Con esta entrada inicio la reseña de las novelas ganadoras o nominadas a los Premios Nébula durante la primera década del presente siglo que aún no hubieran tenido una entrada independiente en mi humilde blog. Voy a presentarles en esta oportunidad "Ladrona de medianoche", de la escritora canadiense de origen jamaicano Nalo Hopkinson. Una novela que fue nominada a los Premios Nébula del año 2000, en los que se impuso "La radio de Darwin", de Greg Bear. Sin embargo voy a reseñar la novela de Hopkinson y no la de Bear porque llevo reseñadas recientemente varias novelas del estadounidense, y porque debo reconocer que aun siendo un escritor que me entretiene, nunca ha llegado a cautivarme con una novela realmente redonda. Razones por las cuales, cuando estaba preparando las reseñas de estos premios hace unos meses, decidí leer mejor la novela de la canadiense. Y lo cierto es que "Ladrona de medianoche" es una novela original, con mucha personalidad, y muy humana. Capaz de enlazar las tradiciones caribeñas más arraigadas con el futuro lejano. Pero también debo reconocer que me pareció excesivamente fantasiosa, más alegórica de lo deseable y con un ritmo literario irregular.
Hay que reconocerle a Hopkinson su capacidad para crear una novela diferente: en un complejo ejercicio literario, logra fusionar la tradición folclórica y cultural caribeña con un futuro lejano en el planeta de Toussaint, colonizado por una humanidad en expansión. La escritora exhibe a lo largo de la misma su absoluto dominio del carnaval, las vestimentas y hasta las frutas típicas de su región de origen, y los combina con una serie de conceptos (Granny Nanny, Eshu, nanoácaros...) que aunque no se explican en profundidad sí que resultan coherentes a la luz de la ciencia-ficción.
Sobre esta sugestiva base Hopkinson construye una historia no demasiado original pero sí repleta de periódicas revelaciones impactantes, con las que termina de caracterizar a unos personajes principales ya de por sí bien delineados. Además, el concepto del Mundo de Nuevo Árbol a Medio Camino, al cual son exiliados los criminales de Toussiant, resulta plausible, y la razón por la que el alcalde Antonio y su hija Tan-Tan llegan a él, también. Por lo que los mimbres para tejar una gran novela están a su alcance.
Y sin embargo Hopkinson no termina en mi opinión de aprovecharlos. Ya en su primer tramo, la novela se pierde en detalles menores, tarda bastante más de lo deseable en situar al lector, y claramente demasiado en presentar el combate entre Antonio y Quashee que se va a encargar de dinamizar la narración. A este resultado irregular contribuye sin duda la renuncia consciente de la autora a estructurar de manera convencional la novela, sin apenas capítulos, y con la inclusión poco menos que aleatoria de varios cuentos alegóricos sobre la vida y los logros de Tan-Tan, la Reina Ladrona del título, que más que complementar la narración degradan su ritmo literario.
Además, en Nuevo Árbol a Medio Camino la autora se permite más licencias fantasiosas de las deseables. Es cierto que la xenobiología del planeta, aunque completamente inventada, es fascinante (con mención especial para los douen y los hinte, que tanto complementan la vida de las "personas altas" en general y de Tan-Tan en particular), pero también que muchas de las especies animales y vegetales que presenta Hopkinson se comportan de manera inverosímil, que algunos episodios de peligro se resuelvan de manera poco justificada, y que se aprecian determinadas incoherencias (como un vehículo que se mueve con un motor de combustión en un planeta que, por ejemplo, carece de electricidad).
Pero es que la historia tampoco se desarrolla de manera muy limpia: cuando Tan-Tan y Abitefa se quedan solas en el bosque, y la novela podría crecer hasta su final, Hopkinson la limita a una serie de episodios en los que la Reina Ladrona ejerce de "Robin Hood" de Nuevo Árbol a Medio Camino en distintos poblados, con la recurrente persecución de Janisette y el bebé que crece dentro de Tan-Tan como amenazas, hasta llegar a un desenlace mas escenográfico (otra vez el recurrente carnaval) que concluyente. Porque, ¿seguiría Tan-Tan ejerciendo de Reina Ladrona después de haber dado a luz?
Un apasionado de la literatura de ciencia-ficción y escritor a tiempo parcial que dedica parte de sus escasos ratos libres a compartir su pasión con el resto de aficionados.
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