sábado, 11 de mayo de 2019

Río lento (1995). Nicola Griffith

Con la presente entrada continúo reseñando las novelas ganadoras o nominadas a los Premios Nébula durante la década de los noventa que aún no hubieran tenido una entrada propia en este humilde blog. Le ha llegado el turno a "Río lento", de la escritora británica Nicola Griffith. Que aunque se publicó en el año 1995, se alzó con el Premio Nébula a la mejor novela del año 1997. Un galardón tal vez cuestionable, porque se trata de una novela singular sin duda, pero también pretenciosa, machacona y decepcionante durante buena parte de su lectura, pero que sin embargo crece de manera cautivadora durante su tercio final.

He usado el adjetivo "machacona" a propósito, porque lo que más trasciende de la novela es su lesbianismo exacerbado. Y es que no sólo su protagonista Lore Van de Oest es lesbiana, es que la mayoría de las mujeres que aparecen lo son. Y la escritora insiste en detenerse sobre este tema una y otra vez (en mi opinión con más encuentros sexuales de los necesarios, o con la sorpresa final sobre el trauma infantil de Lore), hasta el punto de conferirle a la novela una sensación de inverosimilitud que no le favorece en absoluto. Aunque probablemente en aras de la diversidad creativa ese lesbianismo obsesivo fuera una baza a la hora de alzarse con el Nébula.

Otro factor que seguramente influyó en el galardón, y que en cambio para mí constituye un defecto serio, es la mezcla de distintas etapas en la vida de Lore, en primera y en tercera persona, a lo largo de toda la novela. Una técnica que se supone asociada a la calidad literaria (entiendo que puede ser más difícil escribir, o desordenar, una historia de esa forma), pero que provoca que el lector se esté permanentemente desenganchando cada pocas páginas de una historia, afectando notablemente a la capacidad de la novela para atraparle, y disminuyendo por tanto el interés.

Además, la a mi modo de ver excesiva atención que presta Griffith durante el primer tercio de la novela a la química que sustenta los procesos de la planta de depuración de Hedon Road, y el hecho de que la sociedad del "futuro cercano" que nos presenta se parezca demasiado a la de los años noventa (y sin embargo Griffith omita a propósito cualquier referencia temporal, el nombre de la ciudad en la que transcurre el grueso de la acción, o cualquier explicación sobre la sociedad o la política en el resto del mundo), abundan en esa sensación de irrealidad, de acontecimientos que siendo objetivos nunca podrían suceder.

Y pese a todo lo anterior, creo que la novela merece una lectura. Porque si se superan todos los obstáculos mencionados y se alcanza el último tercio de la novela, ésta despliega entonces todas sus virtudes. Sobre todo la historia personal de Lore, su caída desde su posición de poder en el seno de una familia multimillonaria hasta su lucha por ganarse la vida en los bajos fondos de la sociedad con su nueva identidad. Pero también la manera como las distintas piezas (el secuestro, los abusos sexuales, el sabotaje en la planta, la prostitución, el pirateo de anuncios) van encajando de modo convincente. Y todo ello sustentado con unos personajes principales muy bien caracterizados, y con unas últimas cincuenta páginas que son casi un thriller en distintos ejes temporales.

Eso sí, el desenlace me pareció demasiado escueto (Griffith apenas esboza el reencuentro de Lore con su familia, no cierra su relación con Spanner, ni explica mínimamente la estructura detrás de Meisener), dando la impresión de un cierre apresurado y no del todo bien estructurado.

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