domingo, 27 de febrero de 2022

"Inundación" (2008). Stephen Baxter

Una entrada más prosigo con la reseña de novelas de referencia de los principales escritores británicos de ciencia-ficción. Poco a poco nos vamos acercando a la actualidad, puesto que fue en el año 2008 cuando vio la luz "Inundación", una de las novelas traducidas al español de Stephen Baxter. Y que además, con el tiempo, ha dado origen a una trilogía, de la cual solamente la segunda entrega ("El arca", 2009) se encuentra disponible en nuestro idioma. Ya he reseñado en este mismo blog varias novelas de Baxter, todas ellas de gran nivel ("Evolución", "Antihielo", "Emperador"), y ésa es la razón principal por la que esta vez me he decantado por hablarles de "Inundación". Porque, aunque se trata de una obra impregnada por su reconocible personalidad como escritor, les adelanto que me pareció una obra menor de un Baxter en baja forma. Y es que, pese a tratarse de un tema atrayente, presentado de manera rigurosa, que alterna explicaciones y especulaciones científicas, y que recorre con buen criterio el planeta para ofrecernos la mejor perspectiva, la trama me pareció floja, y los personajes, endebles. Y lo que es peor, que desprende una incontenible sensación de trabajo a medio terminar.

El gradual aumento del nivel de los océanos es una preocupante realidad contemporánea, que Baxter magnifica recurriendo a las grandes masas de agua que supuestamente se encuentran bajo el manto terrestre. De suerte que en las cinco partes en las que estructura la novela, y en tan sólo treinta y seis años, es capaz de presentarnos desde las primeras inundaciones en las urbes costeras hasta la desaparición de los últimos vestigios terrestres. Un panorama subyugante, quizá inverosímil por excesivamente acelerado, pero que el escritor desaprovecha por múltiples razones.

La más obvia es que los personajes no resultan ser los protagonistas de la obra. Ni siquiera articulan o dan continuidad a la trama: ese rol le corresponde a la subida exponencial del nivel de las aguas. Causando que la novela se resienta desde el comienzo: Baxter arranca con un grupo de secuestrados que ha permanecido en cautiverio nada menos que cinco años (!!) a causa de una especie de Guerra Civil que azota la España de 2016. Menos comprensible es su liberación por la corporación AxysCorp de Nathan Lammockson (una suerte de poder fáctico transnacional que prospera mientras que los gobiernos nacionales van desapareciendo). Y aún menos admisible es la lealtad que se crea entre los miembros del grupo, la cual se antepondrá a lo largo de la novela a familias y actividades profesionales en los incesantes y abusivos reencuentros.

Otra razón es el bajo nivel de las dos primeras partes, centradas casi en exclusiva en describir cómo ciudades emblemáticas (Londres, Nueva York) van siendo desvastadas por las inundaciones. La primera parte en especial (2016 - 2017) es realmente floja: páginas y más páginas dedicadas a describir hasta el más mínimo detalle de la geografía británica, con personajes que deambulan sin rumbo fijo (y con una flema británica extrema para no alterarse ante tamaños acontecimientos), y una sensación de primer borrador no trabajado. La cosa mejora sólo ligeramente en la segunda parte, que adolece de los mismos defectos, pero al menos se apoya en el hallazgo de la climatóloga Tandy Jones para dotar a los capítulos de cierta hilazón.

Otros defectos reseñables son: el escaso dramatismo con el que el escritor recrea pasajes que deberían ser todo lo contrario; unas anotaciones de Kristie Carson que deberían funcionar como complemento narrativo y espacio especulativo, pero que a veces se vuelven irrelevantes (o incluso escritas directamente por el narrador, y no por Kristie); el recurso al hijo de Nathan (Hammond) cuando no ha aparecido en los tres quintos anteriores; unos personajes que con frecuencia exhiben reacciones anómalas; y las lógicas dificultades para cohesionar una novela que abarca tantos años.

