martes, 31 de marzo de 2020

Autonomous (2018). Annalee Newitz

Con la presente entrada termino las reseñas de las novelas ganadoras o nominadas a los Premios Nébula durante la presente década que aún no hubieran tenido una entrada independiente en este humilde blog. Es el turno de "Autonomous", nominada al antepenúltimo Premio Nébula entegado, y que vio la luz hace tan sólo unos meses para el lector en español. Se trata además de la primera novela de su escritora, la también periodista estadounidense Annalee Newitz, conocida por su participación en portales de tecnología. Un debut aclamado que sin embargo no se corresponde con la impresión que dejó en mí cuando la terminé hace tan sólo unos días. No cabe duda de que estamos ante una novela original, con muchas ideas estimulantes y un siglo XXII presidido por la inquietante amenaza de las corporaciones farmacéuticas. Pero me parece también un libro difícil de leer, absurdamente obsesionado con los más nimios detalles informáticos, mayormente inverosímil y pobremente desarrollado.

Sin duda lo mejor de "Autonomous" es su componente distópica: esa sustancia llamada Zacuidad que sublima la adicción al trabajo resulta tan plausible como inquietante. Al igual que lo es que buena parte de la población sufra de un acceso restringido a medicamentos básicos a causa del capitalismo exacerbado, así como la comprensible aparición de piratas farmacéuticos que tratan de mitigar esta situación. Al mismo nivel de acierto se sitúan los servicontratos, consecuencia lógica de la cada vez menos nítida distinción entre seres humanos y biobots, y que crean unos vínculos sociales reprobables pero incuestionables. En realidad Newitz no reflexiona demasiado sobre estas cuestiones, pero su sola presencia ya estimula las especulaciones en la mente del lector.

El otro acierto principal de la novela es, en mi opinión, su marco escénico. Aunque las descripciones no son el punto fuerte de la escritora, el que el calentamiento global haya derretido los polos y en consecuencia buena parte de la acción transcurra en lugares de latitudes tan elevadas como Iqaluit, Saskatoon o Moose Jaw resulta original y creíble. También la Casablanca reconvertida en el paraíso de los investigadores libres, o incluso las modificaciones tecnológicas y culturales que transforman Las Vegas o Vancouver, todas estas ciudades potencian el siempre necesario en el género sentido de la maravilla.

Pero todo lo demás me decepcionó. Quizá lo peor sea lo dificultosa que se vuelve la lectura casi desde la primera página: una prosa poco fluida, con frases que requieren pausa y concrentración para ser desentrañadas, unos diálogos a menudo forzados y una obsesión injustificada por detalles informáticos y de protocolos de telecomunicaciones. Los cuales sin duda reflejan los conocimientos de la autora al respecto, pero que al mismo tiempo desesperan con sus intercambios de claves privadas, sus repositorios de código o sus archivos de sistema. Tampoco ayuda a semejante panorama una de las peores traducciones que he leído en la habitualmente cuidada Colección Minotauro, imprecisa y con errores de bulto.

Lo que es peor: el desarrollo de la novela deja mucho que desear. La alternancia de dos líneas narrativas (una protagonizada por la pirata Jack Chen y Trescero, la otra por el agente Eliasz y su biobot ayudante Paladín) sería un recurso válido si las dos albergaran parecido interés y se entrecruzaran y retroalimentaran conforme avanzan los capítulos. No es el caso de "Autonomous": la segunda es mucho menos interesante (poco más que un recorrido sin mucha premeditación de sus protagonistas por distintos lugares para intentar justificar el establecimiento de su relación afectiva), y ambas divergen hasta el antepenúltimo capítulo (que no es otro que el desenlace...). Además, los flashbacks en la primera de ellas no se van presentando de modo estructurado, sino que Newitz recurre a ellos sobre la marcha, justo cuando los necesita, con el agravante de que casi hasta el final nos ocultan información que habría sido esencial para haber entendido mejor la trama desde el comienzo (y además perjudicando el ritmo narrativo). Por otra parte, la caracterización de los personajes principales es muy pobre (poco más que algunas inquietudes esenciales), e incluso quien al final resuelve la problemática gracias a Retrocon no es uno de los protagonistas. Y por supuesto la relación de amor que construye Newitz entre Eliasz y Paladín, cambio de género mediante, es completamente inverosímil.

