domingo, 16 de abril de 2023

"Himno" (1938). Ayn Rand

Continúo con la presente entrada mi recorrido en orden cronológico por las distopías más influyentes del pasado siglo XX. Hoy le ha llegado el turno a "Himno", de la escritora rusa nacionalizada estadounidense Ayn Rand. Una novela corta que tal vez no sea la más conocida de su bibliografía, pero que sí refleja fielmente la filosofía de la autora, a la vez que encaja mejor que cualquier otra de su producción en el subgénero distópico. Nacida en San Petersburgo, Rand vivió desde los veintiún años en Estados Unidos, y esta contraposición entre el pujante comunismo de su país de origen y el individualismo capitalista de su país de acogida ayuda a explicar los postulados de "Himno": una distopía breve pero desgarradora, mucho más interesante por sus especulaciones que por su trama, si bien no por ello complicada de leer. Y que tal vez resulte demasiado similar a la también de origen ruso y recientemente reseñada en este mismo blog, "Nosotros", de Yevgueni Zamiatin. Aunque con un desenlace completamente distinto.

Quizá la mayor virtud de la novela sea la gran cantidad de conceptos provocadores, y sin embargo ingeniosos, que condicionan la vida de los habitantes de la Ciudad: el Consejo de Eugenesia, las distintas Casas a las que pertenecen sus habitantes (como la Casa de Barrenderos a la que pertenece su protagonista), el Palacio de Detección Correcional, el Tiempo de Apareamiento, el Consejo de Vocaciones, el Consejo Mundial de Estudiosos... Conceptos fundamentados en el devenir histórico de los siglos, desde los denominados Tiempos Innombrables en los que los humanos eran aún libres, hasta el Gran Renacimiento que condujo a la situación actual. Incluso el Bosque Inexplorado a las afueras de la Ciudad resulta ser un lugar previsible pero provocador y esencial para la narración. Sin olvidar pasajes tan impactantes como la forma en la que es ajusticiado el Gran Transgresor.

Porque la trama en sí se antoja un tanto simple, aunque efectiva: un recorrido por la vida de Igualdad 7-2521, desde su infancia impersonal, pasando por su formación en la Casa de los Estudiantes, culminando en su opresivo trabajo como barrendero, el posterior descubrimiento del túnel, sus progresos con los experimentos, y finalmente el amor que sentirá por Libertad 5-3000, el cual dinamizará el tercio final de la novela. Todo ello mediante un estilo escueto, escaso en diálogos, y un tanto desconcertante contraste entre los sumamente extensos dos capítulos iniciales, y el resto de capítulos, de mucha mayor brevedad.

Las razones por las que no considero a esta novela una gran obra arrancan desde el mismo momento en que se conoce que Rand la escribió casi veinte años después que la ya mencionada "Nosotros": porque, además de compartir una Ciudad poblada por individuos sometidos a un férreo control del Estado, contrapone de manera premeditada y muy similar los "felices" tiempos presentes a los oscuros tiempos en que los seres humanos aún disfrutaban de libertad. Y de igual forma, es el descubrimiento del amor a una mujer por parte de su protagonista masculino el que desencadena los acontecimientos. Sólo el tono mucho más optimista del desenlace establece una diferencia clara entre ambas obras.

Pero es que, a diferencia de su antecesora, la cual con una extensión contenida pero adecuada trataba de sacar partido a su panoplia de conceptos y elementos provocadores, la obra de Rand es tan breve que la impresión de que le falta capacidad para aprovechar todos los elementos que ha puesto en juego es poderosa. Da rabia recordar que para la primera edición norteamericana de la novela, ocho años después de su publicación, la escritora la revisó íntegramente, y sin embargo no aprovechó la oportunidad para añadir unos capítulos, para ahondar en el ambiente de las Casas, para explicar mejor por qué Internacional 4-8818 desaparece sin previo aviso de la narración, para justificar de una manera más gradual y verosímil el redescubrimiento de la electricidad por parte de Igualdad 7-2521: habría podido minimizar muchos de estos defectos y a la vez aumentar el impacto de la novela.

En su forma definitiva, resulta demasiado evidente desde el principio cuál será la Palabra Innombrable. Porque la autora pone el foco íntegramente en la filosofía que sustenta la novela, y no tanto en la historia. Con reflexiones impactantes y una preciosa defensa a ultranza del ser humano como individuo, sin duda. Pero si hubiera logrado un mejor equilibrio entre trama e ideología, y le hubiera conferido un mayor desarrollo, podría haberse convertido en uno de los grandes clásicos del siglo XX, al mismo nivel que las distopías más reputadas. Aun así, una lectura recomendable.

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