martes, 30 de diciembre de 2025

"El Fin de la Muerte" (2018). Cixin Liu

Con la novela que hoy les voy a reseñar sigo avanzando en el tiempo en mi recorrido en orden cronológico por algunas de las sagas más importantes de la ciencia-ficción que aún no habían aparecido, o no completamente, por este blog. Nos situamos en el año 2018, que fue cuando vio la luz la edición en español de "El Fin de la Muerte", del autor chino Cixin Liu. Se trata en realidad de la tercera entrega de su trilogía "El Problema de los Tres Cuerpos", pero es la primera y única de la misma que voy a reseñar como parte de este recorrido. Como algunos de ustedes tal vez recuerden, la razón es que las otras dos novelas ya recibieron atención como parte de mi revisión temática de los Premios Nébula ("El Problema de los Tres Cuerpos", 2015) y del subgénero de la ciencia-ficción dura ("El Bosque Oscuro", 2017), respectivamente. Y dado que acabo de ofrecerles los enlaces a dichas entradas, espero que esta revisión un tanto entrecortada de esta saga no suponga mayores problemas para todos los que han leído o se disponen a leerla. Que sin duda es una de las más populares comercialmente en lo que llevamos de siglo, hasta el punto de que la escogí para ilustrar la entrada que dio comienzo a este nuevo recorrido, hace casi dos años. "El Fin de la Muerte" pone el broche de oro a tan monumental saga: es una novela descomunal, con suficientes elementos y temas para, en manos de un escritor menos ambicioso, haber sustentado toda su bibliografía, pero que aquí se condensan en poco más de setecientas páginas de una gran densidad.

A pesar de la riqueza (conceptual y argumental) de las dos novelas anteriores, y de que esta tercera entrega es todavía más extensa que ellas, para mí se trata, sin duda, de la mejor novela de la trilogía. Porque no sólo respeta la esencia de las dos anteriores, sino que las lleva, de una manera coherente y grandilocuente a partes iguales, a una nueva dimensión que resalta todas las virtudes de la serie. Y es que a lo largo de los más de dieciocho millones de años que abarcan las cinco partes y las nueve Eras con las que Liu cubre tan extenso periodo, la cantidad de conceptos científicos, de desarrollos tecnológicos, y de especulaciones socioculturales asociadas, es abrumadora. Hasta el punto de que la novela abandona otros géneros literarios explorados por sus predecesoras, como el suspense o el bélico, y abraza con entusiasmo la ciencia-ficción dura. Partiendo de conceptos científicos de plena vigencia en la actualidad, y desarrollándolos como probablemente ningún otro autor del género ha hecho en las últimas décadas. Con el acierto, además, de presentarlos de manera accesible para que un lector que ponga un poco de su parte pueda aprehenderlos. Así, por sus páginas veremos pasar pliegues en el espacio-tiempo, ondas gravitacionales, espacios multi-dimensionales, colonias espaciales auto-sostenibles, motores de propulsión por curvatura, y un sinfín de elementos más, en un derroche creativo absolutamente abrumador.

Por si lo anterior fuera poco, a nivel argumental el despligue no se queda atrás: ataques de los trisolarianos, emigración forzosa de la humanidad a Australia, períodos de prosperidad en unas ciudades increíblemente avanzadas, emigración por el Sistema Solar, intrigas entre grupos de poder por liderar el proyecto que permita la continuidad de la humanidad, proyectos de salvación de lo más granado de la cultura y el arte humano... Y todo ello sin perder de vista comportamientos y emociones humanos básicos: amor, engaños, traiciones, desesperanza, lucha por la subsistencia... A veces incluso mediante recesos e intrahistorias dentro de la trama principal, una exhibición que confirma el dispendio creativo.

Una consecuencia casi inevitable de este despliegue sin parangón es la dificultad que entraña la lectura. Que en esta trilogía se agrava, además, por el inevitable choque cultural que para el lector occidental supone encontrarse con una forma de escribir "oriental", con su frialdad narrativa, sus alusiones a periodos culturales y obras chinas que poco o nada le dirán, su ritmo prácticamente estable de principio a fin, sus nombres difíciles de retener, su firme creencia en una respuesta casi siempre consensuada de la humanidad... Si bien la novela resulta razonablemente disfrutable, requiere de mucha concentración, buena capacidad de retentiva, y tiempo para no espaciar en demasía las lecturas, y así poder digerir todo lo que el escritor va revelando.

Además, no todos los temas tratados revisten el mismo interés, ni todas las Eras resultan igual de sugestivas, por lo que a veces es necesario armarse de paciencia y seguir prestando toda la atención posible, pues todo cuando es narrado puede revisitarse o convertirse en esencial unos cientos de páginas después. Es el caso, por ejemplo, de los tres cuentos con los que Yun Tianming consigue burlar la censura de los trisolarianos y darle a Cheng Xin las claves para que la humanidad pueda existir: demasiado largos, líricos y hasta bucólicos en relación con el resto de la trama y con su finalidad, aunque las ideas que encierran sean brillantes. También es el caso de la misma Xin, un personaje un tanto extraño para el lector occidental, y sobre el que a lo largo del libro van recayendo unas responsabilidades absolutamente inverosímiles. Por no hablar de su sempiterna compañera/amiga/¿amante?, cuyos vínculos con Xin desafortunadamente nunca se terminarán de entender.

Pero asumiendo que el libro no pretende ser una novela de personajes, y que no es apta para todos los públicos, su sentido de la maravilla es tan extraordinario que incluso para los aficionados al género más encallecidos supone una lectura de hondo impacto, con un desenlace a tono con su grandilocuencia.

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