sábado, 18 de julio de 2020

La puerta al país de las mujeres (1988). Sheri S. Tepper

Una nueva entrada prosigo cronológicamente con las reseñas de novelas de referencia de algunas de las mejores escritoras de ciencia-ficción. Hemos llegado ya a 1988, año en que vio la luz "La puerta al país de las mujeres", de la controvertida escritora estadounidense Sheri S. Tepper. Controvertida porque se supone que es la "feminista entre las feministas" de las escritoras de ciencia-ficción, y a causa de ello su obra genera admiración y animadversión a partes iguales. Para ilustrar ambos sentimientos he escogido la que posiblemente sea su novela más conocida para el lector en español. Se trata de una novela sugestiva, bien ambientada, con varios personajes logrados y algún momento de mucha tensión. Pero que pierde fuerza por su pretenciosidad, alguna licencia fantasiosa, una clara indeterminación narrativa y determinados excesos satíricos.

Tras haber leído varias críticas que afeaban su feminismo exacerbado, debo empezar señalando que la novela no llega a resultar epatante. Evidentemente su enfoque es provocador, y estereotipa la inteligencia femenina del País de las Mujeres frente a la simplicidad de su guarnición de guerreros. Pero salvo en el tramo final, presidido por el recurso de última hora que resulta ser Tierra Santa, lo hace con una subjetividad razonablemente contenida y un apreciable afán por justificar el panorama ideado. Que por cierto resulta un marco escénico cautivador, quizá más similar a la Baja Edad Media Europea de lo deseable, pero comprensible en sus esfuerzos por preservar el conocimiento, en su nostalgia de especies y alimentos desaparecidos, y en las profesiones y los modos de vida que crea la escritora.

Además, la mayoría de sus personajes (Stavia, Morgot, Joshua) están bien elaborados y resultan convincentes en sus complejidades interiores y en los misterios que encierran. Misterios que por otra parte resultan tan esclarecedores como lógicos cuando finalmente se revelan al final de la novela, y que están precedidos por algún que otro saludable momento de tensión (en especial la ingeniosa liberación de Stavia de su cautiverio).

Y sin embargo la novela deja una incuestionable sensación de decepción. La razón más obvia es la rectificación de la estructura narrativa que realiza Tepper sobre la marcha: parte de una línea narrativa "actual" en la vida de Stavia, cuando entrega a su hijo a la guarnición, y en seguida establece un paralelismo narrativo con su pretérita vida de niña/adolescente, tratando de repartir su atención entre ambas líneas narrativas. Pero la línea "actual" en seguida flojea, y poco después de alcanzar la mitad de la novela Tepper opta por olvidarse casi completamente de ella, centrándose sin disimulo en la Stavia adolescente, redimensionando su calado mediante la aparición de Septemius primero y de Tierra Santa después. Y aunque ambos recursos cumplen su función y evitan que la novela se desinfle, no consiguen ocultar lo fallido del planteamiento inicial.

Otros defectos apreciables son las reiteradas interrupciones que provoca la representación de Ifigenia en Ilión, que aparte de revelar una obvia fuente de inspiración para la trama, resultan difíciles de seguir a causa de todos los personajes que brevemente se van sucediendo; parece más una pretenciosa exhibición del nivel cultural de Tepper que un recurso para enriquecer la novela. También le resta muchos puntos la percepción extrasensorial que poseen los servidores, algo tan inverosímil como probablemente innecesario para el transcurso de los acontecimientos. Y la polarización de la sátira de las sociedades patriarcales se vuelve contra la escritora en forma de repentinos comportamientos excesivamente machistas de Chernon, o en la tiránica y a todas luces insostenible estructura social de Tierra Santa.

