martes, 26 de diciembre de 2023

"Ciudad permutación" (1994). Greg Egan

Una nueva entrada continúo avanzando en mi recorrido en orden cronológico por los autores y las obras más representativos del subgénero de la ciencia-ficción dura. Llegamos así a 1994, año en que fue publicada la novela "Ciudad permutación", tal vez la más famosa (desde luego, la más premiada) del enigmático escritor australiano Greg Egan. Quien pasa por ser, junto a Hal Clement y Robert L. Forward, uno de los autores que representa de manera más genuina este fascinante subgénero. Aunque, en mi humilde opinión, Egan tiende a redondear sus obras con un componente metafísico que lo aleja un tanto de los otros dos autores citados, más canónicos si me admiten el término desde el punto de vista científico. En todo caso, la obra de Egan ha sido siempre de las más exigentes con el lector ávido de lectura con una sólida base científica. Matemático de formación, sus novelas suelen presentar conceptos complejos en el ámbito de la computación, la física o la inteligencia artificial, por lo que tal vez sea de las más arduas que se pueden encontrar en el género. Así que no resulta exagerado afirmar que "Ciudad permutación" es una novela única: informática, especulativa, coherente, metafísica, difícil, farragosa, dura, inquietante, súper-trabajada, post cyber-punk, tecnológica, científica... y muchos adjetivos más.

Aunque puestos a resumir mis impresiones personales, emplearé una aparente paradoja: "Ciudad permutación" es una novela que me gustó mucho leer pero que, al mismo tiempo, me costó mucho leer. Lo primero, porque abrió mi mente a pensamientos y sensaciones como en pocas ocasiones, dejando muy atrás a la mayoría de novelas de cyber-punk y de ciencia-ficción dura que habían caído en mis manos hasta entonces. Y lo segundo, porque la novela es tan compleja, tan densa, tan elaborada, que la tuve que ir leyendo en dosis pequeñas, esforzándome por interiorizar lo que en ella se contaba, y muchas veces de manera obligada.

Es justo reconocerle al autor la cantidad de conceptos e ideas que propone a partir de la realidad virtual de mediados del siglo XXI: las "copias" de seres humanos en sistemas informáticos, los clones, la bolsa de TIPS, la rejilla Turing-Von Neumman-Cheng, el Autoverso, los autómatas celulares, el Elíseo, la Ciudad Permutación... un despliegue de medios apabullante, más aún si consideramos que la novela fue escrita hace ya treinta años. Pero es que, además, se trata de una obra absolutamente respetuosa con todo lo relativo a la informática, sorprendentemente cohesionada, y meritoriamente aprehensible de principio a fin. A este respecto, nada que objetar.

Los problemas empeizan cuando queremos que la novela funcione al mismo nivel como "historia de personajes". Porque a pesar de que su número no es muy amplio (esencialmente dos, Paul Durham y Maria Deluca, y en menor medida, Peer, Kate y Thomas), y de que se presentan unas motivaciones razonables para sus inquietudes y actos principales, se antoja demasiado obvio que todos ellos están al servicio de las ideas que Egan plantea. Algo por otra parte común y no necesariamente reprobable en la ciencia-ficción dura, pero que en esta oportunidad resulta particularmente evidente. Este segundo plano de los personajes, unido a la complejidad de los conceptos presentados, explican que para el aficionado medio la fluidez de lectura de la novela se resienta. Además, tanta realidad virtual mezclada con experimentos químicos y programación de sistemas informáticos es difícil de llevar al formato de una novela. Consciente de ello, Egan recurre al artificio de los colores, a las ventanas de interfaz y a las ralentizaciones. Pero aun así, hay capítulos realmente complicados, que requieren atención plena y esfuerzo consciente, e incluso poniendo de nuestra parte a menudo hay que lidiar con la incómoda sensación de estar a punto de perderse.

A cambio, el libro proporciona estímulos a la inteligencia del lector como muy pocos. Comenzando por la poderosa impresión de estar mirando a través de una ventana al futuro de las próximas décadas; siguiendo por los continuos cuestionamientos sobre lo que define a un ser humano en una realidad virtual, sobre la creación de vida, la inmortalidad, la puesta en marcha de un universo dentro de esa realidad... Así, hasta llegar a los lambertianos, un hallazgo inesperado del tramo final, que funciona no sólo como "alienígenas" que se contraponen a casi todo lo creado hasta entonces, sino también como catalizador para eliminar Elíseo y proporcionar un desenlace razonable y que deja un buen sabor de boca. Siempre y cuando hayan sido capaces de llegar hasta el final, claro.

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