sábado, 14 de octubre de 2023

"Un mundo fuera del tiempo" (1976). Larry Niven

Prosigo con la presente entrada mi recorrido en orden cronológico por los autores más representativos del subgénero de la ciencia-ficción dura, a través de muchas de sus mejores novelas. Vamos avanzando ya por la década de los setenta, en la cual uno de los escritores más reputados e incuestionablemente adscrito al subgénero era el estadounidense Larry Niven. Famoso por su habilidad para construir universos fascinantes, a la vez que física y tecnológicamente plausibles, la elección obvia para este recorrido habría sido "Mundo Anillo" (1970). Pero dado que ya reseñé esta novela en su momento, he optado por presentarles aquí una novela que no pertenece a su universo del Espacio Reconocido y que, sin embargo, es también una buena muestra de ciencia-ficción dura. Se trata de "Un Mundo Fuera del Tiempo", publicada tan sólo unos años después de su obra de cabecera. Y que se trata de una novela con el inconfundible sello de su autor, de imaginación desbordante, duración agradablemente contenida, y a la que falta un punto de consistencia y de regularidad para convertirse en un clásico.

En esta novela el autor nos presenta a J.B. Corbell, un piloto del siglo XXII que despierta de su hibernación con la misión de sembrar la vida por sistemas planetarios sin vida situados a años luz de nuestro planeta. Un planteamiento que evidentemente facilita el tratamiento de ciencia-ficción dura que el autor confiere a su obra. Y es que, como es norma en Niven, los mayores aciertos de la obra apelan a la inteligencia del lector y a su capacidad para aprehender el elemento científico. No sólo los avances y la evolución tecnológica están tratados con un rigor absoluto, sino que también las diferentes formas sociales y sus orígenes sorprenden por su coherencia, al tiempo que fascinan por su rigidez y su perdurabilidad. Todo ello aderezado por un mundo científicamente modificado, en el que se han contemplado los efectos de todas las modificaciones: eclipses, calentamiento, nuevas especies... Y con la habitual riqueza en gadgets fruto de la imaginación del escritor: cabinas telefónicas, nuevos vehículos, alfombra-nubes, estarreactores... En especial me gustó la idea y la explicación del movimiento de Urano, y el plan de habitabilidad de la Galaxia.

Ciñéndonos a la narración, me parecieron especialmente notables las cien primeras páginas: el Estado, el viaje interestelar, las "conversaciones" entre Corbell y Firssa, la investigación de ese planeta que recuerda a la Tierra... Bien es cierto que tanto algunos artilugios como la investigación del planeta puede recordar a lo que Niven narró en "Mundo Anillo", hasta el punto de dar la impresión de que Niven quisiera reaprovechar algunos hallazgos de su famosa obra. No obstante, conforme la historia avanza, se complica un tanto: se pierde un poco el hilo con tantos dikta, Varones y Niñas. Sigue fascinando, en todo caso, ese modus vivendi a lo Robinson Crusoe que se nos presenta, y ese difícil equilibrio entre evolución e involución.

Como en prácticamente todas sus obras, cabe reprocharle a Niven su prosa poco literaria, a menudo recurriendo a demasiados símiles vulgares, y sin realzar realmente los momentos de mayor dramatismo. Pero como adelantaba al principio, ello redunda en una agradable concisión, pues cuando el lector finaliza la obra no puede por menos que admirar todo lo que ha ocurrido en apenas doscientas cincuenta páginas.

Por último, reseña que no es fácil idear un final creíble y factible para una obra tan ambiciosa. Sin embargo, Niven lo logra con llamativa habilidad.

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