domingo, 5 de julio de 2020

Ethan de Athos (1986). Lois McMaster Bujold

Con esta entrada prosigo con la reseña de algunas de las más reconocidas novelas escritas por las más importantes escritoras de ciencia-ficción. Seguimos avanzando en la década de los ochenta y llegamos ya a 1986, año en que vio la luz "Ethan de Athos", de la estadounidense Lois McMaster Bujold. Perteceniente a su famosa saga de Vorkosigan (aunque en mi opinión hablar de saga es un término un tanto impreciso dada la variedad de novelas que la conforman, quizá sería más correcto hablar de conjunto de novelas que comparten una historia de la galaxia), la de hoy es una obra que puede leerse de manera independiente, y sobre el papel de las más atractivas de la "saga", ya que Athos es un planeta fundado y mantenido exclusivamente por varones, con lo que ello podría ofrecer a nivel de sostenibilidad y especulación. Sin embargo, a pesar de resultar entretenida, dinámica, contar con buenas dosis de aventura y la suficiente intriga, resuta un tanto superficial, ineficaz a la hora de sacar todo el partido al planteamiento, y la remata un desenlace no demasiado clarificador.

Ya desde el comienzo se aprecia que a la novela le cuesta coger el tono. El comienzo es farragoso, con una prosa poco fluida y demasiados tecnicismos ginecológicos. Además, Bujold no se esfuerza a la hora de proporcionar la mejor visión posible sobre la original vida en Athos, y deja que sea el lector quien vaya aprehendiendo las estructuras sociales y las implicaciones vitales de su sociedad exclusivamente masculina. Si bien al menos el nudo queda planteado con relativa celeridad y resulta verosímil para dinamizar el resto del libro.

Con la llegada de Ethan a la Estación Kline la novela mejora. La aparición de la mercenaria Quinn no sólo le abre los ojos a Ethan sobre las formas de vivir en el resto de la Galaxia, sino que lo sitúa en medio de un enredo de dimensiones planetarias a causa de los cultivos ováricos. El ritmo narrativo se acelera, la intriga gana peso, y las pequeñas pinceladas de humor con la que la escritora muestra las reacciones de Ethan a los comportamientos del género femenino, logran que desde ese punto hasta el final la lectura resulte fácil y entretenida.

Esta indudable virtud encierra paradójicamente los mayores defectos de la novela. Para mí el más grave es todo lo que Bujold desaprovecha, teniéndolo al alcance de la mano: desde el marco escénico (la Estación Kline constituye un ecosistema sugerente y bien delineado, pero aunque se habla de otros planetas, resulta ser el único escenario durante casi doscientas páginas), pasando por la componente utópica tan jugosa que ofrece el planeta Athos y que a la escritora apenas parece interesarle, hasta la escasa profundidad que confiere a personajes y acontecimientos, sin apenas espacio para especulaciones y reflexiones.

A menor nivel pero también flaqueando se sitúa un desenlace "doble" que funciona en cuanto al nivel de acción y el grado de tensión que encierra, pero que no termina de aclarar cómo sucedieron los acontecimientos que acabaron alterando el cultivo ovárico. También me parece cuestionable la manera tan ingenua (una mera llamada de Terrence) como Ethan es engañado para caer en la segunda parte del desenlace. Y el impacto en Athos de los cultivos con los que finalmente regresa Ethan apenas es esbozado.

En todo caso esos defectos quedan compensados en cierta medida por otras virtudes menos obvias pero reseñables: un componente científico cuidado (con mención especial para la regeneración de alimentos y el tratamiento de residuos en la Estación), el uso que hace de los sistemas informáticos una novela escrita en 1986, las profesiones y ocupaciones de los habitantes de la estación, y la ausencia de pasajes de relleno. Nunca llegará a ser un clásico, pero siempre se dejará leer.

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