sábado, 20 de julio de 2019

Rosa cuántica (2000). Catherine Asaro

Una entrada más continúo reseñando las novelas ganadoras o nominadas a los Premios Nébula durante la primera década del presente siglo que aún no hubieran tenido su entrada independiente en mi humilde blog. Le ha llegado al turno a "Rosa cuántica", probablemente la novela más conocida de la escritora californiana Catherine Asaro. Una autora que por su profesión (investigadora y profesora de matemáticas, física y química) se suele encuadrar en la vertiente más hard de la ciencia-ficción. Y que el título de la novela, con la presencia de la palabra "cuántica", parece reforzar. La novela se alzó con el Premio Nébula del año 2002, un año muy competido, con muchas novelas y muchos autores importantes nominados, lo que refuerza la idea de que estamos ante una obra recomendable. Y es que "Rosa cuántica" es una novela muy visual, elaborada con todo detalle, fácil de leer y sugestiva. Pero no llega a ser el gran libro que en determinadas fases parece apuntar: le sobra extensión y le falta un último tercio convincente.

La novela transcurre en el siglo XXIII, con muchos planetas terraformados en distinto nivel de desarrollo, y se centra en la figura de Kamoj Quanta, la "Rosa cuántica" del título. Pese a su juventud, Kamoj es la gobernadora de Argali, una empobrecida provincia del planeta Balumil, que intenta subsistir a pesar de sus desfavorables condiciones de vida. Para lo cual Kamoj está prometida desde niña a Jax Ponteferro, el rígido gobernador de una provincia vecina más rica. La narración se inicia cuando este compromiso de naturaleza política se ve alterado por la llegada al planeta de Vryl Leoestelar, originario del planeta Lyshriol y príncipe de la otrora todopoderosa Dinastía Rubí.

Quizá la mayor virtud de la novela sea la habilidad de Asaro para crear marcos escénicos cautivadores: todo en Balumil (sus colores, sus resplandores, su larguísimo ciclo día-noche, sus ciervos cristazures...) lo es, pero el otro planeta en el que transcurre la acción, Lyshriol, no se queda a la zaga con sus pompas de cristal, sus entornos pastorales y sus lirinos. Pero además de por su componente visual, la novela atrae gracias a sus culturas tremendamente elaboradas: la de Argali fascina por cómo ha conseguido sobrevivir a pesar de haber olvidado todos los conceptos tecnológicos que la alumbraron; la de Lyshriol, por las figuras que surgieron a lo largo de los siglos para administrarla (Bardos y Memorias). El contraste cultural entre ambas, así como la adaptación de Kamoj a Lyshriol y de Vryl a Argali, entretienen y dan que pensar.

Por otra parte, los personajes principales (no sólo la pareja protagonista, sino Jax, Dazza, Ashman y otros) están bien caracterizados, y sus comportamientos son consistentes a lo largo de la novela. Aunque es cierto que el triángulo amoroso Kamoj-Vryl-Jax planteado por Asaro, y sobre todo la manera como lo resuelve, son muy poco originales.

De todas formas no es esa falta de originalidad lo que impide considerar a "Rosa cuántica" una gran novela, sino otros tres factores: el bajón que pega cuando la acción sale de Balumil, la extensión excesiva de la obra para lo narrado en ella, y la cantidad de asuntos que, bien por carecer de contexto, bien por olvido expreso, deja Asaro sin aclarar. Da la impresión de que la escritora había estado escribiendo relajadamente, dando rienda suelta a su prosa un tanto florida y alegórica sin preocuparse por la extensión de la novela, y cuando decide trasladar la acción al mundo de Vryl se percata de ello, incrementa el ritmo narrativo, sintetiza los acontecimientos, y retuerce la trama. Pero una familia tan numerosa como la de Vryl es difícil de aprehender a esas alturas de la lectura, y las intrigas interplanetarias entre el MEI y los MAT, una vez concluida la Guerra del Resplandor, no se terminan de calibrar. Todo ello provoca que el resultado final de la novela no sea finalmente tan brillante como prometía hasta entonces.

Otros aspectos mejorables son la ausencia casi total de la esperada ciencia-ficción hard (sólo el apéndice, donde de manera no del todo fluida Asaro vincula el argumento con la mecánica cuántica, nos sitúa en ese subgénero), un desenlace plano, sin apenas tensión, y ciertos elementos cuasi-fantásticos, como los Rhon o las Torres de Cristal que brotan del suelo pero sólo Kamoj, Vryl y su familia son capaces de observar. A cambio, los continuos guiños al lector para interpretar la sociedad pseudo-medieval de Argali a la luz de la ciencia y la tecnología actuales, y la manera como la escritora logra que el lector tome partido por Vryl frente a Jax y valore la evolución personal de Kamoj, ayudan a que la novela deje una buena impresión global.

Para acabar, mencionar que en realidad "Rosa cuántica" se enmarca en la Saga del Imperio Eskoliano, una serie un tanto desestructurada de relatos y novelas con las que Asaro ha ido expandiendo su particular historia de los siglos XXII y XXIII. De la cual apenas se han traducido al español la presente novela (que sería la sexta en la saga), y la anterior en el tiempo y en la cronología de la misma "Inversión primaria" (1995). Por eso es de agradecer que al final de "Rosa cuántica" figuren dos interesantes apéndices (uno sobre los personajes clave de la saga, y otro sobre sus acontecimientos principales en orden cronológico), que ayudan a encuadrar mejor lo narrado. Pero estoy convencido de que el lector anglosajón que haya leído más obras de la saga podrá dimensionar mejor algunas de las intrigas políticas que, como explicaba antes, resultan un tanto difíciles de comprender con la mera lectura de "Rosa cuántica".

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