viernes, 22 de noviembre de 2019

Odisea (2006). Jack McDevitt

Una entrada más prosigo con la reseña de las novelas ganadoras o nominadas a los Premios Nébula durante la primera década de nuestro siglo que aún no hubieran tenido una entrada independiente en este blog. Voy a hablarles en esta oportunidad de "Odisea", la quinta entrega de la saga de "Las Máquinas de Dios", sin duda la obra más conocida del estadounidense Jack McDevitt. Una saga que ya ha aparecido en otras cuatro ocasiones antes en este mismo blog, y cuya lectura retomé no hace mucho tiempo tras haber leído hace unos años los primeros tres títulos. Nominada (como tantas otras de la saga) a los Premios Nébula de 2008, el año que ganó "El sindicato de policía yiddish" de Michael Chabon, "Odisea" es indudablemente la novela que más se diferencia de las del resto de la saga: abandona definitivamente las exploraciones arqueológicas de las primeras entregas, renuncia al contacto con especies alienígenas, y propone una interesante trama de intereses políticos y económicos. Lástima que cometa varios fallos que le restan puntos al resultado, y que me hacen cuestionarme si la nominación estuvo realmente justificada.

El fallo más obvio es que el argumento carece de la magnitud suficiente para ocupar casi cuatrocientas páginas, por lo que McDevitt tira de oficio paa llegar a esa extensión. Y es que salvo para los presumiblemente escasos lectores que se adentraron por primera vez en la saga gracias a "Odisea", el primer tercio de la novela no aportará prácticamente nada a los que ya la conozcan, pues se trata de poco más que una nueva toma de contacto con personajes, instituciones y situaciones ya conocidas. Con lo que lo único realmente salvable de esa primera parte es el personaje que le da título: Gregory MacAllister, excelentemente caracterizado gracias a su original mezcla de ingenio, elegancia y cinismo, y que con sus actos a lo largo de toda la novela y con sus reflexiones al comienzo de cada capítulo siempre consigue aportar algo al lector.

Otro fallo evidente es el juicio a Harry Beemer. Que empieza como una simple referencia en los interesantes titulares con los que el autor periódicamente complementa el panorama de la sociedad terrestre del año 2236, y al que poco a poco va prestando más atención hasta llegar a compartir un inesperado protagonismo con el episodio final del rescate de los científicos del hipercolisionador. Un juicio que sin embargo nunca llega a complementar la trama principal, ni aporta prácticamente nada a nivel especulativo, por lo que en definitiva se acaba revelando como una mera excusa para rellenar más páginas.

Un tercer fallo es que, salvo en su último cuarto, apenas hay rastro de la tensión que suele caracterizar a las novelas de McDevitt: sin restricciones temporales que acoten las posibles acciones, la expedición de Valya, Eric, Amy y MacAllister que ocupa el grueso de la novela es poco más que un paseo turístico por el espacio, con unos poco creíbles jinetes lunares como excusa, y varias breves excursiones a lugares cuya grado de fascinación queda lejos de lo ya presentado en otras novelas de la saga. Y cuando al fin aparece la intriga, lo hace de manera tan poco verosímil como es la especie de sueño telepático en la que una supuesta alienígena advierte a Amy de la inminente destrucción del hipercolisionador. Sin más justificación durante el resto de la novela.

Si a ello le sumamos otros defectos ya conocidos de otras novelas de la saga como un siglo XXIII excesivamente parecido al actual, o unas especulaciones científicas más escuetas de lo deseable, se entenderá por qué me pareció la novela más floja de la saga hasta entonces. No obstante, el ya conocido despliegue de naves recorriendo nuestra galaxia, lo coherente de la Academia, lo bien presentado que está el elemento astronómico, e incluso el reencuentro con personajes ya clásicos en el género como Priscilla Hutchins, hacen de la lectura de "Odisea" una experiencia agradable, además de sencilla gracias a sus capítulos cortos y al predominio de los diálogos.

No sólo eso: la apuesta del escritor por presentar primero y desentralazar después esa trama de intereses políticos y económicos en los ámbitos público y privado se demuestra válida para oxigenar la saga, y está lo suficientemente desarrollada para entenderla y a la vez reflexionar sobre los conflictos de intereses y las reacciones sociales que sin duda suscitará en un futuro la exploración espacial. Todo ello con un desenlace intenso y bien presentado. Y con la sorpresa final que supone una situación de cierre particularmente disruptiva tanto para la Academia como para sus personajes principales. Lo que deja a McDevitt en buena posición para seguir ampliando la saga sin repetirse. Cuestión sobre la que volveré cuando reseñe "Cauldron" dentro de unas semanas.

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