Aunque en las últimas cincuenta páginas la novela remonte un poco, nos proponga un buen desenlace (con tensión y ¡al fin! la convergencia de todos los protagonistas), y una especie de epílogo que logra atar cabos de varios personajes, no puede ocultar todos los aspectos negativos ya resaltados. Así que a pesar de su carga especulativa y sus escenarios, me cuesta entender que esta novela llegara a ser nominada a los Premios Nébula. ¿Tan preocupante es el panorama de la ciencia-ficción contemporánea?

domingo, 15 de marzo de 2020

El problema de los tres cuerpos (2015). Cixin Liu

A pesar de estar encerrado en casa como casi todos los españoles por la pandemia del coronavirus, la vida continúa, y yo también voy a proseguir con las novelas ganadoras o nominadas a los Premios Nébula durante la presente década que he tenido la oportunidad de leer, y que aún no habían recibido su propia entrada en mi humilde blog. Voy a resenar hoy "El problema de los tres cuerpos", una de las novelas de ciencia-ficción más famosas de los últimos años. Sin duda a causa de ser la primera novela no escrita originalmente en inglés que se alzó con el Premio Hugo en 2015, y que además fue nominada al Premio Nébula el año en que el galardón recayó en "Aniquilación", mi anterior entrada. Méritos justificados para una novela diferente a las que siguen los cánones habituales en Occidente, y sin embargo disfrutable por el "lector tipo" de ciencia-ficción occidental: muy rica desde el punto de vista científico (aunque a veces demasiado inverosímil), muy cuidada desde el punto de vista literario, y con varios tramos francamente disfrutables. Aunque también con sus defectos.

Es complicado sintetizar todo lo que encierra esta novela a nivel narrativo y a nivel especulativo. Desde la dramática y poco conocida en Occidente Revolución Cultural China de los años sesenta, pasando por el primer contacto con una civilización extraterrestre, deteniéndose en un originalísimo videojuego, y rematando el conjunto con organizaciones secretas y operaciones militares, todo ello en menos de cuatrocientas páginas. Las cuales le permiten al escritor además reflexionar sobre las posibles reacciones a tal contacto, sobre la supeditación de las vidas humanas al mismo, o sobre el papel que habría podido desempeñar China en todos estos avatares. Sin rehuir por cierto varias críticas nada veladas a lo peor del régimen comunista durante los últimos cincuenta años.

Otro punto fuerte del libro es el tratamiento del elemento científico: desde la teoría de transmisión de señales hasta la arquitectura de ordenadores, desde la astrofísica hasta los aceleradores de partículas, prácticamente todo cabe en su interior. Eso sí, se trata de una lectura exigente y no apta para personas legas en ciencia y tecnología. Además, Cixin no renuncia a una especulación científica de altos vuelos sobre las capacidades de la civilización trisolariana, y aunque el desdoblamiento multidimensional de las partículas fundamentales que nos propone me ha resultado inverosímil, también me ha parecido muy sugestivo respecto a sus posibilidades.

A menor escala, el elemento literario me ha sorprendido gratamente. Tratándose de una novela de ideas, no es reprochable que los personajes secundarios resulten superficiales o incluso difíciles de retener a causa de sus poco familiares nombres chinos (¡qué acierto listar el elenco de personajes al comienzo del libro!). Pero los tres principales (la astrofísica Ye Wenjie, el investigador en nanomateriales Wang Miao y el comisario de policía Da Shi) están bien caracterizados, y sus vivencias y motivaciones resultan naturales a ojos del lector. Por otra parte, la novela es toda una exhibición de técnicas narrativas: desde capítulos que son meros interrogatorios hasta otros conformados simplemente por extractos de documentos, desde las habituales narraciones en tercera persona hasta la historia de Wei Cheng narrada por él mismo. Es de agradecer el esfuerzo del escritor en este aspecto.

Sin embargo, a pesar de todo lo anterior la novela no me ha parecido del todo redonda, y quizá sea esa la explicación de por qué no llegó a alzarse con el Premio Nébula de 2015. Aparte de mi lógica falta de adaptación a la literatura asiática (con sus frecuentes e impredecibles saltos entre pasado y presente y entre escenarios diversos no siempre fáciles de asimilar, con sus diálogos a menudo bruscos, su prosa más prolija en imágenes y una inesperada frialdad a la hora de presentar episodios de violencia), prácticamente todos los capítulos dedicados al videojuego Tres Cuerpos me resultaron pesados y carentes del ritmo del resto del libro. Asimismo el hilo conductor de la novela se pierde a veces entre tanta vastedad de temas, y ello afecta en cierta medida a su capacidad de cautivar. Por otra parte la novela adolece de un clímax y de un desenlace como tal, quizá porque en su tramo final su autor estaba más pendiente de preparar el terreno para posteriores entregas de la saga (a día de hoy convertida en trilogía). Y por último Cixin deja sin explicar algunos detalles con los que ha ido capturando la atención del lector (por ejemplo la desasosegante cuenta atrás que atormenta a Wang Miao). Aun así, el balance es positivo y la novela es recomendable. Aunque no me gustó tanto como para animarme a leer rápidamente los otros dos títulos de la saga ("El bosque oscuro" y "El fin de la muerte"), que todavía tengo pendientes.

"El despertar del Leviatán" (2011). James S A Corey

Mi recorrido por los autores y las obras más relevantes del subgénero de la ciencia-ficción dura continúa avanzando con la presente entrad...