sábado, 20 de abril de 2024

"El bosque oscuro" (2017). Cixin Liu

Continúo avanzando con esta nueva entrada en mi recorrido en orden cronológico por los autores y las novelas más relevantes del subgénero de la ciencia-ficción dura. Transitamos ya por la segunda mitad de la pasada década, que fue para cuando para el lector occidental en general (y español en particular) fue accesible "El bosque oscuro", del chino Cixin Liu. Que en realidad es la segunda entrega de la Trilogía de los Tres Cuerpos, publicada unos años antes en su país de origen, la cual constituye una de las sagas más exitosas de los últimos tiempos en todo el planeta a nivel de crítica y público. En realidad, la novela que debería haber figurado como parte de esta lista debería haber sido "El problema de los tres cuerpos", que fue la que inició la trilogía. Pero dado que ya la reseñé en su momento, y que el peso del componente científico en esta segunda entrega es al menos tan alto como el de su predecesora, me pareció natural su inclusión en mi lista de novelas de ciencia-ficción dura. Y es que a pesar de cierta dispersión narrativa, y de sus apreciables páginas de relleno, se trata de una novela repleta de grandes ideas y brillantes especulaciones, muy elaborada desde el punto de vista científico, y de resultado exitoso a pesar de su innegable ambición. Hasta el punto de la que considero superior a la primera entrega.

Debo comenzar aclarando que para poder disfrutar de las virtudes de esta novela es conveniente tener muy presentes los acontecimientos de su predecesora, porque Liu no se esfuerza en sintetizarlos. Y también estar dispuesto a resistir una primera parte muy larga (casi 200 páginas) sin ninguna estructuración en capítulos que facilite la lectura, y de contenido irregular. Centrada en la original figura que constituyen Los Vallados (cuatro personas que resultan constituir la única solución que encuentra la humanidad para elaborar un plan de defensa frente a la invasión trisolariana que no pueda ser interceptado por sus todopoderosos fotones), sus bruscos saltos narrativos, el llamativo volumen de pasajes de relleno (basta recordar todo lo relativo a los tres vecinos de Pekín, o las ensoñaciones de Luo Ji con su mujer idealizada), así como las excesivas líneas argumentales, echan por tierra instituciones verosímiles (el Consejo de Defensa Planetaria, la Fuerza Espacial), buenas ideas (los diferentes planes elaborados por los Vallados), y dos buenos personajes (el detective, recuperado de la primera entrega, Da Shi, y el principal protagonista, el astrónomo Luo Ji).

La segunda parte, algo más breve y ya con algunos capítulos que le confieren cierta estructura, resulta más amena, y es clave tanto para que los desvalladores neutralicen los planes de los Vallados como para que Luo Ji elabore su plan (la posteriormente famosa maldición). Liu alterna en ella algunos personajes conseguidos (incluso los secundarios), con otros francamente desacertados (como el inaprehensible Zhang Beihai, o el irritante Rey Díaz). Y la trama todavía no termina de fluir con la naturalides deseable, aunque se aprecian la dimensión cósmica y los retos tecnológicos del atrayente escenario planteado.

La tercera parte, además de la más extensa, es la que da título al libro, e indudablemente la más lograda. Dando una salto en el futuro hasta poco antes de que la primera sonda trisolariana (la "gota") llegue al Sistema Solar, comienza con la deshibernación de Luo Ji. Ello le permite a Liu fascinar al lector con una sociedad del siglo XXIII de exhultante optimismo, de ciudades subterráneas arbóreas y comodidades inimaginables bien cimentadas desde el punto de vista tecnológico. Un panorama sobre el cual el escritor sabe sacar partido al contraste de ideas y modos de vida entre los oriundos de esa época y los hibernados. Y con los múltiples intentos de asesinato a Luo Ji consigue generar una tensión que hasta entonces se había echado en falta, pero que ya no desaparecerá durante el resto de la novela.

No obstante, a pesar de la sofisticada tecnología propuesta por Liu para contrarrestar a los invadores, y de las brillantes especulaciones sobre los rasgos comunes a cualquier civilización inteligente de la galaxia, esta parte tampoco termina de resultar redonda. La razón principal es que Liu finge mal que la misión real de la "gota" es arrasar la flota humana, y se recrea excesivamente en su destrucción. Asimismo, la rapidez y facilidad con que Luo Ji se convierte de pronto en uno de los principales líderes de la sociedad, para luego ser defenestrado con la misma rapidez, resulta muy poco convincente. Como tampoco lo es el comportamiento de Zhang Beihai a bordo de la Selección Natural. Pero el Proyecto Nevado con el que, sin llamar la atención, Luo Ji logra redimirse, así como las explicaciones finales sobre la interceptación del sol y la maldición sobre el planeta 187J3X1, inclinan el desenlace hacia el lado favorable de la balanza.

