Una entrada más continúo reseñando en orden cronológico las novelas que he seleccionado como representativas del subgénero de las ucronías. Voy a reseñar en esta oportunidad "Darwinia", del estadounidense Robert Charles Wilson. Una novela que a mi modo de ver encaja en este subgénero, aunque por su temática y su ambición es cierto que podría haber encajado en otros cuantos. Y es que partiendo de un sugerente cambio en la antigua Europa a comienzos del siglo XX, Wilson construye una disfrutable novela, en su mayor parte de aventuras e investigación, sin por ello descuidar a sus personajes, ni olvidarse de construir una teoría especulativa "plausible" que justifique todos los cambios narrados.
El hecho divergente que nos propone Wilson en su ucronía se aleja de lo habitual en el subgénero, ya que no se trata de uno o más acontecimientos históricos que sucedieron de manera diferente, sino del denominado Milagro, que en 1912 reemplazó la mayor parte de Europa por Darwinia, un continente salvaje, habitado por las más extrañas criaturas y sin vestigios de la civilización que la poblaba. Una propuesta ambiciosa que permite una doble visión: la mayoría cree que es un castigo de Dios en respuesta a las teorías de Charles Darwin, mientras que una minoría se limita a interpretarlo como una oportunidad para construir un nuevo Imperio. En todo caso este hecho divergente le permite al escritor jugar con subgéneros presumiblemente dispares, conjugando la ucronía, la novela de aventura y la tecnológica, al tiempo que especula con una Historia en la que no existió Primera Guerra Mundial.
Para ello Wilson estructura la novela en cuatro partes con un interluido al final de cada una de ellas, las dos primeras situadas entre 1919 y 1921, la tercera en 1945, y la cuarta de vuelta a 1920. Con un total de 39 capítulos a lo larg de los que Wilson propone varias líneas narrativas, pero siempre de longitud contenida, hasta el punto de que la concisión es una de las grandes virtudes de la novela. La línea principal de la novela (los avatares de Guilford Law) siempre raya a un alto nivel. Pero está permanentemente complementada por una o dos líneas secundarias (Colin Watson, Carolyne, Lyly...) que no siempre son tan interesantes, o que incluso a veces se alejan de lo admisible en la ciencia-ficción para adentrarse en el cuestionable terreno de lo fantástico (caso de las peripicias de Elias Wale), lo que le resta puntos a la impresión final. No obstante, es indudable la habilidad de Wilson para captar los puntos de vista de muchos personajes, sabiendo captar el ambiente y reforzar la intensidad de los acontecimientos cuando es necesario.
También juega a favor de "Darwinia" lo elaborado de su literatura, una narrativa fluida en tercera persona que es sabiamente enriquecida en ocasiones con trozos del diario de Guilford, o de cartas a su familia. Con una incuestionable capacidad para ponernos rápidamente en situación, con capítulos excelentes (como el 14, en el que la expedición llega al lago Constanza y es atacada por los partisanos), con el recurso a la emotividad al recorrer lugares alterados radicalmente (como la desembocadura del Rhin o Londres), y con un perceptible esfuerzo por darle toda la verosimilitud posible a su mezcla de ciencia y religión (recurriendo a conceptos como Sentiencia, psivida, el Campo de Higgs, La Guerra en el Cielo...).
En cuanto al capítulo de los defectos, además del exceso de fantasía injustificada ya mencionado debo reseñar que, tras una primera parte en la que el autor recrea con habilidad el aroma de la literatura de viajes de principios del siglo XX, aclara "de más" en el primer interludio, y hace que el interés en el resto de la novela sea menor. También falla la manera en la que los personajes logran el conocimiento, que mayormente es revelado por potencias superiores, dando al traste con la supuesta investigación. No es menos cierto que la novela es tan grandilocuente que por momentos parece capaz de satisfacer lo mejor de diversos géneros, pero al final se queda a medio camino entre varios de ellos. Y por último debo citar el recurso siempre cuestionable a la utilización de un nuevo personaje (Matthew Crane) en los capítulos que conforman el desenlace (un personaje cuya aportación no está demasiado clara).
Pero si a cambio contraponemos el exquisito gusto del autor por lo antiguo, la perceptible influencia del steampunk tan de moda en 1998, y un estupendo epílogo (que propone un bonito final a la vez que deja la puerta abierta a una posible continuación que no ha llegado hasta la fecha), coincidiremos en situar a "Darwinia" en la parte alta de la lista de novelas de historia alternativa que les he propuesto.
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