domingo, 19 de marzo de 2023

"Nosotros" (1924). Yevgueni Zamiatin

Con la presente entrada comienzo el apasionante recorrido por las mejores distopías publicadas en el siglo XX. Un trayecto que inaugura "Nosotros", del escritor ruso Yevgueni Zamiatin. Y es aunque la cultura popular haya convertido en axioma que las distopías de los británicos Aldous Huxley y George Orwell fueron las que establecieron en la primera mitad del siglo pasado tan subyugante subgénero, la obra que dio lugar al mismo es esta novela rusa tan controvertida que durante décadas permaneció inédita en su país. Y es que el descontento que la gradual transformación de la inicialmente prometedora revolución rusa en el posterior estalinismo totalitario provocó en Zamiatin le sirvió de inspiración para una obra que posee ya todos los rasgos propios de una obra distópica: una sociedad futura de características negativas, cargada de provocativos conceptos, brillantes reflexiones y críticas encubiertas a los totalitarismos. Pero también deudora de su tiempo a nivel estilístico, y repleta de anacronismos que le restan impacto.

Escrita como no podía ser de otra manera en primera persona, su protagonista D-503 nos va narrando su gradual conversión desde ingenerio constructor del Integral (el artefacto que pretende expandir el Estado Único a otros planetas), y por tanto firme creyente en las bondades de un sistema social científico y sin libertades, en un "enfermo" que comienzca a pensar y a actuar como individuo, así como las consencuencias que tal intento de liberación le acarrea. Lo cual sucede de un modo gradual, con picos y valles, en un ejercicio de realismo al que el motor que dinamiza tal conversión (la pasión que D-503 siente por I-330) le sienta de maravilla.

Zamiatin en ningún momento realiza una descripción exhaustiva de los pilates que sustentan su todopoderoso Estado, sino que, con buen criterio, va introduciendo según procede los conceptos más sobrecogedoramente impactantes: la Guerra de los Doscientos Años que precedió al Estado Único, el Benefactor que con su autoridad plena representa el control absoluto, la Tabla de las Horas que rige férreamente las actividades de todos los Números que habitan la Ciudad, el Muro Verde que la delimita y protege del salvajismo exterior, el Ministerio Médico que cura a los que "enferman", la crucial Casa de los Antiguos... Una imaginería cautivadora y que facilita de manera natural las recurrentes comparaciones entre la imperfecta sociedad del siglo XX y la perfecta sociedad de "Nosotros", en la cual el hombre no es sino una mínima parte sin identidad propia de un todo perfectamente orquestado, y es esa pertenencia rígida a un ente superior la que le otorga la facilidad, y no la sobrevalorada libertad.

Otros aciertos incuestionables son las continuas referencias matemáticas y físicas, propias de una sociedad basada en un modelo tayloriano de la producción, y las frecuentes analogías entre el ámbito de las ciencias y el del comportamiento humano. Así como el papel que desempeñan las mujeres en la trama: la rubicunda y aparentemente simple O-90, la inteligente y revolucionaria I-330, y la inesperada protagonista del tramo final, U (sin número). También me parece adecuada la estructuración en capítulos cortos, y en especial las sinopsis que los inician, que tanto ayudan a comprender un libro cuya lectura no es fácil.

Porque esa complejidad es, a mi modo de ver, el principal defecto de la novela. No tanto por esa avalancha de conceptos nuevos, o esas continuas y bien fundadas reflexiones científicas, sino por su estilo. Seguramente deudor de las vanguardias de su época, o incluso de las particularidades de la literatura rusa, su obsesión por describir a los personajes mediante un único rasgo físico repetido hasta la saciedad, su tendencia a mezclar sueños con acontecimientos reales y otros simplemente esbozados, sus saltos espaciales apenas elaborados, y sobre todo, el abuso de frases sin terminar, provocan que a menudo el lector no tenga realmente claro qué ha sucedido en un capítulo determinado. Si a ello le sumamos un elemento tecnológico muy pobre, la presencia habitual de anacronismos en una sociedad tan lejana en el futuro, y las continuas coincidencias por las que los personajes principales se encontrarán una y otra vez a pesar de vivir en una ciudad con millones de Números, se entenderá por qué la novela pierde buena parte de su impacto, y por qué considero que no ha envejecido demasiado bien.

Y es una pena, porque el control absoluto ejercido por el Estado, metafóricamente reflejado en el empleo obsesivo de las paredes de cristal para evitar cualquier intención de intimidad, y recursos finales que facilitan un desenlace convincente como la Gran Operación, con la que el Estado logrará curar a todos sus Números de la influencia cada vez más perniciosa de la fantasía, siguen por desgracia plenamente vigentes en nuestros días. Aun así, la novela posee más virtudes que defectos, y continúa siendo una lectura recomendable un siglo después de su publicación.

domingo, 5 de marzo de 2023

El subgénero de las distopías en el siglo XX

Una vez completado mi recorrido por la literatura de ciencia-ficción en España a través de muchos de sus autores más representativos, ha llegado el momento de proponerles una nueva temática con la que poder enriquecer su conocimiento y tal vez aumentar su apreciación por este maravilloso género que es la literatura de ciencia-ficción. Tras varios debates internos conmigo mismo, he optado por prestar atención a uno de los subgéneros literarios más apreciados dentro del género, en especial por aquellos que reniegan de otros muchos subgéneros del mismo: las distopías. Y como de costumbre, lo voy a hacer fijándome más en las obras que le han dado forma que en reflexiones excesivas al respecto, por lo que en seguida les desvelaré la lista de las quince novelas que he escogido para ilustrar un subgénero tan relevante.

