sábado, 25 de mayo de 2019

Paz interminable (1998). Joe Haldeman

Una nueva entrada continúo reseñando las novelas ganadoras o nominadas a los Premios Nébula durante la década de los noventa que aún no hubieran tenido una entrada independiente en este humilde blog. Le ha llegado a la oportunidad a "Paz interminable", una de las novelas más conocidas del escritor estadounidense Joe Haldeman, ganadora del Premio Nébula correspondiente a su año de publicación. Que es también una de las que más confusión genera, porque el título (tanto en inglés como en español) parece dar a entender que se trata de una novela de la misma saga que "La guerra interminable", su novela más famosa. Pero como ya tuve la oportunidad de señalar cuando reseñé aquella, no estamos ante una secuela o una precuela de la misma: ambas novelas simplemente comparten marco de referencia, pero en la práctica podemos afirmar sin equivocarnos que son dos novelas independientes. Y ambas con múltiples galardones, aunque personalmente prefiero "La guerra interminable". Y es que "Paz interminable" es una novela difícil de clasificar, que parece de guerra, luego de relaciones personales, más tarde científica y al final resulta ser un thriller. Con un puñado de buenas ideas, pero también con algunos defectos apreciables. Y un tanto fría.

El mayor defecto es precisamente esa inconcreción argumental, que descoloca a un lector que, en parte por el título, en parte por las primeras páginas, espera una novela bélica, pero que ve cómo el componente bélico desaparece tras los primeros capítulos. No sólo eso; el plan para humanizar a la humanidad (valga la redundancia) y terminar con la guerra entre la Alianza y los Ngumi, que en realidad es el eje sobre el que orbita la trama, no se plantea hasta la mitad del libro, lo que provoca que las primeras doscientas páginas resulten, vistas en perspectiva, demasiadas.

Además, los acontecimientos de la segunda mitad de la novela se salen poco de lo esperado, y el escritor necesita recurrir in extremis a personajes y organizaciones de las que nada habíamos sabido hasta entonces (como Gavrila, Blaisdell, o el Martillo de Dios). Tampoco el estilo (intercalando la tercera persona y la narración en primera persona del protagonista, Julian Class, y sin capítulos claramente diferenciados, ni títulos, ni siquiera con referencias temporales suficientes) juega a favor del lector. Que se ve obligado por ende a afrontar una violencia y una crueldad esperable en Haldeman pero probablemente excesiva.

A cambio, Haldeman caracteriza con habilidad su pareja protagonista (Julian y Amelia Harding), nos presenta un año 2043 muy verosímil desde el punto de vista social (con las diferencias entre el primer y el tercer mundo ahondadas por las casi mágicas naonfraguas), y durante la segunda mitad convierte su novela en un thriller de ritmo rápido que atrapa al lector. Por otra parte, muchas de las ideas propuestas se apoyan consistentemente en el elemento científico: el colosal Proyecto Júpiter, los Soldaditos controlados remotamente (con los que la Alianza combate al enemigo sin apenas sufrir bajas), y sobre todo los conectores cerebrales con los que los controlan, cuya extrapolación para primero acceder a la mente de otras personas y más adelante humanizarlas, da lugar a las mejores especulaciones de la novela.

Así que aunque el desenlace resulte un tanto increíble, y pese a la violencia final que se apodera de Class, la novela se deja leer, y nos brinda algunas buenas reflexiones. Aunque como adelantaba al principio de la reseña no me parece un clásico, y creo que en 1998 se publicaron novelas mejores.

sábado, 11 de mayo de 2019

Río lento (1995). Nicola Griffith

Con la presente entrada continúo reseñando las novelas ganadoras o nominadas a los Premios Nébula durante la década de los noventa que aún no hubieran tenido una entrada propia en este humilde blog. Le ha llegado el turno a "Río lento", de la escritora británica Nicola Griffith. Que aunque se publicó en el año 1995, se alzó con el Premio Nébula a la mejor novela del año 1997. Un galardón tal vez cuestionable, porque se trata de una novela singular sin duda, pero también pretenciosa, machacona y decepcionante durante buena parte de su lectura, pero que sin embargo crece de manera cautivadora durante su tercio final.

He usado el adjetivo "machacona" a propósito, porque lo que más trasciende de la novela es su lesbianismo exacerbado. Y es que no sólo su protagonista Lore Van de Oest es lesbiana, es que la mayoría de las mujeres que aparecen lo son. Y la escritora insiste en detenerse sobre este tema una y otra vez (en mi opinión con más encuentros sexuales de los necesarios, o con la sorpresa final sobre el trauma infantil de Lore), hasta el punto de conferirle a la novela una sensación de inverosimilitud que no le favorece en absoluto. Aunque probablemente en aras de la diversidad creativa ese lesbianismo obsesivo fuera una baza a la hora de alzarse con el Nébula.

Otro factor que seguramente influyó en el galardón, y que en cambio para mí constituye un defecto serio, es la mezcla de distintas etapas en la vida de Lore, en primera y en tercera persona, a lo largo de toda la novela. Una técnica que se supone asociada a la calidad literaria (entiendo que puede ser más difícil escribir, o desordenar, una historia de esa forma), pero que provoca que el lector se esté permanentemente desenganchando cada pocas páginas de una historia, afectando notablemente a la capacidad de la novela para atraparle, y disminuyendo por tanto el interés.

Además, la a mi modo de ver excesiva atención que presta Griffith durante el primer tercio de la novela a la química que sustenta los procesos de la planta de depuración de Hedon Road, y el hecho de que la sociedad del "futuro cercano" que nos presenta se parezca demasiado a la de los años noventa (y sin embargo Griffith omita a propósito cualquier referencia temporal, el nombre de la ciudad en la que transcurre el grueso de la acción, o cualquier explicación sobre la sociedad o la política en el resto del mundo), abundan en esa sensación de irrealidad, de acontecimientos que siendo objetivos nunca podrían suceder.

Y pese a todo lo anterior, creo que la novela merece una lectura. Porque si se superan todos los obstáculos mencionados y se alcanza el último tercio de la novela, ésta despliega entonces todas sus virtudes. Sobre todo la historia personal de Lore, su caída desde su posición de poder en el seno de una familia multimillonaria hasta su lucha por ganarse la vida en los bajos fondos de la sociedad con su nueva identidad. Pero también la manera como las distintas piezas (el secuestro, los abusos sexuales, el sabotaje en la planta, la prostitución, el pirateo de anuncios) van encajando de modo convincente. Y todo ello sustentado con unos personajes principales muy bien caracterizados, y con unas últimas cincuenta páginas que son casi un thriller en distintos ejes temporales.

Eso sí, el desenlace me pareció demasiado escueto (Griffith apenas esboza el reencuentro de Lore con su familia, no cierra su relación con Spanner, ni explica mínimamente la estructura detrás de Meisener), dando la impresión de un cierre apresurado y no del todo bien estructurado.

"El despertar del Leviatán" (2011). James S A Corey

Mi recorrido por los autores y las obras más relevantes del subgénero de la ciencia-ficción dura continúa avanzando con la presente entrad...