Más interesante que entretenida, más científica que literaria, más especulativa que disfrutable, excesivamente lírica en ocasiones para el lector occidental, "El bosque oscuro" es una novela que requiere un esfuerzo consciente. Pero si se le pone cierto empeño, todo lo que encierra a nivel astronómico, bélico, tecnológico y especulativo causa una poderosa impresión en el lector. Y eso es algo difícil de conseguir en un género tan trillado después de un siglo de historia como la ciencia-ficción.

viernes, 12 de abril de 2024

"Accelerando" (2011). Charles Stross

Una nueva entrada prosigo con la reseña en orden cronológico de los autores y las novelas más representativas de la ciencia-ficción dura. Nos hallamos ya en la pasada década, que fue cuando vio la luz en español "Accelerando", la obra más reconocida del británico Charles Stross, la cual había sido publicada inicialmente en inglés en el año 2005. Desde entonces se la ha venido citando como uno de los máximos exponentes de este subgénero literario, en el que indudablemente se encuadra. Aparte de tratarse de un libro de éxito comercial, como lo refleja el Premio Locus que recibió y su condición de finalista de los Premios Hugo, Nébula y John W. Campbell. No en vano se trata de una novela original y ambiciosa, que ilustra como ninguna otra el famoso concepto de la "singularidad tecnológica". Pero que a mi modo de ver resulta farragosa y difícil de leer.

Aunque dentro de la ciencia-ficción dura se suele asumir que trama y personajes cederán protagonismo a las ciencias y a sus especulaciones asociadas, en mi opinión Stross llevó al extremo esta asunción: la cantidad de conceptos científicos y tecnológicos, las especulaciones sobre los mismos, pero también sobre las ciencias sociales y humanas, es tan abrumadora que el resto de elementos de la novela apenas reciben la atención imprescindible. Y aun cuando en su mayor parte esos conceptos y especulaciones (del computronio al Cerebro Matrioska, de la fusión de mente y máquina a la Economía 2.0) se introducen con naturalidad y se explican suficientemente, a menudo lo sugestivo de las mismas se difumina por lo poco que se desarrollan, y también porque apenas se ayuda al lector a aprehenderlos.

Y eso es un problema grave en una novela netamente de ideas como ésta. Quizá Stross estimó que su rigurosa estructuración (el libro en realidad es un fix-up de nueve relatos de extensión similar cuyo protagonismo comparten distintas generaciones de su familia protagonista, los Macx), que el equilibrio en su atención a la misma (los tres primeros relatos se centran en el altruista Manfred, los tres siguientes en su hija Amber, y los tres últimos en su nieto Sirhan), y que el cuidado con el que iba entrelazando cada relato (referenciando con frecuencia e incluso abundando en las explicaciones sobre lo sucedido en relatos anteriores) bastarían para que la novela se sostuviera al margen de su ambición especulativa. Pero no es el caso.

Y es que ni siquiera recurriendo a menudo al resumen que de cada uno de esos relatos nos ofrece la Wikipedia fui capaz de interiorizar realmente lo esencial de lo narrado en los relatos previos. A menudo éstos consisten en poco más que un tanto forzadas (y en exceso interrumpidas por el narrador) conversaciones sin un nudo o un desenlace claros que las sostengan. Y cuando en algunos de ellos la trama se percibe un poco mejor, nos topamos con las limitaciones literarias de Stross: poco sentido del ritmo, incapacidad para enganchar, saturación de conceptos complejos, con frecuencia yuxtapuestos sin otro afán que el de epatar... Inconvenientes que dificultan la lectura, incluso para lectores habituados a enfrentarse a la ciencia-ficción dura.

Para empeorar las cosas, la necesaria sensación de verosimilitud se pierde cuando Stross se empeña en defender conceptos tan infantiles como que la gata Aineko sea la que descifre el mensaje extraterrestre, por muchas cualidades aumentadas que le hayan otorgado sus actualizaciones. O cuando lleva al Imán Sadek a supuestamente desempeñar su misión religiosa a bordo de la mini-nave Circo Ambulante. O a veces por el simple hecho de llevar sus especulaciones sobre copias virtuales y resimulaciones hasta sus últimas consecuencias, generando situaciones cuestionables en las que personajes emparentados y que han tenido en común múltiples vivencias se encuentran por primera vez, como si no se conocieran.

Sól si el lector logra abstraerse de estas dificultades y defectos podrá sacarle partido a las virtudes de la novela. Comenzando por la famosa "singularidad tecnológica", bien ilustrada y defendida desde antes de que tenga lugar, gracias a los siglos que abarca la narración. Siguiendo por los bloques informativos que permanentemente proporciona el escritor en cada relato: mis pasajes favoritos del libro, me parecen muy ilustrativos del estado de la vida humana en el universo. Deteniéndose en la permanente sátira económica sobre el capitalismo exacerbado, y en múltiples situaciones que son ante todo una crítica social. Y terminando por la original aplicación de múltiples conceptos de los ámbitos de las telecomunicaciones y la informática a los seres humanos, desde los universos virtuales hasta los exocórtex que forman parte de cada individuo.

Aunque por su condición de fix-up de relatos no lo esperaba, un último punto a su favor es que tanto la historia como el propio desenlace del relato final ("Superviviente") funcionan razonablemente como final del libro, yendo más allá de una mera interrupción. Aun así, me cuesta entender cómo una obra con tantos puntos débiles recibió tanto reconocimiento.

"El bosque oscuro" (2017). Cixin Liu

Continúo avanzando con esta nueva entrada en mi recorrido en orden cronológico por los autores y las novelas más relevantes del subgénero d...