lunes, 13 de abril de 2015

Deepsix (2000). Jack McDevitt

Una nueva entrada prosigo reseñando las novelas que recomiendo leer de las principales sagas disponibles para el lector de ciencia-ficción en español. Voy a hablar hoy de "Deepsix", segunda novela en orden cronólogico y también de lectura de la saga de las máquinas de Dios, obra del estadounidense Jack McDevitt. "Deepsix" fue la novela con la que McDevitt convirtió sus "máquinas de Dios" en una saga, desplazando la acción casi 20 años adelante en el s. XXIII y confirmando a la piloto/capitana Priscilla Hutchins como su protagonista absoluta. "Deepsix" es una cautivadora novela de supervivencia en un entorno hostil y de ingeniería astronómica "contrarreloj", que utilizando en esta ocasión la arqueología más como complemento que como componente esencial, globalmente supera a los puntos a su predecesora.

"Deepsix" comparte suficientes elementos con "Las máquinas de Dios" para formar incuestionablemente parte de la saga (aparte de la misma protagonista podemos citar la exploración de un planeta con restos de una civilización inteligente, la presencia de agentes ya conocidos como la Academia y Kosmik, un prólogo corto, desasosegante y enigmático, un acontecimiento inevitable pero inesperado que impone una restricción temporal a la acción...), pero también las suficientes características propias como para diferenciarse: por encima de todo, un mayor número de reflexiones propuesta a partir de lo narrado y sobre la vida en general, que presenta en su mayor parte al comienzo de cada capítulo merced a las citas del periodista Gregory McAllister, y también una mayor atención al componente tecnológico-ingenieril, capitalizado por los restos del ascensor espacial encontrado en Deepsix y su posterior conversión en la red de rescate de los protagonistas. Ambos aspectos parecen vistos desde fuera una respuesta consciente del autor a algunas de las mayores debilidades de "Las máquinas de Dios". Y cumplen razonablemente bien su cometido, por lo que son bienvenidas.

Aun cuando en mi opinión sobran menos páginas que en su predecesora, "Deepsix" es nuevamente una novela muy larga, y ello acarrea que el comienzo (hasta que la expedición aterriza en el planeta Deepsix) sea un poco lento, y que en el tercio final se caractericen en exceso algunos personajes netamente secundarios (como los integrantes del equipo de soldadores). Otro defecto obvio es la semejanza en la fórmula con la primera novela de la saga, lo que limita el factor sorpresa a cuestiones como cuántos personajes morirán, o qué imprevistos de última hora se encontrarán. También cabe ponerles un pero a unos cuantos pasajes de exploración arqueológica (más descriptivos que reveladores) y a algún personaje un poco "cargante" (el capitán del Evening Star Erik Nicholson, el propio Gregory MacAllister). E incluso a que la situación poco menos que insostenible que atravesaba la Tierra en "Las máquinas de Dios" prácticamente ni se mencione dos décadas más tarde.

Pese a estos defectos la novela resulta muy amena y cercana: el factor tiempo y la tensión que impone durante casi toda su extensión dinamiza la acción, la prosa es sobria pero efectiva, abundan unos diálogos que a menudo despiden una chispa de inteligencia o de humor, en la mayoría de los capítulos sucede algún acontecimiento interesante, el elemento científico está razonablemente respetado tanto en su vertiente astronómica como en la flora y fauna de Deepsix... Además, los personajes principales están muy bien caracterizados, constituyendo un grupo heterogéneo, lo suficientemente reducido para profundizar en él, pero muy compensado y que se nos muestra muy creíble gracias a sus fallos, sus contradicciones, la familiaridad que van adquiriendo entre ellos... Por ejemplo, McDevitt acierta de pleno al mostrarnos primero cómo Nightingale le falla a Hutch y más adelante cómo él se resarce salvándole la vida a ella. Aunque se echa de menos que intervenga algún personaje más de la primera novela (sólo aparece brevemente Ian Helm, de Kosmik, y con las mismas funestas consecuencias). Y un acierto claro y definitivo para la valoración favorable del libro es que abundan los episodios realmente conseguidos y que perviven años después de la lectura (el intento de recuperación de los condensadores, el ascensor en "el Monte Azul"...).

Para terminar, debo resaltar un final vertiginoso, con una sorpresa de última hora muy acertada, satisfactorio desde un punto de vista astronómico, cuidado en su vertiente ingenieril y minucioso a la hora de cerrar frentes. Solamente falla que lo averiguado sobre las dos especies extraterrestres que se encontraron en Deepsix (los "grillos" y los "halcones") queda más como curiosidad histórica que como un hecho trascendente para la saga. Pero al fin y al cabo eso mismo es lo que le sucede a McDevitt: su obra difícilmente trascenderá el género, pero escribe buenas novelas, sin fisuras y con el suficiente grado de curiosidad y sentido de la maravilla. Razones por las cuales tras la lectura de "Deepsix" lo habitual es que el lector siga interesado en progresar con el resto de la saga. Y por las que reseñaré "Chindi" en mi próxima entrada.

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