sábado, 30 de noviembre de 2024

"En Un Vacío Insondable" (1994). Juan Miguel Aguilera y Javier Redal

Una entrada más prosigo con una nueva reseña de mi nuevo recorrido en orden cronológico por algunas de las mejores sagas disponibles para el lector en español, que aún no habían aparecido por aquí, o no en su totalidad. La de hoy es la última entrada que dedico a la saga de Akasa-Puspa, tal vez la saga más famosa y prestigiosa publicada jamás en España. Y es la última porque me voy a ceñir a los títulos que publicaron a medias Juan Miguel Aguilera y Javier Redal. Como ya he mencionado en reseñas anteriores, con posterioridad Aguilera fue reescribiendo, ampliando y fusionando los títulos de la saga, pero para mí la obra que de verdad posee valor es la originalmente creada por los dos escritores. Por eso he estado reseñando esta saga en el orden y con los títulos que originalmente la conformaron, dejando al margen reescrituras y añadidos. En el caso que nos ocupa, y a diferencia de lo que sucedía con la novela de mi anterior entrada ("El Refugio", 1994), la de hoy sí que es incuestionablemente una historia de Akasa-Puspa. Con el inconveniente de su corta extensión, lo que seguramente ha contribuido a que sea casi imposible hacerse con ella hoy día. Y sin embargo, estamos ante una digna continuación para los dos primeros títulos de la saga. Perfectamente enlazada con ellos, nos ofrece una historia ambiciosa y plausible, a la que solamente le falta un poco más de pausa y profundidad para rayar al mismo nivel que aquéllas. A saber por qué sus creadores optaron por limitar tan estrictamente su extensión.

La novela se sitúa unos trescientos años después de los hechos narrados en "Hijos de la Eternidad", y ello ayuda al lector a engancharla con sus dos predecesoras. También que nos encontremos casi desde el comienzo con muchos elementos ya conocidos y claves en la saga: el cúmulo globular, la Asura, la Konrad Lorenz, el siempre dinamizante misterio cósmico, incluso algunos aspectos de space opera. Pero el acierto principal de esta nueva entrega es que, en su mayor parte, se plantea desde el punto de vista de los angriffs, los alienígenas que tanto juego dieron en "Hijos de la Eternidad". Y que a pesar de que ya habían sido caracterizados en aquella novela, ofrecían aún muchas posibilidades de ser desarrollados en cuanto a su organización social, sus conflictos, los intríngulis de la sumisión de los hervíboros a los carnívoros, algunas consecuencias de sus rasgos físicos y biológicos y, sobre todo, su manera de visualizar e intentar entender a los seres humanos. A este indudable acierto se le suma, como no podía ser menos en cualquier obra de estos dos autores, un elemento científico excelentemente desarrollado y siempre en primer plano: el propio y misterioso artefacto que da origen a la trama ya es todo un hallazgo, pero además, a lo largo de sus páginas nos encontraremos con agujeros de gusano, horizontes de singularidad, cuerdas gravitatorias, sistemas bioinformáticos... Una serie de conceptos complejos que provocan la fascinación del lector sin llegar a confundirlo, pues casi siempre se explican de manera aprehensible.

A pesar de su corta extensión, los personajes principales están bien caracterizados: el angriff Corva*de*Fuego, el mercenario Khat Zar, Israel Lenin, Serpiente... todos ellos poseen unas inquietudes y unas motivaciones reconocibles, y además, al haber menos elementos en juego que en entregas anteriores, los autores consiguen profundizar más en ellos de lo que solían hacer. Aunque también se percibe cierta reiteración a la hora de seleccionarlos: el mercenario violento, el humano discapacitado pero brillante intelectualmente, la relación que se establece entre el principal angriff carnívoro y él... En otro orden de cosas, el reencuentro con lugares ya visitados, o el aprovechamiento de las averiguaciones obtenidas por otros personajes, incluso revisitando las conclusiones a las que en su momento llegaron respecto a la colonización de Akasa-Puspa, la misión de los colmeneros, o la expansión de las máquinas autónomas por la Galaxia, que se llevan a una nueva y consecuente dimensión, le añaden aciertos adicionales a una saga de tan altos vuelos. Y por supuesto, el dinamismo, los episodios de aventura, los capítulos cortos y los pasajes directos, sin relleno alguno, ayudan a que la obra se lea del tirón y se disfrute de principio a fin. Como también lo hace la ausencia de términos sáncritos, un rasgo cuestionable en las dos entregas anteriores y que aquí no se echa en absoluto de menos.

