Tras el breve paréntesis para celebrar las más de 200.000 visitas recibidas, retomo la reseña de novelas de referencia de los principales escritores británicos de ciencia-ficción. Seguimos aún en 1972, un año bastante fecundo para el género en las Islas como habrán podido observar ya, y que fue cuando vio la luz "Periplo nocturno", quizá la novela de Bob Shaw más conocida por el lector en español. Que si bien nunca alcanzó la categoría de clásico, es una novela que parte de un par de ideas originales y las entrecruza varias veces, aumentando continuamente el factor sorpresa, hasta llegar a un desenlace de proporciones galácticas.
Lo más destacable del libro es, en mi opinión, su capacidad de entretenimiento. Aunque fue escrita en pleno auge de la New Wave, Shaw escribió una novela de ciencia-ficción clásica, de aventuras continuas, ritmo elevado, duración contenida, sorpresas frecuentes y un buen número de gadgets tecnológicos. Encabezados por esas singulares gafas, que permiten interceptar las señales ópticas de otros pares de ojos cercanos y transformarlos para permitir ver desde perspectivas ajenas a la de Sam Tallon (el protagonista absoluto de la obra), quien queda ciego tras ser detenido por espionaje y torturado en el planeta Emm Lutero (en el cual transcurre la acción).
Dicho planeta ofrece a Shaw la segunda idea original para sustentar la trama: Emm Lutero, antigua colonia terrestre, es ahora una teocracia luterana obligada por una cuestión de superpoblación a buscar un nuevo planeta en el que expandirse, lo que a causa del intrincado sistema de portales que posibilitan un recorrido no-determinista por el no-espacio, le ha llevado a una situación de tensa guerra fría con el planeta Tierra. Shaw logra que el invidente Tallon, gracias a su analítica mente ingenieril, no sólo sobreviva a su "periplo nocturno" particular para escapar de Emm Lutero, sino que ponga fin al inminente conflicto bélico. Y todo ello con un remarcable esfuerzo porque el elemento científico de la novela refrende los acontecimientos y descubrimientos que se suceden.
La novela dista de ser redonda, sin embargo, a causa de varios fallos que un escritor más solvente podría haber evitado. En primer lugar, una prosa escueta, un tanto fría, que a menudo no consigue dimensionar la magnitud de lo narrado. En segundo lugar, por la cantidad de posibilidades que, constreñido por la necesidad de mantener el ritmo narrativo, Shaw renuncia a explotar (desde las múltiples posibilidades de sus gafas, hasta los entresijos políticos y sociales de la teocracia). En tercer lugar, por unos personajes que, salvo su protagonista, resultan esquemáticos o directamente poco creíbles (como Helen Juste, que pasa de perseguidora de Tallon a amante incondicional en apenas unos capítulos). Y en cuarto lugar, por las habilidades sin fin que exhibe continuamente Tallon, demasiadas incluso a pesar de contar con la suerte de su lado, como el autor se encarga de recalcar.
Estos defectos impiden que la novela llegue al nivel de un clásico, pero a pesar del medio siglo transcurrido, es una lectura amena y con frecuentes interpelaciones a nuestro ingenio. Algo más difícil de encontrar de lo que pensamos en la literatura actual, que nos suele obligara atravesar cientos de páginas de relleno para ofrecernos apenas un par de ideas ingeniosas y dos o tres pasajes de acción. Virtudes que aquí Shaw nos ofrece en abundancia casi en cada capítulo, por lo que el entretenimiento está asegurado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario