sábado, 31 de agosto de 2024

"Barrayar" (1991). Lois McMaster Bujold

Con la entrada de hoy continúo mi nueva revisión por algunas de las sagas más relevantes de la literatura de ciencia-ficción que aún no habían aparecido (en todo o en parte) por este humilde blog. Sigo hablándoles de la Saga Vorkosigan, y sigo reseñando las novelas que la conforman según el orden cronológico interno de las mismas. Que, como expliqué hace un par de entradas, no es exactamente el recomendado por la autora, pero que a mí me pareció más adecuado. Es el momento, pues, de hablarles de "Barrayar". Un libro que en su momento se alzó con los Premios Hugo y Nébula. Pese a lo cual no la considero una novela redonda, aunque sí superior, por ejemplo, a la anterior entrega de la saga, "Fragmentos de honor" (1986). Y es que se trata de una obra de trama sencilla, que retoma la historia justo en el punto en el que la dejó "Fragmentos...", lenta y derivativa en su primera mitad, más enfocada y disfrutable en su segunda.

En esta entrega Bujold se aleja del concepto canónico de space opera y se acerca más a un relato de intrigas políticas y militares en el planeta Barrayar. Algo que, en mi opinión, afecta negativamente al disfrute de la novela. Y es que el lector se ve obligado a atravesar capítulos en los que apenas sucede realmente nada. Ni a su pareja protagonista (los conocidos Cordelia Naismith y Aral Vorkosigan), ni a los personajes supuestamente secundarios. Este defecto aplica especialmente a la primera mitad de la novela, enredada en revisitar y redimensionar los acontecimientos de "Fragmentos...", a la vez que intenta, sin demasiado éxito, explicar las facciones que se disputan el poder en Barrayar. Tan derivativa y falta de ritmo, que por momentos me hizo cuestionarme si había hecho lo correcto al proseguir con la lectura de la saga.

Afortunadamente, el golpe de Estado en la capital imperial y la consiguiente huída de Cordelia de la Casa Vorkosigan dan comienzo a una segunda parte en la que la impronta de su autora resulta mucho más reconocible: dinámica, repleta de acción, con varias situaciones límite, personajes obligados a recurrir a su ingenio, y hasta marcos escénicos más variados y atrayentes. De suerte que al final mi valoración global de la novela fue favorable. En esta entrega la escritora sigue impregnando de una humanidad imperfecta a la mayoría de sus personajes, y se mantiene fiel a su prosa directa, con predominio de unos acerados diálogos (a veces en el límite de lo verosímil) sobre pretenciosas descripciones. Además, aunque la trama sea bastante simple, Bujold la sabe enriquecer con tres o cuatro giros inesperados que precipitan los acontecimientos durante esa segunda mitad. Y, a diferencia de su antecesora, sí remata el libro con un verdadero desenlace, quizás demasiado fácil para lo temerario del plan de Cordelia, pero emocionante, emotivo y eficaz a la hora de atar cabos.

Regresando a los defectos de esta obra un tanto irregular, aparte de las páginas de relleno en su primera mitad y de su sencillez argumental, lo que más chirría es que, pese a estar concebida para que asistamos a lo que acontece a través de la mirada de Cornelia, a menudo son otros personajes los que reciben toda la atención de la narradora. Y ello puede ser admisible en personajes tan poliédricos como el Sargento Bothari, pero provoca incomodidad y hasta cierto sonrojo en el caso de la historia de amor entre Koudelka y Droushnakovi, tan entrecortada como forzada, y que casi siempre recibe la atención en el momento menos oportuno. Otro defecto menor es que en ocasiones cuesta situar dónde está ocurriendo la acción (habría venido de perlas uno o varios mapas). Y a veces los pensamientos de Cordelia que nos ofrece Bujold se antojan poco naturales.

No obstante, el entretenimiento sin grandes pretensiones característico de Bujold termina prevaleciendo, con pasajes realmente disfrutables como la huída de Cordelia y sus acompañantes por los parajes más inhóspitos del distrito Vorkosigan, o todo lo relativo a su embarazo. Que por cierto, es donde más evidente resulta la preocupación de Bujold por el siempre necesario elemento científico: desde el proceso de transferencia placentaria, pasando por toda la tecnología asociada a la réplica extrauterina, hasta llegar al singular nacimiento. Adicionalmente, Barrayar sirve al propósito de contextualizar las circunstancias en las que vino al mundo Miles Vorkosigan y familiarizarse con el pasado de personajes que también aparecerán en futuras entregas. Y por eso, a pesar de sus fallos, globalmente se trata de una lectura lo suficientemente amena como para seguir dando continuidad a la saga.

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