Así que a pesar de que Tepper demuestra ser una buena prosista, y de que sabe conferir fuerza y profundidad a sus personajes y escenarios, la novela deja casi más poso por sus errores que por sus aciertos. Una pena, porque podía haber sido un gran libro.

domingo, 5 de julio de 2020

Ethan de Athos (1986). Lois McMaster Bujold

Con esta entrada prosigo con la reseña de algunas de las más reconocidas novelas escritas por las más importantes escritoras de ciencia-ficción. Seguimos avanzando en la década de los ochenta y llegamos ya a 1986, año en que vio la luz "Ethan de Athos", de la estadounidense Lois McMaster Bujold. Perteceniente a su famosa saga de Vorkosigan (aunque en mi opinión hablar de saga es un término un tanto impreciso dada la variedad de novelas que la conforman, quizá sería más correcto hablar de conjunto de novelas que comparten una historia de la galaxia), la de hoy es una obra que puede leerse de manera independiente, y sobre el papel de las más atractivas de la "saga", ya que Athos es un planeta fundado y mantenido exclusivamente por varones, con lo que ello podría ofrecer a nivel de sostenibilidad y especulación. Sin embargo, a pesar de resultar entretenida, dinámica, contar con buenas dosis de aventura y la suficiente intriga, resuta un tanto superficial, ineficaz a la hora de sacar todo el partido al planteamiento, y la remata un desenlace no demasiado clarificador.

Ya desde el comienzo se aprecia que a la novela le cuesta coger el tono. El comienzo es farragoso, con una prosa poco fluida y demasiados tecnicismos ginecológicos. Además, Bujold no se esfuerza a la hora de proporcionar la mejor visión posible sobre la original vida en Athos, y deja que sea el lector quien vaya aprehendiendo las estructuras sociales y las implicaciones vitales de su sociedad exclusivamente masculina. Si bien al menos el nudo queda planteado con relativa celeridad y resulta verosímil para dinamizar el resto del libro.

Con la llegada de Ethan a la Estación Kline la novela mejora. La aparición de la mercenaria Quinn no sólo le abre los ojos a Ethan sobre las formas de vivir en el resto de la Galaxia, sino que lo sitúa en medio de un enredo de dimensiones planetarias a causa de los cultivos ováricos. El ritmo narrativo se acelera, la intriga gana peso, y las pequeñas pinceladas de humor con la que la escritora muestra las reacciones de Ethan a los comportamientos del género femenino, logran que desde ese punto hasta el final la lectura resulte fácil y entretenida.

Esta indudable virtud encierra paradójicamente los mayores defectos de la novela. Para mí el más grave es todo lo que Bujold desaprovecha, teniéndolo al alcance de la mano: desde el marco escénico (la Estación Kline constituye un ecosistema sugerente y bien delineado, pero aunque se habla de otros planetas, resulta ser el único escenario durante casi doscientas páginas), pasando por la componente utópica tan jugosa que ofrece el planeta Athos y que a la escritora apenas parece interesarle, hasta la escasa profundidad que confiere a personajes y acontecimientos, sin apenas espacio para especulaciones y reflexiones.

A menor nivel pero también flaqueando se sitúa un desenlace "doble" que funciona en cuanto al nivel de acción y el grado de tensión que encierra, pero que no termina de aclarar cómo sucedieron los acontecimientos que acabaron alterando el cultivo ovárico. También me parece cuestionable la manera tan ingenua (una mera llamada de Terrence) como Ethan es engañado para caer en la segunda parte del desenlace. Y el impacto en Athos de los cultivos con los que finalmente regresa Ethan apenas es esbozado.

En todo caso esos defectos quedan compensados en cierta medida por otras virtudes menos obvias pero reseñables: un componente científico cuidado (con mención especial para la regeneración de alimentos y el tratamiento de residuos en la Estación), el uso que hace de los sistemas informáticos una novela escrita en 1986, las profesiones y ocupaciones de los habitantes de la estación, y la ausencia de pasajes de relleno. Nunca llegará a ser un clásico, pero siempre se dejará leer.

"El bosque oscuro" (2017). Cixin Liu

Continúo avanzando con esta nueva entrada en mi recorrido en orden cronológico por los autores y las novelas más relevantes del subgénero d...