Para mí el principal defecto de "En Un Vacío Insondable" es su brevedad: si ya las dos primeras entregas de la saga pecaban de concisión, pues a duras penas aprovechaban lo esencial de todo cuanto los autores habían concebido, en cuanto a ideas atrayentes, facciones enfrentadas, personajes singulares y lugares fascinantes, en esta obra de poco más de cien páginas (muy aprovechadas, eso sí, hay novelas "completas" que no ocupan ni el doble de ésta) este inconveniente se magnifica. Da la impresión de que Aguilera y Vidal no confiaran del todo en llevar la historia a buen puerto, o de que no contaran con garantías de que fuera a ser publicada por editorial alguna, y lo que el libro trasluce es una indescutible sensación de primer intento, de obra a pulir. Y no porque fuera necesario añadir más capítulos (hay nada menos que treinta): habría bastado con que muchos de ellos hubieran añadido detalles que contribuyeran a poner mejor en situación, a disfrutar más de los pasajes de acción, a presentar mejor determinados lugares, a profundizar en el fastuoso escenario final. Seguramente un buen editor podría haber ayudado en ese sentido. Tal cual quedó, el lector se ve obligado a no perder ni un solo detalle, y a realizar pausas frecuentes en la lectura si de verdad quiere interiorizar lo que acaba de leer. Y eso es algo que no era tan evidente en novelas precedentes.

Aparte de su extensión, y de cierta reiteración arquetípica en algunos personajes, se aprecian otros defectos. Algunos son típicos de los autores: el carrusel de elementos que provocan asombro, hasta el extremo de saturar al lector; ciertas deficiencias en el uso del español (conjugación del verbo haber, tiempos verbales incorrectamente empleados); momentos puntuales de violencia gratuita... Otros son específicos de esta obra, como el poco aprovechado enfrentamiento entre los angriffs Niebla*Dos y Corva*de*Fuego, o la dependencia que tiene la Konrad Lorenz de Israel Lenin, algo que probablemente no se pueda justificar desde un punto de vista bioinformático. Y al desenlace le falta garra: presuroso, predecible, y sin el dimensionamiento adecuado. A cambio, la espectacularidad de los marcos escénicos en los que se recrea, y la conclusión final que nos ofrece, confirman que nos hallamos ante una lectura recomendable para saber cómo culminaron la saga estos dos autores años antes de que Aguilera se decidiera a modificarla en gran parte.

domingo, 17 de noviembre de 2024

"El Refugio" (1994). Juan Miguel Aguilera y Javier Redal

Con la presente entrega prosigo con mi nuevo recorrido por algunas de las mejores sagas disponibles para el lector en español, y que aún no habían aparecido (o no en su totalidad) por este humilde blog. Les recuerdo que estoy reseñando últimamente la saga de Akasa-Puspa, la obra más conocida de los valencianos Juan Miguel Aguilera y Javier Redal. De la cual se supone que éste que hoy les traigo es el tercer título (más adelante aclararé esta "suposición"): "El Refugio". Publicada pocos años después de sus dos precedesoras, fue reescrita en el presente siglo por Aguilera bajo el título de "Némesis" (2006). Pero, como ya aclaré en mi anterior entrada, no soy partidario de estas escrituras realizadas mucho tiempo después, así que la que hoy reseño es la obra original, con sus aciertos y sus errores. Se trata de una novela ambiciosa, repleta de ideas fascinantes y tremendamente elaborada desde el punto de vista científico, que encierra una historia plausible para el origen y la posterior expansión de la vida inteligente por el Sistema Solar, y que adopta la apariencia de una novela de acción en aras de una mayor amenidad.