Por supuesto, para elaborar dicha lista de las mejores distopías me he retrotraído al albor del género, allá por los años veinte del siglo pasado. Y, en aras de ofrecer una panorámica lo más amplia posible, no me he limitado a la omnipresente literatura anglosajona, sino que he intentado completar la panorámica con novelas escritas en otras partes del mundo. El motivo es que, según la definición que nos ofrecer la R.A.E., la distopía es "una representación ficticia de una sociedad futura de características negativas causantes de la alienación humana". Así que el que esa sociedad futura tenga sus raíces en las sociedades en las que vivían sus escritores a la hora de representarla es de la mayor relevancia. Por idéntica razón, he intentando complementar la predominante visión masculina de esas sociedades futuras negativas con la de muchas mujeres que, aunque tal vez muchos de ustedes lo desconozcan, comenzaron a contribuir al subgénero hace ya más de ochenta años.

Para los más observadores, explico ahora por qué me he limitado al siglo XX. Una primera razón, quizá no la más convincente, es que el siglo XX fue, sobre todo durante su primera mitad, una de las épocas más negativamente convulsas de la historia de la humanidad, y las distopías desempeñaron en ese periodo un papel fundamental a la hora de exacerbar las posibles consecuencias futuras de lo que sus autores ya estaban viviendo, sirviendo como contrapeso ideológico e incluso como elementos de concienciación que limitaron el avance de esas sociedades tan dañosas. Y la segunda y quizá más comprensible es que, con el tránsito al siglo XXI, las distopías se han ido gradualmente ramificando en "micro-subgéneros" para adaptarse a los nuevos tiempos, al extremo incluso de surgir una literatura juvenil distópica. Ramificaciones que dificultaban la tarea de proporcionarles una lista cohesionada y consistente. Dicho de otra forma: para mí al menos, la DISTOPÍA (con mayúsculas) fue un subgénero inherente al siglo XX.

Aclarar asimismo que, como en monográficos precedentes, me he limitado a una única novela por escritor, y las iré recorriendo en orden cronológico. En aquellos casos en los que la novela, por alguna otra razón, ya haya aparecido reseñada con anterioridad en este humilde blog, simplemente añadiré el enlace a dicha entrada, pero no alteraré nada de lo que escribí al respecto en su momento. Puntualizar finalmente que, aunque muchas de estas novelas podrían formar parte de listas pertenecientes a otros subgéneros, para mí, y espero que también para la mayoría de ustedes, todas ellas son, por encima de cualquier otra consideración, novelas distópicas, con esas omnipresentes sociedades futuras negativas como auténticas protagonistas.

Sin más, aquí les ofrezco la lista:

1. Yevgueni Zamiatin - "Nosotros" (1924)
2. Aldous Huxley - "Un mundo feliz" (1932)
3. Karel Capek - "La guerra de las salamandras" (1936)
4. Ayn Rand - "Himno" (1938)
5. George Orwell - "1984" (1948)
6. Kurt Vonnegut - "La pianola" (1952)
7. Ray Bradbury - "Farenheit 451" (1953)
8. Harry Harrison - "Hagan sitio, hagan sitio" (1966)
9. William F. Nolan y George Clayton Johnson - "La fuga de Logan" (1967)
10. Ira Levin - "Un día perfecto" (1970)
11. Robert Silverberg - "El mundo interior" (1971)
12. Walter Tevis - "El pájaro burlón" (1980)
13. Margaret Atwood - "El cuento de la criada" (1985)
14. George Turner - "Las torres del olvido" (1987)
15. P.D. James - "Hijos de hombres" (1992)
16. Octavia E. Butler - "La parábola de los talentos" (1998)

A partir de este momento, espero que este recorrido por tantas sociedades negativas futuras que hoy les planteo no les afecte al ánimo, y sí les permita conocer mejor y disfrutar aún en mayor medida de este subgénero tan influyente en la literatura universal, como lo reflejan los retratos de los dos escritores que ilustran esta entrada y que seguramente muchos de ustedes hayan reconocido (Aldous Huxley y George Orwell). Así pues, les espero en mi siguiente entrada, para comenzar el recorrido con la primera gran novela distópica que se escribió: "Nosotros", del ruso Yevgueni Zamiatin.

"El bosque oscuro" (2017). Cixin Liu

Continúo avanzando con esta nueva entrada en mi recorrido en orden cronológico por los autores y las novelas más relevantes del subgénero d...