jueves, 31 de diciembre de 2020

El largo viaje a un pequeño planeta iracundo (2014). Becky Chambers

Tras el paréntesis de mi anterior entrada, retomo hoy en orden cronológico las reseñas de muchas de las mejores escritoras del género a través de sus novelas más emblemáticas. Vamos avanzando en el tiempo y estamos ya en 2014 (o en 2018 si consideramos la edición disponible para el lector en español), que fue cuando la estadounidense Becky Chambers debutó en el panorama literario autopublicando su primera novela, "El largo viaje a un pequeño planeta iracundo". Una obra que poco a poco fue haciéndose un hueco hasta, ya convertida en saga gracias a otras dos novelas ("Una órbita cerrada y compartida" (2016) y la aún inédita en nuestro idioma "Record of a Spaceborn Few" (2018)), ser reconocida el año pasado con un Hugo a la mejor saga. Un galardón que refleja el éxito de esta joven escritora a la hora de renovar el género. Aunque debo reconocer que al menos la novela que nos ocupa hoy me defraudó un tanto. Se trata de una obra amena, optimista, llena de reflexiones y especulaciones sociales y con un elenco de personajes sobresaliente. Pero con una trama muy floja y un posicionamiento excesivamente obvio de la autora sobra cuestiones que probablemente requerían una exposición más neutral.

Dos grandes aciertos sustentan el libro. El primero y más obvio es la tripulación de la Peregrina: un elenco de personajes compuesto por cinco seres humanos y tres miembros de otras tantas especies sapientes (aandrisk, grum y siamat), además de una Inteligencia Artificial a la que todos consideran un miembro más. Aunque al comienzo dé la impresión de ser una novela centrada en Rosemary Harper, la humana recién llegada de Marte para incorporarse como archivista y administrativa, el lector pronto descubre que en realidad Chambers ha planteado una novela coral, en la que casi todos los miembros de la tripulación son igual de relevantes en cuanto a sus vivencias, actos y sentimientos. Además, los personajes interactúan mucho entre ellos, y están tan bien caracterizados y se complementan tanto que se les llega a coger cariño.

El segundo acierto, directamente relacionado con el primero, es la variedad y la originalidad de las especies sapientes que pueblan nuestra galaxia en el futuro. Agrupadas en un supraorganismo administrativo denominado Confederación Galáctica, harmagianos, aeulones, quelin, laru, rosk, akarak, toremi y otras especies como las representadas en la tripulación de la nave cautivan por sus originales rasgos físicos, por las particularidades sociales que de ellos se derivan y, sobre todo, por su capacidad para reflexionar sobre costumbres e ideas humanas "desde fuera", lo que constituye un enriquecedor ejercicio de anti-antropocentrismo muy en consonancia con el papel secundario que desempeña la especie humana en el futuro ideado por la escritora.

Pero a pesar de estos excelentes mimbres la novela dista mucho de ser redonda por un fallo imperdonable: la endeblez de la trama. Puestos a ser benévolos, puede ser entendible que la historia tarde tanto en arrancar (el primer cuarto apenas se limita a profundizar en los personajes de la nave y sus respectivas civilizaciones), pero lo que no es asumible es que cuando al fin se determina el propósito que da título al libro, en vez de establecer un itinerario claro y jalonarlo con los episodios de aprovisionamiento, autorizaciones legales y de acción correspondientes, el resto de la novela se limita a capítulos relativamente inconexos en los que el propósito de la autora de ampliar y comprender mejor las personalidades de cada miembro de la nave resulta demasiado obvio. No es que no surjan algunas contrariedades, ni que falten por completo episodios de acción (cabe citar el asalto de los akarak o el ataque de los toremi a la Peregrina), pero son minoría, y rompen tan abruptamente el tono de desenfadado optimismo que preside la novela, que no acaban de resultar convincentes.

Otro fallo grave es que Chambers no se limita a especular sobre temáticas y situaciones más o menos provocativas; es que toma partido por ellas, lo que a menudo puede incomodar al lector habitual del género, más acostumbrado a llegar a sus propias conclusiones que a esperar a que el escritor le adoctrine con las suyas. Es el caso por ejemplo de las relaciones sentimentales o sexuales entre miembros de la tripulación de distintas especies, o incluso entre un humano y la IA de la nave: aparte de en mi opinión rizar el rizo más de lo necesario con estas relaciones a costa de despriorizar los acontecimientos del viaje, Chambers nos intenta abiertamente convencer de la naturalidad del lesbianismo entre especies, de las bondades de las familias "de hogar" frente a las familias "de eclosión", o de la viabilidad del sexo entre hombre y máquina. Con una insistencia que llega a cansar.

En menor medida, otros defectos también afectaron negativamente mi impresión global. Empezando por la gran cantidad de barbarismos, tan innecesarios como incómodos de leer. Siguiendo por algún que otro fallo obvio (por ejemplo Ohan llegan justo al término de su Declive en plena perforación del túnel en el espacio toremi... lo que es totalmente inconsistente después de los días y días que de manera innecesaria todos los miembros de la tripulación perdieron en sus episodios personales durante el viaje; por no hablar de lo mal resuelto que está el hecho de que el clon Corbin deba estar ligado a la aandrisk Sissix por una supuesta cuestión legal que luego no les afecta a ninguno de los dos en absoluto). Y terminando por las dificultades de la escritora a la hora de narrar los episodios de acción (al acabar el más relevante de todo el libro es imposible saber si el túnel perforado por la Peregrina en Hedra Ka queda finalmente establecido o no).

Y es una pena, porque muchos detalles de la novela están bien cuidados: la diversidad y originalidad de los idiomas, lugares cautivadores como Puerto Coriol, la alimentación de las distintas especies, avances tecnológicos como la estasis o los agujeros de gusano, el final agridulce en contrapunto con tanto optimismo desplegado anteriormente... Incluso la traducción y la edición son muy meritorias para lo acostumbrado en el género. Quizá todos estos hallazgos que he enumerado fraguen mejor en "Una órbita cerrada y compartida", la esperable continuación a la que me refería al comienzo, ya con menos necesidad de imponer convicciones y con más espacio para una trama más elaborada. Pero no tengo del todo claro que me vaya a animar a leerla; para estar del todo convencido, el largo viaje me debería haber enganchado un poco más.

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