sábado, 24 de febrero de 2018

Flores para Algernon (1966). Daniel Keyes

Una nueva entrada prosigo reseñando en orden cronológico las novelas ganadoras y nominadas que he seleccionado como más representativas de los Premios Nébula, para mí los más importantes de la ciencia-ficción. Le ha llegado el turno a "Flores para Algernon", la novela más famosa del estadounidense Daniel Keyes. Que, de manera excepcional, compartió el premio Nébula de su año con "Babel 17", la novela que reseñé en mi anterior entrada. En lo que, con la perspectiva que dan los más de cincuenta años de distancia, me parece una de las mayores injusticias de dichos premios. Porque comparar la pretenciosa y fallida novela de Samuel R. Delany con la excelente novela de Keyes es un ejercicio difícilmente defendible. Y es que aunque se sitúe en los límites de la ciencia-ficción, "Flores para Algernon" es una novela a la altura de su fama: original, bien estructurada, amena, emotiva y que da mucho que pensar.

El argumento creado por Keyes es brillante: Charlie Gordon, bondadoso y trabajador a pesar de su cociente intelectual de 68, es sometido con éxito a una cirugía experimental (explicada en capítulos posteriores) con el fin de aumentar su inteligencia. Que la operación logre su propósito posibilita que los informes de progreso que regularmente escribe Charlie vayan mejorando no sólo en ortografía y gramática, sino sobre todo en la comprensión del mundo que le rodea. Lo cual no resulta un proceso tan fascinante como podría pensarse, pues a través de certeros flashbacks y sueños insertados estratégicamente entre sus vivencias presentes, el lector va descubriendo que los que Charlie consideraba sus amigos en realidad se burlaban recurrentemente de él, que su madre abandonó tras años de esfuerzo su lucha por otorgarle una inteligencia normal y prefirió excluirlo de su vida, o que los directores de su operación (Nemus y Strauss) no conocen tanto sobre la técnica empleada como aparentan, y se mueven por pasiones humanas no siempre admirables. Son informes muy emotivos (sin caer en lo sensiblero) que evolucionan gradualmente, reflejando grandes conocimientos psicológicos y un planteamiento científico muy de agradecer.

Conforme Charlie va convirtiéndose en un genio, le surgen las oportunidades para reconciliarse con su familia, para reivindicar su verdadero papel en la nueva cirugía, o para hacerse valer en su trabajo en la panadería. Pero Keyes nos muestra que todo ello no le propoorciona a Charlie una mayor felicidad, sino una pérdida de amistades, un aislamiento y una incomprensión crecientes. Así, Charlie intenta refugiarse en su relación con Alice, su antigua profesora del centro para alumnos retrasados, pero ello desemboca en una embarullada historia de amor no correspondido y sexo no bien encauzado, que se emborrona aún más con la aparición de Fay, su díscola vecina. Son las peores páginas de la novela.

El gradual deterioro mental de la rata Algernon, que da título a la obra, le anticipa a Charlie cuál va a ser su desenlace, pero antes tiene tiempo de elaborar un informe científico en el que se desaconseja la nueva técnica, de disfrutar durante unos días de la compañía de Alice, y de percatarse de cómo poco a poco pierde sus efímeras facultades. Son capítulos emocionantes y llenos de valiosas reflexiones sobre el amor y la vida.

Aparte del embarullado triángulo amoroso con Alice y Fay, los otros defectos que causaron que mi valoración final la situara justo por debajo de mi lista de novelas personalísimamente favoritas fueron los no del todo bien diferenciados compañeros de Charlie en la panadería (un fallo un tanto inesperado dada la excepcional caracterización del protagonista), y un desenlace previsible que le resta fuerza al tramo final de la novela. En todo caso defectos relativamente menores en comparación con el calado de esta novela, que perdura durante años en la mente del lector.

sábado, 3 de febrero de 2018

Babel 17 (1966). Samuel R. Delany

Con la presente entrada inauguro la serie de reseñas que en los próximos meses voy a dedicar en orden cronológico a diversas novelas ganadoras o finalistas de los premios Nébula que hasta la fecha no habían aparecido por este humilde blog. Pues como expliqué en mis dos entradas anteriores, los premios Nébula son en mi opinión los más representativos y de mayor calidad en la literatura de ciencia-ficción, por lo que el ejercicio de revisar todas estas novelas a lo largo de más de medio siglo será sin duda apasoniante. Voy a empezar por "Babel 17", del estadounidense Samuel R. Delany, premio Nébula de 1967.

