jueves, 1 de mayo de 2014

Hijos de Dune (1976). Frank Herbert

Tras interrumpir mi reseña de las novelas que recomiendo leer de las sagas más relevantes para el lector de ciencia-ficción en español, por la celebración de las primeras 10.000 visitas al blog, retomo con esta entrada dicha tarea, centrándome en la revisión de "Hijos de Dune", tercera novela en orden cronológico y orden de lectura de la archiconocida saga de Frank Herbert. Es la última novela que recomiendo leer de dicha saga; de hecho, he dudado hasta el último momento si recomendarla o no, puesto que en mi humilde opinión marca el declive claro de la saga. Intentaré explicar las razones.

No se trata de que la novela se la "vaya de las manos" a Herbert (es cierto que ambientalmente la novela es consistente con sus predecesoras), sino de que echa por tierra los logros de los principales protagonistas de Dune. Baste el ejemplo de Paul Muad'Dib: tras desaparecer al final de "El mesías de Dune", su reconversión en un predicador de premociones apocalípticas como respuesta a lo que él mismo contribuyó a construir, desconcierta sobremanera al lector. Por otra parte, en su búsqueda de un antagonista definido, Herbert deforma a Alia, la hermana de Paul y Regente Imperial en el trono de Arrakis, que se convierte en una pobre parodia de sí misma (incluyendo su inesperado matrimonio). Sobre Duncan Idaho ya quedó todo dicho cuando reseñé "El Mesías de Dune". Y también despierta rechazo la evolución del ecosistema de Dune, si bien es cierto que fue iniciada ya en la primera novela, al prever Leto sus trágicas consecuencias.

Otro aspecto lastra la impresión global del libro: la excesiva complejidad de la trama. Apuesto a que ni un solo lector podría explicar las motivaciones, los deseos, los pactos entre los distintos protagonistas. Con el agravante de que todo se resuelve en un breve capítulo en el que fallecen los dos hermanos. Esa complejidad extrema inmuniza al lector, para el cual ya ninguna revelación o acontecimiento es motivo de sorpresa, a pesar de la notable extensión de la novela. Otros defectos son las primeras referencias a personajes de la Tierra, indudablemente innecesarias para la trama y menos a estas alturas de la saga. Así como el recurso a unos conceptos de pretendida relevancia pero que sin embargo no habían aparecido hasta ahora: Jacurutu, Kralizec... Que suenan a artimaña para poder seguir.

Afortunadamente, la novela se deja leer. Ante todo, por el interés que siempre despierta averiguar hacia dónde dirige Herbert su obra más famosa. Pero también por su habilidad para mantener la atmósfera de Arrakis, para enseñarnos su paulatina evolución, para mostrarnos de nuevo la cultura Fremen, los nuevos sacerdotes, el exilio de los Corrino... Y quizá por reencontrarnos con algunos de sus personajes más conocidos: Stilgar, Jessica, el propio Paul. Aunque debo reconocer que las más de 1.200 páginas de las tres primeras novelas me parecen más que suficientes para esta mítica saga, por lo que les recomiendo no seguir con las entregas siguientes y dedicarse a cualquier otra de los varios miles de novelas recomendables que ha dado el género.

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