Una nueva entrada prosigo cronológicamente con las reseñas de novelas de referencia de algunas de las mejores escritoras de ciencia-ficción. Hemos llegado ya a 1988, año en que vio la luz "La puerta al país de las mujeres", de la controvertida escritora estadounidense Sheri S. Tepper. Controvertida porque se supone que es la "feminista entre las feministas" de las escritoras de ciencia-ficción, y a causa de ello su obra genera admiración y animadversión a partes iguales. Para ilustrar ambos sentimientos he escogido la que posiblemente sea su novela más conocida para el lector en español. Se trata de una novela sugestiva, bien ambientada, con varios personajes logrados y algún momento de mucha tensión. Pero que pierde fuerza por su pretenciosidad, alguna licencia fantasiosa, una clara indeterminación narrativa y determinados excesos satíricos.
Tras haber leído varias críticas que afeaban su feminismo exacerbado, debo empezar señalando que la novela no llega a resultar epatante. Evidentemente su enfoque es provocador, y estereotipa la inteligencia femenina del País de las Mujeres frente a la simplicidad de su guarnición de guerreros. Pero salvo en el tramo final, presidido por el recurso de última hora que resulta ser Tierra Santa, lo hace con una subjetividad razonablemente contenida y un apreciable afán por justificar el panorama ideado. Que por cierto resulta un marco escénico cautivador, quizá más similar a la Baja Edad Media Europea de lo deseable, pero comprensible en sus esfuerzos por preservar el conocimiento, en su nostalgia de especies y alimentos desaparecidos, y en las profesiones y los modos de vida que crea la escritora.
Además, la mayoría de sus personajes (Stavia, Morgot, Joshua) están bien elaborados y resultan convincentes en sus complejidades interiores y en los misterios que encierran. Misterios que por otra parte resultan tan esclarecedores como lógicos cuando finalmente se revelan al final de la novela, y que están precedidos por algún que otro saludable momento de tensión (en especial la ingeniosa liberación de Stavia de su cautiverio).
Y sin embargo la novela deja una incuestionable sensación de decepción. La razón más obvia es la rectificación de la estructura narrativa que realiza Tepper sobre la marcha: parte de una línea narrativa "actual" en la vida de Stavia, cuando entrega a su hijo a la guarnición, y en seguida establece un paralelismo narrativo con su pretérita vida de niña/adolescente, tratando de repartir su atención entre ambas líneas narrativas. Pero la línea "actual" en seguida flojea, y poco después de alcanzar la mitad de la novela Tepper opta por olvidarse casi completamente de ella, centrándose sin disimulo en la Stavia adolescente, redimensionando su calado mediante la aparición de Septemius primero y de Tierra Santa después. Y aunque ambos recursos cumplen su función y evitan que la novela se desinfle, no consiguen ocultar lo fallido del planteamiento inicial.
Otros defectos apreciables son las reiteradas interrupciones que provoca la representación de Ifigenia en Ilión, que aparte de revelar una obvia fuente de inspiración para la trama, resultan difíciles de seguir a causa de todos los personajes que brevemente se van sucediendo; parece más una pretenciosa exhibición del nivel cultural de Tepper que un recurso para enriquecer la novela. También le resta muchos puntos la percepción extrasensorial que poseen los servidores, algo tan inverosímil como probablemente innecesario para el transcurso de los acontecimientos. Y la polarización de la sátira de las sociedades patriarcales se vuelve contra la escritora en forma de repentinos comportamientos excesivamente machistas de Chernon, o en la tiránica y a todas luces insostenible estructura social de Tierra Santa.
Así que a pesar de que Tepper demuestra ser una buena prosista, y de que sabe conferir fuerza y profundidad a sus personajes y escenarios, la novela deja casi más poso por sus errores que por sus aciertos. Una pena, porque podía haber sido un gran libro.
Un apasionado de la literatura de ciencia-ficción y escritor a tiempo parcial que dedica parte de sus escasos ratos libres a compartir su pasión con el resto de aficionados.
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