Delany, entonces poco más que un adolescente, fue a lo largo de la segunda mitad de los sesenta uno de los escritores más relevantes del género, fuertemente condicionado entonces por la "new wave" en la que también estaban destacando otros escritores como Roger Zelazny o J.G. Ballard. Sin embargo, a mi modo de ver estamos ante uno de esos ejemplos en los que el paso de los años pone las cosas en su sitio: una vez superada la "moda" en cuestión, la novela no resiste un análisis objetivo. Y es que "Babel 17" refleja claramente que una excelente idea no da lugar a una excelente novela. De hecho, cuesta aceptar que compartiera el premio Nébula de ese año con la fascinante "Flores para Algernon", de Daniel Keyes, que reseñaré en mi siguiente entrada.

Aunque no hay duda de que la idea que sustenta la novela es muy sugestiva: la elaboración de un lenguaje que se convierte en arma conforme se va aprendiendo, por su forma de presentar la realidad y anular el pensamiento crítico que genera el "yo", le podría haber servido a Delany para algo mucho mejor que esta mediocre novela. Baste pensar que otros escritores del género han conseguido con una premisa similar resultados mucho mejores (Ian Watson con "Empotrados", Robert Silverberg con "Tiempo de cambios"...). Pero a la obra de Delany le fallan varios aspectos básicos. Veamos cuáles.

El principal problema es la falta de explicaciones proporcionadas al lector: empezando ya por la diferencia de roles entre Aduana y Transporte, la novela resulta una lucha continua por situarse y comprender. Así, la distinción entre Aliados e Invasores y los parámetros del conflicto planteado tardan mucho en revelarse (y no completamente). Así como los cargos y funciones que deben desempeñarse en la "Rimbaud" (Control, Piloto, Ojo, Nariz, Oreja...). O como la escasa elaboración de conceptos ampliamente usados en la novela (la propulsión espacial, la descorporización...).

Tampoco ayuda que Delany recurra a una especie de space opera clásica y bastante plana como vehículo para presentar una novela de un supuesto calado mucho mayor. Ni la obvia pretenciosidad del escritor, que de manera bastante poco elegante recurre a fragmentos de poemas de su esposa Marilyn Hacker (bastante flojos, por cierto) para presentar las cinco partes en las que estructura la novela. Por no hablar de la deficiente traducción (al menos en la edición que ilustra esta entrada).

¿Qué le queda entonces al lector? Pues además de la ingeniosa idea ya citada, podemos reseñar la ambientación de algunos escenarios, algunos capítulos aislados que sí resultan interesantes (como aquel en el que el barón Ver Dorco le muestra a la poetisa Rydra Wong algunas de las armas de la Alianza), los intentos por incorporar la lógica de la ciencia informática en el desenlace del conflicto, y un personaje atípico (el Carnicero), en el que Delany deposita todas sus bazas para impactar al lector (aunque su relación sentimental con Wong chirría por repentina e injustificada). Argumentos insuficientes para justificar la lectura de una novela que logró su fama al amparo de la "new wave" y que, una vez superada ésta, encaja mejor en la categoría de curiosidades que en la de novelas recomendables. Quizá Delany la escribió cuando era demasiado joven e inexperto, y con unos años más de madurez habría logrado sacarle más partido.

"El despertar del Leviatán" (2011). James S A Corey

Mi recorrido por los autores y las obras más relevantes del subgénero de la ciencia-ficción dura continúa avanzando con la presente entrad...