Con la presente entrada continúo la reseña de algunas de las novelas más representativas de la ciencia-ficción cuyo trasfondo sea el planeta Marte. Continuamos avanzando en el tiempo y llegamos ya a 1978, año en el que vio la luz en formato libro (antes había aparecido serializada en la mítica revista "Analog") "La llamada lejana", del estadounidense Gordon R. Dickson. Escritor relativamente poco conocido para el lector en español pese a que buena parte de su bibliografía se ha traducido a nuestro idioma. Y novela también poco recordada en estos tiempos, ni siquiera cuando se enumeran obras relativas al Planeta Rojo en publicaciones especializadas. Y sin embargo, su enfoque es uno de los más singulares del género, pues se trata de una original forma de relatar la primera expedición a Marte, más centrada en los acontecimientos y las intrigas terrestres en torno a la misma que en las peripecias a bordo de las naves. Originalidad que desgraciadamente acaba lastrando en buena medida el resultado final.
Y es que el grueso de las páginas de la novela no se dedica a las aventuras de las naves que emprenden tan fascinante viaje, sino a todos los intereses cruzados en torno a dicha expedición. Dickson sugiere que ese primer vuelo tripulado a Marte es el fruto de una endeble coalición entre las seis naciones más poderosas de la Tierra en una fecha indeterminada pero probablemente anterior al año 2021, y esos conflictos subyacentes a tan noble empresa son los que utiliza para vertebrar su trama. Inicialmente el escritor parece centrarse en las peripecias de Jens Wiley, el subsecretario de E.E.U.U. para el Desarrollo del Espacio (un puesto tan rimbombante como carente de contenido). Pero en realidad plantea una novela coral, con cerca de una veintena de personajes de la más diversa índole (periodistas, técnicos, espías, representantes gubernamentales, personal de la NASA...) entre los que reparte la atención, enriquecida además gracias a esa sugestiva propuesta multicultural y plurinacional que tanto se aleja de la típica "expedición yanqui".
Este foco en lo que sucede en la Tierra durante esos meses es, sin embargo, el mayor defecto de la novela. Porque el lanzamiento, el acoplamiento de las dos naves gemelas, la sobrecarga de actividades planificadas a bordo y el resto de las peripecias de los seis martenautas durante la travesía, pasan a un relativo segundo plano. Pese a lo cual resulta una línea narrativa mucho más interesante, bien planteada, presentada y documentada, con personajes complementarios y mucha más emoción. Por el contrario, la vastedad de nombres y situaciones paralelamente enlazadas en la Tierra dificulta que el lector las pueda seguir con facilidad, disminuyendo aún más el interés en esas líneas narrativas.
Y es una pena, porque Dickson propone para la Tierra sugestivas ideas: desde nuevos sistemas económicos (con el de la dirección compartida que ha permitido a los E.E.U.U. ampliar su supremacía a la cabeza), pasando por los entresijos de la política y su preeminencia sobre otras consideraciones técnicas u astronómicas en tan fascinante misión, hasta un esfuerzo evidente por capturar las emociones y los sentimientos de muchos de sus personajes (con mención especial para la compleja relación entre Jens y Lin). Pero todo ello pierde fuerza frente a unos marcos escénicos reiterativos y poco disfrutables (la mansión de la Duquesa, aparente lugar de intrigas que no acaban de despuntar, el arquetípico bar del Hilton...), la mal explicada y poco influyente vinculación entre los diversos representantes y espías que trabajan al servicio de otros, personajes poco interesantes que sin embargo reciben más atención que los propios martenautas (Verigin, Sir Geoffrey), y situaciones que no han envejecido bien (matones a sueldo, comportamientos machistas). Tampoco ayuda la prosa de Dickson, correcta pero sin chispa y un tanto arcaica.
A cambio, el elemento científico que sustenta el lanzamiento y sobre todo la vida a bordo está muy conseguido para la época en la que se escribió, la estructura de las naves, con sus cubiertas y sus elementos de soporte, está muy bien presentada y ayuda a seguir los acontecimientos en ellas, y las circunstancias que conducen al inesperado fracaso de la expedición son razonables y desencadenan relaciones netamente humanas. Además, el doble final, con mención especial para el sensato y equilibrado desenlace a bordo de las naves (con la dualidad y la complementariedad de sus dos máximos responsables, el estadounidense Tad y el ruso Fedya), mejora la impresión final de la novela. Que se queda en una lectura interesante para complementar lo que la ciencia-ficción ha ofrecido sobre el planeta Marte, pero que podría haber dado más de sí, sin necesidad de desdeñar los acontecimientos en la Tierra, si cien de las páginas dedicadas a ello las hubiera empleado Dickson para ampliar lo acaecido a bordo de las naves.
No hay comentarios:
Publicar un comentario