Una nueva entrada continúo con las reseñas de los autores y obras más relevantes del fascinante subgénero de la ciencia-ficción dura. La de hoy es una de esas colaboraciones destinadas al éxito desde que se supo de ella: dos autores británicos, uno de ellos el más reconocido en el género (Arthur C. Clarke) y otro el de mayor repercusión internacional en las últimas décadas (Stephen Baxter). Una colaboración, además, que se prolongó a lo largo de tres títulos, hasta conformar una trilogía un tanto inconexa conocida como "Una odisea en el tiempo", de la cual se han publicado en español las dos primeras novelas. La primera de ellas ("El ojo del tiempo"), la que hoy les presento. Tanto Clarke como Baxter son autores que, aunque no se encuadren exclusivamente en la ciencia-ficción dura, sí que son conocidos por escribir novelas generalmente muy cuidadas desde el punto de vista científico. Hasta llegar en ocasiones, como la que hoy nos ocupa, a convertirse en el verdadero sustento de la novela. Por lo que su inclusión en esta revisión está más que justificada.
Aunque se supone escrita a cuatro manos, debo recalcar que cuando esta obra vio la luz, Clarke andaba ya cerca de los noventa años, mientras que Baxter ni siquiera había llegado todavía a los cincuenta. Por lo que razonable es asumir que fue Baxter quien se encargó de su escritura, eso sí, bajo el asesoramiento y la revisión de Clarke. Algo que seguramente se deja ver en la extensión y el estilo de la novela, que pese a su factura "clásica" no desentona de lo que podríamos esperar en cualquier novela estándar del género escrita a principios del siglo XXI. El resultado, aunque queda lejos de la categoría de clásico, es una entretenida especulación sobre qué mundo podría resultar de la yuxtaposición de pequeños trozos de distintas épocas. Aunque a lo largo de la lectura da la impresión de que sus propios autores la consideraron desde su génesis como una novela menor dentro de su producción, casi como un pasatiempo a cuatro manos.
Estructurada en cinco partes, la novela plantea la colisión de distintas líneas temporales sobre el mismo planeta Tierra, a causa de la intervención de los Primeros, unos seres inmensamente antiguos pero desconocidos para la humanidad hasta entonces, y que están detrás de la Discontinuidad que quiebra espacio y tiempo. Esta colisión dará lógicamente lugar a un enfrentamiento cultural entre los representantes de las distintas épocas. Ello genera uno de los grandes alicientes del libro: la aparición y convivencia de varios personajes históricos que en realidad jamás coincidieron sobre la superficie de nuestro planeta pero que, gracias a una notable caracterización, resultan creíbles en su deambular por esta Tierra alternativa. En particular, Rudyard Kipling, Alejandro Magno y Gengis Khan. Unos personajes que, por desgracia, no se ven acompañados en su atractivo por los de creación propia, mucho más planos. Algo, por cierto, relativamente habitual en ambos autores, aunque a mi modo de ver disculpable en una obra eminentemente especulativa y científica.
Otro acierto de la novela es la ambientación de los distintos lugares y épocas. En especial todo lo relativo a los mongoles y a Babilonia cautiva por su realismo y su riqueza visual. Demostrando que una obra especulativa no tiene por qué descuidar los elementos históricos y descriptivos. Además, como corresponde a toda novela de ciencia-ficción dura, los autores hacen un buen trabajo desarrollando las posibles consecuencias de la discontinuidad sobre el clima y la ecología, y se reservan para el tramo final la parte más científica, con las notables especulaciones sobre la física de cuerdas y las cajas de resonancia. Todo ello sin dejar de ofrecer unas especulaciones un tanto pesimistas (con los distintos pueblos de la humanidad siempre enfrascados en lograr la supremacía de cada uno sobre los demás). Y sin descuidar el aspecto narrativo: el combate entre los ejércitos de Alejandro Magno y Gengis Khan, seguramente las páginas más brillantes de la novela, se narra con claridad y con un saludable nivel de tensión.
A pesar de estos aciertos, y de que se tocan retazos de muchos asuntos, a la novela le falta algo de profundidad, lo cual lastra la impresión global. Y a partir de la tercera parte cada vez van siendo más frecuentes los capítulos intrascendentes, meramente descriptivos. Después del combate entre Magno y Khan el interés baja, y se aprecia que la preocupación principal de los autores pasa a ser la descripción y explicación del mundo que han creado, un interés loable pero más bien poco novelístico. Por otra parte, la novela es excesivamente "británica" para mi gusto, con un obvio ensalzamiento de su cultura y sus personajes, y una óptica singular para presentar los avatares en el resto del mundo. Y a pesar de que a lo largo de sus últimos capítulos se aprecia el esfuerzo por explicar el origen de la discontinuidad y por atar cabos, al final no se proporciona justificación para las intenciones y los motivos de los Primeros al crear Mir. Un final abierto (tal vez a propósito, habida cuenta de esas dos entregas posteriores), pero que como la novela no me satisfizo tanto como habría esperado de estos dos grandes autores, no he corroborado, pues nunca me he animado a leer "Tormenta Solar", la siguiente entrega. En todo caso, una novela solvente, amena, e interesante a la hora de utilizar las especulaciones científicas como base para esa Tierra multi-temporal.
Un apasionado de la literatura de ciencia-ficción y escritor a tiempo parcial que dedica parte de sus escasos ratos libres a compartir su pasión con el resto de aficionados.
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