Una entrada más continúo reseñando las novelas que recomiendo leer de las principales sagas disponibles para el lector de ciencia-ficción en español. Les presento hoy "El triunfo de la Fundación", la novela del estadounidense David Brin con la que se cierra la denominada segunda trilogía de la Fundación, escrita por "las 3-Bs" de la ciencia-ficción estadounidense años después de la muerte de Isaac Asimov, con el respaldo de sus herederos. La obra literaria de Brin tiene en mi opinión como principal característica sus muchos altibajos, y aunque en su aportación al universo asimoviano no estuvo en una particular baja forma, su resultado es inferior al de la entrega de Greg Bear ("Fundación y caos") que reseñé en mi entrada anterior, y por tanto al de cualquiera de las novelas de la saga original del Buen Doctor. Pero se sostiene por las abundantes y coherentes reflexiones sobre la saga que aporta, y resulta incuestionablemente superior a la del pretencioso Gregory Benford ("El temor de la Fundación").
Brin sitúa su novela en los últimos años de vida de un anciano Hari Seldon, quien aunque ya tiene sus dos Fundaciones en marcha, mantiene hasta el final su titánico esfuerzo por descubrir los últimos factores que sean necesarios incorporar a sus ya famosas ecuaciones psicohistóricas. Para ello, recrea los principales protagonistas de la saga originial (Hari, Daneel, Dors, Wanda) y alguno de los creados en las novelas anteriores de esta seguna trilogía (el robot Lodovik Trema, los simulacros Voltaire y Juana de Arco...), y los complementa con un buen puñado de personajes de creación propia (especialmente Horis Antic, que acompaña a Hari en su periplo final, el robot Kers Kantun, y el noble Biron Maserd). Aunque a pesar de todos estos ingredientes el lector pronto descubre que más que como una auténtica novela, "El triunfo de la Fundación" podría definirse como un ensayo novelado. Porque lo que guía a la pluma de Brin es el afán por plantear reflexiones y respuestas que hasta ahora no se habían presentado tan claramente en la saga de la Fundación, ni por extensión en las de los Robots y el Imperio Galáctico.
Así, por las casi 500 páginas de la novela se plantean cuestiones como: ¿por qué durante 20.000 años en ninguna parte de la Galaxia el ser humano ha sido capaz de repetir un éxito del calibre de la invención de los robots? ¿cómo es posible que los humanos sean la única especie inteligente de la Galaxia? ¿cómo puede ser que su civilización galáctica se mantenga estable social, tecnológica y económicamente durante todo ese tiempo? ¿es el caos la causa de la imperfección de la humanidad, y la razón por la que una y otra vez se le niega la grandeza que parece capaz de conseguir? ¿por qué esa insondable amnesia de la humanidad respecto a su origen y expansión por la Galaxia? ¿sería válida la psicohistoria en una galaxia plagada de mentálicos? Y aunque en ocasiones se transformen en divagaciones un tanto superfluas, estos interrogantes permiten a Brin proporcionar respuestas tan brillantes como consecuentes: la fiebre cerebral, los archivos históricos especiales, las máquinas terraformadoras, los persuasores mentálicos orbitales, o la enorme influencia de la burocracia en la sociedad.
Es de recibo resaltar también el loable esfuerzo y los si cabe mayores conocimientos que exhibe Brin sobre las tres sagas del Buen Doctor. Así, aprovecha desde la extraña desaparición de Joseph Schwartz en Chicago relatada en "Un guijarro en el cielo", hasta el plan de Daneel para crear Gaia, la superunidad planetaria planteada por Asimov en "Fundación y Tierra", sin olvidarse de incluir las aportaciones de sus compañeros de viaje Benford y Bear. Así como el respeto por las señas de identidad de la saga original, claramente apreciable en una estructura en seis partes que transcurren en diversos escenarios, precedidas por sus correspondientes citas de la Enciclopedia Galáctica, constituidas por capítulos numerados de corta extensión y con continuos saltos de situación... Todo tal cual lo hubiera hecho el propio Asimov. Aunque desafortunadamente ese respeto por el estilo del Buen Doctor no da como resultado una novela de tan alto nivel.
La lástima es que abundan los defectos, sobre todo en lo concerniente al concepto de "novela". Particularmente la trama, que por una parte resulta confusa (con demasiados personajes de intereses encontrados y particulares que resultan difíciles de distinguir), y por otra escasa (ya que con tanta especulación y esfuerzo por cohesionar las sagas, el número y sobre todo la magnitud de los acontencimientos se resiente, escaseando la acción). Lo que es más: a la novela le falta la intriga típica de Asimov, y un objetivo claro que dinamice la acción. De hecho, Brin ni siquiera termina de aprovechar que el desenlace ocurra precisamente en la Tierra. Y admite a modo de postfacio que eliminó dos páginas más del desenlace para dejar simplemente pistas a hipotéticos continuadores futuros de la saga.
Otros defectos que penalizan la impresión global son la expansión explícita y reiterada del caos que tanto obsesiona a Brin y la insistencia en distinguir la adscripción a cada una de las cinco castas. Tampoco son particularmente interesantes los nuevos personajes que acompañan a Hari en su periplo (Antic y Maserd). Ni aporta lo suficiente a la obra la forzada "malignización" de Dors tras calibrar el plan trazado por Daneel a lo largo de los milenios. Si bien a cambio la novela se cierra con un más que interesante anexo, que nos presenta una cronología temporal de los principales acontecimientos relatados por el propio Asimov y por sus sucesores en las tres sagas interrelacionadas que conforman su historia del futuro. Un detalle muy de agradecer que dará cohesión a todo lo leido y puede servir como perfecto punto de cierre para las nada menos que 17 novelas que he reseñado sobre todas estas históricas sagas en este humilde blog.
Un apasionado de la literatura de ciencia-ficción y escritor a tiempo parcial que dedica parte de sus escasos ratos libres a compartir su pasión con el resto de aficionados.
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