velocidades sublumínicas, que con un poco más de fuerza en su desarrollo habría podido alcanzar la condición de clásico.

Lo primero que sorprenderá gratamente al lector será el dominio que exhibe Anderson sobre este tipo de viajes. No sólo los distintos elementos científicos y tecnológicos están, como cabría esperar, muy bien detallados (propulsores de hidrógeno, campos de fuerza, nave Bussard...), sino que se explican con un rigor digno de la más estricta ciencia-ficción dura los efectos ópticos de la propagación a velocidades próximas a la de la luz, los efectos relativistas, e incluso el porqué del título ("cuanto más cerca está c de v, más se acerca tau a cero"). Si a ello le unimos un elenco adecuado de personajes para sacar lo máximo posible del viaje interestelar propuesto, y el perceptible esfuerzo del autor por caracterizar a muchos de ellos a pesar de tratarse de una novela que gira incuestionablemente en torno al elemento científico (Lars Telander, Emma Glassgold, Carl Reymont...), entenderemos que las expectativas del lector en seguida se vuelvan muy altas. Mas aún a partir del accidente con la nebulosa, tan bien relatado como sorprendentemente comprensible incluso para desconocedores de la materia, y que condiciona el desarrollo del resto de la novela.

Sin embargo, tras los primeros capítulos los acontecimientos se ralentizan y disminuyen los episodios de acción. Especialmente en las páginas posteriores al accidente, netamente especulativas y sin apenas fuerza narrativa. Si bien esta relativamente negativa impresión se mantiene durante la segunda mitad de la novela, el autor sigue presentando los distintos hitos que tenía previstos, pero lo hace sin emocionar realmente. De hecho, el lector puede tener la impresión de que la novela ha pasado a convertirse en una serie de pequeñas decepciones periódicas.

Probablemente lo mejor de la novela sean las implicaciones cosmológicas del tiempo transcurrido: fruto de la resolución de pilotar la Leonora Christine "a toda máquina", se presenta ante los ojos del lector la inmensidad del espacio-tiempo, tan difícil de aprehender como fascinante. Otros logros que no conviene obviar son el buen conocimiento que exhibe el escritor acerca de las tradiciones de una Suecia hemegónica a nivel mundial, las frecuentes reflexiones sobre la condición humana y el comportamiento de un grupo cerrado, aislado y sin esperanza de supervivencia, el primer embarazo a bordo (una baza inesperada que anima el un tanto anodino tramo final), y el desenlace (si no quieren averiguarlo de antemano, pasen al siguiente párrafo: el hallazgo con el que los tripulantes podrán comenzar una nueva era para la humanidad).

Para finalizar, reseñar algunos defectos menos relevantes que la falta de chispa a la que aludía antes, pero incuestionablemente presentes: los posiblemente excesivos episodios de sexo (tantos, que a veces resulta difícil saber cuál es la pareja actual de cada personaje, aunque quizá el autor justificaría este aspecto como algo inevitable en un entorno auto-contenido); algún que otro personaje que aparece como recurso de última hora cnad la narración está muy avanzada; y ocasionales imprecisiones descriptivas (¿dónde está la nave en las páginas finales?). En todo caso, no tan notorios como para no recomendar esta novela si quieren conocer cómo fue evolucionando desde sus inicios la ciencia-ficción dura.

domingo, 10 de septiembre de 2023

"Misión de gravedad" (1954). Hal Clement

Con la entrada que hoy les traigo inauguro el recorrido en orden cronológico por los autores y las novelas más representativas del subgénero de la ciencia-ficción dura. He tenido la suerte de que en este caso cronología y relevancia coincidieran, porque "Misión de gravedad" es, probablemente, la mejor obra para iniciar este periplo. Pues tanto ella como su autor, el estadounidense Hal Clement, siguen siendo a día de hoy dos de las principales referencias de este apasionante subgénero. En efecto, Clement se caracterizó como ningún otro escritor hasta entonces por otorgar a la ciencia el papel preponderante que el término ciencia-ficción parecía sugerir. Y "Misión de gravedad" es únanimemente reconocida como la novela más relevante de su producción. Y es que el primer gran libro de la ciencia-ficción dura sigue sorprendiendo por su frescura y su vigencia nada menos que setenta años después de su publicación. Plena de ciencia, y a la vez tremendamente amena gracias a sus continuas aventuras y a un cautivador sentido de la maravilla.

El planeta Mesklin, con las enormes variaciones de gravedad a lo largo de su superficie, es el incuestionable protagonista de esta obra. Mediante sus mares de metano, sus bajísimas temperaturas, y sus originales formas de vida como verosímil y original complemento del tirón gravitatorio, pone a disposición de Clement una cantidad ingente de material para sus especulaciones científicas de altos vuelos. Algo que el escritor hace a la perfección: con la salvedad de pequeños errores de cálculo, todos los efectos y todas las consecuencias de las situaciones en las que las distintas ramas de la ciencia se ven involucradas, están perfectamente razonadas, y se presentan, además, de manera didáctica y amena.

Pero la novela posee la suficiente carga argumental para ir mucho más allá de un mero ensayo científico: la trama es sencilla (los mesklinitas del capitán Barlennan acuerdan ayudar a los humanos a llegados al planeta a recuperar un importante cohete varado en la extrema gravedad del Polo Sur), pero el escritor logra hacer de esta travesía una sucesión de disfrutables aventuras. Las cuales involucran desde otras tribus de mesklinitas convenientemente adaptadas a las particularidades de su entorno hasta inesperados accidentes geológicos. Que obligan al continuo empleo del ingenio colaborativo de mesklinitas y humanos para salir airosos, y que mantienen vivo en todo momento el sentido de la maravilla inherente a este subgénero, consiguiendo así una lectura ágil y entretenida.

Y es que, como corresponde a una novela de ciencia-ficción dura, los personajes, aunque siempre reconocibles y coherentes, se hallan en un discreto segundo plano. Más que un defecto, esto me parece una decisión consciente de Clement para conceder el mayor foco posible a lo realmente importante. Aun así, aspectos característicos de los alienígenas, como el miedo a las alturas, o su adaptabilidad a los cortísimos días mesklinitas, resultan convincentes. Más cuestionable puede resultar para algunos la similitud a la hora de reaccionar y razonar de los mesklinitas con los humanos. Por otra parte, la prosa del escritor me parece solvente, sin el más mínimo espacio para el relleno, y con un razonable equilibrio entre descripciones y diálogos, pero para los más literarios puede parecer poco florida y, sobre todo, parca a la hora de dimensionar los momentos de mayor emoción y tensión.

Pero esos son casi los únicos defectos que se le podrían achacar a una novela que sigue reivindicando su condición de clásico gracias, entre otras cosas, a su frescura y su originalidad. Pero también debido a las interesantes reflexiones que encierra: desde la más evidente, el fructífero colaboracionismo entre especies de mundos diferentes, hasta el fantástico alegato en favor de la adquisición de conocimientos realizado por Barlennan en nombre de su especie en el penúltimo capítulo. Y que permite un desenlace satisfactorio no sólo desde el punto de vista argumental, sino también desde el especulativo. Ideal para quienes desean adentrarse en el subgénero de la ciencia-ficción dura.

"El bosque oscuro" (2017). Cixin Liu

Continúo avanzando con esta nueva entrada en mi recorrido en orden cronológico por los autores y las novelas más relevantes del subgénero d...