miércoles, 25 de diciembre de 2013

Un guijarro en el cielo (1950). Isaac Asimov

Con la reseña de hoy completo la revisión de las novelas que recomiendo leer de la saga del Imperio, de Isaac Asimov. Todas, en realidad. "Un guijarro en el cielo" es la tercera novela de la saga por orden de lectura, si bien tiene el honor de ser la primera novela que escribió el Buen Doctor. En 1950 Asimov contaba con 30 años y ya se había ganado una notable reputación como escritor de relatos y novelas cortas, algunos de los cuales se recopilaron en formato libro a partir de 1951, dando lugar a la trilogía original de la Fundación. Sin embargo, "Un guijarro en el cielo" fue su primera incursión real en el género de la novela. Con lo cual, junto a muchas de sus virtudes más reconocibles, en esta novela son apreciables algunos detalles de novelista primerizo. El resultado es una novela alejada de las mejores de su producción, pero de un nivel similar al de "En la arena estelar" y, por tanto, recomendable.

En esta ocasión Asimov deja un tanto de lado las intrigas políticas habituales en otras muchas de sus obras (aunque la trama ya está completamente ambientada en el descomunal Imperio Galáctico) y se fija en vidas aparentemente anodinas para el devenir del Imperio, como su protagonista principal (el sexagenario Joseph Schwartz), el doctor Shekt o los Moran. Pero lo que cautiva al instante al lector es el singularísmo ambiente que proporciona Asimov a la Tierra: radiactiva, despoblada, con un dramático límite para la vida humana en los sesenta años, con organizaciones como la Sociedad de Ancianos, los asimilacionistas... Asimov presenta a la Tierra como el último planeta del Imperio (de hecho el título es una metáfora para designar a la Tierra según su relevancia en el contexto del mismo). Y sin embargo, al mismo tiempo, plantea la por aquel entonces "hipotética" posibilidad de que en ella surgiera la humanidad. Es una muy interesante propuesta especulativa, al tiempo que consigue que el lector se sienta inmediatamente identificado con el punto de vista terrestre, permitiéndole además reflexionar sobre los fanatismos y en general aquello a lo que los nacionalismos extremos pueden dar lugar.

En dicha Tierra radiactiva Asimov sitúa, como en él es habitual, una trama estupendamente estructurada, en la que todo encaja con naturalidad. El Buen Doctor nos muestra la conspiración del planeta Tierra por volver a ser el centro de la Galaxia frente a un Imperio Galáctico con presencia militar en la Tierra, y nos hace ver la desorientación y la mirada crítica de Schwartz al ser trasladado siete mil años adelante desde el siglo XX a ese complejo futuro. Incluso los personajes aparentemente más irrelevantes, como el teniente Claudy, tienen un instante en la novela en el que son determinantes.

Como anticipaba antes, la novela adolece de ciertas lagunas, algunas propias de un escritor inmaduro. El "viaje al futuro" de Schwartz es un artificio literario efectivo, pero la justificación de su viaje en el tiempo es claramente insuficiente. Bel Alvardan, quizá el verdadero protagonista, es un arqueólogo poco convincente, por impulsivo y por desafiante. El recurso a los poderes extrasensoriales de Schwartz es, además de un remedo de la "Segunda Fundación", cuestionable en un escritor al que se le presupone una base científica sólida. Y la personificación de la máxima autoridad terráquea en el binomio Primer Ministro/Balkis, una idea habitual en la obra asimoviana (llevada por cierto a todo su esplendor en "Preludio a la Fundación"), es cuestionable por la figura de Balkis, el auténtico poder en la sombra, que está dominado por un exceso de maldad poco creíble. Si bien es cierto que esta dualidad aporta otra curiosa y plausible interpretación de los acontecimientos.

No obstante, el balance final de la novela es positivo gracias a las habilidades de Asimov como fabulador: emplea una prosa muy concisa (por momentos, demasiado) y crea episodios de gran tensión, como el del encuentro en Chica. Pasajes que, cierto es, no llegaron a un nivel de excelencia tal que los editores le pidieran continuar esta saga en los ochenta (como sí hicieron con sus sagas más reconocidas, las de la Fundación y la de los Robots), pero que justifican de sobra su lectura. Les espero en la revisión de mi próxima saga.

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