Empiezo aclarando la suposición. EL libro comparte con la saga de Akasa-Puspa algunos elementos (ascensores espaciales, una todopoderosa inteligencia alienígena, delfines como pilotos de naves, la pretensión final de encerrar el Sistema Solar en una Esfera de Dyson) y el estilo narrativo (la vertiente de aventuras, la continua interpelación al sentido de la maravilla del lector, las complejas y bien presentadas explicaciones científicas). Pero considero un error encuadrarlo en la saga: aunque aparezca así en la Wikipedia y otras páginas webs, la etiqueta de "precuela" que se le otorga me parece excesiva. Y no sólo por la enorme distancia temporal con el resto de títulos, sino porque aquí no hay space opera (ni Imperio, ni Utsarpini, ni Hermandad), la vida alienígena es completamente diferente a la de la saga (no nos toparemos con colmeneros, ni con angriffs), y el cúmulo globular que da nombre a la saga no se menciona ni una sola vez. Todo ello no es óbice para que la novela resulte disfrutable por sí misma, pero es mejor no llamarse a equívoco, por mucho que yo lo esté reseñanado ahora aquí.

Como es habitual en Aguilera y Redal, la virtud más destacable de la novela me parece el equilibrio entre aventuras sugestivas y ciencia-ficción dura. Con un profuso despliegue de medios en ambos frentes. Tanto, que cuesta creer todo lo que los autores son capaces de concentrar en apenas cuatrocientas páginas: el descubrimiento de la antigua civilización marciana, el bombardeo de antimateria que sufre la Tierra, el excelente aprovechamiento de la milenaria tecnología marciana, la exhaustiva exploración de un cometa, el ataque a cargo de la latente vida alienígena, los secretos que esconde el gaseoso Júpiter... Y todo al mismo nivel al que brillan las explicaciones astronómicas sobre los singulares fenómenos físicos y biológicos descritos, la utilización de tecnologías punteras para los vuelos espaciales (desde velas solares a másares remotos), el empleo del ADN para preservar el legado marciano durante millones de años, la presencia de drones controlados cibernéticamente... Como pueden ver, la lista es abrumadora, y en manos de autores de menor creatividad habría dado para una decena de novelas.

Por si todo lo anterior fuera poco, la lectura resulta siempre dinámica y amena: en todos los capítulos sucede algo, los marcos escénicos cautivan de principio a fin, se nos ofrecen hallazgos poco habituales en el género como la preeminencia de las órdenes religiosas en cuanto sucede tanto en la Tierra como en el resto del Sistema Solar, se nos proporcionan sugestivas pinceladas sociopolíticas (como la organización que adoptan los colonos en Marte o la preponderancia de las familias japonesas más poderosas en la exploración espacial), y todo ello jalonado con frecuentes momentos de tensión y angustia.

Por desgracia, la novela adolece de ciertos defectos que perjudican el resultado final. Quizá el más obvio sea la saturación que provocan en el lector tantas revelaciones: hay tantas y tan seguidas, que apenas podrá asimilarlas. El seguimiento de los personajes también resulta complicado; quitando unos cuantos (Susana, Benazir, Lenov, Kramer, tal vez Sandra), el resto apabullan no tanto por su necesaria diversidad en una novela repartida entre tantos frentes, sino porque cuesta ubicarlos (habría venido muy bien un listado de personajes como el de las dos novelas anteriores de la saga), no digamos ya caracterizarlos o comprender sus inquietudes. Y sorprende la frialdad con la que tanto los propios supervivientes en la Tierra como los terrestres fuera del planeta madre, actúan en relación con la reciente catástrofe.

Otros defectos menores son el cuestionable postulado de que los delfines estén más capacitados para pilotar naves espaciales que los ordenadores más avanzados, la velocidad excesiva a la que los científicos humanos interpretan la ancestral biotecnología marciana, la celeridad con la que la vida humana en la Tierra se recupera del devastador ataque, los habituales defectos en el uso del español de ambos autores (palabras repetidas en frases consecutivas, conjugación del verbo haber, empleo de tiempos verbales incorrectos...), o las dificultades a la hora de balancear la narración entre los avatares de la exploración en la atmósfera de Júpites y la destrucción del ascensor orbital.

El desenlace, en cambio, mejora la impresión final, pues aparte de vertiginoso en las dos líneas narrativas en las que los autores lo desdoblan (Júpiter y la Tierra), propone en sus páginas finales una reinterpretación en una segunda dimensión, de carácter cósmico y al mismo tiempo certero a la hora de atar cabos sueltos. Confirmando que nos hallamos ante una obra de mucho nivel para tratarse de una producción patria.

"El Mapa del Cielo" (2012). Félix J. Palma

Con la entrada de hoy prosigo mi recorrido en orden cronológico por alguna de las sagas que aún no habían aparecido en este humilde blog. ...

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