Continúo avanzando con esta nueva entrada en mi recorrido en orden cronológico por los autores y las novelas más relevantes del subgénero de la ciencia-ficción dura. Transitamos ya por la segunda mitad de la pasada década, que fue para cuando para el lector occidental en general (y español en particular) fue accesible "El bosque oscuro", del chino Cixin Liu. Que en realidad es la segunda entrega de la Trilogía de los Tres Cuerpos, publicada unos años antes en su país de origen, la cual constituye una de las sagas más exitosas de los últimos tiempos en todo el planeta a nivel de crítica y público. En realidad, la novela que debería haber figurado como parte de esta lista debería haber sido "El problema de los tres cuerpos", que fue la que inició la trilogía. Pero dado que ya la reseñé en su momento, y que el peso del componente científico en esta segunda entrega es al menos tan alto como el de su predecesora, me pareció natural su inclusión en mi lista de novelas de ciencia-ficción dura. Y es que a pesar de cierta dispersión narrativa, y de sus apreciables páginas de relleno, se trata de una novela repleta de grandes ideas y brillantes especulaciones, muy elaborada desde el punto de vista científico, y de resultado exitoso a pesar de su innegable ambición. Hasta el punto de la que considero superior a la primera entrega.
Debo comenzar aclarando que para poder disfrutar de las virtudes de esta novela es conveniente tener muy presentes los acontecimientos de su predecesora, porque Liu no se esfuerza en sintetizarlos. Y también estar dispuesto a resistir una primera parte muy larga (casi 200 páginas) sin ninguna estructuración en capítulos que facilite la lectura, y de contenido irregular. Centrada en la original figura que constituyen Los Vallados (cuatro personas que resultan constituir la única solución que encuentra la humanidad para elaborar un plan de defensa frente a la invasión trisolariana que no pueda ser interceptado por sus todopoderosos fotones), sus bruscos saltos narrativos, el llamativo volumen de pasajes de relleno (basta recordar todo lo relativo a los tres vecinos de Pekín, o las ensoñaciones de Luo Ji con su mujer idealizada), así como las excesivas líneas argumentales, echan por tierra instituciones verosímiles (el Consejo de Defensa Planetaria, la Fuerza Espacial), buenas ideas (los diferentes planes elaborados por los Vallados), y dos buenos personajes (el detective, recuperado de la primera entrega, Da Shi, y el principal protagonista, el astrónomo Luo Ji).
La segunda parte, algo más breve y ya con algunos capítulos que le confieren cierta estructura, resulta más amena, y es clave tanto para que los desvalladores neutralicen los planes de los Vallados como para que Luo Ji elabore su plan (la posteriormente famosa maldición). Liu alterna en ella algunos personajes conseguidos (incluso los secundarios), con otros francamente desacertados (como el inaprehensible Zhang Beihai, o el irritante Rey Díaz). Y la trama todavía no termina de fluir con la naturalides deseable, aunque se aprecian la dimensión cósmica y los retos tecnológicos del atrayente escenario planteado.
La tercera parte, además de la más extensa, es la que da título al libro, e indudablemente la más lograda. Dando una salto en el futuro hasta poco antes de que la primera sonda trisolariana (la "gota") llegue al Sistema Solar, comienza con la deshibernación de Luo Ji. Ello le permite a Liu fascinar al lector con una sociedad del siglo XXIII de exhultante optimismo, de ciudades subterráneas arbóreas y comodidades inimaginables bien cimentadas desde el punto de vista tecnológico. Un panorama sobre el cual el escritor sabe sacar partido al contraste de ideas y modos de vida entre los oriundos de esa época y los hibernados. Y con los múltiples intentos de asesinato a Luo Ji consigue generar una tensión que hasta entonces se había echado en falta, pero que ya no desaparecerá durante el resto de la novela.
No obstante, a pesar de la sofisticada tecnología propuesta por Liu para contrarrestar a los invadores, y de las brillantes especulaciones sobre los rasgos comunes a cualquier civilización inteligente de la galaxia, esta parte tampoco termina de resultar redonda. La razón principal es que Liu finge mal que la misión real de la "gota" es arrasar la flota humana, y se recrea excesivamente en su destrucción. Asimismo, la rapidez y facilidad con que Luo Ji se convierte de pronto en uno de los principales líderes de la sociedad, para luego ser defenestrado con la misma rapidez, resulta muy poco convincente. Como tampoco lo es el comportamiento de Zhang Beihai a bordo de la Selección Natural. Pero el Proyecto Nevado con el que, sin llamar la atención, Luo Ji logra redimirse, así como las explicaciones finales sobre la interceptación del sol y la maldición sobre el planeta 187J3X1, inclinan el desenlace hacia el lado favorable de la balanza.
Más interesante que entretenida, más científica que literaria, más especulativa que disfrutable, excesivamente lírica en ocasiones para el lector occidental, "El bosque oscuro" es una novela que requiere un esfuerzo consciente. Pero si se le pone cierto empeño, todo lo que encierra a nivel astronómico, bélico, tecnológico y especulativo causa una poderosa impresión en el lector. Y eso es algo difícil de conseguir en un género tan trillado después de un siglo de historia como la ciencia-ficción.
Un apasionado de la literatura de ciencia-ficción y escritor a tiempo parcial que dedica parte de sus escasos ratos libres a compartir su pasión con el resto de aficionados.
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