Con la presente entrada prosigo con mi reseña en orden cronológico de novelas de cabecera de muchos de los mejores escritores británicos de ciencia-ficción. Seguimos en 1972, año en que vio la luz "El rebaño ciego", una de las obras más reconocidas de John Brunner. Que aunque en mi opinión se queda muy lejos de ser "la mejor novela de ciencia-ficción de todos los tiempos", como en la portada de su edición más reciente defiende el para mí pretencioso John Grant (autor de una poco fiable enciclopedia de ciencia-ficción), sí que resulta una novela recomendable a pesar del tiempo transcurrido desde su publicación. Eso sí, con un defecto grave que a mi modo de ver la aleja de la categoría de clásico: su excesiva complejidad.
Lo que hace particularmente dificultosa la lectura es el número tan vasto de personajes. Tanto que, tras la lectura de los primeros capítulos, empecé a construirme una lista con los personajes más relevantes y sus ocupaciones, con el fin de no perderme. Cuando llegué al final de la lectura, tenía apuntados más de cuarenta... Con lo cual, a pesar de mis esfuerzos, cada vez que retomaba la lectura, casi nunca recordaba en qué punto había dejado Brunner la actividad de un determinado personaje que volvía a aparecer unos capítulos más adelante. Comprendo que en una obra tan ambiciosa como ésta se busca dar una imagen lo más completa posible de los acontecimientos, pero a mi modo de ver faltan referencias y recordatorios que faciliten el disfrute del lector. El mejor ejemplo de todo lo anterior lo constituye el capítulo titulado "Cuadro sinóptico": la complejidad en ese punto de la novela ha llegado a ser tal que Brunner se ve obligado a dedicar unas breves líneas a los más de treinta frentes que ha abierto. Es una solución válida, pero en mi opinión poco recomendable salvo para eruditos que puedan dedicar horas y horas a una lectura minuciosa.
De todos modos, mi impresión global de la novela fue lo suficientemente favorable como para traerla hoy aquí, y se justifica en muchos aspectos. Quizá la mayor virtud del libro sea el realismo de la trama. Una y otra vez tuve la sensación de que entre la situación real de la Tierra en la época en que sitúa Brunner la acción y la que él relata en sus páginas sólo existía una estrecha y vulnerable franja. Al no exagerar la catástrofe, aunque sí muestra todas las barbaridades que se comentían y se cometen contra el planeta (contaminación, almacenamiento de residuos, mala calidad de los alimentos, cambio climático), Brunner consigue sobrecoger intensamente al lector. Y, por supuesto, todo ello se enmarca en una trama primorosamente urdida: la verosímil "despreocupación" gubernamental, el radicalismo de los grupos armados, la utopía de los trainitas... Hasta los terroríficos efectos del mercantilismo mal entendido son reflejados con precisión.
Terminando con el capítulo de los defectos, no me gustaron los títulos demasiado altisonantes de muchos capítulos, ni las poesías que encabezan cada uno de los meses. Y en lo que se refiere a aciertos, debo mencionar dos personajes que me han gustado especialmente: Pete Goddard, quien por su raza, su lesión, su profesión y su conversión, es tal vez el que nos muestra la catástrofe una manera más humana, y Petronella Page, la perfecta entrevistadora televisiva en horario de máxima audiencia, capaz de conmocionar al país entero con unas cuantas frases aceradas.
El final, tras casi quinientas páginas, no aporta prácticamente nada, pero tampoco importa, porque la pretensión final de Brunner fue siempre más mostrar la situación que llevarla a un punto determinado.
Un apasionado de la literatura de ciencia-ficción y escritor a tiempo parcial que dedica parte de sus escasos ratos libres a compartir su pasión con el resto de aficionados.
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