Afortunadamente, la impronta de Baxter es reconocible en el mimo a la hora de elaborar y presentar el elemento científico (tan relevante en esta novela), exponiendo en todo momento los probables efectos de las crecidas, hasta cohesionarlas en su sugestiva especulación final sobre Gaia y los estados terrestres estables. También en los pequeños detalles, como los mapas mundiales en función del progreso de las inundaciones, o la estructuración en capítulos cortos y de prosa sobria para dinamizar la lectura de una novela tan extensa. Loable es asimismo el recorrido que realiza por buena parte del planeta (desde Perú hasta el Tíbet) para ofrecernos la panorámica más completa posible. Además, cuando a partir de la tercera parte se empieza por fin a fijar en los personajes, y nos plantea ideas tan potentes como el gas eugenésico, el Arca Tres, o el archivo noruego, la novela gana en interés. Y la exculpación que realiza de la responsabilidad humana, unida a la nueva humanidad que (según sus postulados) surgiría y se adaptaría en las incipientes comunidades balseras, mejora la impresión global de la novela, al tiempo que abre la puerta a esas continuaciones a las que aludía al comienzo de esta reseña. Y que, dada mi discreta valoración final, debo confesarles que no me he animado a leer.

domingo, 6 de febrero de 2022

"Hijo del río" (2002). Paul McAuley

Continúo con mi reseña en orden cronológico de algunas de las novelas de referencia de los más relevantes escritores británicos de ciencia-ficción. En la presente entrada voy a hablarles de "Hijo del río", que al cabo de los años dio lugar a la saga más famosa y reconocida de Paul J. McAuley. Saga que, ya adelanto, nunca me he animado a continuar tras la lectura de esta primera entrega. Y es que "Hijo del río" resulta una novela entretenida, que toma sin disimulo ideas de otras muchas ya conocidas del género, y las pone al servicio de un viaje iniciático que al principio promete, pero que termina siendo poco más que una sucesión de situaciones inesperadas.

Aunque el marco escénico es relativamente original (el mundo donde transcurre la acción, Confluencia, fue creado milenios atrás por unos post-humanos llamados Preservadores, quienes mezclaron el ADN de humanos con el de múltiples especies de animales, dando lugar así a las más diversas líneas de sangre), el argumento no lo es: Yama, su joven protagonista, desea averiguar su línea de sangre, así como las capacidades asociadas a la misma, y para ello abandonará la decadente villa de Aeolis, en la que fue recogido en extrañas circunstancias cuando era un bebé, y se dirigirá a Ys, la capital de este mundo tan singular. Una trama que seguramente nos resultará familiar, y que obliga a McAuley a fiar el éxito de su novela a dos bazas solamente: su imaginación para amenizar esa trama con situaciones y lugares originales, y su prosa. Pero en ambas se queda a medias.

En relación con la primera, y aun entendiendo que no es sencillo situar al lector en el marco que ha ideado, el viaje tarda demasiado en arrancar (demorado por la aparición del doctor Dismas, el asedio), y cuando lo hace, el lector se encuentra con que Yama se irá desviando una y otra vez de su propósito inicial, y las capítulos se irán sucediendo centrados en esas distracciones. Que a menudo resultan agradables (mencionar los encuentros con Beatrice y Osric, o los pasajes con el prefecto Corin), pero que descolocan al lector. Y que provocan, además, que Yama llegue a Ys cuando ya ha transcurrido más de la mitad de la novela. Y con respecto a la prosa del escritor, es de agradecer la riqueza de su vocabulario (debo reconocer que, cuando la leí, llevaba años sin toparme con una novela con tantas palabras desconocidas), pero a menudo resulta petulante, abrumando con excesivos detalles e incrementando esa sensación de estar rellenando páginas para aumentar la longitud de la obra.

Si a todo lo anterior le añadimos el recurso frecuente a elementos fantásticos (aun tiempo después de haberla leído no estoy seguro de que deba catalogarla como ciencia-ficción), algunos episodios de violencia innecesaria, la poca habilidad del escritor para presentar a los actores y elementos que dieron lugar a la situación presente (piénsese por ejemplo en lo que realmente sabemos al terminar la lectura sobre los de Días de Antigüedad, o esas tantas veces mencionada y nunca aclarada "guerra contra los herejes"), y unos personajes que de pronto se convierten en compañeros inseparables de Yama (Pandaras y Tamora), se comprenderá por qué no tengo mayor interés en proseguir con las otras novelas de la trilogía.

Y es una pena, porque puntualmente McAuley da con la tecla y nos brinda buenos pasajes (el mejor, el del mercader en su fabuloso salón con un estanque de agua en el techo). Y el vínculo con los antepasados muertos y la atención dedicada por las sociedades pretéritas a enterramientos y tumbas elaborados son sugestivos. Pero al final la novela se diluye entre promesas que no llegan a convertirse en realidades. Y ese desenlace mal resuelto y que apenas intenta explicar nada (más bien se trata de una mera interrupción) terminó por justificar mi pobre impresión final.

"El bosque oscuro" (2017). Cixin Liu

Continúo avanzando con esta nueva entrada en mi recorrido en orden cronológico por los autores y las novelas más relevantes del subgénero d...