sábado, 23 de marzo de 2019

El libro del día del juicio final (1992). Connie Willis

Una nueva entrada continúo con la reseña de las novelas ganadoras o nominadas a los Premios Nébula durante la década de los noventa que aún no hubieran tenido su entrada en este humilde blog. Les voy a hablar hoy de "El libro del día del juicio final", una de las novelas más premiadas de dicha década, puesto que además del Premio Nébula obtuvo los Premios Hugo y Locus. Es además la primera de las muchas novelas premiadas en los noventa de la estadounidense Connie Willis, sin duda la escritora más relevante del género durante aquellos años. Centrándonos en "El día del juicio final", debo empezar señalando que en mi opinión se trató de un reconocimiento merecido, pues estamos ante una bien trabajada y desgarradora novela que combina con ingenio una línea narrativa situada en el futuro cercano y otra en el pasado. Si bien no utiliza demasiado ni la ficción ni la ciencia, y casi podría encuadrarse por el contrario en el subgénero de la reconstrucción histórica.

Para poner las cosas más difíciles a la hora de apreciar esta novela, el comienzo es un tanto confuso, y en ocasiones no está claro qué personaje dice o hace tal cosa. Además, el viaje en el tiempo no está descrito con un mínimo de rigor, y la autora se escuda en el "continuum" para evitar dar respuesta a las indudables paradojas que conlleva el viaje, dejando bien claro que lo que le importa es la humanidad de la novela, no su carácter científico.

Tras el viaje, el grueso del libro es agradable, pero a pesar de lo trascendente de los acontecimientos (en especial de los que ocurren en el año 2.054), todo sucede de un modo excesivamente ordinario, carente de dramatismo. La autora recurre a complejas conversaciones en las que los personajes muchas veces no se escuchan unos a otros, por lo que se suceden frases referentes a temas distintos y el lector no siempre capta todo lo que lee. Pero es cierto que la escritora sabe aprovechar los comentarios de estas conversaciones para profundizar en la personalidad de cada personaje, sutil y progresivamente. Porque una de los puntos fuertes de la novela es el buen hacer de Willis: sabe cómo hacer que varios centenares de páginas no aburran y estén cargadas de detalles.

De todas formas lo que realmente sobresale de la novela son las ciento setenta y cinco páginas de su libro tercero: en el futuro los problemas se van aclarando, pero en la Edad Media la Peste Negra provoca que los acontecimientos se precipiten, cargados de una crudeza terrible, de sentimiento, de interminables muertes que Willis relata sin caer en lo sensiblero. He de confesar que varias veces dejé la lectura del libro profundamente sobrecogido, y lo que había leído me venía a la mente durante mi vida normal, e incluso una noche me impidió dormir durante un buen rato. Y el hecho adicional del número de personajes que mueren añade otro punto a la historia, alejándola del final previsible.

En suma, una novela mejor narrada que original, de buen nivel literario en general y con una tercera parte realmente brillante. Y por cierto con un título en español que es ciertamente la traducción literal de su título en inglés, pero que a mi modo de ver resulta excesivamente largo y hasta poco atrayente para adentrarse en sus páginas. Probablemente Miquel Barceló y Rafael Marín debieron haber propuesto algo más accesible para los potenciales compradores antes de publicarlo.

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